24 octubre – 25 noviembre 2021
2.170 días viajando…
51 días en Grecia…
32 días en Syros…
Tras mi mini-mototrip por Grecia y mi corta visita a Atenas, llego por fin a Syros, una de las menos conocidas islas griegas, para realizar un housesitting de 1 mes.
La llegada y Alice
Después de dejar tierra firme en el puerto del Pireo en Atenas…

…llego al Puerto de Ermoupoli, capital de Syros, a las 21:30, ya bien entrada la noche.

En plena noche, me cruzo con la moto la isla de este a oeste. Para ello debo pasar por lo alto de una montaña y el viento pega fuerte, pero nada que no pueda hacerse. Poco después estoy bajando hacia Kini, el pueblecito costero que va a ser mi hogar durante el próximo mes.
Me recibe mi host, Alice, una encantadora australiana con quien la conexión es inmediata. Me espera con un plato de pasta y una botella de vino. No hay mejor recibimiento.
Y también soy alegremente recibido por Maloo, el perrete de Alice, que es puro amor.
Alice se irá dentro de un par de días a otra isla griega, Itaca (como Ulises) para desconectar, y se llevará a Maloo con ella. Mi encargo es cuidar y alimentar a los gatetes, que son unos cuantos. Luego hablaré de ellos. Mi mayor reto será aprenderme sus nombres.
Los dos días que Alice pasa aún aquí son días de cocinar, pasear y charlar mucho (da gusto cuando conoces a alguien con quien es fácil hablar, no suele ocurrir con frecuencia). Alice me enseña los lugares donde suele comprar, lugares donde tomar algo, me presenta a su vecina, Maria, la que será mi apoyo por estos días porque también es una enamorada de los gatos, con el único problema de que sólo habla griego (Alice lo habla increíblemente bien), pero es un encanto de mujer y seguro que nos entendemos.
También aprovecho para pasear a Maloo antes de que se lo lleve. Y, para mi sorpresa, también nos acompañan algunos de los gatetes.
Finalmente llega el día de la marcha de Alice y me quedo sólo a cuidar del fuerte.
La casa
El fuerte, digooooo… la casa es pequeñita pero con ese inconfundible encanto de las casas de las islas griegas.



Mi habitación es pequeñita y con una cama individual, donde cabemos justitos yo y los 3 gatos que duermen conmigo (luego hablo del tema).

La cocina y sala de estar son exteriores, lo cual me encanta, aunque según se va acercando el invierno, se va haciendo un poco más… frío.
Eso sí, lo de las vistas desde aquí es para no quejarse en absoluto.
Los gatetes
Y entramos de lleno en el tema gatetes. Como comentaba más arriba, éste es un housesitting particular, porque son muchos gatos, y van clasificados en diferentes categorías:
- Los gatos especiales: Hay 3 gatos que tienen el privilegio de dormir dentro de la casa. Son Seymour Maya y Banofee. Ésta última es por su propia seguridad, debido a su corta edad y porque aún no está esterilizada.
- Los gatos de Alice: El número de gatos que podemos considerar “de Alice” no está del todo claro, ya que pasar de la categoría de “gato callejero que viene a comer” a “gato de Alice” es una frontera un tanto difusa. Pero podemos decir que son unos 17 más o menos y todos tienen nombre.
- Los gatos de Maria: María, la vecina griega de Alice, tiene también unos cuantos gatos y algunos de ellos vienen a comer, porque donde comen 20, comen 30.
- Los gatos que alimentan Alice y María: Hay unos cuantos gatos que no son ni de Alice ni de María, pero que igualmente aparecen por aquí cuando hay reparto de comida. Algunos de ellos ya tienen nombre, como paso previo a ser considerados “de Alice”. Es curioso como según las categorías, los gatos se colocan en distintos sitios para comer.
- Las colonias de gatos: Hay una colonia de gatos callejeros al lado de un contenedor de basura a las afueras de Kini a la que Alice me ha pedido también que alimente.
Os voy a presentar a algunos. Primero los especiales:
Maya:

Y estos son los otros gatos de Alice (algunos de ellos):
Yoko Ono:

Monster:

Minnie:



Heidi Klum:


Charles Bukowski:

Maddie:

Con Maya pasa una cosa muy divertida y es que, aunque haya un recipiente con agua, a ella sólo le gusta beber directamente del grifo del lavabo.
Y el lavabo se ha convertido en su lugar favorito para estar.
La verdad es que la mayoría de los gatos son muy cariñosos, pero hay algunos que lo son muy especialmente, como Banofee, que siempre quiere estar encima mío.
O Yoko Ono, una gatita gris que sufrió un atropello por el que perdió un ojo y el uso de una patita, pero aún así no ha perdido ni ún ápice de amor.

Pero si hay algo realmente inquietante en esta casa es lo de Seymour y la aspiradora. No es broma. Se puede quedar mirándola por una eternidad, sin moverse. Un mes viendo esta escena y no he conseguido saber qué demonios está mirando. Me daba la impresión de que en cualquier momento se iba a girar e iba a decir…
Ya están aquí...
Aquí están las pruebas gráficas de lo que digo.
17 de noviembre…
18 de noviembre…
19 de noviembre…
Inquietante, ¿no?
Alimentando gatetes
Una de mis funciones principales ha sido, obviamente, la de dar de comer a semejante ejército. Y ha sido de lo más divertido. Los gatos campan por sus anchas por el vecindario, pero en cuanto oyen el ruido del bidón de comida, vienen en tropel.
Una de las cosas más curiosas es que los gatos son muy territoriales, incluso para comer, y todos tienen más o menos una zona donde comen. Cuanto más integrados están en el grupo, su posición es más abajo de la escalera (más cerca de la casa). Los gatos “intrusos” o gatos callejeros que vienen a comer, suelen quedarse arriba, ya que aún no son del todo aceptados por los demás.
Los gatos que comen abajo del todo, esos son los veteranos.
Y son tantos gatos que, a veces, me la lían parda.
Estos momentos alimenticios me han dejado imágenes tan chulas como éstas.



Pero como comentaba más arriba, no sólo he alimentado a los gatos (más o menos) de Alice. También me pidió que alimentara una colonia de gatos callejeros que hay a las afueras de Kini.
En Grecia en general y en Syros en particular, se tiene un gran respeto y cuidado con los gatos, hasta con los callejeros y, de vez en cuando, te encuentras comederos hechos especialmente para ellos con mucho detalle.

Mi rutina
Mi rutina diaria está llena de gatos, como no podía ser de otra manera.
Mis días comienzan, como siempre desde que empecé este viaje, con una sesión de yoga de 1 hora al amanecer. Cada vez que llego a un lugar nuevo, lo primero que hago es buscar el mejor sitio para hacer mi práctica. Aquí lo encontré enseguida, en el tejado de la casa con vistas a la bahía.
Y, por supuesto, es yoga con gatos.
Las mañanas las suelo ocupar en hacer alguna excursión, o en ir a comprar o en trabajar o ponerme con el blog. Hasta la hora de comer, cuando me hago alguna de mis especialidades, algunas de las cuales también les gusta a los gatetes, como mi tortilla de patatas y ensaladas.

O mi humus.

Pero la sorpresa fue cuando mi vecina griega Maria empieza a venir algunos días a traerme comida, preocupada de si estaré comiendo bien. Lo malo es no poder charlar con ella, porque sólo habla griego, pero yo se lo agradezco efusivamente. Impresionantes sus espaguetis, su sopa de verduras, su coliflor… hasta me trae granadas, que yo agrego a mis batidos de frutas matinales.
Las tardes son de paseos o tranquilidad en casa. Tardes de gatos. Y algunas noches, he aprovechado que Alice tiene una especie de brasero en el jardín, para hacer un fuego y asar verduras. No se puede estar mejor.

Y para dormir, pues ya comenté que mi cama es pequeña, pero al final siempre duermo acompañado por alguno de los 3 gatos que duermen en casa: Seymour, Nala o Banofee… o con los 3 a la vez!



Y así de bonita se ve Kini Beach.


Y, como Kini da hacia el oeste, tenemos unos atardeceres únicos. Tengo infinitas fotografías de las puestas de sol.









Hubo un día especialmente espectacular en que tuvimos una nube suspendida sobre Kini gran parte del día.


Una cosa interesante de Kini en concreto y de Syros en general es el tema del agua. El agua de grifo viene de dos grandes desalinizadoras que hay en la isla. Es decir, es agua de mar desalinizada. Como tal, sirve para lavar y lavarse, pero no es demasiado buena para beber. Para ello hay dos opciones:
- Comprar agua embotellada, con el consiguiente gasto económico y, sobre todo, ambiental, por la gran cantidad de plástico.
- Ir a uno de las máquinas dispensadoras de agua potable que hay por toda la isla. Allí voy con mi bidón de 20L que puedo llenar por unos 0,40€.
Luego hay que atarlo bien a la moto, claro.
Excursiones
Y llegó el turno de las inevitables excursiones. Aunque la isla es pequeña, un mes ha dado para mucho y son muchos los lugares visitados.
25 oct – Playa Delfini
Mi primera salida en solitario es siguiendo un sendero que me ha recomendado Alice y que va paralelo a la costa hacia el norte.
Nada más salir de casa, ya tengo unas buenas vistas de Kini.

El camino termina en la Playa de Delfini que, como estamos en temporada baja, está completamente desierta.
28 oct – Ermoupoli y el Día del No
Poco después hago mi primera visita en solitario a la capital de Syros, Ermoupoli.
Voy en moto, claro, haciendo el camino inverso que hice cuando llegué, pero entonces era de noche y no vi nada. Ahora puedo ver en lo alto de la montañas cómo dejo atrás Kini…

…y justo enfrente ya se ve Ermoupoli.

Visito el puerto, que está justo en el centro.

Y cuando voy hacia la plaza central, Miaouli Square, veo que hay mucho movimiento. Parece que hay algo especial.


Busco en Google qué pasa en Grecia el 28 de octubre y veo que es una fiesta nacional, el Día del No. La cosa viene de la 2ª Guerra Mundial, cuando el 28 de octubre de 1948 Benito Mussolini le dio un ultimátum a Grecia para que permitiera la entrada de tropas del Eje o, en caso contrario, les declararía la guerra. Cuenta la leyenda que el general griego Ioannis Metaxás respondió al ultimátum con un lacónico “NO”. Esa misma mañana, todo el pueblo griego se echó a las calles al grito de “¡NO!”. También se celebra la victoria de las tropas griegas contra el posterior intento de invasión por parte de las tropas de Mussolini. Es una de las fiestas más importantes en Grecia.
Cuando ya se va disolviendo el desfile, se ve de todo por la calle.

30 oct – Ano Syros
Dos días después vuelvo a hacer una visita a la capital, pero esta vez voy a uno de los rincones más famosos de Syros: Ano Syros.
Ano Syros es una pequeña población medieval en lo alto de la colina que hay junto a Ermoupoli.
Desde la carretera que llega a Ermoupoli, se ve perfectamente la colina a la izquierda de la capital.

Y desde Ermoupoli también se ve perfectamente.

Hasta 2011 era una ciudad con entidad propia, pero en ese año fue anexionada a la capital Ermoupoli, siendo actualmente un distrito. Sus calles son de una belleza increíble, del tipo que esperas ver en una isla griega.
Aquí un vídeo-resumen de mi paseo por Ano Syros.
31 oct – Playa de Varvarousa
El último día del mes de octubre lo dedico a darme un paseo de nuevo hacia Delfini, pero esta vez voy un poco más allá para ver la península que hay justo tras la playa, ésa que se ve a la izquierda.

Llego a la Playa de Delfini, la cruzo, y paso frente a la península que no sé si tiene nombre.

Y sigo hacia la Playa de Varvarousa, que es la que está frente a la pequeña Isla de Varvarousa.
1 nov – Pico de Pyrgos y Kampos
El día siguiente, para celebrar el nuevo mes, quiero subir al punto más alto de Syros, el Pico de Pyrgos (442 m).
En primer lugar, me dirijo en moto a las antenas que se ven desde Ermoupoli, pensando que es el punto más alto.

Las vistas de la capital desde aquí son más que impresionantes.

Pero desde aquí puedo ver que no estoy en el punto más alto. Está claro que pusieron las antenas aquí, porque hay vision directa con Ermoupoli, cosa que no ocurre en el Pico de Pyrgos, que está un poco más al norte.
Vuelvo con la moto por el camino que he venido y aparco donde creo que es más cerca del pico.

No hay senderos por ninguna parte, así que me pongo en modo cabra para llegar hasta el punto más alto.
Hago cima en el Pico de Pyrgos con sus muy poco impresionantes 442 m de altitud. Pero algo es algo. Lo celebro con las fotos de rigor.

Como la excursión me ha sabido a poco, vuelvo a la moto y tiro hacia el norte por la única carretera que va para allá…

…hasta llegar a la última población a la que se puede llegar en vehículo, Kampos, desde donde se ve toda la zona norte a la que sólo se puede acceder a pie.

Hay un camino que lleva hacia la Playa de Lia, pero lo dejo para otro día. Pero lo gracioso del camino es que empieza con un pequeño tramo que han hecho en cemento, pero es difícil mantener el cemento liso en el país de los gatos.

3 nov – Playas del Norte
Dos días después vuelvo de nuevo a Kampos, la población más al norte de Syros, con la intención de visitar la Playa de Lia, muy recomendada, porque sólo se puede llegar a ella con una larga caminata.

11:13 – Cuando llevo un rato en el sendero, me encuentro con la Cueva Mendoni, un lugar en el que parece que guardan las ovejas.


11:20 – Poco después se empieza a ver claramente la Playa de Lia.

Sobre las 11:40 llego por fin a la Playa de Lia.

12:40 – Después de un buen baño para quitarme el sudor y disfrutar de la soledad de la playa, me como la ensalada que me he traído.

13:05 – Como la excursión me ha sabido a poco, decido explorar un poco hacia el norte. He visto que hay varias playas más, aunque no hay sendero para llegar, pero la maleza es tan baja que es fácil andar en línea recta. Dejo atrás la Playa de Lia…

…y ya puedo ver la siguiente playa, la de Megas Lakos.

13:21 – Cuando llego a la Playa de Megas Lakos, veo que tampoco hay absolutamente nadie por aquí. Me encuentro una especie de bar playero rústico bastante abandonado.


13:24 – Continúo hacia el norte, esta vez siguiendo un sendero que se intuye más o menos entre la maleza. Al alejarme un poco de Megas Lakos, puedo ver que alguien se ha construido una casa justo delante de la playa. Me sorprende que esta tierra pueda ser privada.

La verdad es que esta playa es una maravilla para estar aislado.

13:27 – Poco después ya tengo la la vista la siguiente playa, la Playa de Marmari.

13:30 – En esta playa me encuentro una pareja. No estoy completamente solo como hasta ahora.

13:40 – Dejo atrás la Playa de Marmari…

…y, cruzando la colina entre la maleza, veo la siguiente playa, la Playa del Americano.

13:46 – Desde lejos puedo ver que es una playa llena de árboles y palmeras, algo bastante inusual en la zona más árida de una isla de por sí muy árida.

13:50 – Llego a la Playa del Americano… y flipo bastante. Está llena de árboles que dan una sombra estupenda, pero también hay mesa de picnic, columpio, hamacas… Es un lujo de playa y no hay absolutamente nadie.

Leo en Internet que The American Beach o la Playa del Americano debe su nombre al economista americano John Pearson, al que los locales llamaban Yiannis, quien en 1964, fascinado por la belleza de esta isla, compró 200 acres del terreno que rodea la playa y dedicó años a plantar árboles en una tierra no especialmente agradecida. Llegó a plantar más de 10.000 árboles de los que la mitad llegaron a sobrevivir. John “Yiannis” Pearson murió en 2001 y sus cenizas fueron esparcidas en esta playa. Un ejemplo de amor por la naturaleza.
Después de darme un bañito, emprendo el camino de vuelta. No vuelvo por donde he venido, sino que tomo el sendero que vuelve directamente a Kampos.
14:33 – Lo de “sendero” es un decir, porque tengo la sensación de estar en medio de la nada.

14:38 – Vuelvo a encontrar el sendero que había perdido casi desde que salí de la Playa del Americano. Me queda bastante camino por andar, pero voy bien preparado. Desde aquí se ve la Playa de Marmari, en la que estuve hace un rato.

14:55 – Llego a un cruce de senderos, entre los que llevan a las playas de las que vengo y el sendero Diapori (Διαπορι) que va a la punta más al norte de la isla, a la que tengo que ir otro día.

Cruzo el pico Παναυλιές en el que dejo el lado oeste de la isla y paso al lado este. Desde aquí se ven perfectamente las otras islas que rodean a Syros.
15:06 – Y poco después llego a Kampos. Fin de la excursión.
Han sido exactamente 4 horas de excursión bastante improvisada. No pensaba llegar tan lejos, pero me he ido animando y ha resultado ser una pasada. Es una pena no haberla grabado en Wikiloc. La próxima.
7 nov – Faro del Norte
Y “la próxima” llega sólo 4 días después. Me he quedado con ganas de visitar la punta más al norte de la isla, así que… para allá que voy.
10:10 – Vuelvo a dejar la moto aparcada en Kampos, pero en vez de ir hacia el oeste en dirección a la Playa de Lia, voy hacia el norte, por el sendero por el que volví la otra vez, en dirección a Diapori (Διαπόρι).


10:25 – Llego al pico en el que paso del lado este de la isla al lado oeste. Desde aquí ya se aprecia la zona más al norte.

10:46 – Desde aquí se aprecia especialmente bien la Playa del Americano y la cantidad de árboles que John Pearson plantó allí.
10:50 – Las únicas personas con las que me cruzo son cazadores. Qué “casualidad” que hoy me haya puesto justo esta camiseta.

10:55 – Veo que los cazadores no es la única fauna que hay por aquí.
11:03 – El sendero, que casi no se ve y del que es bastante fácil salirse, transcurre por el lado este de la isla, aunque en algún momento tiene que cruzar a lado noroeste. Me encuentro con una valla. Parece que aquí hay propiedades. Menos mal que han puesto una puerta a la altura del sendero. Aunque esto es lo que se llama “poner puertas al campo”.

11:10 – El sendero gira hacia la izquierda y paso del lado este al lado oeste de la isla.
11:15 – Por fin tengo a la vista Diapori, la pequeña península que es la punta noroeste de la isla.
11:25 – Llego a la altura de Diapori, que no es el punto más al oeste de la isla (como digo en el vídeo), pero sí de la zona norte. En vez de ir allí, continúo hacia el norte porque yo quiero llegar al faro que hay en el punto más al norte, según he leído.
11:27 – Mi idea era ponerme en modo cabra para tirar hacia el norte, pero para mi sorpresa, me encuentro que hay un sendero marcado con hitos que no viene en mi mapa de OpenStreetMap.
11:32 – Sigo los hitos hasta un acantilado desde el que, por fin, se ve el Faro del Norte.

11:52 – No resisto la tentación de llegar hasta el faro. No hay ningún sendero esta vez, pero como es maleza baja, se puede andar fácilmente en plan cabra. Tengo que seguir el acantilado hasta un punto bastante alto y, desde ahí, ya se puede bajar. Y ahí está: el Faro del Norte.

11:03 – Voy a lo más al norte que soy capaz, sin matarme.

Última foto antes de volver…

12:26 – Para volver, veo que hay un sendero que va por el lado este de la isla. Esto me evita tener que hacer el rodeo de volver por donde he venido.
13:14 – Cuando llevo un buen rato del camino de vuelta, paso a la altura de la Playa del Americano, que se ve al otro lado de la isla, y pienso… “¿qué mejor sitio para comer y refrescarme antes de volver?”. Así que me vuelvo a poner en modo cabra, me salgo del sendero y bajo en línea recta siguiendo unos postes que sujetaban una antigua valla.
13:22 – Después de la larga bajada, llego hasta la casita que debió ser la residencia de John Pearson, el americano que dio nombre a esta playa. Parece deshabitada, pero no abandonada. Está en buen estado de conservación.
Es muy impresionante pasar de semejante secarral a este bosque de árboles que plantó aquí John Pearson hace décadas. Hay hasta pinos.

13:32 – Y todo se ve mucho mejor después de un buen baño.
13:41 – Y ya me puedo comer la espectacular megaensalada que me he traído, mientras disfruto de las vistas de la fauna salvaje de la zona.

15:00 – Voy por fin un poco a la sombra. Ahí al fondo ya se ve Kampos donde llego a las 15:08.
Han sido unas 5 horas de excursión y unos 11 kms (aunque parecían muchos más). He subido toda la excursión a mi perfil de Wikiloc, por si le sirve a alguien.
Pero el verdadero final de excursión es cuando llego a Ermoupoli y me como semejante pecado nutricional en Chillbox.
12 nov – Faro de Viglostasi
La siguiente excursión es al lado contrario de la isla, al faro que hay en el punto más al sur, el Faro de Voglostasi.
Para llegar, voy con la moto hacia el sur y la aparco lo más al sur que puedo sin meterme en caminos muy complicados.

10:23 – Desde ahí tomo el camino que va hacia el sur, con estas estupendas vistas.

10:33 – El sendero va bajando hacia la península del sur, con vistas al este y al oeste de la isla.
10:40 – Lo que se ve ahí delante, no es la península del sur, sino un pico que hay justo antes.

10:57 – Llego al pico más al sur (104 m. Si tiene nombre, no lo he encontrado). Desde aquí ya puedo ver el Faro de Viglostasi.
11:08 – Y, poco después, llego por fin al Faro de Viglostasi, en el punto más al sur de la isla de Syros.


11:40 – Para no volver por el mismo camino, veo que hay un sendero no indicado en el OpenStreetMap que va paralelo a la costa oeste. Es todo un acierto, porque las vistas son especialmente agradables.

11:55 – Poco después ya tengo a la vista la Playa de Komito, que parece un buen sitio para parar a comer.
12:12 – Al final no encuentro ningún sitio a la sombra donde comer en la playa, pero un poco más adelante encuentro un banco bajo la sombra de un árbol que resulta perfecto para ello.


Sigo por la costa oeste hasta entrar en el pueblo de Poseidonia. Recorro su paseo marítimo hasta llegar a la carretera de Ermoupolis-Finikon, donde gito hacia el este y me meto tierra adentro. Doy un rodeo bastante grande hasta que consigo llegar a mi moto a las 13:26.

Han sido 3 horas de excursión y unos 10 kms. Esta ruta también la he subido a mi Wikiloc.

Desde allí empiezo a callejear por las callejuelas hacia el norte, hasta que me encuentro una escalera infinita que sube y sube.

Hasta llegar a la Iglesia de la Resurrección de Cristo desde la que hay unas vistas muy chulas de la capital.



15 nov – Turbina y Cantera
Al día siguiente me hago una mini-excursión saliendo de Kini por un sendero bastante escondido que me contaron el otro día. El sendero está soprendentemente adoquinado con piedras y cemento

El camino desemboca en la carretera de salida de Kini a Episkopio, desde donde hay unas vistas estupendas de Kini.

Subo un poco más hasta el generador eólico que hay en lo alto de la montaña que separa Ermoupoli de Kini, y vuelvo a bajar, pero esta vez hacia la cantera de rocas que se ve desde Kini. No estoy muy seguro de si sigue en funcionamiento o no. Parece que sí, pero hoy está desierta.

Y, para volver, me pongo en modo cabra y bajo por una especie de barranco que va de la cantera a Kini. Es un poco inaccesible, pero me apaño. No tengo fotos del recorrido y no ha sido gran cosa (1:30 horas, 5,6 kms), pero igualmente lo he subido al Wikiloc.
18 nov – Galissas
Unos días más tarde, decido seguir la costa desde Kini hacia el sur, hasta llegar a el siguiente pueblo costero: Galissas.
10:00 – Salgo desde mi casa en Kini. Tengo que cruzar la Playa de Kini, la Playa de Lotos y esa península que se ve al fondo a la derecha.

10:19 – Tomo el sendero que sale del lado oeste de la Playa de Lotos. El sendero sube de forma muy empinada, pero me deja unas muy buenas vistas.

El sendero conecta con una pequeña carretera sin asfaltar.

10:27 – Paso junto a la Casa del Rock’n’Roll…

…y junto a la Ermita de San Efraín.



10:44 – La carretera desemboca en un sendero muy chulo en dirección sur.
A las 11:16 llego por fin a Galissas y me encuentro un pueblo de cuatro casas bastante muerto. Syros, en cuanto llega noviembre, cierra por fin de temporada.
Y ésta es la Playa de Galissas.

11:32 – Me voy hasta el extremo del pequeño espigón del pequeño puerto que hay en el extremo sur de la playa.
12:00 – He visto en Wikiloc que hay un camino que recorre la península que hay al norte de la Playa de Galissas. La verdad es que el sendero es casi inexistente, pero me voy apañando. Hasta que llego al pie de una enorme pared de roca que ya no me permite pasar, así que tengo que rodearla.

12:05 – Cuando consigo rodear la enorme pared de roca, me encuentro algo parecido a un sendero.
12:20 – Dejo atrás y fuera de la vista la Playa de Galissas y, ahora sí, tengo una muy buena vista de la península.

12:26 – Llego al istmo de la península. En cuanto se va el sol, refresca bastante. Se va notando noviembre.
12:30 – Llego por fin al punto más alto de la península, donde me encuentro unas ruinas de lo que debió ser un antiguo faro o unas antenas.
Por cierto, la isla que se ve hacia el norte es Giaros.
Me tienta llegar hasta la punta de la península, pero la bajada no parece fácil y me da bastante pereza, la verdad. Así que opto por ponerme en modo cabra y subir directamente por la cresta de la península.
Sobre las 12:18 ya estoy cerca de lo que parece el punto más alto de la península.
13:05 – Termino de subir la cresta y veo que no es el punto más alto, que hay otro un poco más allá, pero desde aquí tengo unas vistas increíbles de 360º.
Por cierto, vaya lío me armo con el nombre de Kini. De repente, se me mete en la cabeza que el nombre es Kivi, porque el nombre en griego se escribe Κίνι. Pero se pronuncia Kini.

Vistas hacia el este…

…vistas hacia el oeste…

…y vistas hacia el sur.

13:17 – Llego al pico de Glarontas (Γλαροντας, 192 m).

Desde el pico, intento ir pegado siempre a la costa y me llevo la sorpresa de que hay un sendero no indicado en mi mapa. Al principio todo bien, pero después la cosa se va complicando hasta que sobre las 13:50 cruzo un desplome de rocas bastante complicado…

…y veo que más allá ha una pared de rocas infranqueable y lo veo casi imposible, así que subo en modo cabra el barranco que hay ahí mismo para alejarme de la costa.

13:56 – Cuando llego arriba, me llevo la agradable sorpresa de encontrarme con un sendero bien señalizado. Se agradece después de lo complicado que ha sido lo último.
Y esto es lo que me encuentro por el camino. ?♂️

14:01 – Una vez en el sendero todo se ve más claro. Veo la península que veía a la ida y que me tentaba llegar hasta allá, pero por hoy he tenido bastante.

Y para las 14:37 ya estoy en la Playa de Kini. Me temo que, muy tristemente, ésta va a ser la última excursión de las botas que llevan conmigo más de 25 años, porque ya tienen poco arreglo. ?
Han sido 4:40 horas y algo más de 13 kms de excursión. La he subido a mi perfil de Wikiloc para disfrute de la sociedad.
21 nov – Episkopio
Y mi última excursión es para cumplir mi empeño de subir a la colina que se ve desde Kini cuando se mira hacia el sur

El problema de subir esa colina es que no se ve ningún camino accesible (no hay nada en el mapa). Llevo días investigando los alrededores para ver si encuentro un acceso y he llegado a la conclusión de que el acceso debe hacerse desde las casas más cercanas.
Salgo de casa sobre las 10:00. El sol ha salido justo por detrás de esa colina.

10:15 – Subo desde la Iglesia de Panagia hasta la carretera de salida de Kini. Cómo se nota que es domingo.
10:25 – Desde la carretera, tomo un desvío muy empinado hacia la derecha, que podría parecer una calle privada, pero como lleva a varias casas, se supone que es pública. Subo hasta la entrada de la última casa y, como no puedo seguir sin colarme en la propiedad, lo que hago es encaramarme al murete y recorrerlo hasta arriba del todo.

Al final del muro me encuentro un sendero. Ayer probé a ir hacia la derecha, en dirección a la colina, pero el sendero desemboca de nuevo en la misma carretera y no vi ninguna posibilidad por ahí de subir la colina, así que hoy pruebo a ir hacia la izquierda a ver si puedo acceder por detrás.
10:35 – El sendero va hacia el este alejándose un poco de la colina, pero con muy buenas vistas.
10:52 – El camino gira hacia el sur, alejándose bastante de la colina, de hecho, desde donde estoy, ya se ve Ermoupoli, y puedo ver que me lleva al pueblecito de Episkopio.
Hago una entrada triunfal en el pueblo de Episkopio con las campanas de la Iglesia del Profeta Elías repicando por mi llegada.
11:05 – Me quedo un rato en el mirador de la iglesia disfrutando de las vistas… y de los cánticos!
11:18 – Salgo del pueblo por un camino que lleva hacia el sur, aunque me aleja de mi objetivo, pero creo que luego girará al oeste. Me despido de las vistas a Ermoupoli.

11:30 – Donde el mapa indicaba que acababa el sendero, me encuentro (como viene siendo habitual en mis viajes) una casa aparentemente abandonada. No parece que haya ningún sendero más allá.
11:35 – Lo que veo en el mapa es que lo que tengo delante es la famosa colina que quiero subir desde el principio. No hay sendero de subida, pero la maleza es baja y no parece demasiado difícil de subir en plan cabra. No llevo ya mis botas, que murieron en la excursión de Galissas, pero me apaño.
11:45 – Y así, casi sin proponérmelo, me encuentro con la cima de la colina (313 m) que hay al sur de Kini. ¡Prueba superada!

12:00 – Pero realmente donde yo quiero llegar es al pico de la colina que se ve desde mi casa. Así que voy un poco más hacia el norte y, ahora sí… ¡prueba superada!
Foto “oficial” con mi casa al fondo.

12:22 – Para volver, lo ideal sería hacerlo en línea recta, claro, ya que Kini está ahí mismo. Pero me encuentro con el mismo problema que antes. Lo que tengo delante es una enorme pared de roca que no hay forma de bajar sin cuerdas. Por más que busco, no encuentro ningún lugar donde bajar con un mínimo de seguridad, así que toca rodear yendo hacia el este y conectando con el sendero del principio.

12:34 – Bajo la ladera un poco en plan cabra, hasta que consigo conectar con el sendero del principio.
Desde aquí se aprecia muy bien la infranqueable pared de roca que separa Kini de la colina.

Y, finalmente, sobre las 13:00, hago una triunfal entrada de regreso en la Playa de Kini. Fin de la excursión.
Bueno, en realidad el final de la excursión es a las 13:30, con un merecido baño en la playa.

Han sido casi 10 kms y 3 horas de excursión, que también he subido a mi Wikiloc, a petición de mis incontables seguidores.
Despedida, conclusiones y planes
Y así llega alegremente la mañana del 25 de noviembre de 2021, fecha en la que me despido de la casa y de los innumerables gatetes que me han acompañado este mes. Todo listo para partir.

De quien no me puedo despedir es de Alice, mi host, porque aún tardará unos días en volver de Ítaca.
Entonces… ¿por qué me voy?
Buena pregunta, porque Alice estaría encantada de que me quedara hasta su llegada y a mí no me importaría alargar mi estancia, pero es que, durante este mes, me ha surgido una oportunidad muy buena que no he podido rechazar.
Todo este mes no he dejado de darle vueltas a la idea de dónde ir después, teniendo en cuenta que se acerca el invierno (moto e invierno combinan muy mal) y que Europa se está poniendo muy tonta con las restricciones Covid19. Y, de repente, me acorde de Fausto y Sandra, a quienes conocí en mi viaje por Yucatán (México) con Marta en 2019, y veo que han inaugurado hace unos pocos meses el hotel-restaurante que estaban construyendo en El Cuyo (México).
Así que les volví a contactar y les ofrecí mi ayuda en caso de que la necesitaran. Y… ¡Bingo! Justo están en un momento en que necesitan un manager y les parece que mi perfil puede encajar. Me piden un compromiso de 1 año (lo que me da muchísimo vértigo), pero creo que la oportunidad es realmente buena para pasar lo que queda de pandemia en un lugar lejos de toda esta locura.
Así que yo acepto, ellos también y quedamos en que me planto allí a primeros de diciembre.
Como quiero despedirme de Giada, mi plan es viajar con la moto hasta Carrara con el ferry que va de Patrás (Grecia) a Ancona (Italia) y pasar mi última semana en Europa con ella. Luego pillaré el vuelo Milán-Cancún del 5 de diciembre.
Este mes en Syros ha sido de lo más agradable y tranquilo. Me ha sentado bien la soledad (lo de la temporada baja aquí es como si hubiera una hecatombe nuclear), he podido ponerme (más o menos) al día con el blog, he recorrido la isla de punta a punta y he disfrutado como loco de la compañía de los gatetes. Siento no poder despedirme de Alice, porque nuestras conversaciones eran de lo más interesantes. Esperemos que nuestros caminos se vuelvan a cruzar.
Por lo pronto, aquí viene mi transporte…

La primera etapa de esta “vuelta a casa” es el ferry que me lleva de Ermoupoli (Syros) a Atenas (Grecia). Dejo a Gaby bien sujeta en la bodega…

…y Syros me despide con otro espectacular atardecer.
Hasta siempre, Syros.
Italia… ¡¡Allá voy!!
0 Comments