24 julio – 22 agosto 2018

979 días viajando…
104 días en Madrid…
2 días en Alicante…

El 24 de julio de 2018 llego de nuevo a Madrid tras 4 semanas de mototrip por el norte de España. 

Mi casa… 

Y lo primero que hago es ir a “mi casa”. Y es que cuando empecé este viaje por el mundo, decidí mantener mi apartamento, por si volvía algún día y para poder guardar mis cosas, así que se lo dejé a una amiga para que lo ocupara. 

Pero mi amiga ha decidido dejarlo, así que ha llegado el momento de pasar página. Voy a ocuparlo por última vez este mes de agosto, para luego desocuparlo y así… convertirme definitivamente en un nomada. 

Cumple…

Así que 26 de julio de 2018, el día de mi 49 cumpleaños, lo paso en “casa”. Mi primer cumpleaños de este viaje fue en Nueva Zelanda y el segundo cumpleaños fue en Camboya. Así que se agradece pasar el tercero aquí.

El día empieza con un buen desayuno en la terraza de mi apartamento… 

…y termina con una estupenda cena con mi amiga Mer en el Pui’s Thai Tapas. 

Mer me ha regalado este libro que me llevaré a Bahamas. Ya tengo lectura. 

Cena Musical… 

El otro motivo por el que quise estar en Madrid en estas fechas, era una cena que tuvo lugar al día siguiente, el 27 de julio de 2018. 

Esa noche, el equipo del musical “José y el Asombroso Manto Multicolor“, el primer musical que produje y co-dirigí con mi compañía Tela-Katola en la temporada 2001-02, había organizado una cena de reencuentro. A muchos del equipo no les veía desde entonces… desde hacía 17 años!! 

La cena tuvo lugar en el céntrico Restaurante Mexicano Mero México, donde poco a poco van llegando todos. 

En realidad la quedada fue organizada por Alma, la que fue una de las protagonistas del musical. 

Y aquí estamos todos… al menos todos los que fuimos. Actores, músicos, directores… 

Y a los postres, de repente… 

Y aquí cuando decidimos irnos a tomar algo después de la cena. 

Fue una noche inolvidable, de gran morriña de mi época de director de musicales. Y es que echo de menos dirigir, la verdad. Lo que no echo de menos es producir. Ése es un trabajo de lo más desagradecido. Financiar el proyecto, organizarlo todo… buf, ni de coña. Pero volver a dirigir escena y música… me encantaría. Sin dudarlo. 

Gatos… 

Aunque tengo casa, paso unos días en la casa de mi amiga Paula, en Vicálvaro, cuidando sus gatos Juanito y Martina, con quienes tan buenos momentos he pasado, y así puedo despedirme de ellos. 

Y aprovecho para disfrutar de su piscina, claro. 

Y también paso unos días en casa de Mer, cuidando a los suyos, Telmo y Mayo. 

Como se puede ver, Mayo tiene fijación con mis pies. Casi no puedo andar por la casa, porque me sigue, intentado abrazarse a ellos. 

Madrid… 

Es mi último mes en Madrid. Para mí hay una mezcla entre agobio y añoranza anticipada. 

Mi apartamento está por la zona de Gran Vía y es una zona en la que parece que ya ha estallado la revolución y se han montado barricadas. 

Pero también estuve en las fiestas de La Latina y, aunque también agobia, el ambiente y el buen rollo de Madrid es algo que sé que voy a echar mucho de menos. 

Alicante… 

El finde del 3-5 de agosto, hago una última escapada a Alicante invitado por mi maravillosa amiga Marta. 

Es una ocasión perfecta para desconectar del caos de Madrid y disfrutar de playa, buena comida y mejor compañía. 

Hasta nos vemos un espectacular concierto en la Plaza del Ayuntamiento. 

Aunque flipamos un poco cuando, exactamente a medianoche, interrumpen el concierto, todo el mundo se pone en pie e interpretan el himno de España, el de la Comunidad Valenciana y el de Alicante. 

No puedo evitar que me chirríe mucho toda demostración “patriótica”. Cada vez me siento más ciudadano del mundo y siento menos necesidad de “defender” mi pedacito de parcela. La simbología nacionalista o patriótica sólo lleva a marcar más profundamente las fronteras, cuando lo que deberíamos hacer es eliminarlas. 

Desapegándome… 

Pero mi mayor trabajo este mes es el de vaciar mi piso. Y cuando creía que ya no tenía casi nada, empiezo a sacar cosas… y me asusto! 

Ya solo con los libros lleno varias cajas. 

Y, haciendo limpieza, me encuentro algunas curiosidades casi olvidadas, como este entrevista que me hicieron para una revista alemana de musicales en 2011. 

Es un enorme trabajo de desapego, pero quiero intentar deshacerme de casi todo. Consigo vender unas pocas cosas, regalar bastantes y tirar la gran mayoría. 

Mi salvador es mi amigo Ángel (el saxo que tocaba en mis musicales) que se queda con la mayor parte de mis cosas, incluyendo mis libros, discos, cacharros tecnológicos, herramientas y demás… para los mercadillos benéficos que hacen en Griñón. 

Al final consigo reducir mis pertenencias a 8 cajas y una maleta, con unos pocos libros, papeles, fotos, textos y partituras, algo de ropa, unos pocos recuerdos… y poco más. 

Esto, más lo que llevo en mi mochila al viajar, es todo lo que tengo en la vida. Bueno, y la moto, que espero vender cuando me vaya. 

Da un poco de vértigo pensar que a partir de ahora no tengo casi nada material ni un hogar al que volver. Pero también da una sensación de ligereza impresionante. Ya nada me ata, nada me preocupa, soy libre para volar. 

Y es mi maravilloso amigo Antonio (el batería que ha tocado en todos mis musicales, desde mi primer montaje en la Universidad en 1998, hasta el último justo antes de irme) el que me hace el inmenso favor de guardarme estas cajas en su casa. A cambio, le dejo también mi piano. 

Últimos días en Madrid… 

Y así, poco a poco, van terminando mis días en Madrid. Conozco y me despido de Matías, el hijo de mis amigos Lupe y Andrés… 

No me voy sin enseñarle a Mer a manejarse en las bicicletas de BiciMad… 

…y ahora se ha vuelto una experta y es su medio de transporte diario. 

Recibo la visita, para despedirnos, de mi amiga Marta, a quien le enseño mis rincones favoritos de Madrid… 

Me despido de mi apartamento, tras 5 años juntos… 

Y así llega el día 22 de agosto de 2018, día de mi partida. Y es mi maravillosa amiga Mer la que me acompaña al aeropuerto, como siempre, para despedirme. Y nos despedimos a base de cañas en el McDonalds de la T4. 

Y de nuevo emprendo el vuelo… 

Vuelo a Londres para pasar 2 noches, luego a Toronto para pasar 3 noches y, desde ahí, a Nassau (Bahamas), mi próximo destino, donde me quedaré un mes. 

Y es que he descubierto que es mucho más divertido, interesante y descansado volar por etapas que volar por escalas. Y, a veces, incluso mas barato. En este caso el precio era el mismo y así puedo disfrutar de unos días en otras ciudades del mundo.

Cuentas…

Aunque pegue poco en este post, me toca incluir las cuentas del mes de julio, Así que veamos…

El mes de julio ha sido el mes de mi mototrip, por eso ha supuesto algo más de gasto, pero se compensa bien con lo poco que pude trabajar los días que estuve en Madrid.Esto varía muy poco mi media con respecto al mes pasado, claro:

Conclusiones… 

Me voy con esa mezcla de ganas de seguir mi viaje y tristeza de dejar atrás a gente muy especial. Y es que cuando te pasas años fuera de “casa”, tu círculo de amistades se reduce considerablemente. Es difícil mantener contacto con todo el mundo. Y eso lo notas cuando vuelves y ves que hay gente con la que ya no consigues quedar. Pero la parte buena es que los que quedan, los pocos que quedan, sabes que son para siempre, que son los de verdad. 

Creo que volveré a Madrid cada año, es casi una necesidad. Pero me sigue fascinando este modo de vida y quiero seguir conociendo el mundo y a su gente. 

La experiencia del viaje en moto por España ha sido única y me encantaría repetirla por otras zonas. Incluso le doy vueltas a la idea de, en algún momento, ir a España, comprarme una furgoneta y recorrerme toda Europa con ella. Viajar por Europa tiene dos enormes ventajas: No hay fronteras y puedo trabajar legalmente en cualquier parte. Esto, unido a que está lleno de sitios maravilloso, hace que tenga este plan muy en mente para hacerlo en algún momento. Me atrae muy especialmente toda la zona de los Alpes. 

Pero por ahora quiero viajar por América. Me atrae mucho conocer la naturaleza de México, USA y Canadá y, muy especialmente Alaska. 

Y es que cuando lees Into The Wild, es imposible que no te tiente Alaska. 

Veremos dónde me lleva mi camino…