18 – 31 octubre 2017
684 días viajando…
14 días en Darfield…
Como contaba en el capítulo anterior, el pasado miércoles, 18 de octubre por la mañana, me despedí de Alister, Bianca y Sam, mis hosts de couchsurfing en Akaroa, y emprendí el camino al que será mi nuevo hogar por 4 semanas, un housesitting en Darfield.Para ello vuelvo a recurrir a mi medio de transporte favorito, el autostop.
Son sólo unos 126 kms. Pan comido.
Salgo de casa de Alister con mis dos mochilas y la caja de comida. La verdad es que voy bastante cargado. Mi idea es ir andando hasta la carretera de salida de Akaroa, pero no contaba con tanto peso. Al primer coche que me pasa al lado, le hago el gesto y me para. Se trata de Johnny, que no va a salir de Akaroa, pero al verme tan cargado se apiada de mí y me lleva hasta la carretera principal de salida. Le doy muchas gracias. Me ha ahorrado una caminata.
Una vez ahí, tampoco tengo que esperar mucho. Enseguida me para Tim, quien resulta ser buen amigo de Alister. Va sólo hasta Christchurch, pero se ofrece a llevarme hasta el principio de la Highway 73, que es la que lleva hacia Darfield. La conversación con él es interesantísima. Es un tipo muy interesante y divertido. Intercambiamos contactos y nos despedimos.
Aquí vuelvo a situarme en modo autostopista.
La espera es un poco más larga, una media hora, pero al final un repartidor me recoge. Es Frank, que me lleva hasta la gasolinera de Yaldhurst.
Ahí me vuelvo a situar… pero nadie para. Los coches vienen demasiado rápido y, en esas condiciones, siempre es más difícil conseguir que alguien pare.
Después de una espera larga, hago lo que suelo hacer en estos casos. Me tomo un descanso. Entro en la gasolinera, voy al baño, me pido un café, charlo con la dependienta y me lo tomo con calma. Luego vuelvo a la carretera… y ahora sí, por fin, para alguien.
Es mi último conductor, ya que va hasta Darfield. Se llama Steve y es un encanto de persona. Tanto, que no le importa hacer los 8 kms de más hasta la casa de Sebastian y me deja en la puerta.
Y ya estoy aquí. Éste es mi futuro (y temporal) hogar…
Me recibe Sebastian, el hijo de Catherine (la propietaria del lugar, pero que está en USA) y me enseña la que será mi habitación.
Y éstas son mis vistas.
No, no me voy a quejar.
A Max, el gato que voy a cuidar durante las próximas 4 semanas, no consigo verle, porque ha salido corriendo en cuanto he llegado.
Sebastian marcha para USA dos días después y me quedo solo. Empieza mi housesitting.
Max…
Y no sólo ese día. Apenas veo a Max durante la primera semana. Por lo que me cuenta Catherine, le rescató cuando era muy pequeño y alguien estaba a punto a ahogarle. Eso le ha hecho muy asustadizo y desconfiado con cualquier persona nueva. Pero conmigo la cosa es exagerada. Se pasa el día en el jardín, completamente desaparecido. Apenas entra en la casa lo justo para comer y luego sale disparado. No puedo ni acercarme. No hablemos ya de tocarlo.
Catherine me asegura que al final me aceptará, pero yo empiezo a dudarlo. Empiezo a pensar que va a ser la primera vez que no consiga conectar con una de las mascotas que cuido…
…hasta justo una semana después. Ese día Max ha estado todo el día fuera, como de costumbre, pero ha estado lloviendo. Al entrar en casa, veo que se muestra algo más receptivo, que no sale corriendo y que me maúlla casi con pena. Le ofrezco una mano, se acerca a olerla… y me deja tocarlo por primera vez. Está empapado por la lluvia y me deja secarle.
A partir de entonces, todo cambia y me acepta por completo. Se sienta conmigo mientras trabajo…
…me despierta por las mañanas…
…y, sobre todo, se deja querer.
Desde luego se puede decir que Max es un “gran” gato.
Darfield…
Darfield es un minúsculo pueblecito como a 40 minutos en coche al oeste de Christchurch, la tercera ciudad más importante de Nueva Zelanda (después de Auckland, la más grande, y Wellington, la capital).
No es mucho más que lo que se ve en la foto. Hasta la vía de tren que lo cruza tiene cierto aspecto de usarse poco.
La casa de Catherine está a unos 8 kms. El día que llegué a la casa me dí una vuelta para conocer los alrededores.
Nada más salir de la casa, tenemos un gallinero con unas cuantas gallinas de raza.
Y ésta es mi calle. Da una idea bastante clara del grado de aislamiento que tanto gusta por aquí.
Estoy relativamente cerca del Arthur’s Pass National Park, que se ve allá a lo lejos, al oeste.
Y todo lo que tengo a mi alrededor son enormes granjas de ovejas y ganado…
…y poco más.
Vida sana…
Y, como viene siendo habitual en mis housesittings, dedico gran parte del tiempo a cuidarme. Mi rutina mañanera es:
1) Té. Como me enseñó mi gran amiga Eli, nada más levantarme me hago un té de jengibre y cúrcuma frescos, al que le añado el zumo de un limón. No hay nada más sano para tomar en ayunas.
2) Yoga. Dedico una media hora a mis saludos al sol, relajación y meditación.
3) Ducha. Pues eso.
4) Zumo. Aprovechando que Catherine tiene licuadora (¡bien!), me hago un zumo con 2 naranjas, 2 manzanas, 2 zanahorias y un trocito de jengibre (y, a veces, un trocito de remolacha que deja una bonita bandera española en la máquina).
5) Desayuno. Me suelo hacer unas tostadas con ajo, aguacate, tomate y huevos escalfados. Estoy intentando quitarme de las tostadas para no comer trigo, pero me cuesta. También me hago un café con una cucharada de cacao puro y un poquito de leche de soja. Aún no tengo muy claro si el café es bueno o no… pero soy adicto.
El jardín…
Mi únicas obligaciones como housesitter aquí es mimar a Max, alimentarlo, mantener la casa limpia y ordenada… y cuidar del jardín.
Y es que, en el mundo anglosajón, lo de jardín es casi una religión. Cuando estuve charlando con los únicos vecinos que tengo aquí, Marvis y Stuart, la conversación fue algo así.
– Hola, soy el housesitter que va a cuidar de la casa de Catherine.
– Oh, ¿y por cuánto tiempo?
– Unas 4 semanas.
– ¿Y quién cortará el césped?
Me he dado cuenta de que es una especie de obsesión de la gente de por aquí (como con las cortinas en España). El importantísimo para ellos que el césped esté siempre cortisimo. Un poco largo es señal de descuido y dejadez.
Yo pensaba cortarlo cuando lo viera largo, sin agobios, pero la segunda semana ya estaba Catherine preguntándome por WhatsApp si había cortado el césped. Así que me tocó ponerme manos a la obra.
Una de las habilidades que he aprendido en este viaje, es a defenderme con un cortacésped.
Excursiones…
Aprovechando que me han dejado el coche, puedo hacer algunas excursiones chulas por los alrededores, como…
Castle Hill
Castle Hill son unas formaciones rocosas de piedra caliza muy cerca de la población que lleva el mismo nombre.
Se accede desde el car park por un sendero con unas vistas espectaculares.
El acceso a lo alto de las rocas (si no vas en plan escalador) es muy sencillo desde el otro lado. Aún así, avisan de la peligrosidad del lugar, ya que estás a una altura considerable.
Éste es el caminito que lleva a la parte de atrás de las rocas.
Y, una vez arriba, miras hacia el car park… y flipas de las vistas.
Imposible resistir la tentación de hacerse un selfie, claro. Aunque justo pillo el momento en que se nubla… qué puntería.
Decido hacer el camino que rodea toda la zona, según vi en el mapa.
Estos kiwis siempre tan organizados para todo.
De repente me doy cuenta de que estoy en la valla de la zona protegida, algo que, según el mapa, no estaba en mi camino. Ok, me he liado.
Voy siguiendo lo que me parece un sendero, pero al final llego hasta una valla y, más abajo, se ve una granja. Me he perdido del todo y no se ve un alma. La única opción que veo para salir de aquí es saltar la valla y bajar hacia la carretera atravesando la granja. Espero que no me salga al encuentro ningún granjero con escopeta.
Tengo suerte y no me encuentro con nadie. Finalmente salto esta valla y ya estoy en la carretera.
Todavía me queda andar un buen trecho hasta el car park.
Por el camino me encuentro con uno de estos puestos que me fascinan. Es donde los granjeros ponen los cartones de huevos y una caja para el dinero. Hay tanta confianza y seguridad que simplemente se fían de que la gente que pare se llevará los huevos y dejará el dinero en la caja.
Y, al final, ya estoy de nuevo en la casilla de salida.
Para celebrarlo, hago una pequeña parada en Springfield (no, no vi a Los Simpsons) para tomarme un café en The Yelloshack Café.
Rakaia Gorge
Otro día me dio por acercarme a hacer una ruta por el Rakaia Gorge, una garganta formada al paso del Río Rakaia.
Y la verdad es que las vistas del puente son espectaculares.
La ruta es de una media hora hasta un mirador que da al Arthur’s Pass National Park. Lo que hay al otro lado de ahí es la famosa West Coast.
A la vuelta, me fijo en la estructura del puente, hecho sin columnas. Me tiene fascinado… no sé muy bien cómo funciona. Es una especie de puente colgante al revés.
Alex…
Pero estas excursiones no son nada, comparadas con las que he hecho con Alex.
Alex es una escaladora nacida en Canadá pero que vive en Christchurch (y una maravillosa persona) con la que ya llevo hechas dos salidas a la montaña, cada cual más espectacular:
Sudden Valley
La primera fue el sábado 21 de octubre. Alex decidió llevarme a conocer Sudden Valley e intentar subir a una de las montañas del valle a la que ella aún no ha subido, en plan aventura.
Así que por la mañana temprano cogemos su coche y vamos para allá.
Ahí, a lo lejos, nuestro objetivo, el Arthur’s Pass National Park.
Sobre las 10h llegamos al car park, donde dejamos el coche.
Como suele ser habitual aquí, hay un pequeño hut con chimenea que hace las veces de refugio y es de uso gratuito. Y como es habitual aquí, está perfectamente cuidado y conservado.
Estos lugares y todas las rutas están (muy bien) conservados y cuidados por el Doc, el Departamento de Conservación de Nueva Zelanda.
Nos ponemos en camino, siguiendo el curso del río, hacia nuestro objetivo. La idea es subir esta montaña…
…siguiendo la cascada de rocas que se ve a la izquierda.
Para ello nos toca cruzar el río unas cuantas veces. Es agua de glaciar y está congelada… pero yo disimulo.
Por fin llegamos a la base de la cascada de rocas y empezamos a subir. Es una subida bastante dura, porque es muy empinada y las rocas están sueltas.
Pero las vistas son impresionantes.
Por alguna extraña razón (creo que hemos cogido un “afluente” de la cascada de rocas), ésta termina y empieza un bosque de matorrales bastante espeso y empinado. Intentamos seguir, pero la cosa está muy difícil y el suelo es demasiado inestable, por lo que, poniendo por delante el sentido común a las ganas de aventura, decidimos regresar.
La bajada es casi más complicada que la subida. Sin casi.
Una vez abajo, como es bastante pronto aún, decidimos seguir el curso del río hacia arriba para visitar la garganta.
Donde nos damos un baño de aproximadamente 3 segundos, porque es imposible estar más tiempo en el agua.
En el camino de vuelta aprovecho para sacar una foto al comienzo de la cascada de rocas que hemos subido. Es impresionante.
Y vuelta a cruzar el río una y otra vez.
Pero como nos ha sabido a poco, el fin de semana siguiente Alex me desafía a acompañarla en la subida al…
Low Peak del Mount Rolleston.
El plan es salir el viernes por la tarde, acampar al pie de la montaña y subir el sábado por la mañana.
Así que el viernes 27 de octubre por la tarde preparamos las mochilas con todo lo necesario para la escalada en nieve.
Va a ser mi primera experiencia en montaña con nieve usando crampones. Alex, que es maravillosa, me deja todo el material porque yo no tengo nada de nada. También me enseñará todo lo necesario, porque la verdad es que no tengo ni idea.
Al final, entre preparar las mochilas, la comida, etc… salimos ya anocheciendo.
Vamos hasta el Car Park de Otira Valley, que está un poco más allá del famoso Paso de Arthur. LLegamos cuando ya es noche cerrada, así que nos toca hacer el recorrido hasta la base de la montaña (cerca de hora y media) en completa oscuridad, sólo con la luz de nuestros frontales.
Es por eso que no tengo fotos de ese recorrido, pero tengo las fotos de la vuelta, que viene a ser lo mismo. 😉
La cosa es que un paseo de lo más emocionante, casi a medianoche, a oscuras, por un camino no demasiado señalado. Especialmente a partir del punto en el que un cartel indica la peligrosidad del recorrido y que sólo continúen montañeros experimentados y equipados. Le pregunto a Alex…
– ¿Lo somos y lo estamos? (en inglés se dice igual :-p)
– Yes, of course, we are!
Pues nada, seguimos. Cruzamos un puente, cruzamos cascadas de rocas, seguimos el curso del río atronador por un camino cada vez menos definido. Estamos cansados y muertos de sueño, así que decidimos plantar la tienda en el primer lugar medio plano que encontremos. Y no es nada fácil, porque es un paisaje de lo más rocoso que he visto. Pero finalmente encontramos un lugar aceptable al lado del camino y acampamos ahí mismo.
Al amanecer hace un frío considerable…
Pero lo que se ve desde la tienda… eso sí que me deja helado.
Ahí esta, el Mount Rolleston.
Dejamos en la tienda todo lo que no es imprescindible, cogemos nuestras mochilas y nos ponemos en camino hasta la base de la montaña.
Al poco llegamos a la parte nevada y toca equiparse.
Nos ponemos los arneses en caso de que necesitemos usar las cuerdas…
…y los crampones! Es la primera vez que los uso. Estoy como un chaval con zapatos nuevos… lo cual no está muy lejos de la realidad.
¡Y empezamos a subir!
Cuando la cosa empieza a ser más empinada, es el momento de sacar el piolet. ¿Se nota lo bien que me lo estoy pasando?
No podíamos haber escogido mejor día. No hay ni una nube y el sol pega fuerte. La subida se hace durilla…
…aunque no para quien está acostumbrada a hacer esto con frecuencia.
Por delante nuestra han subido un par de grupos. Uno de ellos cargaban con esquíes. Una idea maravillosa, porque después de hacer cima, la bajada es mucho más divertida.
Y seguimos subiendo. El paisaje es increíble.
Llegamos a una de las crestas que nos deja ver el lado sureste.
Hasta aquí ha sido la parte fácil. Desde aquí tenemos una pared de nieve terriblemente vertical que acojona un huevo. Esta foto es de cuando consigo terminarla y está sacada desde arriba. Abajo puede verse a otro grupo en la cresta y se aprecia lo empinada que ha sido…
…pero no es lo peor. Lo peor viene ahora. Una subida interminable y bastante más vertical en la que tengo que ir asegurandome con el piolet a cada paso, para tener algo a lo que agarrarme en caso de un resbalón.
La verdad es que acojona pero, sorprendentemente, me siento bastante seguro. Alex va muy pendiente de mí y me ha explicado como frenar una caída con el piolet, en caso de resbalón. Pero subo con cuidado y disfruto la subida como un crío.
He subido a muchas montañas, pero nada comparable a la experiencia de una montaña nevada. Y nada comparable con la llegada a la cima.
A las 11:45 hacemos cima en el Low Peak del Mount Rolleston. Hace un viento considerable, así que hay que abrigarse.
Foto “oficial”. 😉
Y aquí estoy, gracias a Alex. Y aquí también está el grupo que nos precedía. Estamos en la cima del Low Peak (2.212 m). Al fondo pueden verse el Middle Peak (2.200 m. Se llama así por estar en medio, porque, en realidad, es más bajo que el “low”) y el High Peak (2.271 m. La cima del Mount Rolleston).
Y ahora viene lo más difícil: la bajada. En montaña, casi todos los accidentes de dan en la bajada porque hay más cansancio, se está más distraído y relajado sin la tensión de conseguir la cima, y porque es más difícil ver dónde pisas.
La bajada de la pared que lleva a la cima se me hace eterna esta vez. Aquí sí que se aprecia lo vertical que era.
Pero pronto llegamos a la parte más sencilla. Según va avanzando la mañana, el calor del sol va produciendo pequeñas avalanchas. Cada vez que oímos ese ruido, rápidamente miramos de dónde viene.
Pero en general no son muy grandes.
Nos hemos quedado sin agua, pero no será por falta de agua del deshielo.
Yo y mis fotos artísticas…
Y un poco más abajo, el deshielo ya ha formado un pequeño arroyo del que es más fácil coger agua. Y no hay agua más limpia y pura.
Aprovechamos la parada para comer algo. Y sí… ¡ahí hemos subido!
Haciendo el moñas…
Y, finalmente, dejamos la zona de nieve.
Recogemos la tienda e iniciamos el camino de vuelta. Estoy hecho polvo pero con una sensación de incredulidad de la experiencia que acabo de vivir. Una de las mejores de mi viaje.
Y sí, gracias a Alex por “liarme” en semejante aventura, por su paciencia y sus conocimientos.
Esta vez sí puedo ver y fotografiar el camino que hicimos la noche pasada. Incluyendo el puente…
El cartel de aviso para montañeros novatos…
…y las cascadas de rocas.
Al pasar al lado de una gran roca, Alex no puede evitar la tentación de practicar su otra pasión, el Rock Climbing.
Y a las 18:20 llegamos al car park.
Prueba superada.
No puedo estar más agradecido a Alex, a la vida y al universo por tener la oportunidad de vivir estas experiencias.
Cuentas…
Y de nuevo estamos a final de mes. Toca dar un repaso a mis finanzas. Cuento por separado los gastos del Roadtrip por la isla sur y el resto de gastos.
- COMIDA: ROADTRIP RESTO TOTAL
- Comer fuera: 42,36€ 42,36€
- Comprar comida: 54,87€ 207,86€ 262,73€
- Cafés: 19,68€ 41,06€ 60,74€
- Bebidas: 74,09€ 74,09€
- SUBTOTAL: 74,55€ 365,37€ 439,92€
- TRANSPORTE:
- Ferry: 60,88€ 60,88€
- Gasolina: 79,98€ 103,53€ 183,51€
- Aparcamiento: 1,36€ 1,36€
- SUBTOTAL: 140,86€ 104,89€ 245,75€
- ALOJAMIENTO:
- Camping: 13,20€ 13,20€
- Hostel: 13,31€ 13,31€
- SUBTOTAL: 13,20€ 13,31€ 26,51€
- OTROS:
- Calzado: 15,22€ 15,22€
- Postales: 10,09€ 10,09€
- Higiene: 7,07€ 7,07€
- Accesorios móvil: 5,09€ 5,90€
- Conexión Internet: 29,65€ 29,65€
- SUBTOTAL: 0€ 67,93€ 67,93€
- TOTAL: 228,61€ 551,50€ 780,11€
- Paellas: 179,69€
- Casa Kellie: 128,23€
- Propina Anne: 20,97€
- Póker: 78,62€
- TOTAL: 407,51€
- TOTAL: 372,61€
El gasto no es muy elevado para ser Nueva Zelanda e incluyendo un roadtrip. Una gran parte del gasto es, obviamente, la gasolina.
Y gracias a que todavía pude trabajar los primeros días del mes, la cosa se compensa bastante.
De esta manera mis saldos mensuales quedan, pues, tal que así:
- DIC’15: 345€ (Media: 345€)
- ENE’16: 393-19 = 374€ (Media: 360€)
- FEB’16: 387€ (Media: 369€)
- MAR’16: 468-290 = 178€ (Media: 321€)
- ABR’16: 301-39 = 262€ (Media: 309€)
- MAY’16: 880€ (Media: 404€)
- JUN’16: 925-12 = 913€ (Media: 477€)
- JUL’16: 765-30 = 735€ (Media: 509€)
- AGO’16: 602-507 = 95€ (Media: 463€)
- SEP’16: 864-641 = 223€ (Media: 439€)
- OCT’16: 1.090€ (Media: 498€)
- NOV’16: 706-753 = -47€ (Media: 453€)
- DIC’16: 1178-1057= 121€ (Media: 427€)
- ENE’17: 760-1529 = -769€ (Media: 342€)
- FEB’17: 768-276 = 492€ (Media: 352€)
- MAR’17: 1052-106 = 946€ (Media: 389€)
- ABR’17: 818-67 = 751€ (Media: 410€)
- MAY’17: 1.326€ (Media: 461€)
- JUN’17: 328€ (Media: 454€)
- JUL’17: 468€ (Media: 455€)
- AGO’17: 986€ (Media: 480€)
- SEP’17: 658-677 = -19€ (Media: 458€)
- OCT’17: 780-408 = 372€ (Media: 454€)
- TOTAL: 10.437€
- MEDIA MENSUAL: 454€
La media varía poco con respecto al mes pasado, pero me mantengo en unas cifras razonables para un viajero austero. 😉
Planes…
Me queda un mes de visado en Nueva Zelanda, el mes de noviembre, y me gustaría exprimirlo del todo. Alex quiere llevarme a más montañas y a hacer escalada de roca y yo… encantado, claro. Además también quiere enseñarme Queenstown, una de las ciudades más famosas de la Isla Sur y no me quiero ir sin visitarla. Espero que me dé tiempo.
Sebastian vuelve el día 14 de noviembre, que es cuando dejaré mi housesitting, así que me quedan dos semanas para explorar.
Después… tengo un housesitting muy chulo en Melbourne, cuidando de dos perretes, entre el 15 de diciembre y el 19 de enero, es decir, todas las Navidades. Me apetece mucho volver a pasar mis Navidades y Fin de Año allá, con todos lo amigos que he hecho.
Para las dos primeras semanas de diciembre aún no tengo nada. Me apetece mucho conseguir una motorhome de relocation y recorrerme parte de Australia de nuevo, especialmente la West Coast, que es de lo poco que aún no conozco. He visto varias ofertas entre Broome y Perth que serían absolutamente perfectas.
A ver si pillo una.
…y a seguir disfrutando.
…a seguir viviendo.
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