27-30 octubre 2016

318 días viajando…
46 días en Melbourne…

El jueves empieza como un día normal, con mi típico desayuno con esa especie de porridge de arroz que me suelo hacer.

Hoy empezamos vaciando una de las salas para hacer la separación para crear otra habitación al fondo y pintar todo el espacio. Aquí vemos a las dos Maries charlando… :-p

Mi siguiente misión es cortar el césped. Acaban de comprar una segadora eléctrica. Aquí no son muy comunes. Casi siempre son a gasolina. Pero esta se supone que es más ecológica.

Empiezo por el jardín delantero…

Cada poco me toca vaciar el contenedor del césped en el cubo del compost.

Después sigo con la pequeña parcela de césped que hay delante de la casa. Aunque es espacio municipal, se supone que cada casa se ocupa del suyo. De hecho puede verse cómo el vecino ha cortado su parcela, justo hasta la separación de ambas casas.

Después me pongo con el backyard o patio trasero, con mucho cuidado de las abejas.

Llega la hora de comer. Hoy tenemos unos wraps con algunas de las sobras de las comidas anteriores, más algo de queso, tomate y pepino.

Por la tarde marcho a la City (que es como llaman al centro de la ciudad) y cuando estoy ahí recibo un mensaje de mis hosts agradeciéndome lo mucho que ha progresado la casa en estos días, pero que ya no necesitarán mis servicios la semana que viene y que no hay problema en que me quede hasta el Martes mientras busco otro lugar.

¿Eing?

O no lo estoy entendiendo bien o me están dando 5 días para irme. No me explico qué ha pasado y por qué me lo dicen por mensaje. Mi idea era pasar bastante más tiempo en esta casa. Hago mil conjeturas de cosas que he podido hacer mal y que les hayan molestado como para que me echen de la casa. Pero sobre todo no entiendo muy bien que no lo hablemos claramente y busquemos la forma de solucionarlo.

Pero es algo que voy descubriendo que es parte de la cultura australiana. En general los australianos evitan los conflictos. Ante el más mínimo problema cortan completamente la comunicación. En los países latinos somos muy dados a decirlo todo, incluso enfadarnos, pero al menos se resuelven los conflictos. Yo no soy especialmente bueno en esto. Me cuesta enfrentarme a las situaciones, hablar las cosas, resolver conflictos… pero comparado con los australianos, me siento la persona más abierta del mundo.

Al final consigo hablarlo dos días después, el sábado, y me entero de que el problema es que cometí un par de errores pintando y prefieren coger a gente que se le dé mejor lo de pintar. Es lo que tiene cuando coges helpers en vez de profesionales pagados para hacer un trabajo. No siempre van a ser expertos en las tareas que les pongas (de hecho será un milagro que sepan hacerlo). Pero para mí han sido muchas horas de trabajo muy duro y muy poco agradecido. En fin…

Por suerte el universo es últimamente muy generoso conmigo y a las pocas horas de recibir el mensaje, entro en HelpX y escribo al primer perfil que me aparece en Melbourne. Y da la casualidad de que es una casa bien situada, a quienes se les van sus Helpers este finde y, aunque iban a tener otro helper, les ha cancelado de última hora, por lo que les viene genial que yo haya aparecido. Además es flechazo a primera vista. A ellos les ha encantado mi perfil y a mí me encanta lo que ofrecen (comida sana y orgánica, habitación privada, muy bien situado) y lo que piden (cocinar para la familia, limpiar, recoger a los niños en el colegio y poco más). Quedo con Katerina, la madre de la familia, en que les iré a visitar mañana para concretar.

Aprovecho que ando por la zona para visitar a mi amiga Miriam en la casa donde está de HelpX. Hoy está cuidando a la pequeña de la casa mientras se prepara para Halloween.

Para cenar me apetece quedarme por la City, así que me voy a uno de los mejores restaurantes vietnamitas de Melbourne, el que me recomendó mi amiga Laura cuando estuve en Tasmania, el Fina2. La verdad es que el nombre, así en español, suena un poco macabro, pero es que hay dos “Fina” y éste es el segundo.

Me pido lo que me suelo pedir aquí, la sopa de bambú, con noodles de arroz, vegana y sin gluten, que está espectacular.

El día siguiente, viernes, es día libre, así que me cojo la bici y me doy un paseo siguiendo todo el río Maribyrnong hacia su desembocadura.

Por el camino me encuentro cosas sorprendentes, como el Heavenly Queen Temple, que no tenía ni idea ni de que existiera.

Aunque parece estar en obras.

Incluso me encuentro las oficinas de la Lonely Planet!

Finalmente llego al suburb de Seddon, donde estará mi nueva casa. Doy una vuelta por la zona y paro en un café español, el Café Lola, donde hablo con el manager (francés) y la cocinera (portuguesa, aunque habla un muy aceptable español), para ver si puedo echar una mano allí. Como veo que no hay mucho español por aquí, a ver si les valgo yo.

El siguiente paso de mi paseo mañanero es la tienda de bicis Reid Cycles, para comprarme un asiento algo más cómodo para la bici. El sitio me lo ha recomendado mi amigo Santiago, el que me dio la bici, ya que aquí cuestan sólo $5. Le queda bien y todo.

Al salir, no puedo evitar hacer una foto de las vistas. Los rascacielos del CBD justo encima del Queen Victoria Market.

Y ya que estoy aquí, visito el mercado. Es enorme y tiene de todo!

Para comer sigo la recomendación de mi amiga Miriam y pruebo el Restaurante Indio Classic Curry. La ración para mi gusto es un poco escasa (o quizá es que yo como como un caballo), pero estaba muy bueno y sólo por $11.

Para hacer la digestión, me voy hasta los Carlton Gardens, a tumbarme en la hierba. Flipo un poco con lo de las reglas aquí… no poder ir en bici en un parque, me parece un poco exagerado.

El Melbourne Museum está justo aquí. 

He quedado a las 17:15 con Katerina, mi futura host, en su casa para conocernos y ver la casa. Me voy con la bici para allá. El camino pasa al lado de los Docklands, un suburb que incluye parte del puerto comercial. Es impresionante ver pilas y pilas de cientos de contenedores. Y no puedo evitar pensar cómo llevarán un control para que todo eso se reparta con cierta agilidad. Pienso… ¿y qué pasa si justo hay que coger el de abajo? :-p

Me acerco al suburb, de Seddon, mucho más residencial, pero muy chulo.

Y finalmente conozco a Katerina y Mitch, un amigo de la familia que también vive en la casa, y a Soot, la perra de la casa. También conozco a la pareja de chicos franceses que están ahora mismo de helpers, pero que se van el domingo. Katerina me enseña la casa y me explica el trabajo. Básicamente es cocinar las cenas de lunes a jueves (y limpiar después) y limpiar la casa los viernes. De vez en cuando llevar o recoger a los niños en el cole. Los findes los tendría libres. Es, desde luego, mucho más ligero que pintar paredes durante 8 horas.

Pero lo mejor de la casa (que es, en sí, una maravilla) es la comida. Katerina es muy partidaria de la comida sana, todo orgánico y nada procesado. Para mí su despensa es el paraíso. Coincidimos 100% en nutrición así que esta vez no tendré que comprarme yo nada de comida. Ella tiene todo lo que puedo necesitar y en grandes cantidades.

Aunque los franceses se van el domingo, quedamos en que me mudaría mañana, sábado, y esa noche la pasaré en el cuarto de Mitch, que estará fuera el finde, y el domingo me mudo a mi habitación definitiva. Todo perfecto. Estoy entusiasmado con este nuevo HelpX. Me falta conocer a Joel, el padre de familia, y a los niños, Mischa y Jasper, de 12 y 7 años. Pero estoy seguro de que nos vamos a llevar muy bien.

Por la tarde me doy una vuelta por el Yarra River para ver el atardecer sobre la City.

El Princess Bridge…

…y desde el Princess Bridge.

Llego a casa a tiempo de cenar. Hoy hay un montón de gente, ya que hay nuevos guests que van ocupando las habitaciones, y algunos amigos que han venido a cenar. 

Ceno con ellos como despedida y ayudo a recoger y limpiar por última vez. Después empaqueto mis cosas y lo dejo todo preparado para irme por la mañana.

El sábado me levanto pronto, termino de recoger, desayuno mi papilla de plátano, cacao y frutos secos y me pregunto cómo demonios me voy a llevar todas mis cosas junto con la bici.

Al final lo apaño. Una mochila delante, otra detrás, y el maletín con el pesadísimo portátil que me regaló Nayra (y que me está salvando la vida), lo tengo que sujetar con cinta al cuadro de la bici, para poder tener las manos libres para poder manejarla.

De esta manera consigo circular en dirección a la estación de Ascot Vale, pero lo malo es que es cuesta arriba, así que a poco que empieza la cuesta, opto por ir andando empujando la bici, porque es demasiado peso como para hacerme esa subida.

Pero al final todo se consigue, y consigo llegar en tren con la bici a la estación de Seddon y llego por fin a la que será mi casa (espero) durante las próximas semanas o meses (está visto que nunca se sabe).

Me recibe Katerina, que me dice que este fin de semana en el que no va a haber prácticamente nadie en la casa, me lo tome de adaptación y relax. Así que me medio-instalo en la habitación de Mitch (sólo por una noche) y me preparo algo de comer. Un revuelto de arroz con lentejas rojas, verduras, huevo y frutos secos.

Por la tarde me doy una vuelta con la bici hasta Yarraville, la siguiente estación hacia el sur, que es la zona más comercial de los alrededores. Está muy cerca, menos de 5 minutos en bici. Y la zona es muy chula, la verdad.

Aquí un contrasentido:

Tiene hasta una calle peatonal con césped artificial.

Y un cine como el de las películas de los 80.

De vuelta en casa aprovecho para documentarla un poco. Aquí el jardín trasero con Soot (hollín) chupando cámara.

Ésta es la despensa que me tiene enamorado. Llena de miles de tipos de legumbres, granos, arroces,  frutos secos… y todo orgánico.

Otra de las sorpresas. Tienen un cultivo con acuaponía (aquaponics en inglés) que es el mismo sistema que había al lado de The Tea House en Rarotonga. Se basa en no usar tierra, sino grava, que se riega con agua que es fertilizada por un montón de peces. El agua constantemente se va vertiendo sobre la grava, donde deposita los nitratos y nutrientes, y vuelve de nuevo a los contenedores con peces.

También tienen gallinas, así que tenemos huevos frescos cage free.

Por la noche he quedado con Miriam y un grupo de españoles para tomar algo. En principio hemos quedado en el Centro Comercial de Melbourne Central…

 

…porque íbamos a ir al Asian Beer Café, pero está petadísimo. Es finde de Halloween y está todo el mundo en la calle. Al final nos vamos al Equinox Bar, que está mucho más tranquilo, con jarras de cerveza a $13.

Aquí estamos, de izquierda a derecha, Javi, Jorge, Miriam, José, Pedro, Marina y un menda haciendo el selfie.

Y a base de cervezas nos contamos nuestras aventuras y nuestros viajes. Acabamos la noche en un restaurante japonés a punto de cerrar, para poder comer algo. Después… retirada general.

Yo voy hasta Flinders Street Station, pero pierdo el tren por 3 míseros minutos. Me toca esperar casi media hora. Pero la espera se hace más liviana con la maravillosa música de Helen.

Es una noche rara, porque se mezclan los que van disfrazados de Hallowen, con los que vienen de la Melbourne Cup, las carreras de caballos tipo Ascot, a las que la peña va vestida lo más hortera y estrafalariamente posible. Verles con esos trajes a estas horas de la noche completamente pedos y descolocados… es un mundo.

El domingo por la mañana apenas coincido con Katerina, que se va a currar. Después de desayunar, escribo un rato el blog y después me voy a los Edinburgh Gardens para ver The Village Festival, una especie de festival circense de olor muy vintage. Para ello me voy con la bici en tren hasta Flinders Street Station y desde allí bajo Brunswick St.

Y aquí está, el Village Festival. La entrada se supone que es gratuita…

…hasta que al entrar te encuentras con…

La verdad es que no hay demasiado ambiente.

Hay un par de grupos tocando, pero con no demasiada audiencia. Pero es que es aún muy temprano.

Hay hasta un carromato para recibir cumplidos.

La cosa mejora cuando empiezan las exhibiciones circenses…

…y este grupo musical de lo más curioso.

Para comer quedo con Miriam, que vive al lado, para ir andando siguiendo el Merri Creek hasta el Abbotsford Convent, donde hemos quedado con Jose para comer en el Lentil As Anything.

Me hago un poco de lío con la ruta y Google Maps… nada que no se arregle saltando vallas…

Pero al final llegamos… y comemos.

Es una alegría volver a ver a algunos de los amigos que conocí aquí en Febrero, muy especialmente a mi amiga Lilly que es la que me dio alojamiento los 10 días que estuve viviendo en esta ciudad. Es un amor de persona y es genial volverla a ver.

Después de la comida, la charla, la cake y el café, cada mochuelo a su olivo. Yo me voy para mi nueva casa para instalarme por fin en mi nueva y “definitiva” habitación.

Es, sin duda, la mejor habitación que he tenido como helper. Con dos armarios vacíos para que pueda poner mi ropa, y una mesa de estudio… Después de venir de una habitación donde sólo había una cama y tenía que tener mis cosas en el suelo, esto es un auténtico lujo. 

El resto del día lo dedico al blog (es lo que tiene llevar 4 días de retraso) y ya por la noche me hago una sopa de noodles para cenar, que comparto con Katerina cuando llega.

Mañana empiezo ya de verdad. Aunque aún no estarán los niños, me toca hacer muffins que luego se venden en el trabajo de Katerina. Va a ser todo un reto.

Toda esta odisea de estos días me vuelve a demostrar que todo pasa por algo, ya sea porque tenemos algo que aprender (debo mejorar mi capacidad de comunicación), ya sea porque nos espera algo mejor (esta casa sin duda lo es). Y también que una actitud positiva ante la vida atrae cosas buenas. Atraemos lo que transmitimos. Si conseguimos transmitir amor, lo recibiremos (pero es importante que no sea una moneda de cambio. No amamos para recibir amor. El amor debe ser siempre incondicional). Pero si transmitimos negatividad, eso nos llegará, y las cosas nos empezarán a ir mal. 

Así que es muy sencillo, ante cualquier cosas aparentemente mala que nos ocurra, a mí me funciona muy bien:

Aceptación, que no conformismo. Simplemente acepto que las cosas (y las personas… y la vida) no es como me gustaría sino que es como es… y de esta manera es cuando empiezas realmente a apreciarlo.

Fluir. No intentar nadar contracorriente, sino dejarse llevar por ella con una sonrisa y disfrutando. El camino está muy claro si nos dejamos llevar, pero nos empeñamos en salirnos de él.

No quejarse. Quejarse es una actitud negativa que sólo genera negatividad, y es justo lo contrario de la aceptación.

Aprender. Todo pasa por algo, y casi siempre es para que aprendamos algo. Si nos negamos a aprenderlo, la lección vendrá una y otra vez.

Amar. El amor es el lenguaje del universo. Cuando hablas ese lenguaje, todo a tu alrededor cambia de forma casi mágica.

Probadlo, y veréis…

1 Comment

  1. Al

    Cuanta razón tienes hermano!!!! No puedo estar más de acuerdo.

    Reply

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