24 julio 2016

220 días viajando…
28 días en Whangateau…

El vuelo a Auckland es de 4 horas y media…. pero llego en domingo. Me he perdido el sábado.

Consigo dormir algo en el avión, pero es incomodísimo y me despierto cada 2×3.

Pero, finalmente, a las 6:30 hora local…

Desde luego es el viaje de los encuentros:

En el avión me encuentro con Carmen, la mujer kiwi que estaba en mi hostel.

Y cuando estoy en la cola para pasar el control, me cruzo (típica cola de Aeropuerto que va haciendo “eses” y te cruzas con todo el mundo) con Romina, la chica suiza que conocí junto con las españolas en Rarotonga. Ha cogido el mismo vuelo que yo.

Pero el encuentro más sorprendente es en esa misma cola cuando me cruzo con una chica y nos quedamos mirándonos. Le digo… “Nos conocemos, verdad?”. Y ella, con cara de mucha duda, dice… “Creo que cenamos juntos en un restaurante indio”. Y yo… “The dancer!”.

Efectivamente, en mi última noche en Auckland, cuando me iba a las Cook, me fui a cenar solo a un restaurante indio y allí vi cenando sola a otra chica con la que acabé cenando y charlando. Era una estudiante alemana de danza que bailaba por las noches en un local. Después de esa cena no volvimos a contactar y, de repente, nos encontramos aquí, ella volviendo de Alemania y yo volviendo de las Cook, exactamente en el mismo momento en el mismo sitio. El anterior fue un encuentro tan casual, que ninguno de los dos recordamos el nombre del otro. 

Johanna, se llama Johanna.

Como he quedado con Nat sen que voy a algún sitio de Auckland donde ella pueda recogerme y Johanna quiere coger el shuttle que te lleva a donde le digas y que sale más barato si van dos personas al mismo sitio, me invita a desayunar en su casa mientras espero a Nat allí. 

Hace un día estupendo. Por suerte no hace demasiado frío a pesar del invierno. No estoy nada preparado para viajar con frío.

Paso un rato de charla muy agradable con Johanna y poco después llega Nat con Kupe y Gala. Es una alegría enorme volverlos a ver. Nat me recibe con enorme abrazo. Y nos vamos para su casa.

Todo me resulta familiar allí. Los olores, los colores… y ahí está, mi pequeña creación, soportando las inclemencias del tiempo.

Me siento maravillosamente acogido por la familia. En solo unos momentos ya soy parte de ellos. Me reciben con alegría y energía de la buena. Me cuentan anécdotas de los otros helpers que vinieron después de mí (yo fui su primera experiencia HelpX).

Hasta el clima me da la bienvenida en la bahía.

Me instalo en la misma habitación de la otra vez (es como si no me hubiera ido). Nat prepara unos crepes para almorzar rellenos de una especie de ensalada de patata. Cómo echaba de menos su forma de cocinar.

Después de comer me tumbo un momento… y caigo en coma. La siesta de media horita me sienta de maravilla.

Para cenar, Nat nos prepara unas rodajas de remolacha con salsa de Vinagre de Módena con chile y especias, con ensalada y queso frito… que está para morirse.

Ah, y unas pipas de girasol tostadas. Como siempre, sus presentaciones son espectaculares. 

Les cuento que en Cook Islands estuve jugando al chinchón con los argentinos y que luego les enseñé a las alemanas. Me piden que les enseñe, y acabamos la noche echando una más que emocionante partida…

…que acaba ganando Gala en la ultimísima mano, cuando Nat iba ganando todo el rato.

En momentos como estos es en los que me siento verdaderamente afortunado y agradecido. No dejo de encontrarme en mi viaje con gente llena de amor profundo y desinteresado, de una generosidad enorme. Es verdad que, a veces, también me encuentro personas difíciles, pero es parte del aprendizaje. Como una vez me dijo mi terapeuta, ese tipo de personas son maestros, son espejos que nos enseñan algo de nosotros mismo que no queremos ver. Carlos, en Rarotonga, me decía… “¿No has leído Los 4 acuerdos? Siempre te saltas el 3º: No hagas suposiciones” Y tiene toda la razón. Muchas veces pre-juzgo a la gente con demasiada rapidez basándome en unas suposiciones que pueden ser completamente erróneas. Tengo que aprender a ser más paciente (soy un manojo de nervios) y más tolerante (aceptar a la gente hasta que realmente no te demuestren que debes alejarte).

El problema es que tengo una fuerte intuición con la gente. Siento con muchísima facilidad la energía de una persona, y me basta un segundo, una mirada, para saber cómo es. ¿Eso es pre-juzgar o es sensibilidad?

Buena pregunta…

1 Comment

  1. Unknown

    I love the Last two paragraphs,its very deep and profound and yes we must give and be patient .

    Reply

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