16 junio 2016
183 días viajando…
3 días en Rarotonga…
Me pongo el despertador a las 7:30, pero finalmente me despierto a las 7:15. Hago mis saludos al sol en la terraza del café. No hay un sitio mejor. Me ducho y desayuno unos plátanos y unos crepes que dejaron hechos la noche anterior los woofers para desayunar. No me hago café ni cojo nada más hasta que no hable con Odette sobre qué puedo comer y qué no.
Sobre las 8:45 me voy hacia Castaway Resort.
Está muy lejos para ir andando, así que por el camino voy haciendo autostop hasta que me para un guía local que va en una camioneta llevando a turistas. Se ofrece muy amablemente a llevarme hasta el Resort.
Llego un poco pronto, pero Paul me recibe en el bar del resort, en un rincón con el cartel de “Paul Corner”. Paul es neozelandés y es el dueño de este lugar. Tiene esa seguridad y aplomo típicos de los hombres de negocios. Pero por otra parte parece una persona honrada e inteligente. Dice que hasta ahora se ha encargado de todo, hospedaje, bar, restaurante, música en vivo… pero que son demasiadas horas al día, los 7 días de la semana, que no le da la vida. Así que busca un segundo de a bordo. Una persona que se encargue de toda la parte del bar/restaurante. Me pregunta sobre mi experiencia y le cuento lo poquito que he trabajado en la hostelería. Pero me doy cuenta de que eso le da igual, de que realmente lo que busca es una persona de confianza y con iniciativa y seguridad, y me doy cuenta de que le estoy encajando bastante. Me explica que el trabajo sería de 15 a 22h, de martes a domingo. Y cuando me dice lo que pagaría… flipo un poco. Es más del doble de los mínimos que se manejan por aquí.
Lo único es que debe seguir el procedimiento legal de aquí, y es que debe anunciar durante 12 días seguidos su oferta de trabajo sólo para la gente local. Y que sólo, si después de esos 12 días no ha encontrado a nadie local, entonces se le permite traer a alguien de fuera. La cuestión es que es algo bastante extendido que la gente local no quiere trabajar demasiado. Es un poco lo que decía en mi anterior post. Hay cierta cultura de vida fácil, que con unos pocos ingresos del turismo les vale y no quieren trabajar más. Por eso Paul está buscando directamente a alguien de fuera, aunque debe respetar el protocolo. Así que me avisa que no podrá darme una respuesta hasta dentro de dos semanas. Y que, por otra parte, soy el primero que entrevista, que tiene que ver a más gente.
Pero la verdad es que, tal y como me lo dice, me da la impresión de que no me descarta en absoluto.
No hemos hablado mucho del tema visa, pero según yo lo entiendo, puedo solicitar una visa de trabajo si tengo una oferta en firme y… estoy fuera del país, claro. Así que para mí lo ideal sería trabajar con Odette hasta el 26 de junio, que es cuando tengo el billete a Auckland y, ya desde allí, si finalmente me cogen, gestionar el visado y volver.
La verdad es que la idea de pasarme 2 o 3 meses trabajando y ahorrando dinero en un sitio como Rarotonga, me ilusiona una barbaridad. Procuro no hacerme ilusiones, pero no puedo evitar fantasear. Paul me ha dicho que estaremos en contacto, así que espero que me diga algo antes del 26. El tema es que, si finalmente no me coge, me tengo que plantear si quiero seguir aquí (en el café de Odette estoy estupendamente), en cuyo caso tengo que cambiar el vuelo y pedir la extensión de la visa de turista.
pero sin agobios. Vamos viendo lo que pasa.
La vuelta me la hago también en autostop. Me trae un local supersimpático.
Para las 10:30 ya estoy en el café dispuesto a afrontar mi primer día. Matteo y Julianne no trabajan hoy, dedican la mañana a recoger sus cosas y preparar su viaje. Vuelan a las 14h hacia Tahití donde quieren encontrar algún barco que viaje por el pacífico sur para unirse a su tripulación. No quiero ni imaginarme convivir con ellos en un espacio reducido durante semanas. :-p
Así que me pongo a las órdenes de Mere, la hermana de Joe, que me va enseñando como hay que prepararlo todo para recibir a los clientes.
Aquí es donde he dormido esta noche:
Una vez todo listo, me dice que sólo hay que esperar a los clientes, así que… relax. Yo, que no puedo estarme quieto, me dedico a mirar dónde está todo, para hacerme una idea. Le pido permiso a Mere para hacerme un café y también me dice que puedo hacerme algo de desayuno, así que me hago una tortilla con unas pocas verduras y algo de pan. Sigo pendiente de hablar con Odette de la comida. Pero tomarse una tortilla de las mías con estas vistas… no tiene precio.
Durante el resto de la mañana sólo vienen un par de parejas y sólo para merendar. No llegamos a servir ninguna comida durante todo el día. Al principio de la mañana viene una pareja que son los dueños de unos bungalows y que han llegado aquí de casualidad y están maravillados. Dicen que tenemos las mejores vistas de la isla y que cómo es posible que nadie conozca este sitio. Y es que ése es el problema. Está muy escondido (no está pegado a la carretera) y el cartel que hay en la carretera es muy poco visual. Nadie se da cuenta de que es una cafetería. El que lo hizo, se lució.
Esta pareja dice que va a convencer a todos sus clientes para que vengan, que les parece el sitio ideal. Y es que es verdad que el sitio es perfecto, sólo necesitan algo de publicidad y cuidado. Pero como Odette y Joe tienen sus trabajos, nadie realmente se está ocupando con cariño de este sitio. Es una pena.
En las muchas esperas me voy ganando la confianza de Mere que pasa de un silencio arisco a terminar en una agradable charla llena de risas y alegría. La he conquistado con humildad y paciencia, lo que hará mi trabajo mucho más agradable. Mere es una buena persona, pero supongo que está bastante quemada con los woofers. Y es que los woofers nos quejamos mucho de los hosts, pero no nos damos cuenta lo que tienen que aguantar los hosts con muchos de los woofers, especialmente con los más jóvenes.
También durante la mañana aparece por aquí Bárbara, la dueña del lugar. Por fin la conozco. Es una mujer mayor, inteligente y cercana. Me mira como estudiándome y creo que apruebo.
Mere me dice que estará aquí hasta el Viernes 24, que es cuando volará a Sydney, así que tengo una semana para manejarme bien, porque después estaré bastante solo llevando esto. Aunque todo depende de si me voy el 26 o no.
Por otra parte, Odette me dijo que el 20 viene otra woofer china. A ver qué tal es.
A media mañana Matteo y Julianne se despiden y se van para el aeropuerto. por fin puedo ocupar mi nueva vivienda. Me hace muchísima ilusión tener por fin un espacio completamente para mi.
Cerramos el día con 4 clientes. No sé cómo se mantienen. Marco y Matteo me dijeron que Odette y Joe pierden dinero con el café y que por eso a veces se muestran nerviosos… pero es que realmente no le dedican demasiado esfuerzo. Si buscaran un encargado de verdad que le dedicara tiempo y cariño…
Dejamos todo recogido y limpio y Mere se marcha diciéndome que no me vaya antes de que venga Odette, que viene siempre después del trabajo, sobre las 17h, a recoger la recaudación, supervisar y llevarse la basura. Además, hoy, me tiene que traer las sábanas limpias.
Así que aprovecho el rato a solas para visitar el “Aquaponic”…
…sacar algunas fotos…
…escribir el blog, arreglar la ducha de la casita… y Odette no aparece. El problema es que los antiguos woofers me dieron una SIM con la línea de teléfono que Odette da a los woofers para poderse comunicar con ellos. Se la he puesto a mi cutre-movil temporal… y no va. Mi móvil está bloqueado para funcionar solo con la compañía Skinny. Así que si está intentando llamarme por teléfono, vamos listos. Ni siquiera puedo irme a consultar Internet, no vaya a ser que llegue mientras yo estoy allí.
A las 19:30 el hambre me puede (desde el desayuno sólo he comido un par de donuts con el café… muy sano) y me hago un arroz con lo poco que creo que puedo usar. Me lo tomo con los dos panqueques que quedaron del desayuno. termino de cenar y lo recojo todo para que no quede ni rastro.
A las 21h decido que 4 horas de retraso es suficiente y me voy al Moanas Sand a conectar con Internet y escribir el Blog. Le he dejado una nota en la puerta por si llega diciendo que estoy aquí y le he mandado un mail. Me da que se ha olvidado que me tenía que traer las sábanas limpias. Ya apañaré algo.
La verdad es que me he sentido un poco abandonado. He perdido todo el día con la espera. Que no pasa nada, porque tengo muchos días, pero noecesito aclarar algunos puntos con Odette, especialmente la comida, y mi libertad de movimiento fuera de horas de trabajo. No puede ser que tenga que quedarme esperando.
Pero son sólo detalles. En general sigo muy contento de estar aquí y sé que todo va a ir muy bien…
…y si me sale lo del curro… voy a flipar.
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