Soy miembro de unos cuantos grupos de Facebook de viajeros, backpackers y “españoles en…”, y en todos ellos es frecuente ver preguntas del tipo:
Voy a viajar a nosedonde. ¿Qué me recomendáis ver/hacer?
Parece una pregunta sencilla y quien ha estado en nosedonde no dudará en contestar ofreciendo su experiencia.
Pero si algo he aprendido en este viaje, es que viajar es algo enormemente personal e intransferible. Los gustos, las metas, las experiencias y las vivencias de cada uno son tan personales y subjetivas, que no sé si tiene mucho sentido ofrecerlas como recomendación.
Nos pasó muchísimo a mi amiga Mer y a mí cuando estuvimos viajando por Vietnam, donde los sitios que más nos habían recomendado (Hoi An, Halong Bay, Hue, Cua Lo…) son los que menos nos gustaron. Y, en cambio, nuestras mejores experiencias fueron en lugares completamente desconocidos. Llegó un momento en que decidimos no hacer caso a nadie y hacer nuestro propio viaje basándonos en nuestra intuición.
La primera vez que me enfrenté a la idea de viajar solo, decidí ir 2 semanas a Perú. Y me sirvió para darme cuenta de que no tenía ni idea de cómo viajar. Gasté mucho dinero, cometí muchos errores y tuve momentos muy bajoneros. Pero aprendí muchísimo de todo ello. Así, cuando unos meses después volví a hacer un viaje en solitario, esta vez a Costa Rica, las experiencia fue 1.000 veces mejor.
Y es que a viajar (como a todo) se aprende. Nadie nace sabiendo. Y a viajar se aprende… viajando, claro. Aún así, me gustaría intentar resumir aquí lo que llevo aprendido, por si le sirve a alguien.
1) Ni caso…
Una de las cosas más importantes que he aprendido es…
“no hagas ni caso de lo que te digan”.
Dejando aparte de que esto vale para todos los aspectos de la vida, en el caso de viajar es especialmente válido. Cada persona es un mundo y vive las cosas de manera diferente. Te dirán que vayas a sitios a los que, al llegar, pensarás “pues vaya mierda”. Y te dirán que no vayas a sitios porque son peligrosos o que no te van a gustar y, cuando no haces caso y vas, serán tus mejores experiencias.
Puedo poner innumerables ejemplos de esto:
1. Muchísima gente me dijo que era una absoluta locura y muy peligroso cruzar Australia de sur a norte en una campervan por la Stuart Highway, pero lo hice y fue una experiencia increíble.
2. Varias personas (y carteles) me advirtieron de lo peligroso que era subir al Volcán Ngauruhoe en el Tongariro National Park…
…pero lo tengo como una de las mejores experiencias de mi viaje.
También me advirtieron que era una locura ir y volver en autostop… y no tuve ningún problema.
3. Todo el mundo me decía que en este viaje tenía que ir a Bali, que era el mejor sitio del mundo. No me arrepiento en absoluto de mi paso por Bali, pero no lo considero ni de lejos mi destino favorito. Sigo sin entender qué es lo que le fascina tanto a todo el mundo de ese lugar tan exageradamente turístico.
etc, etc…
En serio, no hagas ni caso de nada que leas u oigas…
…y mucho menos de todo lo que estoy escribiendo aquí.
2) ¿Por qué viajas?…
Esta es la pregunta que más frecuentemente me hacen cuando descubren que soy un viajero de larga duración. Y no es una pregunta fácil…
…pero es una pregunta que nos deberíamos hacer antes de empezar algo así.
La respuesta sencilla es…
…porque me gusta viajar.
Pero quizá es demasiado sencilla. Cuando decides pasar varios meses o años viajando y convertir el viajar en tu nuevo modo de vida… no creo que sea sólo porque te guste (que también).
Para mí hay otras dos razones poderosas que te pueden llevar a esto:
1. Huir. Viajar es una forma de poner tierra por medio a una situación que no podemos/sabemos enfrentar. Es perfecto para romper con una relación tóxica, alejarte de tu familia, dejar un trabajo, escapar de una mala situación financiera…
No entro a juzgar si este motivo es válido o no (todos lo son), pero hay que tener cuidado de tener muy claro que alejarse de los problemas no quiere decir que estos se resuelvan, que quizá nos estemos llevando los problemas con nosotros y que quizá huir sea un buen motivo para “salir”, pero igual nos falta otro buen motivo para “llegar”. Viajar no es irse de vacaciones. No siempre es fácil. Es por ello que necesitamos un buen motor que nos lleve. Si nos falla la motivación, se puede hacer muy duro. Y el “estar lejos de…” quizá no es, en este caso, suficiente motivación.
2. Buscar. Y es que, para mí, un viaje es fundamentalmente una búsqueda, un camino de aprendizaje exterior (conocer que hay algo más allá de mi parcelita te abre la mente) e interior (es un maravilloso viaje de autoconocimiento). La búsqueda es un perfecto motor que nos puede empujar indefinidamente en este camino.
3) ¿Turista o Viajero?…
Este tema es ya un clásico, pero no está de más refrescarlo. No es lo mismo ser un turista que ser un viajero.
El turista es aquel que busca tener unas “vacaciones”. Su objetivo es “visitar” lugares y, para ello, suele contratar los servicios de una agencia para que le organice los tours y se alojará en hoteles y resorts buscando cierta comodidad exótica.
En cambio el viajero busca sobre todo vivir experiencias y conocer la cultura local.
Para ello intentará alojarse y comer con la población local, y evitará recurrir a agencias o seguir guías comerciales de viajes. Hará más uso de blogs y apps que se basen en las opiniones de los usuarios.
En este viaje, siempre que conozco a alguien, lo primero que me pregunta es…
– On holidays?
– No, I’m a traveler.
4) Viajar solo…
Casi todos los viajeros de larga duración que he conocido son parejas. Y la verdad es que me impresiona, porque si ya considero difícil mantener una relación larga, me parece admirable ser capaz de hacerlo estando juntos 24×7, sin casi posibilidad de tener tu espacio y tu tiempo, y compartiendo todos los momentos duros que, inevitablemente, surgen viajando.
Pero no es (sólo) por esto por lo que yo prefiero viajar solo. Para mí viajar supone un doble viaje. Por un lado es un viaje físico en el que puedo gozar de absoluta libertad, yendo en cualquier momento a cualquier lugar siguiedo mi capricho o mi intuición, sin tener que ponerme de acuerdo con nadie. Pero es también un viaje interior, un aprendizaje sobre mí mismo que es sólo posible gracias a las largas épocas de soledad que me permiten conocerme mejor, conectar conmigo y avanzar en un camino más espiritual que físico.
Hace un tiempo, mi amiga Marta, también viajera, me dijo que, a pesar del bombardeo mediático que insiste en que la felicidad está en viajar, ella había descubierto que viajar tampoco era el secreto de la felicidad. Y estoy de acuerdo. La felicidad no está en viajar, simplemente porque la felicidad no está ahí fuera (como decía el agente Mulder sobre “la verdad”). La felicidad sólo la encontraremos dentro de nosotros mismos.
Pero viajar solo, te permite el suficiente tiempo de soledad, de estar contigo mismo y de enfrentar experiencias y retos continuos, como para hacer más fácil esa búsqueda.
5) Viajero Fiestero…
En los últimos meses me he llevado una sorpresa al descubrir que no sólo los turistas, sino que también gran parte de los viajeros (especialmente los más jóvenes) viajan para “salir de fiesta”. De esto ya empecé a darme cuenta en mi viaje por Laos, cuando coincidía con mochileros veinteañeros que me invitaban a acompañarles a salir de fiesta por la noche y me asombraba ver la ropa que llevaban en sus mochilas para esas ocasiones. Luego vi esto de forma mucho más exagerada en Bali, donde te dabas cuenta de que muchísimos viajeros se dedicaban a hacer surf por el día y salir de fiesta por la noche. Todos los días. Sin demasiado interés en conocer la cultura local o hacer algo más.
Y esto lo he seguido viendo en otros lugares. Especialmente en países asiáticos donde todo (alcohol, drogas…) es mucho más barato. Y entonces te llevas la sorpresa de comprobar que, en muchos casos, el interés por estos países no va más allá de que son… baratos. Es una forma exótica y económica de salir de fiesta.
Y a mí también me gusta salir, claro. Pero está muy lejos de ser el objetivo de mi viaje.
6) Lugares vs. Experiencias…
Me ha llevado tiempo descubrir esto. Y es que por mucho que te recomienden lugares, al final lo que más te gustan de los sitios que visitas no son los sitios, sino las experiencias que vives en ellos.
Así, por ejemplo, Melbourne es uno de mis lugares favoritos, pero no es (sólo) porque sea una ciudad muy agradable para vivir, sino porque mis experiencias allí han sido siempre muy buenas.
En cambio tenía un recuerdo regular de Nueva Zelanda, porque en mi primera visita mis experiencias no fueron del todo buenas. Pero ahora que he vuelto, mi opinión ha cambiado radicalmente porque todas mis experiencias han sido maravillosas.
Y esto es algo en parte inconsciente. Creemos que nos gusta o no un lugar por el lugar en sí, pero en gran parte nuestra opinión está influenciada por nuestras vivencias, por eso es difícil recomendar lugares.
Pero puestos a elegir…
1. Playa o Montaña. En general no soy muy playero. Me gustan estéticamente, pero no soy nada de pasarme el día en la playa. Tampoco soy surfero ni me va nada esa filosofía. En cambio… me pierde la montaña. En cuanto llego a un lugar nuevo, ya estoy mirando qué montañas puedo subir.
2. Ciudad o Naturaleza. En este caso, necesito alternar. Me encanta la naturaleza…
…pero a largo plazo echo de menos la vida social y cultural que se respira en una gran ciudad.
Pero cuando llevo mucho tiempo en la ciudad, echo de menos la tranquilidad del campo. Así que para mí, lo ideal es ir alternándolo. Y en mi modelo de viaje, eso es muy fácil.
3. Países desarrollados o en vías de… Como todo, ambos tienen sus ventajas e inconvenientes. Los países en vías de desarrollo, como muchos de los países asiáticos que he visitado, tienen la enorme ventaja de ser muy baratos, además de tener una cultura muy alejada de la cultura occidental (si no están invadidos por el turismo).
Pero para mí lo mejor de estos países es el enorme grado de libertad que sientes por su casi total ausencia de reglas. En muchos de ellos como Cambodia, Vietnam, Laos… todo es muy fácil, no hay demasiadas cosas reguladas, casi no hay burocracia. Pero ello supone también que el nivel de caos puede llegar a ser enorme. Es una especie de ley de la selva o sálvese quien pueda. A eso añadimos a que los niveles de higiene o medio ambientales dejan mucho que desear.
En los países desarrollados, en cambio, hay una organización que, en comparación, parece perfecta. Todo está limpio y en orden. Todo funciona. Pero a cambio de tener que seguir un millón de reglas.
Al igual que en el punto anterior, me gusta alternar entre ambas opciones. Cuando las reglas me agobian, me voy a Asia. Y cuando el caos me puede, me voy a Australia o Nueva Zelanda.
4. Ver o Experimentar. Muchísimos de los viajeros que he conocido en este viaje, tenían un ansia enorme por “visitar” los lugares recomendados en la Lonely Planet o similares. Se trata casi de hacer un check en cada atracción turística. Me sentí un poco así cuando hace años visité el Machu Picchu. Me pareció tan terriblemente turístico que tuve la sensación de estar haciendo un “OK, ya lo he visitado”, más que me aportara realmente algo.
Poco a poco, en este viaje, he ido descubriendo que disfruto muchísimo más cualquier experiencia cotidiana (o no) vivida con gente local que voy conociendo, que el “ver cosas”. Cuando estaba en Asia, visitar templos me dejaba bastante frío, pero ese momento de ir a comer a un sitio local en el que no hablaban ni una palabra de inglés, son para mí mis mejores recuerdos. Es por ello que prefiero viajar “lento”, es decir, vivir 1 ó 2 meses en cada lugar, para que me dé tiempo a conocer la cultura del lugar, la forma de vida y tener la oportunidad de conocer gente local con la que compartir experiencias. Eso no quiere decir que no haga algún check de vez en cuando (hay cosas que hay que ver, ya que estás ahí), pero desde luego no es el motor de mi viaje.
5. Con o Sin Dinero. A mediados de 2015, cuando estaba empezando a plantearme seriamente hacer un viaje de larga duración, estuve posponiendo la decisión con la excusa de “cuando tenga dinero…”. Había oído a varios backpackers hablar de presupuestos de unos 1.500 $/mes para hacer algo así… una cifra que se me escapaba por completo. Pero en septiembre tuve como guest de couchsurfing a Mariel, una argentina viajera que fue la que me dijo que lo estaba usando como excusa y que no sólo se podía viajar casi sin dinero, sino que, además, era mucho más interesante.
Un mes después ya tenía mi billete de ida a Australia.
Y es que es una verdad enorme. Es cierto que a veces el lujo te tienta y te atrapa. Pasar una semana en un resort guay con piscina y tal, moviéndote en taxi y haciendo tours organizados por una agencia… puede molar. Pero ¿qué aprendizaje te llevas de algo así? Y, a la larga, aburre.
En cambio, cuando tienes lo justo para sobrevivir y te tienes que estar buscando la vida constantemente, cuando la única manera de conseguir alojamiento y comida es a través de tu trabajo, tus habilidades y la confianza que puedas dar, cuando la única manera de moverte es haciendo autostop o en transportes locales… ay, amigo, es entonces cuando realmente lo valoras, cuando realmente lo disfrutas… y cuando realmente aprendes.
Actualmente viajo con una media de gasto de unos 400€/mes (gran parte se va en billetes de avión) y porque tengo unos pequeños ingresos que me permiten ese nivel, pero si fuera necesario, podría viajar por mucho menos.
7) ¿Y después?…
Ésta es otra de las típicas preguntas que me hacen.
Y la verdad es que no lo sé…
…ni me importa demasiado.
Otra cosa que he aprendido es a dejar de preocuparme (demasiado) por el futuro y vivir intensamente el presente. Porque da igual todo lo que planees, al final todo será diferente. Quizá mañana muera, o quizá me toque la lotería o quizá encuentre el lugar o la(s) persona(s) que me haga(n) desear quedarme en un sitio o quizá alguien me proponga un proyecto irrechazable o quizá…
En cualquiera de esos casos, todo lo planeado se va a la porra. Todo el esfuerzo, preocupación, ahorros y tiempo que dedicaste al futuro… no habrán servido probablemente para nada.
– ¿Eso quiere decir que te ves el resto de tu vida viajando?
No, no creo. Soy inconstante hasta con la inconstancia y probablemente acabe haciendo otra cosa. Y para ello es muy de agradecer todas las habilidades que llevo aprendidas en este viaje.
La verdad es que me veo, por ejemplo, montando en algún lugar un guesthouse/santuario animal/cultivo con permacultura/comunidad utópica…
…o algo así. Quién sabe… Ya se verá.
Concluyendo, que es gerundio…
Así como creo que viajar ha sido la mejor decisión de mi vida, no creo que viajar sea para todo el mundo. A veces los medios bombardean con la idea de que hay que viajar por obligación para ser feliz… y ni mucho menos.
Pero si viajas… es un camino que tienes que descubrir, cometiendo errores, pasando malos ratos… y puedes pedir ayuda, claro… pero cuanto más personal lo hagas, cuanto más sea TU camino… más descubrimiento y aprendizaje habrá.
Porque al final no hay errores, no hay culpabilidad, sólo aprendizaje. Todo pasa por algo.
Esto vale para viajar…
…y para la vida en general.
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