31 octubre 2016

319 días viajando…
47 días en Melbourne…

Empieza la semana en la nueva casa. Duermo tan bien aquí que no me he enterado de que esta mañana un camión, maniobrando, ha chocado contra el tejado.

Y eso que mi habitación está justo al lado. Pero no sé por qué, duermo especialmente profundo.

Los niños y el padre no llegan hasta mañana, así que hoy será un día tranquilo. Empiezo con mi desayuno habitual…

Kat me dice que no suele pedir a los guests tan recién llegados que hagan la compra, pero está muy liada con su trabajo y parece que soy de fiar, así que me hace una lista muy detallada de lo que necesitamos, dónde comprarlo (y me dice que si hay algo más que quiera comprar, que lo compre), me da su tarjeta de crédito y su pin (parece que sí que soy de fiar) y su vehículo para hacer la compra.

Esto es lo mejor de todo. Nunca había conducido un triciclo de estos, y no es tan fácil como parece. Hace rarísimo dar curvas sin inclinarse y si las coges muy rápidas, puedes volcar con facilidad. Pero es divertidísimo.

Todas las compras son en Yarraville, que es la zona comercial más cercana. La primera parada es en la tienda de productos orgánicos Plump Organic Groceries, donde compran la casi toda la fruta y verdura.

Después voy a The Village Store, un súper pero de productos locales.

Y finalmente al IGA, que es una cadena de supermercados muy típica aquí.

Me vuelvo habiendo comprado todo lo de la lista, más una remolacha para mis ensaladas y un boniato para hacer tortilla algún día. En casa organizo toda la compra. Cada vez me desenvuelvo mejor en la cocina, donde ya sé dónde va cada cosa y cómo le gusta a Kat que esté todo. Por su parte ella cada vez me da más libertad para moverme a mi aire.

Mi segundo trabajo de hoy es la repostería. Me pide que haga un brownie y unas trufas siguiendo las recetas.

Y ése va a ser uno de mis grandes aprendizajes en esta casa. Cocinar siguiendo recetas, porque la verdad es que nunca lo hago. Siempre cocino en función de lo que tengo en la nevera y un poco a lo loco. Pero de esta manera voy a aprender a ser un poco más metódico y a ver qué condimentos se echan a qué comidas, y me vendrá muy bien para cuando me toque cocinar en plan un poco más profesional.

El brownie es muy fácil, porque sólo hay que mezclar agua, aceite, dos huevos y los polvos que vienen en la caja.

Después al horno… y voilá!

Las trufas tienen algo más de mérito. Se tritura un paquete de Galletas María (aquí se llaman Marie Biscuits… y no es coña), se le añade cacao, coco deshidratado, una lata de leche condensada y se mezcla bien.

Se deja enfriar en la nevera media hora para que endurezca y después se hacen bolas, se pasan por el coco rayado y…

La verdad es que me lo paso genial haciendo estas cosas. 

Mientras, Cat ha soltado a las gallinas por el jardín. Lo hace casi todos los días para que coman lo que pillen y abonen la tierra. Cuando lo hace, tiene que atar a la pobre Soot, porque tiene un instinto muy cazador y se lanzaría a por ellas.

También me ha preparado el almuerzo.

Termino de recoger y limpiar justo cuando llega Margaret, la madre de Kat, que viene a hacer también más pasteles. Kat me comentó que los anteriores helpers estuvieron haciendo unos trabajillos para su madre y que lo hablara con ella por si le podía ayudar en algo. Efectivamente Margaret me comenta que los chicos franceses le estuvieron pintando una balaustrada, pero que como eran muy jóvenes, al final fue todo un poco desastre y lo dejaron a medio hacer. Me ofrece terminarlo y hacerle otra serie de trabajos en la casa, pagado en cash y a una tarifa realmente buena. Y que si la cosa va bien, que hablará con amigos y vecinos para hacerles trabajillos también a ellos. Así que ya tengo resuelto el tema del trabajo. Empiezo el miércoles por la mañana y dedicaré las mañanas a eso, las tardes a la casa y los findes libres, es perfecto!

Me dan el resto de la tarde libre y marcho para Thornsbury. Hoy hay un evento que ha organizado una de las españolas, María: “Las Cervecitas de los Lunes” que además, como hoy es víspera de fiesta (mañana es fiesta aquí también), va a estar concurrido.

Hemos quedado en El Chato Tapas Bar, un garito español de High Street. Voy en tren hasta Southern Cross y ahí cojo otro tren hasta la estación de Thornsbury. Desde ahí es un pequeño paseo hasta High St. Durante el paseo me fijo en lo diferentes que son a veces las casas aunque estén pegadas unas a otras.

Soy de los primero en llegar, pero en seguida la cosa se va animando. Los camareros son españoles y simpatiquísimos, la verdad. 

Aunque los precios son un poco… difíciles. 

  • Vasito de sangría: $7,50
  • Tercio de Mahou: $10
  • Tercio de Alhambra: $13

El baño no tiene desperdicio, con páginas del Marca. Hasta tiene puesta una grabación en loop de una lección de inglés de esas por correspondencia.

La gente va llegando…

…y llegando…

Esta vez Miriam no se ha podido venir porque tenía que mirar pisos. 🙁

En un momento dado, unos cuantos hacemos una escisión, porque el bar es un poco demasiado caro para nuestros bolsillos, y acabamos en Tago Mago un garito con cervezas a $7, que siguen siendo caras, pero algo más manejables.

Se han venido los infalibles andaluces (no fallan a ninguna quedada) Javi y Jorge (y eso que Jorge viene escayolado, porque se ha roto un hueso de la muñeca en una caída con la bici), y hago especialmente buenas migas con Ana y Laura, dos divertidísimas conocidas de Miriam con las que me lo paso genial.

Estamos en noche de Halloween. El garito tiene música en directo y los músicos se visten para la ocasión.

La verdad es que la música suena especialmente bien. Es un sitio a tener en cuenta para escuchar buena música.

Y en los baños hay poesía pura.

Según avanza la noche, Jorge, Javier, Ana, Laura y yo hacemos la españolada típica de buscarnos algo guarro de comer. Y es que tenemos al lado justo el Mario’s Pizza.

Con la ventaja de que en este tipo de bares de copas te permiten traerte la comida y comértela ahí mismo.

La pizza no está muy allá, pero a estas horas y con las cervezas que llevamos, ya da bastante igual.

Después de la pizza toca correr para pillar el último tren de vuelta. La verdad es que el transporte público en Melbourne es bastante regulero. Muy caro y bastante infrecuente. Lo ideal aquí sería una moto, pero apenas hay cultura de motos. Se ven, pero muy pocas. Yo estoy viendo si consigo pillar alguna ganga de segunda mano, la uso por aquí y la vendo cuando me vaya.

Ha sido un día muy completo y divertido. En la casa me siento cada vez mejor, aunque aún está por ver cómo será mañana cuando se convierta en una Full House con toda la familia. Y no paro de conocer gente maravillosa por aquí, haciendo mi grupo de amigos y disfrutando de las muchas actividades que se organizan. Tengo a muchos de ellos interesados en mi propuesta de hacer yoga 1 o 2 tardes a la semana en un parque. Ahora que parece que va a llegando el buen tiempo (por fin) va siendo hora de pensarlo en serio.

En cuanto a mis infecciones, la cosa ha mejorado bastante. La que tenía en mi espalda baja (vale, sí, casi en mi trasero) ha sido la que peor se me ha puesto hasta ahora. Llegó a hacerse enorme y dolía horrores. Me estaba empezando a preocupar. Así que hablé con mi amigo Goosen, médico, pero muy partidario de otro tipo de medicina, y me recomendó algo que no sabía: usar miel como antiséptico. Al parecer era muy utilizada en la antigüedad, hasta la aparición de la penicilina. La idea es ponerse un pegote de miel en la infección y taparlo con una gasa… y ha sido mano de santo. Después de más de una semana que sólo iba a peor… en sólo dos días de hacer esto, la inflamación y el dolor han bajado casi del todo y está casi curada.

Pero (que alguien me explique por qué) hace dos días me ha vuelto a aparecer otra nueva infección, esta vez en un dedo del pie y en cuestión de pocas horas se me había hinchado todo el dedo como una bola y casi no podía andar del dolor. 

Madre mía, visto a este tamaño mi pie parece espantoso :-p.  Pero puede verse lo hinchado que está el dedo.

Goosen dice que es probable que las infecciones sean consecuencia de una reacción alérgica a la picadura de un bicho en concreto. Y tiene sentido, porque me he hecho cortes o heridas en las manos, brazos y piernas y no se me infectan.

Pero esta vez lo del dedo del pie sé cómo remediarlo. Primero le aplico agua muy caliente con sal, después lo seco muy bien y le aplico un apósito de miel. Al día siguiente la inflamación ha desaparecido y está casi curada. Impresionante.

A ver lo que tarda en aparecer otra nueva picadura. Crucemos los dedos.

1 Comment

  1. Al

    Que sepas que allí no entra el buen tiempo porque aquí no acabamos de soltarlo.
    Bueno, eso era hasta hace una semana, pq la cosa ha cambiado radicalmente, que fresquete hace hoy por mi pueblo…

    Reply

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