22 – 24 octubre 2021
2.138 días viajando…
19 días en Grecia…
2 días en mototrip…
1 día en Atenas…
Una vez terminada mi estancia de 9 días en la isla de Corfú (Grecia), el 22 de octubre de 2021 pongo rumbo a la isla de Syros. El plan es un mini-mototrip hasta Atenas, quedarme allí una noche para poder visitar la ciudad y luego pillar el ferry en el puerto de Pireo hasta mi destino final.
El mototrip
Dia 1: Dassia (Corfú) – Peloponeso (Grecia): 330 kms.
22 de octubre de 2021. El mini-mototrip consta sólo de 2 etapas. La primera es la que me lleva desde la isla de Corfú hasta el Golfo de Corinto, que es más o menos la mitad del camino.
Cuando voy a salir de casa de Toñi y Sergi no encuentro las llaves de la moto. Pánico. Busco por todas partes… y nada. Por fortuna llevo las de repuesto, así que, como se me hace tarde para pillar el ferry, me rindo y le digo a Toñi que si las encuentra, que me las guarde. A las 8:30 ya estoy en el ferry con destino a Igoumenitsa.
Llego al puerto de Igoumenitsa sin problema y me pongo en marcha hacia el sur, en dirección al Golfo de Corinto. La primera parada es en el Kalis Cafe. Cuando vuelvo a la moto, no puedo evitar reírme.
Ahí están las llaves. Las usé para abrir el asiento y colocar las alforjas… y ahí se quedaron.
Continúo hacia el sur y me voy acercando al Golfo de Arta. Hago una parada para gasofa y rodeo el golfo.
Otra parada en Menidi, para comprar provisiones y sigo hacia el sur.
Hacia el mediodía empiezo a buscar un lugar donde hacer la parada para el almuerzo, y encuentro una fuentecita ideal para la ocasión.
La carretera llega por fin al Golfo de Patras, y ahí está, el famoso Puente de Rio-Antirio, que une la península de Grecia con la península del Peloponeso.
El lugar merece una “foto oficial“.
Llegados a este punto, tengo que decidir si ir a Atenas por el lado de Grecia, pasando por Delfos, o ir por el lado del Peloponeso, cruzando el puente. Al final opto por la segunda opción, que me parece más interesante. El puente tiene peaje, pero para las motos es sólo 1,90€.
Para pasar la noche, he encontrado un camping con buenas referencias a orillas del Golfo de Corinto, poco después del puente: el Camping Tsolis.
Cuando llego, está bastante vacio, porque estamos fuera de temporada, pero es de lo más agradable para acampar.
Después de montar la tienda, me bajo hasta el embarcadero a disfrutar del impresionante atardecer. La tranquilidad es absoluta.
El camping tiene hasta un molino.
Lo único que le falta al camping es una cocina compartida. No la tienen, porque tienen restaurante. Aprovecho una de sus mesas para tomarme una cerveza y ponerme un rato con mi blog. Para cenar, uso mi hornillo portátil al lado de la tienda y me hago un arroz con lentejas y paso una noche de lo más tranquila.
Dia 2: Peloponeso – Atenas (Grecia): 212 kms.
23 de octubre de 2021. Me levanto al amanecer para hacer mi sesión de yoga sobre el embarcadero. No hay un sitio mejor, con el amanecer sobre el Golfo de Corinto. Un lujo.
Recojo mis cosas y, poco después, ya estoy de nuevo en la carretera con dirección a Atenas.
Como siempre, voy por la carretera secundaria que va paralela a la autopista, con el mar siempre pegado a mi izquierda, atravesando numerosos pueblecitos. Mucho más interesante que la autopista, dónde va a parar.
Poco después, aprovecho una mesa de picnic en el camino para prepararme un desayuno tardío o un almuerzo temprano.
Sigo con el mar a mi izquierda, pasando por sitios tan chulos como esta torre pegada al mar.
Sigo avanzando y, de repente, sin esperármelo, me encuentro esta maravilla.
Se trata del Canal de Corinto, inaugurado en 1893, lo que hace suponer que ha sido construido con métodos bastante artesanales. Y es el responsable último de que el Peloponeso sea una isla y no una península, ya que el canal corta literalmente su istmo.
Tiene 6,3 kms de largo y conecta el Golfo de Corinto con el Mar Egeo, concretamente con el Golfo Sarónico, aunque solo puede ser usado por barcos pequeños, ya que tiene sólo 21 m de ancho y 8 de profundidad.
Por aquí se ve el Golfo de Corinto, de donde vengo…
…y por aquí está el Golfo Sarómico, hacia donde voy.
Sus muros tienen 90 m de altura, lo que es aprovechado para ofrecer puenting a los turistas desde el viejo puente.
Un poco más allá hago una parada en el Seamen Club Illy Cafe para tomarme un idem y empezar a mover el tema del alojamiento en Atenas. Mi idea es conseguir un couchsurfing o un lugar barato para esta noche y mañana explorar un poco la ciudad antes de pillar el ferry por la tarde.
Lanzo unas cuantas solicitudes de couchsurfing y sigo mi camino.
La carretera vuelve a ir pegada al mar, pero esta vez tengo el mar a mi derecha, porque he pasado del Golfo de Corinto al Golfo Salónico. Hago una parada bajo un árbol para tomar unas fotos y descansar un poco.
Y una última etapa hasta Atenas. Entro en la ciudad por la concurridisima avenida de Leof. Athinon y paro en el café Everest para tomar algo y buscar dónde quedarme.
Y la búsqueda resulta desesperante. Me paso más de dos horas lanzando solicitudes de couchsurfing y buscando posibles hostels. Los hostels son caretes y ninguno tiene aparcamiento para la moto (aparcar la moto con las alforjas llenas de mis cosas de cocinar en pleno centro no aparece buena idea), y no consigo ninguna respuesta positiva de nadie de couchsurfing… hasta que aparece Ray, justo cuando empezaba a entrar la noche y yo en pánico.
Ray es estadounidense y está en Atenas contratado por su embajada para temas de construcción. Vive cerca del centro, lo que hubiera sido una buena opción, pero me dice que justo esta noche ha sido invitado a una fiesta con música de los 70/80 en un beach bar por la zona de El Pireo y que se ha pillado una habitación de hotel para no tener que volver a su casa después, y, dado que la habitación es doble, me ofrece acompañarle a la fiesta y quedarme a dormir en el hotel.
Si, ya sé que suena un poco loco, pero a estas horas no me voy a poner tiqusmiquis.
Quedo con él directamente en el Hotel Platon y allí nos conocemos. Dejamos nuestras cosas en la habitación, que es pequeña pero con espacio suficiente para las dos camas y nos vamos a cenar. Me pide que busque un buen restaurante griego, que él invita. Normalmente cuando se hace CS, lo normal es que sea el guest el que invite al host, pero Ray es todo generosidad.
Busco con Google Maps y nos decidimos por el restaurante El Presidente Mostacho (Ο Πρόεδρος Μοσχάτο), donde comemos buena comida griega y grandes cervezas. Ray es muy amable… pero poco hablador. Intento sacar y mantener conversación (en inglés, claro), pero me responde en general con monosílabos y al final me canso de intentarlo.
Foto del camarero
Foto de Ray
Después de cenar, como aún faltan 2 horas para la fiesta, volvemos al hotel porque Ray quiere echarse una siesta. Yo soy incapaz de dormir a las 9 de la noche para despertarme a las 11, así que me paso ese tiempo intentando escribir mi blog sin hacer ruido con las teclas para no molestar.
Finalmente vamos a la famosa fiesta de música de los 70/80, que al final resulta que no es un Beach Bar, sino en la Discoteca Boom Boom. Lo de que sea en una discoteca me apetece bastante menos, la verdad. Pero bueno, ya estamos aquí.
Pero la parte más divertida es en la puerta, cuando vemos que están escaneando el QR de los pasaportes Covid. Lo que me faltaba para quitarme las ganas, pero bueno. Enseño el mío, que está hecho con el test que me hice para pillar el ferry, lo escanean y… ¡¡sorpresa!!
❌
Me miran el pasaporte y me dicen que la fiesta es sólo para vacunados. WTF???
O sea, que aceptáis a gente vacunada aunque pueden estar igualmente infectados y contagiando a todo el mundo, pero no aceptáis a quien se acaba de hacer un test que es seguro que no está infectado. Bravo, genios.
Pero el colmo del absurdo es que Ray, que como buen americano sí está vacunado con todas sus dosis, resulta que tiene un certificado de vacunación de su país que, obviamente, no es el Pasaporte Covid Europeo y no tiene QR… ¡¡Y tampoco le dejan entrar!!
Yo ya he tenido suficiente. Le digo a Ray que me vuelvo al hotel, pero me dice de ir a tomarnos algo a algún sitio. No me apetece mucho, pero no quiero dejarle tirado. Le propongo alguno de los bares tranquis que hay por la Av. P. Tsaldari, pero él quiere marcha. Al final me lleva al Barayo, un garito con la música a toda leche y donde toda la clientela parecen mafiosos árabes de Marbella.
Nos acomodamos en un sofá libre y nos pedimos una cerve.
Entre la música alta, mi Ménière y la poca conversación de Ray, la comunicación es casi imposible. Está claro que Ray busca marcha, pero no me queda muy claro de qué tipo y, en cualquier caso, está claro que no le sigo el ritmo en absoluto. Así que, cuando me acabo la cerveza, le digo que me voy para el hotel pero que se quede, ya que probablemente se divertirá más sin mí, que soy cada vez menos dado a estos ambientes. Pero él insiste en venirse también.
Así que vuelta al hotel y a dormir por fin.
Atenas
24 de octubre de 2021. Al día siguiente me levanto temprano. Ray dice que se quedará toda la mañana en el hotel, ya que lo tiene pagado, así que ni se levanta de su cama. Me despido de él agradeciéndole infinitamente su generosidad.
En la recepción del hotel pido (y me es concedido) dejar mis mochilas allí mientras dedico el día a visitar la ciudad.
Así que, Atenas… ¡allá vamos!
Aparco la moto por el barrio de Psyri y busco donde desayunar.
Veo un café que se llama El Burro Hambriento (Πεινασμένος Γάιδαρος) con una terraza llena de griegos (no parecen turistas). Parece un buen sitio. El camarero (o quizá es el encargado) es de lo más amable. Me pido un café y una omelette.
La sorpresa viene después.
¡12€ por una omelette y un café! Vale que Grecia es algo cara, pero o bien el sitio es mucho más turístico de lo que parece, o me han aplicado a mí el “suplemento de turista”, no sé.
En fin, así se aprende.
Empiezo mi paseo por el famoso barrio de Monastiraki, en el casco antiguo de Atenas, concretamente por la Plaza de Monastiraki
Paso al lado de las ruinas de lo que fue la Biblioteca de Adriano…
…desde donde ya se empieza a ver la Acrópolis de Atenas.
Paso al lado de la Acrópolis, pero veo que aquello está hipercomercializado. Entrar cuesta dinero y lo han diseñado para que no puedas tomar una foto decente desde ningún lugar cercano. Así que gugueleo un poco y veo que hay un lugar gratuito desde el que sí se puede ver: La Colina de Filopapo, donde se encuentra el monumento a Filopapo…
Muy cerca del monumento, hay una formación rocosa formando un mirador llamado Pnyx Panorama. Es inevitable hacerse una foto oficial.
Foto de espontánea
Desde allí me voy a otra de las colinas recomendada por sus vistas (aunque está bastante más concurrida de turistas y en contraluz), la de Areopagus
Las vistas no son sólo de la Acrópolis, sino también de la ciudad.
Bajo hacia el también famoso barrio de Plaka, con sus callecitas peatonales.
De vuelta hacia la moto, vuelvo a pasar por el barrio de Monastiraki, al lado de la Iglesia Panaghia Kapnikarea.
Voy con la moto a mi siguiente destino, un poco más alejado, el Monte Licabeto.
Aparco al pie del monte para subir andando por sus senderos. En la cima me encuentro la pequeña Iglesia de San Jorge Licabeto, donde parece que hay algún tipo de celebración.
Desde aquí también hay unas vistas impresionantes de la Acrópolis pero desde el noreste.
Finalmente me dirijo de vuelta al Pireo, al Hotel Platón para recoger mis cosas, las cargo en la moto y, como mi ferry sale por la tarde, busco algún lugar donde comer algo antes de irme. Encuentro en Google Maps un parque con mesitas para hacer picnic cerca del puerto, y allí me preparo una de mis típicas ensaladas de tomate y garbanzos.
Despedida y Planes
Después de comer, me voy ya para el Puerto del Pireo. Ahí está mi ferry esperándome.
Una vez aparcada la moto en la bodega del barco (las motos las atan con cuerdas de forma bastante rudimentaria), subo a cubierta a despedirme de la península.
Babor…
…estribor…
…y popa.
¡¡Adiós, mainland!!
Me ha encantado visitar Atenas. Es un poco demasiado turística, pero ya no hay una sola capital europea que no lo sea. Pero esa mezcla entre lo (muy) antiguo y lo europeo actual le sienta bien.
La siguiente etapa de mi viaje por Grecia será un housesitting de un mes en la isla de Syros (a donde me dirijo) cuidando de los 20 gatos (aprox) de Alice, una encantadora Australiana. En realidad no es que tenga 20 gatos. Hay unos 3 que duermen con ella, unos cuantos más que considera suyos (pero que duermen fuera) y unos cuantos más que no son suyos (pero vienen a comer igualmente). Y es que a nadie se le niega un plato de croquetas.
Se me hace raro llegar por fin al destino por el que salí de Italia hace más de un mes. Pero qué bien me ha sentado esta aventura, aunque no haya sido siempre cómoda.
Pero es que es difícil encontrar el aprendizaje en la comodidad o el confort. Se aprende más al levantarte de una caída, que al sentarte en un sofá.
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