22 – 23 marzo 2017
462 días viajando…
10 días en Bali…
Ayer inicié el día con mi rutina habitual. Cogí mi esterilla y me puse a hacer yoga en el patio central de la fundación. Y justo cuando estoy en una postura sobre una sola pierna, siento que todo se mueve a mi alrededor, mientras oigo como un rugido sordo que lo acompaña. Me quedo un momento quieto, sin estar seguro de lo que ha pasado y, de repente, otra sacudida un poco más fuerte. Veo claramente como todas las estructuras se tambalean. El ruido que lo acompaña, acojona. Pero dura apenas unos segundos.
Veo que Koming sale disparado hacia la entrada gritando algo en indonesio. Otros le siguen, así que me uno a ellos. Pero no llegamos a salir del recinto porque nos damos cuenta de que ya ha pasado. Así que voy a buscar a Koming, que sí ha llegado hasta la salida, muy asustado.
Efectivamente, hemos tenido un terremoto de intensidad 6,4 con epicentro entre Kuta y Ubud. Es una intensidad fuerte, pero, por suerte, ha durado muy poco, por eso no ha causado apenas daños.
La mañana pasa, como siempre en el jardín, donde hoy se nos ha unido Koming, que quería una foto con nosotros.
Y no es la única visita que tenemos en el jardín…
Hay un momento en que Ketut quiere enseñarme cómo trasplantar unos esquejes en el suelo y me pide que lo baje de la silla de ruedas. Es la primera vez que cojo a uno de ellos y veo que se pone bastante nervioso cuando lo hago, insistiéndome en que lo coja con mucho cuidado y que no aprete mucho.
Yo pienso… “bueno, tampoco se va a romper”. Pues justo es eso lo que puede pasar. Por la tarde, cuando me estoy documentando para mi blog, leo que muchos de ellos tienen Osteogénesis Imperfecta, también conocida como “huesos de cristal”. Y, efectivamente, no sólo implica un desarrollo deficiente de sus huesos, sino que son tan débiles, que se quiebran con facilidad. Es bueno saberlo para tener muchísimo más cuidado.
Ahora me encaja algo que me contó Ketut, de que hace unos años se cayó y tuvo muchísimas fracturas y tardó meses en recuperarse.
La tarde la paso en el Freak Coffee escribiendo el blog. Llevaba muchísimo retraso y escribir todo lo que me ha pasado en los primeros 9 días en Bali ha sido todo un parto.
Cuando termino de escribir, me asomo, por recomendación de mi amiga Marta, por 9 Angels, un restaurante vegetariano que es mucho más que un restaurante. Es un espacio comunitario bastante amplio abierto a todo tipo de actividades que la gente quiera compartir, y con un buffet libre de maravillosa comida vegetariana que te sirves tú mismo, con carteles de precios estimativos (4.000 IRP por cada cucharon de verduras, 6.000 IRP por un bol de crema de verduras… y así) y, cuando terminas, tú mismo friegas tu plato y pagas lo que estimes que has consumido, en los recipientes puestos en cada mesa.
La verdad es que fue una pena que fuera con prisas (tengo que volver a la fundación antes de las 22h, que es cuando cierran la puerta) y no pude disfrutarlo bien, pero está claro que tengo que volver.
Al día siguiente, o sea, hoy por la mañana, hemos tenido la visita de unos médicos enviados por el sistema de medicina pública (he creído entender) para hacernos un chequeo a todos.
Y cuando sigo a todos… eso incluye a los voluntarios. Nos miden la tensión (120/70), la glucosa (120 después de desayunar) y el peso.
Llegué a pesar 95 Kgs hace unos pocos años y empecé mi viaje con 84 Kgs. Como siga así, voy a desaparecer.
Al final los médicos quieren hacerse una foto con nosotros.
Estas revisiones las hacen porque muchos de ellos padecen diabetes, o están en fases previas de la enfermedad, debido al excesivo consumo de azúcar, el gran problema de estos países. Y es que es tan fácil hacer adictos a los consumidores a base de poner azúcar en todos los productos, sin tener en cuenta el enorme daño que se hace.
Gran parte del trabajo de hoy ha sido levantar y remover el suelo de la zona de las gallinas y de los patos para que puedan escarbar con más facilidad y darse un banquete con las lombrices de tierra.
Reviso cómo quedó lo que reparé ayer. Muchas de las tejas se rompieron al cortar las ramas de los árboles y ayer las repuse.
Al final de la mañana es la despedida de Lydie. Hoy es su último día y le han preparado un pequeño homenaje. Hay unas palabras de agradecimiento para ella y luego sacan una tarta…
…y le entregan un diploma y un regalo.
Después llevo a Lydie a Ubud con mi moto. Nos vamos justo cuando llegan un gran grupo de chavales. Por lo que me cuenta Stefan, es muy habitual aquí que diversos colectivos (como en este caso todos los chavales de un mismo curso de un colegio) se organicen para recaudar fondos y luego, con ellos, compren comida y hagan donaciones a alguna ONG. Hoy han venido a hacerlo aquí.
Dejo a Lydie en Ubud y me voy a mi habitual Freak Coffee a tomarme mi habitual café. Bueno, tampoco es que sea tan habitual, pero lo suficiente como para que el del café me reciba con una enorme sonrisa y antes de que diga nada, me diga… “Capuccino with soy milk?“. Vaya, sí que soy previsible.
Pero hoy consigue impresionarme.
Después, siguiendo la recomendación de Bambú (que no sé qué hubiera hecho sin ella, y eso que nunca nos hemos conocido en persona), me acerco con la moto al Sari Organic.
El camino hasta ahí se las trae. Un paseo estrechísimo lleno de baches llenos de agua donde sólo cabe una moto y con arrozales a los dos lados.
Eso sí… es una preciosidad de camino.
Y, por fin, llego a Sari Organic.
Y, efectivamente, cuando llego hasta su terraza, entiendo por qué Bambú me lo ha recomendado.
Me pido un smoothie de naranja, banana y zanahoria, y un guacamole (89.000 IRP = 6€).
Y paso un rato de lo más agradable simplemente disfrutando de las vistas.
Al rato llega una chica que se sienta sola en la mesa de al lado. Hay un momento muy divertido cuando le pide algo a una clienta que está de pie creyendo que es una camarera. Cuando se da cuenta, me mira con cara de “ups” y nos echamos a reír. Y empezamos a charlar y la invito a sentarse a mi mesa. Había apostado conmigo mismo a que era española por su físico (muy morena de pelo) y por su acento… pero no, es holandesa de Amsterdam.
Ljuba, que así se llama (amor, en ruso), me cuenta que desde hace mucho tiempo viene una vez al año a Bali a desconectar del estrés de Amsterdam y tratar de reencontrase consigo misma. Pero me dice (al igual que me había dicho Stefan) que Bali está cambiando muchísimo en los últimos años. Y es algo que ella puede ver muy claramente año tras año. Empieza a haber un nivel de masificación inmanejable. Todo el mundo quiere vivir en Bali y todo el mundo se está construyendo su casita en alguna parte. El crecimiento es muy rápido y descontrolado. El tráfico en Ubud (siendo una de las ciudades del interior supuestamente tranquila) llega a extremos exagerados, donde ni con moto es posible moverse por ciertas calles, y el nivel de polución empieza a ser preocupante.
Y es lo malo de los “paraísos”. Que si no se tiene cuidado, terminan convirtiéndose en “otro lugar más”, arruinado por un exceso de éxito y, a veces, olvidado al cabo de cierto tiempo.
El encuentro con Ljuba ha sido de lo más agradable. Es una persona que emana una energía muy especial.
Me vuelvo pronto para la fundación para cenar con ellos y escribir un rato el blog.
Me siento ya perfectamente adaptado a la fundación y a Bali. Me gusta estar aquí y conocer en profundidad todo esto. Y me gusta la gente que voy conociendo por el camino.
Creo que, por pura inercia, a veces se me olvida lo especial que es lo que estoy haciendo, lo afortunado que soy de poder estar haciéndolo y lo agradecido que debo estar siempre a mucha gente y al universo por haberlo hecho posible. Son muchos y muy especiales los que me han ido guiando mis pasos en esta dirección y por eso este blog es como un “pay forward“, una forma de devolver esto que he recibido, compartiendo mi experiencia por si puede ser de ayuda a otros.
0 Comments