Italia (Roadtrip) – 3 semanas y media por Italia (Semana 3… y media)

by | 24 Jul 2021 | 1 comment

14 – 24 julio 2021

 

2.046 días viajando…
25 días de Roadtrip…

Y por fin llega el esperadísimo 3er capítulo del roadtrip que hicimos Giada y yo en julio de 2021 por toda Italia. Si aún no has leído los capítulos anteriores, aquí tienes la primera y la segunda semana. Lo digo por eso de que el relato tenga algo de coherencia… que tampoco es que la tenga mucho, pero yo lo dejo caer, a ver si así consigo más visitas.

El Roadtrip…

Para situarnos, digamos que es un roadtrip de 25 días que empieza en Como y termina en Carrara, recorriendo Italia desde muy al norte hasta lo más al sur que se puede (sin pasar a Sicilia). En líneas generales (lo poco que me deja mostrar Google Maps, marcando sólo 20 puntos intermedios) sería algo así:

Así que sin más dilatación (que esto parece un parto), vamos con la semana 3… y media.

Día 15: Metaponto – Lago Cecita

(14 jul 2021)

Hemos pasado una noche de calor agobiante en la playa de Marina de Pisticci, cercana a Metaponto. Cuando dormimos en la playa, el calor es terrible, y cuando dormimos en la montaña, puede llegar a hacer bastante frío. Es difícil encontrar el punto medio… que suele estar entre los 300 y 600 metros de altitud.

Es por ello que Giada dice que, como estamos justo a mitad de camino entre las regiones de Pulia (el tacón de la bota) y Calabria (la punta), quizá debamos replantearnos nuestro plan inicial de ir hacia Pulia, donde todo son playas, e ir a Calabria que es más de montañas y parques nacionales. Para mí no hay duda, siempre soy mucho más de montaña que de playa, así que tiramos para Calabria.

Miro en park4night y encuentro un lago con muy buena pinta en el Parco Nazionale della Silla, el Lago Cecita. Vamos directamente para allá y llegamos a mediodía al parking oficial. El sitio es muy agradable, un bosque con BBQs, mesas, mucha sombra, WCs, vistas al lago… Pero no hay acceso cercano al agua y hay bastante gente.

Nos damos un paseo desde el parking hasta el lago. Hay hasta vacas por aquí, pero sí que está un poco lejos el agua del aparcamiento.

Miramos posibilidades y encontramos en park4night otro lugar más recóndito y cercano al agua. El acceso es especialmente difícil para un coche tan bajo como el de Giada, pero gracias a su destreza conduciendo, conseguimos llegar.

Lo primero que hacemos es sacar el colchón inflable para tumbarnos a disfrutar de la playa. El fuerte viento trae un oleaje que parece que estemos en el mar.

Y lo segundo es, obviamente…

Vídeo de Giada

Aunque el lugar resulta paradisiaco en las fotos, la verdad es que por la parte de atrás está lleno de basura. Sigo flipando que alguien pueda dejar conscientemente tanto plástico y mierdas. Pero el colmo es cuando me encuentro….

Pero bueno, al menos el lugar donde hemos aparcado está limpio y disfrutamos del atardecer justo delante de nosotros.

Preparo una cena con lo poco que nos queda: arroz, salsa de tomate, garbanzos y huevos. Se hace bastante difícil cocinar con el viento que sigue soplando.

Foto de Giada

Lo que no había calculado es que el Lago Cecita está a 1.137m de altura. Por la noche hace un frío del copón y estamos sin mantas ni edredón (soy un poeta, lo sé). La noche pasada nos asábamos y ésta nos congelamos.

Conseguimos sobrevivir a la noche helada y amanece sin viento y con mucho sol. Cómo se agradece. Yo hago mi sesión de yoga, me doy un baño (el agua está templada y agradable) y desayunamos los restos que nos quedan… con café, claro.

Hemos decidido irnos hasta unas termas para quitarnos el frío. Pero, por el camino, hacemos una parada en la Spiagga Turrazzo para darnos un baño y coger vitamina D.

Hacemos otra parada para hacer la compra (que nos hemos quedado sin comida) y por fin llegamos a las Termas de Caronte, que resultan ser una especie de spa privado donde se cobra el acceso, claro. Pero, muy cerca de allí, está la Vasca pubblica di Caronte, una especie de mini-piscina que alguien ha construido aquí aprovechando el agua que viene de las termas, y de acceso gratuito. Bueno, más o menos, porque alguien se ha montado un kioskito, pone sillas, mantiene más o menos limpio el entorno y pone un cesto para la “offerta” (donativo voluntario).

Decidimos quedarnos a pasar aquí mismo la noche, en una especie de calle sin salida que sale de la carretera y está muy cerca de las termas. La idea es darnos un baño por la noche, y tener también donde bañarnos por la mañana.

Así que improvisamos campamento y Giada prepara un cuscús con verduras que no es de este planeta.

Y como estaba previsto, empezamos el día con un buen baño caliente en agua sulfurosa.

Y para quitarnos el olor a azufre y cerrar los poros, nos damos una buena ducha fría en esta cascada.

Y nos ponemos en marcha. Nuestra primera parada hoy es Scilla, un precioso municipio de Calabria, en la costa más cercana a Sicilia. 

Aparcamos y nos situamos frente al Castello Ruffo...

…que está justo en la punta que forma el Porto di Scilla, dejando a nuestra izquierda, la Spiagga di Scilla, con vistas a Sicilia

…y a nuestra derecha el famoso barrio de pescadores Chianalea di Scilla.

Bajamos hacia el Porto di Scilla, para tener unas buenas vistas de Chianalea desde enfrente. La verdad es que no puede ser más bonito.

Luego nos damos un paseo por Chianalea, disfrutando de sus estrechas calles peatonales. Qué maravilla que no haya tráfico.

Nos encontramos con un callejón/túnel que da al mar y con un gato al final del tunel. Lo seguimos claro.

Y salimos a un maravilloso rincón a orillas del mar con vistas a las casas costeras del barrio.

Nos tomamos unas birrillas en el Bar Circe Di Pescatore Pasquale… (bueno, yo una birrilla, Giada…)

…y nos ponemos de nuevo en ruta. Vamos rodeando la costa calabresa hasta llegar al punto más al sur de la penínusla italiana: Palizzi Marina.

Es un pueblo bastante feucho, pero nos da para tomarnos un café en el Bar Zio Turi y hacerme la foto “oficial”.

Foto de Giada

Como ya he comentado anteriormente, en Italia hay muchos municipios cercanos a la costa que no llegan a ser costeros. En este caso, es muy frecuente que se establezca un núcleo urbano con acceso al mar y que coja el nombre de la población añadiendo “Marina”. Casi siempre, las poblaciones “Marina”, son poblaciones playeras sin demasiado encanto, al contrario que las poblaciones que le han dado nombre, que suelen ser mucho más antiguas e interesantes.

Nosotros estamos en Palizzi Marina y decidimos irnos hacia el interior para vistar el pueblo de Palizzi.

Según nos acercamos, ya vemos lo impresionante que es, con el castillo en lo alto de la roca.

Aparcamos en la calle principal, justo delante de una casa con una decoración muy particular.

Nos damos un paseo por el pueblo y es… algo único. Una mezcla entre abandono, destrucción, pero mezclado con gente que aún vive en las casas que siguen en pie. Algunas incluso modernas. Se me hace rara la idea de vivir en un pueblo que se cae a pedazos, pero eso le da un encanto indiscutible

Entramos en algunas de las casas, en las que aún se puede ver parte de lo que fue el hogar.

Yo hago lo posible por mantener el sitio en pie.

Foto de Giada

En todos los pueblos de Italia en los que hemos estado, siempre hay una Via Garibaldi, pero es la primera vez que lo veo escrito a mano.

El abandono es tal, que incluso crecen las plantas en los escalones de hormigón.

Aquí puede verse un resumen de nuestro paseo.

Todo esto es en la parte alta del pueblo. Cuando bajamos al centro, a la Piazza Umbertio I, donde está la Chiesa di Sant’Anna, ya se respira cierta normalidad, con un urbanismo que aún se sostiene sobre sus cimientos.

Se va haciendo tarde y tenemos que pensar dónde pasar la noche. Vemos que hay un espacio perfecto para aparcar al lado del Castillo, en el punto más alto del pueblo, donde prácticamente no hay nadie cerca y así no molestamos a nadie. Hay hasta una fuente muy cerca y las vistas son de las que no te puedes quejar.

El castillo parece que lleva en reformas toda la vida.

Para cenar hago una sopa de lentejas, zanahorias y arroz. Se nos ha unido un perrete que busca más atención que comida y que no se nos separará en toda la noche.

Aprovechando la tranquilidad del lugar, hago mi sesión de yoga ahí mismo. Nos duchamos con las botellas de agua que llevamos (y que vamos rellenando en la fuente) y nos hacemos un buen desayuno.

Cuando nos ponemos de nuevo en camino, hago una última foto de Palizzi como despedida.

Conducimos siguiendo toda la costa, toda la suela de la bota italiana.

Hacemos una primera parada en Caulonia Marina para tomarnos un café en Il Caffè dell’Angolo y porque tengo una pequeña emergencia informática que resolver. Es lo que tiene ser IT y gestionar mis propios servidores hosting.

Después nos dirigimos a las Spiagge Rosse, una serie de playas de arena rojiza que hay en la zona conocida como Isola di Capo Rizzuto (aunque no es una isla).

Aparcamos en el parking de la playa, que park4night lo recomendaba como lugar para pernoctar, aunque no nos convence mucho. No es muy agradable, no hay ni una sombra y tiene pinta de que hará un calor de muerte. En cualquier caso, dejamos ahí el coche, evitamos las playas privadas, y caminamos hacia el suroeste hasta una calita absolutamente perfecta, donde no hay un alma.

Pasamos ahí un buen rato, dándonos un buen baño y, justo cuando nos vamos, comienza a llegar más gente. Qué majo es el Universo con nosotros.

Buscamos más opciones para pasar la noche y al final decidimos retroceder un poco hasta el pueblo de Le Castella, donde encontramos, gracias a park4night, un parking que pertenece al Ristorante La Scogliera, pero que no ponen pegas para que la gente pase la noche. Desde aquí mi agradecimiento, porque las vistas desde el parking no pueden ser mejores.

Una vez aparcados, nos damos un paseo hasta el famoso Castello Aragonese

Como entrar cuesta dinero (cómo no), nos damos un paseo rodeando el castillo por la derecha, llegando hasta la especie de playa de rocas que hay justo detrás.

Foto de Giada

Seguimos rodeando hasta llegar a la punta más al sur, que ya no tiene tan fácil acceso, pero nos ponemos en modo “cabra” y conseguimos pasar por encima de las rocas, a pesar del viento y las olas que nos rompen cerca.

Lo más gracioso de todo, es que al haber pasado por una zona por la que se supone que nadie pasa, de repente nos encontramos dentro del castillo sin haber pagado entrada. Estamos flipando un poco. Pero enseguida un empleado nos ve y nos hace señales de qué diablos hacemos ahí arriba. Así que nos escabullimos corriendo como niños.

Conseguimos escapar sin ser pillados y volvemos al parking para hacer la cena. Giada prepara con gran dificultad, porque el viento lo convierte en un reto, una ensalada de judías blancas buenísima.

Por la noche va bajando el viento, pero somos testigos de una impresionante tormenta de verano a lo lejos. Con mucha paciencia y muchos intentos, consigo esta foto.

Me levanto al amanecer para hacer yoga frente al mar… y frente al sol. Mis saludos al sol tienen más sentido que nunca.

Después, nos damos un baño en el mar y, para quitarnos la sal, nos duchamos en el riego por aspersión del parque. Siempre hay opciones.

Nos tomamos un café y nos ponemos en marcha. Como no hemos desayunado, elegimos el Lago Ampollino como lugar perfecto para hacer un brunch. Pero antes nos paramos en el pueblecito de Trepidò para comprar fruta, pan de focaccia y queso provolone.

Aparcamos en una zona con unas estupendas vistas del lago, y montamos el campamento/cocina.

Foto de Giada

Hay hambre, así que preparo una focaccia con aceite, tomate y encima dos huevos fritos con queso provolone. ¿Se puede superar?

Es sorprendente pensar que esta mañana nos hemos bañado en el mar y que, poco después, estamos desayunando a 1.288m de altura.

Después de semejante comilona, nos vamos al otro lado del lago para echarnos un rato y disfrutar del lugar, pero es difícil disfrutar cuando el tiempo no acompaña. Hace frío y viento.

Así que nos movemos. Mi idea era dormir en otra zona del Parco Nazionale della Sila, pero está también a más de 1.000m de altura y tiene pinta de que hará demasiado frío esta noche. Y menos mal que cambiamos de plan, porque poco después de salir del lago, nos cae el diluvio universal.

Decidimos ir hacia la costa buscando mejores climas, pero esta vez hacia el norte. Así que en un sólo día hemos cruzado desde la suela de la bota italiana hasta el empeine.

Hacemos una parada en el Lido La Vela para darnos un baño…

Foto de Giada

…pero empieza a llover a lo loco de nuevo, así que nos refugiamos en el chiringuito y nos pedimos unas birras mientras esperamos a que pase.

Foto de Giada

Cuando termina el segundo diluvio universal, nos volvemos a poner en camino. Nos dirigimos a Amantea, una ciudad costera con muchísimo encanto.

Aparcamos y subimos hacia la Chiesa di San Francesco, desde donde hay unas vistas maravillosas de la ciudad al atardecer.

Allí nos encontramos con una familia de gatitos, que no parecían estar en muy buenas condiciones. ?

Pero lo que más me impresionó es que cuando nos dirigíamos a la Iglesia por la Via Independenza, nos encontramos que estaba cortada por un desprendimiento de rocas. Es lo que tiene vivir bajo una gran pared de roca, que nunca sabes cuándo la erosión va a hacer su trabajo. 

Y también impresiona ver las lápidas con los nombres de los que murieron por los bombardeos durante la guerra, casi todos niños.

Despues nos damos un paseo por el centro histórico de Amantea que tiene un encanto muy especial.

Y por si fuera poco su encanto, le han añadido una banda sonora de jazz.

Para hacernos la cena, como no encontramos ningún parque ni similar, pues la apañamos aquí mismo.

Para dormir, no encontramos nada decente en park4night. Por Amantea tiene pinta de que será muy difícil encontrar algo, así que vamos hacia el interior y nos paramos en el pueblecito de Lago (que curiosamente no tiene ningún lago) para tomar un helado en el Bar Del Corso. Giada le pregunta al dueño por algún lugar donde dormir con el coche, y nos recomienda una zona industrial un poco más arriba, donde no hay prácticamente nadie.

Seguimos sus indicaciones y encontramos un aparcamiento muy amplio en una zona medio industrial medio residencial, pero casi despoblada y con unas vistas perfectas.

Lo más impactante es que nada más bajar del coche, me encuentro de bruces, como a 10 metros, con una familia de jabalíes, 2 adultos y varios jabatos. Nos quedamos un momento mirándonos sin movernos y al rato se van. No me da tiempo a grabarlos, qué pena.

Llegamos justo al atardecer y, no sé vosotros, pero yo veo aquí a Blancanieves seguida de sus 7 enanitos.

Nos levantamos a las 7. El lugar es demasiado inclinado y poco apetecible para hacer yoga, así que me lo tomo de descanso. Tampoco es muy cómodo para preparar el desayuno, por lo que nos ponemos en marcha para buscar un lugar.

Volvemos a la costa y subimos a Fiumefreddo por una carretera serpenteante y empinadísima, pero cuando llegamos no vemos nada interesante ni dónde preparar el desayuno, así que volvemos a bajar. 

Nos vamos hasta una gasolinera de Cosenza para echar metano y allí nos tomamos un café mientras vemos hacia dónde tirar.

Al final decidimos ir hacia el norte, al Lago del Pantano y hacer allí el brunch.

Aparcamos en la orilla oeste, donde hay mesas de picnic y con estas estupendas vistas…

…y nos hacemos un desayuno de campeonato.

Y un desayuno así, va seguido obligatoriamente de una siesta.

Mientras Giada duerme, yo aprovecho para buscar dónde dormir esta noche. Los sitios que me gustan o están demasiado altos (y fríos) o son en la playa y no molan mucho. Al final encuentro un parking gratuito para campers muy bien cuidado en Lago Sirino.

Y nos encontramos que el Lago Sirino es un pequeño embalse natural rodeado de casitas de una belleza impresionante. De lo más bonito que he visto por el sur de Italia. Y, para colmo, han habilitado un parking gratuito para campers que es una pequeña maravilla, con electricidad y agua.

Tiene su gracia ver el coche de Giada al lado de tantas autocaravanas enormes.

Nos damos un paseo por el lago que, efectivamente, es de una belleza espectacular.

Y no sólo el lago.

Al atardecer, Giada me invita a cenar una pizza increíble (una cada uno, claro), con birra y tiramisú, en el Sirtaki Ristorante Pizzeria.

Me levanto al amanecer y me busco un rinconcito para hacer mi sesión de yoga.

Desayunamos en en Ristorante da Mimi’, donde nos encontramos un perrete que se alegra bastante de verme.

Siguiendo nuestro plan de no tener plan y nuestra coherencia de no tener ninguna, ahora decidimos irnos al Parco Nazionale del Gargano, que está yendo hacia el norte, en la costa este de Italia, lo que viene a ser la espuela de la bota.

Así que nos despedimos del Lago Sirino…

…y tiramos para el norte. Parada para comprar fruta en Brienza, para repostar metano en Punto Nigro y para fotografiar fauna salvaje en una curva.

Cuando llegamos al Parco Nazionale del Gargano, no es como el resto de parques nacionales que hemos visto en Italia (y que tanto abundan) lleno de verde y de bosques. Esto es terriblemente árido. Me recuerda mucho al sur de España.

Vamos directamente a Monte Sant’Angelo, un pueblecito medieval en lo alto del monte, a unos 800m de altitud, con unas vistas de impresión.

Cuando llegas, lo primero que ves desde la carretera es la parte moderna de la ciudad …que es espantosa. No me puedo creer que el urbanismo no haya intentado mantener el estilo arquitectónico del resto de la ciudad. Pero cuando vas al casco histórico, es otro mundo, una preciosidad de casas blancas y calles estrechas y peatonales.

Subimos directamente al  Castello Normanno Svevo Aragonese

…desde donde hay unas buenas vistas de la ciudad…

…y aprovechamos la terraza de un restuarante que ahora está cerrado, para hacernos un brunch, porque estamos muertos de hambre y hay que coger fuerzas para pasear por una ciudad que está en la ladera de una montaña.

Y ahora ya sí, con el estómago lleno, disfrutamos de las preciosas callejuelas de Monte Sant’Angelo.

Vamos subiendo, subiendo, hacia la zona alta del pueblo.

Cuando ya nos vamos, le pido a Giada que pare en un parquecillo que hay a la salida, para hacerme una “foto oficial” con vistas al Golfo de Manfredonia.

Foto de Giada

Durante la parada para café que hicimos en el Time Out Lounge Bar, buscamos dónde pasar esta noche y encontramos un aparcamiento en lo alto del acantilado de la Cala della Sanguinara.

Aunque está pegado a la carretera, casi no hay tráfico y las vistas son increíbles.

Pero claro, el lugar es tan chulo, que al rato de llegar nosotros, se empieza a llenar.

La gente viene aquí porque es el aparcamiento más cercano a la Calla della Sanguinara, que es una playita de piedras, minúscula, pero una preciosidad.

El acceso no es nada fácil, ya que se accede por un sendero muy estrecho y, a ratos, muy empinado y con mucha caída hacia la izquierda, llegando a ser peligrosillo en algunos tramos. Es por eso que, aunque hay bastante gente, no llega a estar petada.

El entorno lleno de pinos, el olor y el tipo de cala, me recuerda muchísimo a mi paso por la Costa Brava.

Nos damos un buen baño y disfrutamos de la tarde hasta que el sol desaparece tras las montañas.

Hago un pequeño vídeo del camino de vuelta para que se pueda apreciar cómo es.

El aparcamiento está muy bien, pero hay bastante basura acumulada en algunos puntos (al menos no está desperdigada), como si la gente la depositara allí para que vengan a llevársela. ¿Tan difícil es entender que en la naturaleza no hay servicio de recogida de basura? Lo que traes, te lo llevas, tan sencillo como eso.

Pero eso no es lo peor. Cuando voy a hacer un pis tras los arbustos, aquello es la fiesta de los clínex, toallitas y papel higiénico.

Entiendo que, en ocasiones, cuando estás en plan acampada, necesitas hacer tus necesidades en la naturaleza, pero para mí hay 4 reglas básicas:

1. El pis se hace siempre sobre la tierra, que se encarga de absorberlo y procesarlo, por lo que no quedará olor ni rastro. Nunca sobre las rocas, cemento o similares.

2. Si vas a hacer cosas mayores, hazlo en un lugar lo más escondido y apartado posible, no en una zona donde alguien pueda verlo… o pisarlo.

3. Incluso, aunque sea en una zona apartada, hay que enterrar o tapar muy bien tus desechos.

4. Y, sobre todo, si usas papel o toallitas o similares… no lo dejes ahí. El papel tarda muchísimo más de lo que pensamos en degradarse. Basta meterlo en una bolsa y tirarlo más tarde en la basura.

No es tan difícil, ¿no?

Es precisamente este tipo de huella la que hace que al final prohíban pernoctar en estos lugares. Una pena.

Nos levantamos al amanecer. La luz está especialmente bonita a estas horas.

Hago mi sesión de yoga y luego bajamos a darnos un baño, pero en vez de bajar a la Cala Sanguinara como ayer, he descubierto un camino mucho más corto (y complicado) para bajar a una zona de rocas donde estamos completamente solos. Una maravilla.

Volvemos, desayunamos, recogemos y de nuevo en la carretera. La idea es ir rodeando la península que forma el Parco Nazionale del Gargano. De esta forma llegamos hasta Vieste, donde llenamos las botellas de agua en una fuente a la que se accede a través de estas escaleras.

Compramos aceite de oliva artesanal en un puesto ambulante y algo de verdura y nos vamos rápidamente, porque Vieste es bastante turístico y agobiante.

Seguimos rodeando la península con la idea de llegar hasta el Lago di Varano, pero nos paramos antes de llegar en el pueblo de Rodi Garganico para tomar un café en Il Baretto.

Y, por fin, llegamos al Lago di Varano, la laguna costera más grande de Italia. Recorremos con el coche la carretera que va por la estrechísima lengua de tierra que separa el lago del mar.

El Lago di Varano se alimenta con agua subterránea y se comunica con el mar por dos canales, la Foce di Barano, al principio de la lengua de tierra desde donde vamos nosotros, y la Desembucadura de Capoiale, al final de la misma.

Y justo cuando cruzamos este segundo canal, giramos a la izquierda y nos metemos por una pequeña carretera que va paralela al mismo. Nos paramos a hacer unas fotos, porque el sitio merece la pena, lleno de barcas de pescadores.

Pero esta carretera no tiene salida, así que volvemos a la carretera principal y seguimos dándole la vuelta al lago. 

Hacemos una parada para visitar la Grotta di San Michele, pero está cerrada. Quien sí nos recibe allí es una gatita con toda la pinta de estar criando una camada muy reciente. 

La pobre está muerta de hambre, así que compartimos con ella lo único de lo que llevamos y que puede comer: un poco de queso. Y no le hace ascos, no. Casi se come también la mano de Giada.

Seguimos hasta Cangano Varano, lo cruzamos y bajamos hasta Bagno, el pueblito a orillas del lago para ver si hay algún lugar agradable donde tomarnos una birrilla. Probamos en La Fontana, pero es la hora de comer y al camarero se le hace rarísimo que un español le diga que quiere sólo una cerveza a la hora en la todo el mundo está comiendo. Como le veo superado por una petición tan extraña, me rindo y simplemente nos quedamos un rato en la terraza (donde no hay nadie, todos comen dentro en un día maravilloso, cualquiera entiende a estos italianos) para descansar. El único que parece que se alegra de nuestra presencia es el perrete del lugar.

Hemos decidido ir finalizando nuestro roadtrip y vamos a empezar a ir hacia el norte, sin prisa, con idea de llegar a Carrara algún día de la semana que empieza, pero antes de mi cumpleaños, que es el viernes 26 de julio, para así celebrarlo con Adele.

Repostamos metano cerca de San Severo, nos aprovisionamos de agua y nos dirigimos a nuestro destino escogido para esta noche, el Lago di Occhito.

El Lago di Occhito es el lago artificial más grande de Italia y el segundo más grande de Europa, con una longitud de unos 12 kms.

Nosotros aparcamos en un lugar que nos recomienda park4night en la orilla sureste del lago.

El lugar está señalizado como peligroso por posibles subidas del nivel del lago, pero con este tiempo estupendo, parece poco probable. Y, en cualquier caso, hemos aparcado lejos de la orilla.

El lugar es espectacular y no hay absolutamente nadie. Nos damos un paseo hacia el norte y buscamos un lugar por el que entrar al agua para darnos un baño. No está fácil, porque el fondo es muy fangoso y está lleno de plantas con espinas. Pero al final conseguimos bañarnos más o menos.

A la caída de la tarde movemos el coche a una mejor ubicación, bajo un árbol solitario cerca de la orilla, y preparo la cena. Un curry con arroz.

Es noche de luna llena y el cielo está completamente abierto. Es un lujo.

Foto de Giada

En cuanto el sol hace su aparición por el este, yo ya estoy haciendo mi sesión de yoga diaria. Me sienta muy bien mantener esta rutina incluso en los roadtrips.

Después del yoga, y como siempre que hay ocasión, nos damos un buen baño en el lago. Hay que aprovechar cuando se puede.

Y después viene la mejor parte, el desayuno. Hoy a lo grande, huevos con provolone.

Foto de Giada

Foto de Giada

Recogemos para ponernos en camino. Visto desde el lago, la verdad es que es chulísima la imagen del coche de Giada bajo el árbol solitario.

Nos ponemos en camino. Hemos decidido intentar estar en Carrara en 2 días, así que esta noche la pasaremos en el Lago del Salto y la de mañana en el de Bolsena. Va a ser un “de lago en lago y tiro porque me… ¿cago?” ?

Primera parada en el Lago de Barrea, por el que ya pasamos a la ida, para tomarnos un café. Lo hacemos en el mismo sitio, el Oasi del Lago.

Segunda parada en una estación de metano con bar, donde aprovechamos para tomarnos una birrilla y descansar.

La tercera parada se produce cuando nos encontramos en nuestro camino un enorme campo de coliflores. Hay tantas que no puedo evitar pensar… “una menos no se nota”. ?

Foto de Giada

Y ya por la tarde llegamos al Lago del Salto. Es enorme y espectacular. Lo recorremos por su lado norte hasta la presa, que está en su extremo noroeste.

Seguimos rodeando el lago hasta el acceso al lugar que nos marca park4night. Para acceder al aparcamiento hay que recorrer un camino muy estrecho, empinado y lleno de piedras. No es nada fácil, pero Giada consigue bajar el coche y el lugar es simplemente… perfecto. Sólo un par de parejas en tiendas de campaña. Pero hay sitio para todos.

Lo primero es darnos un baño, claro. Antes de que refresque más.

Poco después Giada se pone con la cena… ¡Pasta con coliflor robada!

Nunca había comido pasta con coliflor, pero, como no podía ser de otra manera, está espectacular.

Como siempre, hago mi sesión de yoga al amanecer, pero esta vez corta, porque el terreno es tan irregular que se me hace incomodísimo.

Y no soy el único que hoy hace la práctica.

Nos damos un baño en el lago (helado) y nos autohomenajeamos con un desayuno de huevos con provolone… y café, claro.

Recogemos y nos vamos hasta Grotti para llenar las botellas de agua y después a Viterbo para visitar la ciudad de la que Giada tenía un recuerdo lejano.

Viterbo es un pueblo medieval que nos resulta bastante decepcionante. Excepto alguna arquitectura interesante en el centro histórico, es un pueblito bastante normal. El problema es que han permitido el tráfico por todas partes y eso lo estropea por completo. Para mantener el encanto, el pueblo (o al menos el casco antiguo) debe ser peatonal.

Nos vamos a echar metano y nos encontramos que hay cola del copón. Pero por suerte estoy usando una de tantas apps que hay con el precio de la gasolina actualizado. Localizo otra gasolinera a sólo 10 min y con el metano al mismo precio… y voilà, en ésta no hay nadie. Para que luego la gente se queje de la tecnología.

Estamos al lado del Lago de Bolsena, donde había pensado pasar la última noche para visitar mañana algunos pueblos que nos quedan pendientes, pero es bastante pronto y decidimos visitar los pueblos hoy, así avanzamos y mañana vamos directamente a Carrara y llegamos pronto.

El primero de esos pueblos es Pitigliano, otro pueblecito medieval, pero éste sí es peatonal y con muchísimo encanto.

Pitigliano está construido sobre la roca y sus calles son estrechas y preciosas.

Monumento a Sancho Panza…

Foto de Giada

…y sus vistas.

A destacar el viejo barrio judío.

Las vistas desde lo alto de la ciudad.

Intento colarme discretamente en una de las casas…

Foto de Giada

Cuando nos vamos, hacemos una breve parada en el Punto Panorámico, que tiene estas increíbles vistas de la parte medieval de la ciudad, donde se aprecia cómo está construida en lo alto de la roca.

Foto de Giada

Nos vamos a Saturnia, el pueblo que no llegamos a ver a la ida. Giada me lleva primero  las Termas de Saturnia, que es lo que más fama le da al lugar, y que, al ser gratis, aquello parece una piscina japonesa. Una locura de gente. Sólo hacemos foto y adiós.

Así que nos vamos al centro de Saturnia, al Antico Bar Centrale, al lado de la iglesia Santa Maria Maddalena, para tomarnos una birrilla y planificar nuestro penúltimo día y nuestra última noche de roadtrip.

Decidimos ir hacia Cala Violina, la que probablemente es la playa más famosa de la costa oeste de Italia, y pasar la noche por esa zona. Cuando llegamos al parking, nos llevamos la sorpresa. Sólo se puede aparcar haciendo un pre-registro online con un pago de 10€ por el parking + 1€ por el acceso a la playa, con un límite de 700 personas al día. Y, para colmo, nos dicen que ya se ha completado el cupo del día. Nosotros flipamos un poco, porque el parking está medio vacío, ya que está atardeciendo y la mayoría de la gente ya se ha ido, pero no hay nada que hacer, son inflexibles y dicen que tururú.

Pero estos no nos conocen. Para nosotros siempre hay más opciones y no nos rendimos facilmente. Busco en mi mapa de OpenStreetMaps, y veo que hay una ruta de 3,8 kms a la Cala Violina desde Cala di Terra Rossa. Vamos para allá. Aparcamos cerca del Restaurante (aquí no hay que pagar por aparcar) y vemos que al inicio del sendero ya viene indicado que lleva a Cala Violina, pero avisa que sólo se puede acceder (aunque sea andando por este sendero) con pre-registro online y pago de 1€. Entro en la web y veo que el dichoso pre-registro es de 8 a 18h. Son las 19h, por lo que ya no se puede. Igualmente vamos para allá dando por hecho que a estas horas ya no habrá control.

Comenzamos así un maravilloso paseo de casi una hora por la costa al atardecer. Hasta que, por fin, ahí está, la Cala Violina.

Llegamos y el sitio es, efectivamente, espectacular, como no podía ser de otra manera, estando tan protegidísimo. Tal y como habíamos supuesto, a estas horas ya queda muy poca gente y, por supuesto, no hay ningún control para acceder.

No hemos podido escoger mejor sitio para pasar el último atardecer de este roadtrip.

Como nos hemos quedado a ver la puesta de sol, la vuelta la hacemos ya de noche, pero también tiene su encanto.

Como es nuestra última noche de roadtrip, Giada quiere invitarme a cenar Pizza. Busco algún sitio en Follonica, la ciudad más cercana, pero cuando llegamos, aquello es una locura turística, llenísima de gente de fiesta, imposible aparcar o estar en un lugar tranquilo.

Después de media hora dando vueltas con el coche, nos rendimos y busco otro sitio en la siguiente ciudad, Piombimo, famosa por ser el puerto de salida para visitar la Isla de Elba.

En Piombimo hay mucho ambiente, pero no es la locura de Follonica (que hace honor a su nombre). Nos vamos a la Pizzería Tonino, cuyas pizzas son espectaculares y las acompañamos de 2 cervezas de las grandes.

Antes…

…Después

Para dormir escogemos un aparcamiento de campers en la misma ciudad que está bastante petado, pero a estas horas, y después de semejante cena, no es cuestión de alejarnos mucho para buscar un lugar mejor. Pero como está al lado del mar, nos damos un baño a la luz de la luna llena.

Día 25: Piombimo – Carrara

(24 jul 2021)

Nos levantamos con calma y nos damos otro baño con vistas a la Isla de Elba. Por aquí debe andar el fantasma de Napoleón.

Recogemos, nos ponemos en camino y vamos casi de tirón hasta Carrara.

Conclusiones

Y así terminan nuestros 25 días de roadtrip por (casi) toda Italia. Ha sido una ocasión única para conocer a fondo este país de la mano (literalmente) de alguien que lo conoce muy bien, inmerso en su sociedad, su cultura… y su lengua. Porque me comunico con Giada en italiano, que era bastante básico cuando llegué, pero que va mejorando con el tiempo y la convivencia.

Y hablando de convivencia, a pesar de lo arriesgada que era la idea de hacer un viaje con alguien a quien no conocía tanto, conviviendo 24×7 durante tanto tiempo, he de decir que ha sido una experiencia maravillosamente fácil. Giada y yo somos muy parecidos en muchas cosas, sobre todo en nuestras locuras, y eso ha hecho de este viaje algo inolvidable por el que le estaré siempre inmensamente agradecido… por habérmelo ofrecido y por haberlo compartido conmigo.

Como ya he podido comprobar en otras etapas de este viaje, el roadtrip es probablemente la mejor forma de conocer un país, el que más sensación de libertad te da, el más económico y el más divertido. Lo recomiendo 100%, ya sea en coche, en furgo o en moto, es una experiencia única.

Italia es un país que es al mismo tiempo muy parecido y muy diferente a España, y eso lo hace fascinante y fácil. Al ser también una península, está llena de playas y costas increíbles, pero al ser casi la mitad de superficie que España, y al ser mucho más estrecha, puedes pasar de una costa a la otra en un suspiro. Además, tiene una naturaleza espectacular, bastante menos árida que España, con unos parques nacionales y unas montañas de impresión.

Pero aún me queda Italia para rato. Ha terminado mi roadtrip, pero no mi estancia en este maravilloso país.

Planes

¿Y ahora qué?

Pues, mientras estábamos de roadtrip, me ha surgido una oportunidad muy interesante. Como estoy dado de alta en Trusted Housesitters, me llegan a diario las ofertas de housesitting en todo el mundo, y me llegó una muy interesante: cuidar de una casa y de un gatito durante dos semanas en la zona del Lago Maggiore, al norte de Italia. El lugar parece maravilloso y es una ocasión muy buena de parar un poco y conocer una nueva zona de Italia.

Y el timing es perfecto, ya que celebraremos mi cumple el 26 de julio y me iré para allá al día siguiente.

Así que no te pierdas el próximo capítulo: El Lago Maggiore.

1 Comment

  1. Giada

    Thank you for not telling how angry I was for not being accepted in Cala Violina, thank you for not being scared and thank you for being able to find a solution.
    Who else do I have to tell that Pablo is number one? !!!
    I hope this adventure was the first of a long series ?

    Reply

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