16 septiembre 2016

274 días viajando…
1 día en Innisfail…

En el avión consigo dormir malamente (mi asiento es el del medio), pero algo duermo. Son dos horas y media de viaje entre Brisbane y Cairns. Llegamos sobre las 2 de la mañana.

La terminal de vuelos domésticos está desierta. He leído por ahí que cierran de 1 a 3h, pero pregunto a un segurata y me dice que como hemos llegado tan tarde, ya no les merece la pena cerrar. De todas formas se está mejor fuera. Menudo cambio con respecto a Brisbane. Calor y humedad tropical. 

Aprovecho una terracita para instalarme.

Leo por ahí que hay un bus a las 4:30, así que decido quedarme en el aeropuerto un par de horas para no pagar un taxi. Saco mi portátil y mato el tiempo escribiendo el blog.

A las 4:30 empieza a haber movimiento. Hay un vuelo que sale a las 6 y pico y están empezando a llegar los pasajeros. Vuelvo a mirar lo del bus y compruebo mi error. El bus que sale a las 4:30 no lleva a Cairns, sino a una parada de un bus municipal que no empieza hasta las 6:30. Puf… demasiada espera. 

Como ya hay movimiento decido andar los 100m que me separan de la carretera de salida del aeropuerto y ponerme a hacer autostop. Hay poco tráfico y es de noche, pero estoy en una zona bien iluminada y confío en mi buena actitud. 

Y, efectivamente, el tercer coche que pasa, me para.

El conductor es Paul (mira, tocayos), un alemán que lleva la tira de años aquí y tiene una tienda de acuarios y peces en Cairns. Acaba de dejar a su mujer y su hija en el aeropuerto y por eso le pillo volviendo. 

– ¿Dónde te dejo?
– En la ciudad…
– Sí, pero… ¿en qué parte?
– Da un poco igual, en el centro, no vienen a recogerme hasta el mediodía.
– ¿A estas horas? Si no hay nadie, está todo cerrado…
– Ya, bueno…
– Quita, quita… mira, vente a mi casa que está en las afueras, te tomas un café, duermes un poco y como tengo que ir a Cairns a abrir mi tienda a las 7h, te llevo entonces, ¿te parece?
– Me parece… genial!!

Tal cual.

A esto me refiero cuando digo que si la actitud es positiva, sin miedos, sin quejas… ocurren cosas maravillosas.

Efectivamente me lleva hasta su casa, a unos 15 minutos al oeste de Cairns, medio escondida entre el bosque tropical, donde me hace un café, mientras me enseña fotos de sus tres hijas y su mujer, y charlamos animadamente de las diferencias entre Australia y Europa. Es muy interesante su visión de que para un europeo es relativamente fácil salir adelante y prosperar en Australia porque considera que, en general, los europeos son mucho más inteligentes y mucho más emprendedores que los Australianos, simplemente porque ellos han tenido siempre la vida muy fácil y no se han tenido que esforzar demasiado. Interesante.

Me deja tumbarme en el sofá, donde creo que me duermo antes de tocar el cojín. Lo siguiente que recuerdo es que me despierta llamándome muy bajito. Ya son las 7. He estado en coma una hora. Pero qué bien me ha sentado.

Nos ponemos en marcha. Y se cumple lo que dicen de esta zona, que es de las más lluviosas de Australia.

Y a las 7:30, después de hacernos el tradicional selfie (que no hay forma de que salga enfocado), me deja en el centro de Cairns…

…justo al lado del Rusty’s Market.

Voy cargadísimo y estoy muerto de hambre, así que busco una cafetería donde desayunar e intentar que me guarden mi mochila mientras me doy una vuelta por la ciudad. Nada más cruzar el mercado, me encuentro con un café que sólo con el nombre ya me atrapa: El Paleo Café.

No hay más que leer la el mensaje de los fundadores para ver que es un sitio especial.

Especialmente interesante es su pirámide nutricional, completamente vacía de cereales y casi de hidratos de carbono. La comparto en gran parte, aunque en su versión vegetariana, por lo que pongo a los frutos secos en un lugar mucho más preferente.

Me pido los huevos con aguacate, que están de muerte.

En el café me dicen que no pueden guardarme mi equipaje porque es muy pequeño (el café, no el equipaje) y no tienen espacio para ello, pero que pruebe en Gilligan’s, un gran complejo para Backpackers que hay al otro lado de la calle. Allí me guardan el equipaje por $5 que pago encantado. 

Y una vez ligero, me doy una vuelta por la costa, lo que llaman la Esplanade, un larguísimo (y estrecho) parque que recorre toda la ciudad a lo largo de la costa empezando por el puerto.

Me vuelvo a sorprender de la calidad del servicio público. Todo el parque está lleno de barbacoas de uso público y gratuito… ¡en perfecto estado y limpias!

Aquí, al igual que en Brisbane, hay una especie de “Fake Beach”.

Eso sí… muuuuchas normas.

Pero también muchísimas actividades gratuitas.

Y lo mejor de todo: Cairns está lleno de avisos como éste.

Y ya me habían avisado. Bañarse en un río es impensable, por los cocodrilos, y en el mar, sólo en las zonas habilitadas y con redes, tanto por los cocodrilos como por un tipo de medusas que pueden ser mortales. Es lo bonito de Australia… 😉

También hay pistas de volley playa donde no sólo puedes jugar de forma gratuita, sino que te proponen cómo organizar las partidas si hay mucha gente esperando. Me parece una pasada.

Me recorro casi toda la Esplanade hacia el norte y luego vuelvo hacia el sur por Abbot St. 

Una vez en el centro…

…paro un rato en JaffleHead a descansar y rehidratarme con un maravilloso zumo hecho en el momento con naranjas, zanahorias y jengibre.

Como también me muero de hambre, busco en TripAdvisor un japo barato y de calidad para comer algo, y me recomiendan Ganbaranba

…donde me pido una estupenda sopa de noodles vegetariana.

Pero la verdad es que lo mejor de este sitio es la atención, rápida, amabilísima y llena de sonrisas. Qué maravilla.

A las 12 y pico me encuentro con Bridget, la amiga de Grace (mi anfitriona) que me lleva hasta Innisfail.

Innisfail es un típico pueblecito tropical del norte de Queensland, de unos 1.000 habitantes, a una hora en coche al sur de Cairns, justo en la desembocadura del Johnston River.

Una vez allí, Bridget me lleva primero a la empresa donde están interesados en contratarme como conductor de reparto. Parece ser que su repartidor habitual ha tenido algún tipo de “problemilla” y le han retirado la licencia de conducir. Me atiende una mujer amabilísima, que ya me esperaba porque Grace le habló de mí, y me dice que hay tanto trabajo como yo quiera hacer, no sólo con el reparto, sino en otras muchas tareas. Así da gusto. En principio empezaré con el reparto que serán como unas 20 horas semanales, porque quiero tener tiempo para disfrutar del lugar. Si luego me animo, iré haciendo más cosas.

Después Grace me lleva al que será mi nuevo hogar durante todo un mes.

Toda la calle parece sacada de “Mujeres desesperadas”, con sus casas de césped perfectamente cortado, sin vallas, a ambos lados de la calle…

Grace está trabajando y llegará por la tarde. Bridget me deja en la puerta y me da la llave. Flipo con la confianza de la gente aquí. Me dejan que me instale en la casa completamente solo. 

Bueno, sólo… no. Allí conozco a los que serán mis nuevos compañeros de piso: Smokey Joe…

…y Dude.

Ambos supercariñosos y tranquilos.

Después de darme una ducha que estaba necesitando a gritos (mi olor corporal casi se podía palpar), me doy una vuelta por el vecindario. Nada más salir, ya veo la principal fuente de ingresos del pueblo: la caña de azucar.

Justo en frente de la casa está el río, pero no se ve por la muralla de vegetación que lo esconde, excepto en el único hueco que hay. Allí me encuentro a dos chavales que me dicen que ni se me ocurra acercarme a la orilla, que hay cocodrilos…. madre mía.

Por la tarde viene Grace y por fin nos conocemos. Es una mujer encantadora, amabilísima, que se esfuerza al máximo por hacer cómoda mi estancia. Me va explicando los detalles habituales sobre la alimentación de los animales, el funcionamiento de la casa, la lavadora, las luces, etc…

Poco después llega su amiga Helen de visita, y pasamos un rato muy agradable de charla los tres en la terraza del jardín a la luz de la luna llena, a base de cervezas y queso…

…hasta que el alcohol y la falta de sueño me tumban por completo y me retiro a dormir.

Mi primeras sensaciones con Cairns e Innisfail no fueron perfectas. Cairns, quitando la Esplanade, es bastante feucho y llenísimo de backpackers, e Innisfail es terriblemente tranquilo. Pero según ha ido pasando el día me he ido reconciliando con el lugar y ahora estoy encantadísimo de estar aquí. Grace me ha recomendado muchísimos lugares para visitar en los alrededores… playas y parques naturales. Y tengo coche, con lo que, desde luego, no me voy a aburrir.

Hablar con Grace y Helen de mi viaje me hace darme cuenta hasta que punto soy un privilegiado y tengo tantísimos motivos para estar agradecido. Este viaje es, sin duda, la mejor época de mi vida. La libertad, la emoción, la ausencia de rutina, toda la gente nueva y maravillosa que estoy conociendo, el descubrimiento de otras culturas y formas de ver el mundo…

…me hacen sentir que mi mente y mi corazón no dejan de abrirse.

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