Costa Rica (Uvita) – En el Hostel Cascada Verde

by | 13 May 2022 | 0 comments

25 marzo – 13 mayo 2022

 

2.339 días viajando…
47 días en Uvita…
2 días en Bahía Drake…

Una vez finalizado el no muy interesante Workaway en Golfito, el 25 de marzo de 2022 me voy a mi siguiente Workaway. Voy a echar una mano en el Hostel Cascada Verde de Uvita, que está a unas 2 horas subiendo por la costa del pacífico. En el Hostel Cascada Verde ya estuve hace 4 años en mi viaje por Costa Rica con mi amiga Mer, y estuve por segunda vez justo antes de llegar a Golfito. Me gustó tanto en esas dos ocasiones que, al ver que el Workaway en Golfito no me convencía, hablé con Julie, la dueña, y me ofrecí como voluntario… y me aceptó inmediatamente, así que… aquí estoy!

El Hostel

Llego a mediodía y me recibe Yurleni, quien, junto con Luisa, lleva la recepción. Ambas son un amor de personas. Yurleni es tica y Luisa es alemana, aunque habla un español impecable. Me han instalado temporalmente en el dormitorio GH7 de 4 camas que hay en lo que llaman el guesthouse, la otra edificación que está en frente de la casa principal.

El hostel, como ya comenté, es una pequeña maravilla hecha por completo en madera y bambú.
En el dorm estoy sólo 2 noches. Luego me ponen en el “under the roof“, el desván abierto que compartiré con otro voluntario portugués, Válter.
Y no sólo con Válter. También lo comparto con… Maddy!
Y no es la única mascota del hostel. También esta Max.
Y hay más mascotas en el hostel. El rey absoluto es Baloo, que es un dramas para reclamar un poco de atención.

El problema con Baloo es que le encanta seguir a los clientes cuando se van a la playa o a alguna excursión y luego no sabe o no quiere volver y nos llaman para que vayamos a por él. Una vez que fui al río a bañarme, cuando volvía, me encuentro a una pareja de huéspedes que viene hacia a mí y a Baloo detrás de ellos. Intento llevármelo conmigo y se niega en redondo. Al final tengo que llamar a Stephan, el dueño, para que venga a buscarlo con la camioneta.

Y luego está Bob, que es el perro de Julie y Stephan y que, en teoría, no vive en el hostel, sino en la casa de ellos, que está cerca, pero me ha cogido tanto cariño que no pasa un día sin que venga a la recepción por su cuenta para hacerme una visita.

Eso sin contar los monos capuchinos que nos visitan algunos días en el bambú que tenemos delante.
Mi idea es quedarme en el hostel como voluntario 2 o 3 semanas y luego seguir mi mototrip. Lo tienen muy bien organizado. Toda las semanas reparten los turnos de 4 horas entre los voluntarios, dejando siempre 2 días libres. Los turnos suelen ser por la mañana para abrir y preparar la cocina y ayudar a las empleadas con el desayuno, y por la noche para cerrar la cocina, dejarlo todo recogido y, en algunos casos, hacer el night guard, vigilar hasta media noche que nadie se salta la regla de silencio absoluto que hay de 22h a 6h. El night guard se lo dan sólo a los voluntarios (no voluntarias) de cierta edad, por temas de seguridad, así que en mis primeros días me toca ese turno. Pero cuando apenas llevo 4 días de voluntario, Luisa anuncia que se va y Julie me ofrece sustituirla en recepción. Para mí mucho mejor, claro. Es mucho más divertido y estimulante el trabajo con los clientes que estar limpiando y vigilando.
Por si fueran pocas mascotas, en la pantalla de la recepción del hostel viven dos geckos que se dan un banquete con los bichos que atrae la luminosidad de la misma.

Lo mejor es que, cuando apenas llevo una semana y acabo de empezar a hacer turnos de recepción, Julie me ofrece que, si quiero, puede darme turnos completos de 7 horas, 6 días a la semana. Y yo acepto encantado, claro.

Pero no sólo voy a hacer eso. El tema es que, por primera vez en mucho tiempo, Julie y Stephan se van de vacaciones 2 semana y nos dejan a los empleados, voluntarios y la manager, Masannah, a cuidar del fuerte. A mí, por ser el “manitas” me piden que sea el “responsable técnico”, el que se haga cargo en caso de que pase algo grave a nivel técnico (agua, electricidad, etc…). Normalmente es Stephan el que se ocupa de lo técnico, por eso me hace un tour por toda la propiedad y me explica cómo funciona todo.

Poco a poco voy conociendo a los demás voluntarios, como Válter (el portugués fiestero), Alina (alemana, con quien mejor me llevo), Tracey (Creo que sudafricana, con quien no me acabo de llevar muy bien), Spencer (de Texas), Asha (nigeriana), Marteen (alemán que viene también en su propia moto)… y Manassah, americana y manager del hostel, quien parece bastante distante, pero con quien poco a poco me voy ganando su confianza.

Mi rutina

Por lo general me levanto al amanecer, sobre las 6h, y me voy a la terraza para hacer mi sesión de yoga. Aunque el yoga mañanero me suele dar pereza, las vistas aquí animan mucho.

Después viene el desayuno, uno de los mejores momentos. En el hostel se ofrecen desayunos a los huéspedes y, por lo general, no está incluido para los voluntarios (salvo que trabajes en turno de mañana). Pero mientras están fuera, nos lo han incluido. Así que Sulay, nuestra maravillosa cocinera, me prepara el gallo pinto (frijoles con arroz) con huevo que tanto me gusta.

Mi turno de recepción suele ser de tarde y empieza a las 14h, por lo que tengo la mañana libre. Algunos días los dedico al blog o a trabajar…

…pero la mayor parte de los días me hago alguna excursión por los alrededores, como contaré más abajo. Para comer o cenar, tengo a mi disposición una de las mejores cocinas que he visto en un hostel. Así que aprovecho para hacerme cosas sanas y ricas.

Y 6 de cada 7 días tengo que entrar a trabajar de 14 a 21h en la recepción, con los check-ins, haciendo el tour de bienvenida a los clientes, poniendo las lavadoras de los huéspedes que lo piden, atendiendo cualquier duda o petición y, finalmente, cerrando a las 21h. La verdad es que me encanta y me divierto. Y Julie me lo valora muchísimo. Cuando termino, me hago algo de cena, me pongo un capítulo de serie y a dormir!

Mi rodilla

Como comenté en el post anterior, durante mi workaway en el catamarán sufrí una aparatosa caída por las escaleras del barco y me di un fuerte golpe en la rodilla. Mi seguro, informado de que me trasladaba a Uvita, me ha buscado un médico aquí, el Centro Médico y Estético Vargas. Me atienda la mismísima Dra. Miriam Vargas que, cuando sabe qué soy un viajero, dedica más preguntas a mi actividad que a mis síntomas. Le apasiona lo que hago y dice que le encantaría hacerlo a ella misma, si no fuera por la cantidad de convenciones sociales y cargas materiales que la rodean… como le pasa a casi todo el mundo. Me examina y me dice que no da la impresión de que haya nada roto. Que si reposo, se me debería ir pasando en una par de semanas…

…pero no. Después de un par de semanas, parece que duele más. Vuelvo a la Dra. y me manda a hacerme una radiografía en el Uvita Urgent Care.

Y salgo así de guapo.

En resumen, no se ve nada a nivel de hueso. Podría ser de tendones, pero para eso hace falta RMN. Pienso que esa prueba será tan carísima que luego me van a penalizar el seguro, así que mejor espero a ver cómo evoluciono. Y poco después, el dolor va remitiendo y para cuando escribo estas palabras (6 meses más tarde) mi rodilla está perfectamente. A pesar del fuerte dolor, parece que al final no fue nada.

Mis excursiones

Pero, como comentaba, y como suele ser habitual en mí, gran parte de mi tiempo lo dedico a explorar los alrededores. Aquí van relatadas algunas de mis excursiones.

27 Mar – Uvita

Mi primera salida es un paseo por los alrededores del hostel…

…que se me va un poco de las manos y acabo llegando hasta Uvita y más allá…
…y, finalmente, hasta la entrada del Parque Nacional Marino Ballena que, como suele pasar en Costa Rica, es un punto de concentración de venta de productos para turistas.

Llego hasta la mismísima entrada del parque y veo que, como en prácticamente todos los parques de este país, hay que pagar para entrar. Y no es barato.

Me acuerdo que cuando estuve aquí hace 4 años, Mer y yo encontramos una entrada a la playa, un poco más al este, por la que se podía entrar sin pagar. Pero parece que se hizo muy popular y ahora es una barrera infranqueable con otra taquilla.
Digo que se me va de las manos, porque al final es un paseo como de 2 horas y aún no tengo bien la rodilla, pero me apeteceía conocer los alrededores.

31 mar – Playa Hermosa

Pocos días después me voy con Válter, mi compañero de “habitación” a Playa Hermosa con la moto. Playa Hermosa es la playa más cercana a Uvita a la que se puede ir sin pagar y hace honor a su nombre.

2-3 abr – Bahía Drake (Península de Corcovado)

El 31 de marzo estuve hablando con mi amiga Anna Tusell, la que fuera escenógrafa de muchos de los musicales que he dirigido con mi compañía Tela-Katola, y me comentó que guardaba muy buen recuerdo de su viaje por Costa Rica años atrás y, muy especialmente, de su visita a la península de Corcovado. En concreto me habla de los maravilloso días que pasó en la Finca Maresia, un alojamiento regentado por un español cerca de la famosa Bahía Drake. Animado por esta información, me pongo en contacto con Miguel, el dueño español, y me ofrezco como voluntario como una opción para poder conocer la zona cuando termine en Uvita. Miguel me dice que no necesita voluntarios ahora, ya que tiene a su sobrino haciendo esa labor, pero que le interesa mucho mi historia de viajero y estará encantado de recibirme como invitado cuando quiera. Y como justo ese fin de semana lo tengo libre, le digo de pasar una noche allí y me acepta sin dudar. Así que el sábado 2 de abril pongo rumbo a Corcovado. Miguel me ha dicho que será cuestión de un par de horas en moto o poco más.

Salgo sobre las 9h y hago una parada en el Mercado de Bahía Ballena que sólo abre los sábados.

Por el camino veo una de las muchísimas e inmensas plantaciones de palma que cubren una buena parte de la superficie de Costa Rica (sacrificando la selva para ello). La semilla de la palma se usa para sacar el famoso aceite de palma y es así de “pequeñita”.

También paso por el Centro Comercial Plaza Ventanas, famoso por las estatuas de dinosaurios. cada uno atrae a los turistas como puede.

Tal y como me indicó Miguel, llego hasta Sierpe, que viene a ser como la entrada a la península de Corcovado. Hasta aquí ha sido todo carretera asfaltada y fácil y se tarda poco más de 1 hora. A partir de aquí, la cosa cambia. Para empezar hay que pagar 2.000¢ (3€) para cruzar el caudaloso Río Sierpe utilizando un lanchón oxidado (lo llaman ferry muy optimistamente) que es impulsado por un pequeño bote a motor que está literalmente atado a él.

La experiencia de cruzar ya es toda una aventura de por sí.
A partir de aquí la cosa se anima. El camino (pista de tierra y grava, pero bastante compacta) que circula dentro del bosque es una pasada. A ratos el camino empeora pero por lo general se puede controlar bastante bien. Al rato me encuentro con un río que corta el camino y que no hay más remedio que cruzar.
Lo cruzo sin demasiada dificultad, ya que el agua llega solo a media rueda. El sendero continúa casi paralelo al río Sierpe a la altura de su desembocadura.
Poco después del pueblecito de Progreso, me encuentro con el cruce de río más complicado, tal y como me había avisado Miguel.
Lo veo complicado por lo profundo y por el caudal que lleva. Así que espero a que pase otra moto y me fijo por dónde pasa. Se va hacia la izquierda y veo que hay un paso mucho menos profundo que, aunque sigue siendo complicado, se puede hacer.
Me patina un poco la moto y me mojo las piernas, pero consigo pasar sin caerme. Un rato después ya estoy a la vista de la famosa Bahía Drake.
Poco después cruzo el pequeño pueblo de Bahía Drake y llego hasta la Finca Maresia, que está un poco tierra adentro. Miguel me dijo que serían unas dos horas, pero creo que ha sido extremadamente optimista. Yo he tardado más de 4 horas, aunque he hecho algunas paradas. Me recibe uno de los empleados (parece que Miguel está fuera) y me lleva hasta la habitación que me han asignado. La propiedad es enorme y todas las habitaciones son pequeñas cabañas diseminadas por el terreno alrededor de la casa principal.
Y no me voy a quejar de la habitación que me han dado, no.

Después de instalarme conozco a Miguel, un español viajero que se compró este terreno en 2006 y construyó esto un año después junto a su pareja, que es arquitecta. Le pido que me recomiende algún lugar cercano para visitar, ya que sólo voy a estar una noche. Me dice que vaya a la Playa del Rincón, a unos 20 min con la moto. El camino está muy bien, pero, de repente, cómo no, un río. No falla. Me encuentro un hombre del lugar y me dice (le medio entiendo)

– Vaya con cuidado. Ha llovido en las montañas y va a subir el nivel del río.
– Peroooo… que tengo que volver por aquí!!
– SI vuelve en hora u hora y media, le da tiempo.

Justo lo que no quería, ir además con el agobio de que a la vuelta no pueda cruzar este río. En fin, lo cruzo con algo de dificultad. Me patina un poco, pero lo salvo bien… …y al poco me encuentro otro río (¿¿Pero, en serio??). En éste me meto primero caminando para calcular por dónde es menos profundo y transitable y, al final, lo consigo cruzar también. Y poco después llego a la Playa Rincón de San Josecito.

El lugar es una pasada. Prácticamente no hay nadie. Es la típica playa paradisíaca tropical, pero sin nadie. Palmeras hasta la arena, una pasada.

Me doy un paseo, me hago una sesión de fotos, me doy un baño rápido y me vuelvo, que no quiero que me pille la subida del río. Cuando cruzo el primer río de vuelta, me encuentro una familia con dos coches que no se atreven a cruzar. La verdad es que con coche es bastante más arriesgado. Deciden dejarlos aparcados e ir andando. Vamos a por el segundo río. No parece que haya crecido nada.

Como es aún pronto, en vez de volver al hotel, me voy al pueblo de Bahía Drake.

Me recuerda mucho a Tortuguero. La playa es como la del Rincón pero cuando ya la ha invadido el turismo. Gran diferencia. Que pena cómo lo invadimos todo.

Vuelvo al hotel. Al llegar, el encargado me pregunta si voy a cenar, que hay que decirlo ya, porque es con reserva. Qué presión. Son $18, muchísimo más de lo que normalmente me gasto en comer. De repente me encuentro en un terrible compromiso. Si le digo lo que yo prefiero, que es cenar por mi cuenta en el pueblo (mucho más barato), quizá Miguel había pensado en cenar conmigo e, incluso, en invitarme. En ese caso quedaría muy feo no cenar aquí. Así que me veo obligado a aceptar.

Mala decisión

Al final la cena es en una gran mesa única llena de turistas adinerados. Como todos van en parejas, me toca presidir la mesa. A ambos lados tengo a una pareja de alemanes hablando en alemán. Los siguientes son dos ingleses, y luego cuatro franceses. Cuando los alemanes y los ingleses se ponen a hablar, por fin entiendo algo, pero la conversación no me interesa en absoluto. Todos hablando de tours y cosas turísticas. Y, como me temía, Miguel no cena con nosotros. Me siento completamente fuera de lugar. Espero que Miguel no me haga pagar los $18, porque por menos de la mitad me hubiera ido al pueblo y me hubiera pillado una birra con algo de comer y hubiera estado tan ricamente yo solo. Sí, a veces no soy demasiado social.

Qué difícil es a veces tomar la decisión acertada cuando no se tiene toda la información.

Me voy a la cama pronto, porque mañana debería ponerme en camino temprano, teniendo en cuenta lo que se tarda en volver.

Me despierto desorientado por la noche con un ruido ensordecedor. Lluvia tropical. Me quedo agobiado pensando en los ríos que debo cruzar a la vuelta. Ay madre…

Me levanto sobre las 7 con dolor de cabeza y mal cuerpo. Y eso que la cama es supercómoda.

Voy para arriba. Veo gente desayunando. Estoy casi seguro que el desayuno está incluido, pero como yo no he pagado habitación, me da palo tomar nada si no me lo ofrecen. Al rato un empleado me ofrece café y acepto extremadamente agradecido de poder tomare una dosis.

Al poco llega Miguel y charlamos un rato. No sé muy bien cómo preguntar de una forma elegante si debo o no pagar la cena. Al final opto por un discreto…

– ¿La cena te la puedo pagar en colones o por tarjeta?
– No, hombre, no… que tu viajas sin dinero, estás invitado, faltaría más.

Molaría, ¿eh?

Pues no. Ha sido…

– En colones mucho mejor, que por tarjeta me cobran comisión.

Me cuenta lo bien que le va, incluso a pesar de la Pandemia y que se resiste a volver a Madrid a trabajar allí, porque aquí gana mucho mas.

En fin.

Me despido dándole las gracias (muy sinceramente, ha sido un detallazo) por su hospitalidad. Lo bueno es que me recomienda volver por otro camino que es un poco más largo pero sin cruzar ríos, que es lo que me tenía acojonado. Se trata de ir en dirección a Puerto Jiménez y una vez ahí, girar hacia Sierpe.

Y, efectivamente, es muchísimo mejor. No solo eso, me siento muchísimo mas seguro con la moto, ya que voy casi siempre en 3ª y por las pistas forestales. Por fin consigo quitarme el dichoso miedo.

Para las 10h ya estoy en el Río Sierpe, que vuelvo a cruzar en la barcaza. El dueño me dijo que tocara el claxon al llegar, pero no hace falta, porque le pillo en plena faena.
Tardé 4 horas en ir y, en cambio, tardo 3 en volver. Mucho más tranquilo.

Llego a las 11 y poco al hostel, me instalo (hogar, dulce hogar) y pongo a cocer unas lentejas y prepararme para el turno de la tarde.

7 abr – Cascada Remota del Río Uvita

Pocos días después quiero visitar una cascada que me han recomendado que está bastante lejos. Como mi rodilla aún no está bien del todo, decido hacerme la ruta en moto, aunque el camino es un poco difícil y resbaladizo a momentos.

En moto no se tarda gran cosa. La Cascada está menos lejos de lo que pensaba. La ventaja es que no hay ni Dios. Así es la llegada, una vez que aparco la moto.

Y así es como hago para hacerme la “foto oficial“.

8 abr – Supuesto Mirador

Al día siguiente, como la rodilla parece que va a mejor, tiro montaña arriba para buscar un mirador que viene indicado en el OpenStreetMap. La subida es brutal, nunca había subido una pendiente tan fuerte durante tanto tiempo. Tengo que caminar en zigzag para aguantar. Estoy empapado como si me hubieran tirado un cubo de agua encima.

Es tan empinada, que está llena de señales indicando que es sólo para vehículos 4×4 (menos mal que no he venido con la moto) y que la preferencia es siempre para el que sube, porque, si te paras, a ver quién es el listo que vuelve a ponerse en marcha con esa pendiente.

Cuando llego al supuesto mirador desde el que supuestamente se ve la Cola de Ballena que es el Parque Nacional, me encuentro una pequeña explanada con el césped cortado desde la que no se ve nada, porque todo es tapado por los árboles.

9 abr – Cascada Remota y Dominical

Día libre. Así que, después de la sesión de yoga, decido irme de nuevo a la Cascada Remota con la moto, con la idea de probar a ir más allá por esa “carretera” a ver a dónde me lleva.

Llego a la cascada, cruzo el río sin demasiada dificultar y sigo… no mucho. Lo que me encuentro es una pista muy-muy empinada y llena de barro. Noto que las ruedas de la moto patinan. Da mucho yu-yu, la verdad. Y podría subir (más o menos) si me lo propongo, pero si empieza a llover, la bajada sería casi imposible sin caerme… y está muy nublado. Veo en el mapa que queda muuucha distancia para llegar a cualquier sitio habitado, así que vence la prudencia a las ganas de aventura y doy media vuelta.

Y veo que he hecho bien, porque efectivamente bajar la pendiente llena de barro que acabo de subir acojona muchísimo. La moto patina un huevo y parte del otro. Consigo bajar hasta el río por los pelos sin caerme. Lloviendo sería imposible.

Vuelvo y, como es pronto, decido irme a visitar Dominical, un pequeño pueblo muy turístico cercano a Uvita. No acabo de entender el éxito de estos lugares pequeños que se convierten en hiperturísticos, como Dominical o Bahía Drake. Da la impresión de que, alrededor de una playa que no está mal (pero hay tantísimas playas increíbles por todas partes que no veo la diferencia) se crea un montón de comercios y actividades que atraen a los turistas. Pero entonces al final la atracción no es el lugar, sino todo lo que se genera alrededor. Lo veo como muy absurdo.

Y ésta es su playa. Juzguen ustedes.

10 abr – Pozas Cercanas

Al día siguiente (estoy haciendo excursiones casi todos los días. Bien por mí), me voy con la moto (debo descansar la rodilla) hasta las pozas que hay un poco más allá del bosque de bambú.

Desde allí, voy caminando sobre las piedras río arriba. No hay un alma a la vista. El lugar es increible.

12 abr – Pozas del Bosque de Bambú

Dos días después me doy un paseo hasta el Bosque de Bambu y tomo un camino bastante escondido y que no sale en los mapas que sale hacia la derecha y me lleva hasta el Río Uvita. Hacia la iquierda veo unas pozas con bastante gente, así que decido explorar hacia la derecha. Por el sendero que va junto al río, me encuentro esta marabunta.

14 y 16 abr – Playa Arco

Hoy, 14 de abril, es Jueves Santo y como es mi día libre, le pregunto a Yirleni por sitios a los que ir. Me da varias recomendaciones, pero la que más me convence es la de Playa Arco, una playa cercana (pero apartada de la carretera) a la que supuestamente sólo se puede llegar caminando (y sólo con marea baja) desde Playa Ballena, que sí tiene aparcamiento (de pago). Pero Yirleni me comparte un acceso secreto que sabe poca gente para llegar por un sendero bastante oculto desde la carretera. Aquí os muestro un resumen del paseo. Cuando llego, la playa es espectacular. No hay nadie. Un jueves Santo con todas las playas llenas de gente y yo aquí absolutamente solo. Maravilloso.

No soy mucho de playas, pero esto desde luego es otra cosa. De mis favoritas a partir de ahora.

Como decía, el acceso “normal” a la Playa Arco es desde Playa Ballena por una gruta que atraviesa el acantilado que separa ambas playas. La gruta sólo es atravesable cuando hay marea baja. Ahora, como se puede ver, está bastante alta.

Dos días después, el 16 de abril, vuelvo de nuevo a Playa Arco con mi compañera Alina, una chica alemana encantadora que también está de voluntaria en el hostel. Es con la que mejor me llevo, probablemente porque es la menos joven y la más centrada.

En esta ocasión la marea está más baja y puedo probar la emocionante experiencia de cruzar la gruta hasta Playa Ballena.

19 abr – Cascada Escondida

He ido unas cuantas veces a las pozas que hay un poco más allá del bosque de bambú, pero nunca había encontrado una cascada escondida que me han dicho que hay por aquí y que estaba indicada en OpenStreetMaps.

Hoy, por fin, siguiendo un pequeño afluente del Río Uvita, he sido capaz de encontrarla.

21 abr – Cascada El Pavón

Buscando lugares interesantes en Internet, he visto varias veces una cascada con una gran roca encima. He estado buscando y he encontrado que se trata de la Cascada El Pavón, que está relativamente cerca, así que, dos días después, para allá que voy. Y así de espectacular es la llegada.

Cuando llego no hay nadie, pero, como se puede ver, no hay mucho sitio donde “estar” excepto en el agua. Cuando llega una familia, aprovecho para pedirles que me hagan una foto para mi album Hands-Up!.

Foto de espontánea

23 abr – Bajada a la Cascada Uvita

Ayer estuve en unas pozas cercanas que me enseñó Josee, una huésped canadiense. Hoy he pensado en volver a esas pozas, que son parte del Río Uvita, un poco por encima (norte) de la famosa Cascada de Uvita, y probar a seguir el río hacia abajo (sur) hasta ver si puedo llegar a la Cascada… y sin pagar entrada.

El camino no es fácil, ya que no hay sendero. Prácticamennte debo ir de piedra en piedra por dentro del río. En algunos momentos es verdaderamente difícil, pero siempre muy emocionante.

Cuando por fin llego hasta arriba de la cascada, me doy cuenta de que no puedo bajar por la escalera, ya que va directamente al agua y llevo la mochila. Encuentro un sendero que más o menos va bajando, pero está sudo superprotegido con alambradas para que no puedas entrar en a zona de abajo. Madre mía, cuánta seguridad. Al final consigo encontrar un hueco para entrar y… prueba superada.

Aquí un resumen de la excursión.

24 abr – De Playa Hermosa al Parque Nacional Marino Ballena

Al día siguiente le propongo a Alina, mi compañera alemana, hacernos una excursión a Punta Uvita (la famosa Cola de Ballena del Parque Nacional Marino Ballena) pero dando un rodeo por Playa Hermosa para no pagar la entrada. No puedo evitar estar en desacuerdo con la idea de poner puertas a la naturaleza y cobrar entrada. Ésta es mi forma de protesta contra algo que considero antinatural.

Nos hacemos algo de comer para llevarnos y nos vamos para allá. Apenas hemos salido del hostel y nos encontramos con Jagoda, una huesped polaca, que se une a nuestra excursión.

Mi idea era seguir la carretera principal hasta la entrada de Playa Hermosa, pero cuando llegamos al cruce con la carretera, miro el mapa de OpenStreetMaps y veo que hay una opción más corta e interesante que andar por la carretera.

Cruzamos la carretera y seguimos por la Calle Uvita hasta que gira a la derecha y se convierte en la Calle del Colegio. Seguimos esta calle hasta que llega a un arroyo que debemos cruzar. Es bastante más profundo de lo que parecía, pero al final logramos hacerlo sin mojarnos demasiado.

A partir de ahí seguimos por un sendero lleno de barro que va cruzando el bosque. No hay un alma por esta zona. El camino es interesantísimo.

Seguimos el sendero hasta el Río Higuerón, que también debemos cruzar, y continuamos por un sendero que nos lleva directamente a Playa Hermosa, en su parte más al sur.

Foto de Alina

Desde ahí, caminamos hacia el sur, hacia el Parque Nacional…
…hasta llegar a la desembocadura del Río Uvita, que marca el límite del Parque Nacional Marino Ballena. Cuando el río viene fuerte, puede ser un poco complicado de cruzar, pero hoy viene suave (no ha llovido últimamente y la marea está baja) así que lo cruzamos con facilidad… y ya estamos en el Parque Nacional!

Seguimos andando por la playa en dirección a Punta Uvita.

Llegamos a Punta Uvita. La veo por primera vez con la marea baja y se puede apreciar la famosa forma de cola de ballena. Es curioso de ver, pero no sé si es como para cobrar $6 la entrada.

Nos hacemos la sesión de fotos, claro.

Foto de Alina

Nos damos un baño, comemos y volvemos, ahora sí, por la puerta principal.

Aquí va un video-resumen de la excursión:

29 abr – Subida a la Cascada Uvita

Después de unos días de tranqui, me hago otra excursión. Quiero probar de nuevo a llegar a la Cascada de Uvita, pero esta vez río arriba (de sur a norte).

Para ello debo encontrar un acceso al río. Lo encuentro accediendo por una calle que sale hacia la izquierda de la Calle Bejuco y que lleva hasta el Albergue Osa del Río. Justo antes de entrar a la propiedad, hay un sendero bien escondido a la izquierda que lleva hasta el río. Un lugar perfecto para empezar la excursión.

El camino no es fácil, hay que mojarse, pero mola todo. Es bastante más corto que lo que bajé la otra vez. En nada llego a la cascada que está llena de gente… que han pagado su entrada.

Como hay tanta gente, retrocedo un poco y me quedo en una poza donde hay un sitio para saltar. Lugar perfecto para hacerme una foto para mi álbum Hands-Up!
Y, de nuevo, un video-resumen de la excursión:

1 may – Cascadas Lejanas

Hoy es mi día libre, así que toca excursión tocha. Quiero encontrar una cascada lejana que me comentó Josee, la huésped canadiense, hace unos días. Se trata de llegar a la cascada a la que fui en moto el 4 de abril, pero esta vez quiero ir andando y, una vez allí, seguir el río hasta encontrar otra cascada que me han dicho que es espectacular.

Así que voy por la Calle Uvita

…pero, en vez de tirar hacia las pozas, sigo por la Calle de Santo Domingo.
El camino es un sendero maravilloso que atraviesa el bosque, donde puedes encontrar de lo más bello a lo más… ejem.

Finalmente llego a la mini-cascada del otro día. He tardado sólo 1h y 10 minutos. Pensé que estaba mucho más lejos. Cuando lo hice en moto, se me hizo muy largo.

Desde ahí voy río abajo, que es donde creo que está la cascada, pero no hay forma.  El río va muy fuerte y no hay por donde pasar. Es demasiado peligroso. Vuelvo al sendero y avanzo para ver si encuentro algo… y ¡bingo! Muy poco después me encuentro un sendero hacia la derecha muy escondido y no indicado en el mapa. El sendero me lleva hasta un afluente del Río Uvita.

Veo que hay un sendero casi cubierto por la hierba alta (y yo con sandalias. Espero que no haya serpientes) que sigue el afluente río arriba. Y de esta manera me voy encontrando varias pozas y cascadas absolutamente alucinantes. Mucho más impresionantes que la famosa Cascada Uvita.

Es curioso como muchas veces lo que nos venden como atracción turística es algo mucho menos interesante o espectacular que aquello que podemos encontrar por nosotros mismos si somos suficientemente aventureros.

Así que aquí va un largo video-resumen de la excursión. Merece la pena.

He subido la ruta a mi perfil de Wikiloc para disfrute de los locos aventureros como yo.

6 may – Subida a la Colina

Sigo empeñado en encontrar un punto alto desde el que ver la cola de ballena del Parque Nacional. Esta vez pruebo a subir por el camino que atraviesa el Río Uvita río arriba. Una vez que paso el río, tomo un desvío a la derecha pensando en hacer un loop y volver por el otro camino, tal y como me marca el mapa. Pero, para mi sorpresa, este camino finaliza abruptamente y sin posibilidad de seguirlo.

Regreso sobre mis pasos y subo por el camino original. Paso al lado de algunas “casitas” que deben tener unas vistas de las de no quejarse.

Llego hasta una casa desde la que más o menos se aprecia la cola de ballena, aunque la marea no está muy baja.

Aquí un vídeo-resumen de la mini-excursión.
Por cierto, esa misma tarde, cuando voy con la moto a hacer la compra, me encuentro esta bucólica escena.

Esta ruta también la he subido a mi perfil de Wikiloc, para fardar, más que nada. Se puede apreciar el intento de “loop”.

10 may – Parque Nacional Marino Ballena

Hoy, como tengo tiempo, me hago una de las mejores excursiones que he hecho en solitario aquí.

Mi idea es que quiero entrar de nuevo al Parque Nacional Marino Ballena, pero esta vez siguiendo más o menos el Río Uvita.

El comienzo es parecido a lo que hice el otro día: Bajo por la Calle Uvita, cruzo la carretera, sigo por la Calle Uvita hasta el camino que hay a la izquierda y que cruza el río.

Continúo por la Calle Playa Bahía en dirección al mar. La calle gira abruptamente a la derecha convirtiéndose en Calle Bahía Linda. Esta calle pronto se convierte en una pista amplia sin asfaltar y llenísima de barro y charcos que hay que ir saltando como buenamente se puede. Diría que es intransitable si no tienes un 4×4 o estás dispuesto a llenarte de barro como yo.
Por cierto, en este sendero me siento un poco observado.
La Calle Bahía Linda desemboca directamente en la Playa Colonia. Estoy dentro del Parque Nacional Marino Ballena.
Aunque el tiempo no acompaña, el hecho de estar completamente solo aquí es impagable.

Llego a Punta Uvita, pero estamos en marea alta, por lo que no se ve la famosa Cola de Ballena. En cambio se ve algo muchísimo más interesante: El espigón natural que es Punta Uvita, al sumergirse por la marea alta, produce un fenómeno en el que se pueden ver las olas del mar enfrentándose desde direcciones opuestas. Es algo realmente curioso de ver. No te pierdas el vídeo-resumen de la excursión.

Continúo el paseo siguiendo la Playa Colonia hasta la otra entrada del Parque, esa que hace 4 años era una entrada no controlada y ahora han vallado toda la zona y han puesto una taquilla. Cuando llego, la señorita me dice que no puedo entrar sin pagar. Yo le digo que no estoy entrando, que estoy saliendo. Se queda un momento desconcertada… pero me deja ir, claro.

Continúo por la Playa del Chamán y me dedico a callejear por la zona de La Colonia sin mirar mucho el mapa hasta que consigo regresar.

Aquí dejo un interesante vdeo-resumen de toda la excursión.

Y también he subido la ruta a mi perfil de Wikiloc por si alguno quiere verlo con más detalle, antes de que cierren esos accesos.

11 may – Cascada lejana

Ayer conocí a una huésped alemana, Annika, que me pregunta en recepción por lugares interesantes a los que ir. Le hablo de la cascada lejana a la que fui el día 1. Al final decidimos ir juntos hoy.

Esta vez voy más a tiro hecho y con mejor calzado. A Annika le da bastante terror el último sendero cubierto de hierba alta (yo diría que está bastante más alta que hace dos semanas) por la posibilidad de que haya serpientes. No me cree cuando le digo que yo lo hice en sandalias la otra vez.

Aprovecho que voy acompañado para hacerme la foto oficial para mi álbum hands-up.

Foto de Annika

Despedidas

Y hasta aquí llegan las excursiones… y mi tiempo en este Hostel.

Llegué para pasar aquí 2 o 3 semanas y al final han sido casi 7. Y es que en pocos sitios me he sentido tan valorado y bien acogido como en el Hostel Cascada Verde, muy especialmente por Julie, la dueña, una mujer encantadora y jovial que con su energía es el alma de este lugar y que me ha hecho la vida muy fácil.

Pero al final, a pesar de estar muy cómodo aquí y de estar pudiendo ahorrar un poco de dinero, la inmobilidad y la rutina me está pasando factura y necesito nuevos aires, así que me marcho el día 13 de mayo. La noche antes Julie ha organizado una cena de pizzas con todos los trabajadores y voluntarios del hostel para despedirme.

Foto de… no recuerdo quién

Y en la mañana del 13 de mayo de 2022, después de despedirme de todo el mundo, ya estoy de nuevo subido a Maca para iniciar mi próxima aventura.

Foto de un espontáneo

Conclusiones y planes

Como decía, la experiencia en el Hostel Cascada Verde ha sido maravillosa. Julie y Stephan han sido de los mejores hosts que he tenido nunca en workaway. Extremadamente organizados (son alemanes), alegres y saben valorar a las personas. Piden las horas que corresponden y si quieren más, las pagan. Sabes con antelación tus turnos y tus días libres. Y el ambiente del hostel es inmejorable. Me llevo un maravilloso recuerdo de este lugar al que espero volver por tercera vez.

Pero es verdad que mi plan era comprarme una moto para recorrer Costa Rica en los 3 meses que tengo de visado y al final he estado parado la mitad de ese tiempo. En parte porque era una delicia estar aquí, pero también porque Costa Rica se ha vuelto tan cara, que se estaba haciendo inasumible el ir de aquí para allá durmiendo en lugares baratos (ya no los hay) como hice con Mer hace 4 años. Pero al menos quiero cambiar de aires.

Como se va acercando el final de los 3 meses, estuve sopesando varias posibilidades:

Una posibilidad era ir a Nicaragua con la moto, pero parece que cruzar la frontera con ella no es asunto fácil y al final lo he descartado.

En cambio el trámite para cruzar a Panamá era más realizable. Tendría que ir a San Isidro para conseguir (y pagar) el permiso de salida. Luego en la frontera tengo que pagar el impuesto de salida de Costa Rica (sí, te cobran un impuesto por salir. Cuando lo haces en avión va incluido en el billete), luego tengo que pedir los papeles de la aduana de Panamá y conseguir y pagar un seguro allí para la moto. No es caro, pero es bastante lío.

Y la tercera opción es que me han ofrecido un housesitting cerca de Palmar Norte, en el lado de la montaña, como a una hora de aquí. Antes de dármelo, los hosts, Corry y Thomas, una pareja de alemanes, quieren conocerme.

Así que el pasado 3 de mayo de 2022 fui a hacerles una visita… o al menos lo intenté. Ésta fue la aventura:

Después de 45 minutos por la carretera, cojo un desvío a la izquierda que es un camino de cabras. Corry y Thomas me han advertido que es un poco empinado y complicado hasta su casa, pero después de todo lo que llevo hecho, estoy convencido de que esto no puede ser peor.

¡JA!

Resulta que sí que es peor. El problema es que lleva días lloviendo y el camino tiene trozos terriblemente empinados, muy cubiertos por lo árboles, por lo que están permanentemente a la sombra y permanecen húmedos y, para colmo, está lleno de piedras muy grandes y lisas que patinan como el demonio. Hay trozos en los que tienes que elegir entre pasar por las piedras o por la huella de barro que ha dejado un tractor, y no sé qué opción es peor.

Adelanto al tractor con algunos trabajadores que van a trabajar un poco más arriba y voy tirando más o menos, siempre a punto de caerme cada 2×3. Pero en una de las cuestas especialmente chunga, veo que no ya tira, se me cala la moto y cuando intento frenar con el freno de delante, la moto patina hacia atrás.  Pánico total. Al final la dejo caer, claro. Mejor eso que patinar hasta uno de los barrancos. Llegan los del tractor (Gracias, Universo, porque por lo general aquí no hay un alma) y me ayudan a levantarla y a arrancar. Me dicen que vaya mejor por el barro que por las piedras. Consigo seguir unas decenas de metros más, pero la moto sufre mucho, está tan empinado que ni en primera sube bien y, en una de esas, noto que se suelta la cadena. Consigo bajarme sin que se me vaya para abajo ni se me caiga (de milagro) y consigo ponerla sobre el caballete. Llega de nuevo el tractor. Me ayudan a poner la cadena (merecen un monumento), pero vemos que la pieza dentada que une la cadena con la rueda de atrás está muy suelta, la he forzado demasiado y los tornillos están cediendo. Desisto de seguir subiendo, lo considero imposible y peligroso. Los del tractor siguen para arriba mientras intento comunicarme con Corry, pero no hay cobertura.

Decido volver, pero cuando voy a bajar la moto del caballete, me doy cuenta de que estoy cuesta arriba y que no puedo darle suficiente impulso como para bajarla. Menuda situación absurda. Por suerte los trabajadores del tractor han parado un poco más arriba (de nuevo gracias, Universo) y uno de ellos me ayuda a bajarla y me da algunos consejos para no matarme en la bajada. Sobre todo ir en 1ª. Gran consejo.

Bajo con mucho miedo y cuidado, y por suerte consigo pasar los peores trozos sin caerme, pero con mucho miedete.

Una vez abajo, hablo con Corry, le digo que es imposible subir en moto a la casa y eso, no sólo no me permite visitarles hoy, sino que veo complicado hacer el housesitting si no tengo un vehículo apropiado. Ella dice que tiene un vecino con un Quad (ATV) y que le va a preguntar si me lo puede dejar. Sería una buena opción.

Vuelvo a Uvita y dejo la moto en el taller para el cambio de la pieza y del aceite. Vuelvo a hablar con Corry y me dice que el ATV no está disponible, pero que si estoy dispuesto a quedarme 10 días en la casa sin poder salir, ellos me proveen de comida suficiente y me llevan hasta allí. Me parece justo. El sitio parece una pasada. Así que acepto. Ése será mi próximo destino.

Me queda decidir si aprovechar los días que me quedan hasta que empiece el housesitting para visitar Panamá y así renovar visado al volver o si, por el contrario, quedarme en el hostel haciendo un poco más de dinero, pero teniendo claro que poco después de mi housesitting tendré que irme de Costa Rica.

Al final decido lo segundo. No sé por qué, pero esta vez la soledad me está pesando un poco más de lo habitual y echo mucho de menos a Giada y a Italia, así que estoy pensando en volver para allá en cuanto termine por aquí.

Aunque ya me han aceptado el housesitting, 5 días después, el 8 de mayo de 2022, poco antes de mi partida del hostel, voy a visitarles. Voy en moto hasta el comienzo del camino infernal y allí me recogen en su pick-up 4×4. Cuando veo el resto del camino que me quedaba por hacer, flipo. Le digo a Thomas…

– ¿En qué momento pensaste que yo podía subir esto con la moto?
– Los ticos que trabajan en nuestra propiedad suben todos los días con sus motos que son casi peores que la tuya.
– Ya, pero ellos son ticos… han nacido sobre una moto.

Y es verdad que para ellos es pan comido. Flipas cuando les ves tan campantes por estos caminos que para mí son directamente imposibles.

El lugar es una pasada, con unas vistas de la costa que te mueres. Me dejarán el guesthouse, que está separado de la casa principal (y que de por sí es ya una pasada) y justo con la piscina delante. Un lujo.

Conozco a Elvis, que es un cachorro medio loco que muerde todo lo que pilla, incluidas mis manos. Conozco a las 26 gallinas + 1 pavo que está empollando unos huevos (!!) + 1 pollito de una camada + 6 pollitos de otra camada…

¿Quieres saber cómo fueron mis 10 días allí?

Pues no te pierdas el próximo capítulo.

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