Costa Rica (Mototrip) – En moto por Costa Rica (2ª Parte)

by | 26 Nov 2018 | 2 comments

11 – 26 noviembre 2018

1075 días viajando…
28 días de mototrip por Costa Rica…

Y aquí va la segunda parte de mi mototrip por Costa Rica, que empieza al día 12 de noviembre de 2018 y que se extiende a lo largo de 1.493,4 kms durante 15 días.

El día anterior, 11 de noviembre, dejé a mi amiga Mer, con quien hice la primera parte del mototrip, en el Aeropuerto de San José para regresar a Madrid y yo empecé esta segunda parte en solitario.

Día 14 (12 Nov 2018)

De Alajuela a Santa Elena (Monteverde) (130 kms)

He dormido en casa de Nelson, mi couchsurfing de Alajuela, que no sólo me aloja, sino que me guarda parte de mi equipaje para no viajar en la moto con todo.

Lo primero que quiero hacer antes de reanudar el mototrip es cambiar la llanta de atrás que ya está muy gastada y no conviene llevarla así en los caminos de cabras que hay en este país. Voy al taller que me recomienda Nelson. Mientras espero, me voy a desayunar a la Soda Rosario.

En el taller me hacen cambio de llanta, cambio de aceite, engrase de cadena y ajustes varios. Me sale carillo, 30.000¢ (44€) pero me dice Nelson que ya solo la llanta puede costar 20.000¢, o sea, que está bien.

Me paso por un super y compro un tupper a modo de plato y algo de comida, con la intención de intentar comer por el camino de forma sana y no comer tanto fuera, como hice en el mototrip en España. Por ahorrar y por volver a comer sano. Creo que he engordado un poco.

Vuelvo a casa de Nelson para preparar la mochila. Dejo lo que no voy a usar en una bolsa de plástico y me llevo mis 2 mochilas con lo imprescindible. Y por fin me pongo en marcha. Hay una curiosa mezcla de miedo y excitación. Estoy de nuevo solo en la carretera, con todo lo bueno y lo malo que ello implica.

Mi destino lo decidí anoche. Quiero ir a Guanacaste, una de las zonas más turísticas de Costa Rica, pero también de las pocas que me quedan por visitar, pero voy a intentar ir siempre a zonas con hostels baratos. Como no llegaré en un día, mi primera etapa será en Monteverde, donde ya he visto que hay una zona de hostels.

Todo el trayecto por la carretera 3 hacia el oeste es muy agradable. Paro en el bar de carretera Donde Sandy, que está justo donde se accede a la carretera 1. Voy a intentar tomar menos café y más batidos de fruta natural. Me pido uno de mora. Tengo que acordarme de pedirlos sin azúcar. Están de muerte, claro, pero son una bomba.

La carretera 1 tiene un tráfico feo. Agradezco mucho cuando por fin dejo esa carretera en dirección a Monteverde. El trayecto vuelve a ser muy agradable.

Pero, de repente, se acaba el asfalto. Mi destino es Santa Elena, donde he visto que hay muchos hostels. Pero hasta allí aún quedan 16 kms de pista bastante bien prensada pero, aun así, bastante traqueteante.

No paro de subir. No sabía que Monteverde estaba tan alto. Cuando por fin llego a Santa Elena, resulta estar a unos 1.265m de altitud. Hay mucho viento y frío.

Pregunto en el hostel que me recomendó Nelson, el Mora’s Place B&B, pero no me convence demasiado. No hay demasiadas zonas comunes y me pide 6.000¢ (8,70€) por un cuarto privado con baño. Busco algo mas barato. Veo en Booking un hostel con un 9.3 de puntuación y unas referencias maravillosas, el Garden House. Voy para allá. El acceso es un poco incómodo, ya que está en una zona no asfaltada del pueblo y se llega por un camino de cabras. Pero el lugar resulta ser de lo más familiar, de reciente creación. Lo llevan una pareja: Gabriel (local) y su mujer inglesa, que le propusieron a la hermana de Gabriel convertir su casa en un Hostel. Ellos lo llevan y la hermana se encarga de limpieza y demás.

Están, ademas, el hijo y el gato de la pareja. Todos encantadores. Ponen la cocina a mi disposición y me dan uno de los dormitorios para mi solo, ya que sólo hay una huésped canadiense y nos ponen en habitaciones separadas. Un lujo. Y todo por 4.000€ (5,80€).

Me voy al súper a comprar verduras y me hago un arroz de los míos, que echaba mucho de menos.

Algo más tarde me voy a visitar el famoso bosque de ficus, que es lo único visitable a corta distancia. Pero la verdad es que merece la pena. Los árboles son espectaculares.

Vuelta al hostel para escribir el blog y relax.

Día 15 (13 Nov 2018)

De Santa Elena (Monteverde) a Liberia (97,4 kms)

Me levanto a las 6h para hacer mi sesión de yoga. Hacía días que no lo hacía. Qué bien me sienta. Me hago un desayuno tocho a base de plátano macho, aguacate, tomate y huevo frito. Hay que coger fuerzas para el camino.

Mi intención es subir hoy el Cerro Pelado. Para coger el camino, atravieso el pueblo de Santa Elena.

Pero me llevo la sorpresa de descubrir que el camino en esa dirección es infame.

Se trata de un camino de cabras con tramos de grandes piedras y otros de grava, en general muy complicados para la moto. Se hace durísimo.

De vez en cuando paso por zonas habitadas con vistas muy chulas.

Pero en general, gran parte del camino es completamente deshabitado.

Cuando llevo más de una hora, ocurre la tragedia. Algo suena raro en la moto, como un chasquido. Miro para atrás y me encuentro la cadena en el suelo. Doy por hecho que se ha roto. Estoy un poco en medio de la nada.

Bueno, en realidad no. Estoy justo al lado de una casa completamente aislada. Pero mala suerte, no hay nadie. Empujo la moto hasta la sombra para decidir qué hacer.

Miro Google Maps (menos mal que tengo conexión) y pone que hay una pequeña comunidad llamada San José a unos 500m. Así que recojo la cadena y me voy para allá empujando la moto.

Lo primero que veo una pequeña pulpería dentro de una casa llena de perros.

Le comento a la chica que está allí lo que me he pasado. Me dice que va a avisar a su padre, que es el que sabe.

Su padre, en cuanto llega, le echa un ojo experto a la cadena y ve que no está rota, sino que se ha saltado el seguro que hace el cierre de la cadena (lo que estoy aprendiendo de mecánica). Me acompaña hasta el lugar donde se me rompió para buscar el seguro, pero nada. Es imposible. Así que hace unas llamadas y encuentra a un vecino que tiene esa pieza y que muy amablemente me la trae.

Lo mejor de todo es que no me lo arregla, sino que me deja sus herramientas y me enseña cómo hacerlo, pero me deja que lo haga yo.

No solo me salva la vida, sino que me llevo el aprendizaje de arreglar y colocar una cadena de moto.

Cuando terminamos, me ofrezco a pagar a ambos, pero se niegan y me dicen esa maravillosa frase de “hoy por ti, mañana por mí“. ¿He comentado lo maravillosa gente que son los ticos?

Me despido de todos, incluido el perrete de la casa…

…y sigo por el camino de cabras hasta el Cerro Pelado.

Unos chavales han puesto una puerta y cobran 2.000¢ (2,90€) por acceder. No parece algo muy “oficial”.

Lo bueno es que me vigilan la mochila de la moto y parece que se encargan de hacer el mantenimiento del camino de subida. Hace un sol de muerte y aquello es un secarral, pero mola estar ahí completamente solo. Aunque creo que me estoy quemando.

Llego pronto a lo que me creo que es la cima.

Aunque después me doy cuenta de que la cima es bastante más allá. Intento llegar y aprovecho para sintetizar un poco de vitamina D.

Pero está demasiado lejos y hace demasiado calor, y aún me queda mucho camino, así que vuelvo a la carretera.

Lo de carretera es un decir, sigue siendo camino de cabras hasta que llego a Cañas y por fin aparece una carretera de verdad, pero que rápidamente se convierte en una gran autopista (la primera que veo en Costa Rica) y tampoco mola tanto, la verdad. Conducir a 70 km/h por una autopista con coches adelantando a todo trapo, no es lo más seguro del mundo.

Hago una parada en Bagaces para comer algo. Por referencias y buen precio elijo la Soda la Fuente. Y desde ahí voy ya directamente hasta Liberia, donde decido que ya he conducido suficiente por hoy.

Libera es bastante feo, pero bueno, al menos tiene una calle llena de hostels. Me voy al Bar La Selegna para decidir a cuál me voy. Gana el Hostal Nanku por puntuación y buen precio.

Muy buena atención y me dan una cama en un dormitorio por 5.000¢ (7,25€).

Charlo con la dueña del hostel. Le pregunto por qué hay tanto hostel en una ciudad tan residencial y poco turística como Liberia y me comenta que se debe a que es zona de paso obligada para acceder a Guanacaste, la parte más turística de Costa Rica.

Me doy una vuelta por el pueblo, que tiene algunos rincones curiosos.

Buen nombre para un supermercado.

Y me tomo unas birras en el mismo bar, antes de hacerme la cena.

Día 16 (14 Nov 2018)

De Liberia a Los Pargos (135 kms)

Noche rara. He estado a punto de pedir una habitación individual por lo agobiante que era la habitación de 4, sin sitio ni para poner mis cosas. Y eso que sólo estamos 3. No sé como pueden meter a 4 personas en tan poco espacio.

Me pasé bastante parte de la noche despertándome y pensando que ya había amanecido al ver la luz de fuera y extrañado de que no suene mi despertador. Una de esas veces en que me despierto miro la hora… y son las 3:45!! ¿Cómo es posible que haya luz fuera?Muevo la cortina y me doy cuenta de que la luz que entra por la ventana es de una farola cercana y no del amanecer.

Me levanto a las 6 y hago mi sesión de yoga. Me da la vida. Luego quiero ducharme, pero toca esperar. Sólo hay un baño. Otro punto en contra del hostel. Aprovecho para hacer algunas fotos a la moto para empezar a ponerla en venta.

Me hago un megadesayuno, recojo mis cosas, me despido y me pongo en camino.

Hago mi primera parada en la Playa Panamá. Muy chula. Casi vacía y muy silenciosa. Pero es una parada corta, lo justo para unas fotos.

La siguiente parada es Playa Hermosa. Voy primero a Coco Vílquez para tomarme un zumo de maracuyá y luego visito la playa. También muy chula y vacía.

Después me voy a las Playas del Coco. Es un poco más turístico, lleno de gente y barcos amarrados.

Me tomo un café mientras voy buscando posibles hostels o couchsurfings.

La moto lleva desde por la mañana haciendo ruido raro, como si la cadena golpeara con algo. La llevo a un taller que veo por aquí.

Allí ven que uno de los tornillos que sujeta el piñón de la rueda de atrás está suelto y no se puede volver a poner porque la pieza está rota. El piñón iba bailando, algo bastante peligroso y supongo que es el origen del ruido. Les dejo la moto para que la arreglen. Media hora y 8.000¢ (11,60€) más tarde, vuelvo a ponerme en camino.

Pero a los pocos kilómetros noto que el ruido sigue ahí. Doy media vuelta y vuelvo al taller. Me dicen que es la cadena que toca la chapa del cubrecadena y que no tiene importancia. No me quedo muy convencido, pero sigo mi camino con el dichoso ruido que, a veces, es muy fuerte.

Sigo avanzando. De repente, veo algo en la carretera. Es una serpiente. Pero cuando me acerco, veo que está terriblemente atropellada y sorprendentemente viva, teniendo en cuenta que casi no tiene cabeza.

Voy en dirección a la Playa Potrero. Todo bien… hasta que desaparece el asfalto. Ya estamos, de nuevo en un camino de cabras. Bueno, es bastante compacto, aunque con muchos hoyos. Pero se puede circular decentemente.

Cuando llevo mucho avanzado, me encuentro con un río. Sí, como suena, un río bastante ancho cruzando el camino.

Veo muy complicado cruzarlo con la moto. Pienso en dar media vuelta, pero el rodeo que tendría que dar es tan enorme, que dudo. Me quedo un rato viendo cómo lo cruzan varios coches y veo que no es demasiado profundo. El agua llega como a media rueda. Mi miedo es cruzarlo y que después la cosa vaya a peor.

Cuando veo que lo cruza un coche de guardacostas que viene en dirección contraria, les paro y les pregunto…

– Después del río ¿cómo está la cosa? ¿Se sigue bien?
– Sí, sí… sin problema. Hay algunas cuestas pronunciadas, pero con la moto no tendrás problema.
– ¿Y hay más ríos después de éste?
– No, no, qué va.

Así que me decido a cruzar el río y lo paso sin demasiado problema (gracias a la nueva llanta trasera).

Sigo por el camino y a los 200m… ¡otro río!. ¡¡Más ancho y más profundo!! La madre que parió a los guardacostas…

Esta vez no me lo pienso demasiado y me lanzo. Me mojo bien los pies y los pantalones, pero lo cruzo de tirón y sin caerme. No puedo pedir más.

Después de eso hay cuestas pronunciadas y trozos en bastante mal estado, pero nada que no haya hecho ya. Y, por fin, llego a la Playa Potrero. Muy chula también.

Aprovecho la parada para ojear Booking. Veo que la mayoría de los hostels baratos están en Tamarindo. Así que me voy para allá.

Breve parada en la Playa Brasilito.

Y cuando por fin llego a Tamarindo… el horror. Es como estar en Bali. Es una ciudad llenísima de turistas del surfeo y la fiesta. Éste es el Guanacaste del que me habían hablado. Reúne todo aquello de lo que yo huyo.

La playa no está muy llena porque está atardeciendo…

…pero la ciudad es de lo más agobiante que he visto por aquí.

Lo que mejor representa esta ciudad (y este tipo de ciudades hiperturísticas) es lo que me ocurre cuando entro en un bar, el Longboard BBQ, para tomar una cerveza mientras decido lo que voy a hacer. Saludo a la camarera…

– Hola!
– Hello!
– Hemmmm… do you speak Spanish?
– Not really.

¿¿Cómo?? ¿Camarera en un bar de Costa Rica y no hablas español?

– And how do you do with the local people?
– Local people?

Y te das cuenta hasta qué punto está invadido un lugar por el turismo cuando hasta descartan que vaya a haber clientela local.

Me horroriza la idea de quedarme aquí, así que miro en Booking y encuentro un hostel por la zona de Los Pargos, a unos 40 minutos hacia el sur, y que tiene… un 9.8 de puntuación!! Y todas las referencias son maravillosas. No me lo pienso.

Dejar Tamarindo es un alivio y la carretera hacia el sur es especialmente bonita. Voy cogiendo carreteras secundarias por zonas de campo y pueblitos pequeños.

Cuando llego a Paraíso, la carretera acaba y empieza el camino de cabras hasta llegar al Hostel Barba Negra.

No he podido elegir mejor. Me recibe María, la dueña chilena del lugar. Está encantada de recibirme. Soy el único cliente que tienen hoy. Me enseña todo el recinto. El lugar es una maravilla. Todo hecho en bambú. La habitación de 3 me la deja solo para mí.

La zona de la cocina y las zonas comunes son abiertas y una preciosidad de diseño. ¡Y tiene hasta piscina! No se puede pedir más.

Decido que me quedaré aquí más de una noche.

María me habla de un mirador donde ver la puesta del sol, el Playa Blanca Sunset Point. Es bastante tarde, así que me voy para allá corriendo. Todo es camino de cabras y de nuevo vuelvo a encontrarme un enorme charco de agua que tengo que cruzar con la moto, pero estas alturas ya me atrevo con lo que sea.

Cuando llego, ya se ha puesto el sol, pero da igual, el lugar es igualmente impresionante.

A la vuelta compro algo de comida en las pulperías de Paraíso y vuelvo al hostel para darme un baño nocturno en la piscina, que tiene luz. El lugar es mágico.

Poco después conozco al resto de la familia. Jeremie, el marido francés de María, su padre, que está de visita, y Noe, el hijo de ambos. Todos encantadores.

Jeremie me cuenta que estuvo viajando mucho tiempo por latinoamérica (de hecho parece más argentino que francés). En Costa Rica conoció a María. Luego se fue con ella a Chile, luego a Ecuador y finalmente decidieron instalarse permanentemente en el lugar en el que se conocieron. Aquí han montado este pequeño paraíso de tranquilidad.

Me hago cena y a dormir.

Día 17 (15 Nov 2018)

De Los Pargos a Marbella y vuelta (54,2 kms)

Me levanto a las 6 para hacer yoga. Estoy de lo más disciplinado. El lugar también ayuda.

Aprovecho la luz del día para hacer fotos del hostel.

Los baños…

La piscina…

La tienda…

Me hago un buen desayuno y cojo la moto para visitar la playa de Marbella (la de aquí, no la de Málaga, claro). Antes de salir, María me dice que va a hacer una colada y que si quiero aprovechar para lavar algo. Me parece todo un detalle, así que le doy la ropa sucia.

El trayecto hasta Marbella es sin asfaltar, pero merece la pena.

Como se puede apreciar, toda esta parte de Guanacaste es muy tranquila y local. Todo el turismo se concentra en Tamarindo y deja el resto para que lo disfrutemos los que no buscamos fiesta.

Me tomo un zumo de maracuyá en el Tiki Hut Bar y me vuelvo, haciendo una parada en la Playa Lagarto, una playa sin drogas.

Y luego hago otra parada en la Playa Junquillal, famosa por el desove de las tortugas.

Vuelvo al hostel. Piscina, comida, relax, blog… hasta el atardecer, que esta vez no quiero perdérmelo. Vuelvo a ir hacia el Playa Blanca Sunset Point, cruzando de nuevo el enorme charco.

Pero esta vez decido irme a Playa Blanca y ver la puesta de sol desde allí, casi completamente solo.

Día 18 (16 Nov 2018)

De Los Pargos a La Fortuna (221 kms)

Vuelvo a hacer yoga a las 6. Desayuno y recojo. Cuando voy pagar, veo que María me cobra también la colada de ayer. Tal y como me lo ofreció pensé que era cortesía. En fin.

Mi plan inicial es ir a Sámara, para adentrarme más en la península de Guanacaste. Pensaba ir por la costa, pero lo descarto porque Jeremie me dice que hay que cruzar un río muy complicado en esta época, así que voy por la carretera del interior.

Hago una parada en la Soda Titamaru de Santa Cruz para pensarlo mejor y allí decido que no quiero seguir en Guanacaste. Hay una energía que no me hace sentir bien aquí. Quizá  sólo estoy saturado de playas. Así que decido irme a la otra punta del país, al Caribe, pero pasando por el Puente de la Amistad, la Laguna del Arenal y hacer parada en La Fortuna. Ése es el plan que diseño en un minuto.

Me pongo en camino y antes de llegar al puente, paro en una gasolinera para echar gasofa. Me sigue haciendo mucho ruido la cadena, así que le vuelvo a echar otro ojo y… sorpresa.

Se me ha vuelto a caer el seguro que cierra la cadena. Creo que lo puse al revés y por eso debió saltar hace un par de días y por eso me sonaba. Llevo dos días con la cadena medio suelta, bravo.

En la gasolinera me dicen que hay una llantera (una especie de taller especialmente para llantas y neumáticos) justo detrás.

Son muy amables, pero me dicen que no tienen ese seguro, que pruebe en una tienda de repuestos que hay un poco más adelante.

Mientras busco la tienda, me encuentro La Gringa, un pequeño taller mecánico. Allí el encargado me dice que no tienen el seguro pero que no hay problema, que va él mismo a comprarlo a la tienda de repuestos que, efectivamente, está ahí cerca. Así que coge la moto y se va a por ello.

Al poco vuelve y no sólo me arregla la cadena, sino que me la ajusta y engrasa.

Todo por 2.000¢ (2,88€). Igualito que en España, ¿eh?

Cuando me voy me doy cuenta de que ya no hace el ruido de antes, así que está claro que llevaba la cadena suelta desde que salí de Liberia. Es un milagro que haya aguantado sin saltar.

Finalmente llego al Puente de la Amistad y es una pasada.

Aunque visto así se diría que se les acabó el presupuesto a la mitad.

El puente es lo que separa la península de Guanacaste del resto del país. A partir de aquí me siento mucho mejor. Está claro que me sienta mucho mejor la humedad y el frescor de la selva que la sequedad y el calor insoportable de la costa.

Cuando voy por Cañas decido parar para comer. Por referencias de Google Maps me decido por la Soda la Central y resulta ser todo un acierto. La pareja que lo lleva son absolutamente encantadores y atentos. Para beber me pido una limonada (tengo que acordarme de pedir los zumos sin azúcar) y me ponen una jarrita.

Y para comer un casado vegetariano que me hacen a la medida. Es espectacular.

Aprovecho para ir mirando opciones de couchsurfing en La Fortuna. Recibo sólo una contestación, de Claudia, pero me dice que no termina de trabajar hasta las 10 de la noche, así que quedo en visitarla en la taquería donde trabaja, pero me alojaré en un hostel para no esperar hasta tan tarde.

Me llueve un poco gran parte del camino, nada terrible, pero la lluvia me deja una estampa impresionante.

Nunca había visto un arco iris tan bajo ni tan cerca.

Un poco más adelante por fin tengo a la vista la Laguna del Arenal

…la cual rodeo por el norte hasta llegar a La Fortuna.

Lo primero que hago es visitar a Claudia en el Taco y Tequila, donde trabaja de cocinera. Me recomienda que me aloje en el Hostel Selina, que está justo al lado y que luego vuelva y que me invita a algo de cenar. Más maja, imposible. Veo que el Selina tiene muy buenas recomendaciones y es barato, así que voy para allá.

Veo que el Selina es parte de una gran cadena de hostels de latinoamérica que se basan en el entretenimiento para la chavalería. La verdad es que hay ambientazo. Quizá demasiado.

Después de instalarme, vuelvo al Taco y Tequila donde me pido una cerveza y donde Claudia me prepara una sopa de champiñones absolutamente espectacular.

Después de cenar y charlar con Claudia, me vuelvo al hostel, donde me pido otra cerveza y disfruto del ambiente.

La verdad es que no puedo evitar sentirme un poco mayor aquí. En la mayoría de los hostels donde he parado había mucha variedad de edades, pero aquí parece que no haya nadie de más de 25 años!

La verdad es que el Selina se lo ha montado muy bien para atraer este tipo de viajero/fiestero, dándoles justo lo que buscan. Bebidas baratas y una gran zona de entretenimiento.

Al final consigo dormirme a pesar de que la fiesta sigue fuera.

Día 19 (17 Nov 2018)

De La Fortuna a Cahuita (253 kms)

Me levanto a las 6 y hago mi sesión de yoga en el estupendo espacio que tienen para ello en el hostel. No hay nadie, claro. Están todos de resaca.

Me hago un desayuno apañado y espero un poco a que pase la lluvia. Al final salgo y tengo suerte. La lluvia queda atrás.

Si quiero llegar a Cahuita, va a ser mi recorrido más largo de este mototrip. Así que voy bastante de tirón para no llegar muy tarde. Por eso no tengo fotos del recorrido. Eso sí, la moto se porta de miedo. Ni un problema.

Mis pocas paradas son para tomarme zumo de naranja en un puesto de la carretera y para tomarme café poco después, porque voy con sueño. Después me hago de tirón toda la carretera hacia Limón. Hay muchos camiones, pero no es tan terrible como la otra vez, cuando vine con Mer. Y no van más rápidos que yo, por lo que no hay adelantamientos, que es lo más peligroso.

Eso si, hay muchas obras en la carretera, y es que están ampliando carriles. Lógico. La carretera no puede absorber todo lo el tráfico que se mueve por aquí. Es una ratonera.

Hago finalmente una parada para comer en el Restaurante Athagy, donde ya paré con Mer. Estoy molido, pero ya me queda poco. Después de comer hago el último tirón y llego a Cahuita, concretamente al hostel que he escogido para esta vez, el Hakuna Matata.

Tiene muy buenas referencias y está muy tranquilo. Nada que ver con el de La Fortuna. Hay hasta familias con niños.

Las zonas comunes están genial y tiene hasta piscina.

No desaprovecho la ocasión para quitarme el polvo del camino con un buen baño.

Luego me doy un paseo por la ciudad que, al atardecer, tiene un color muy especial.

Aunque no hay demasiados turistas, se puede ver que es un sitio turístico por los tours que se venden.

Cuando llego a la entrada del Parque Nacional de Cahuita, me encuentro en un árbol varios monos carablanca.

Y no soy el único que los ve.

Aprovecho las últimas horas de luz para tirar algunas fotos más.

Y vuelvo al hostel para hacerme una ensalada con lo que me he comprado en un super de aquí.

Día 20 (18 Nov 2018)

De Cahuita a Puerto Viejo (39,5 kms)

Me vuelvo a levantar a las 6. Estoy realmente disciplinado. Llueve, pero encuentro un rincón cubierto para hacer mi sesión de yoga. El desayuno está incluido: Café ya preparado y masa de pancakes para que te los hagas tú mismo. No muy allá, pero bueno, es gratis.

Mi plan es hacerme hoy el sendero completo del Parque Nacional de Cahuita, el que no pudimos hacer completo cuando vine con Mer hace unos días. Pido en el hostel dejar mis cosas ya recogidas en recepción (no hay problema) y me voy para allá.

Sigue muy nublado, pero al menos no llueve.

A las 8:10 llego a la entrada. Como ya comenté, es de los pocos Parques Nacionales de Costa Rica que no cobran entrada. Aunque el acceso es por donativo.

En la entrada me dicen que si me hago el sendero entero son 9 kms y que terminaré en la entrada del Parque del lado de Puerto Vargas y que allí puedo pillar el bus para volver. ¡Vamos a por ello!

El sendero en realidad son varios senderos unidos que van paralelos a la playa. Empiezo por el de Playa Blanca.

Nada más empezar me encuentro una ardilla y otro animal que no estoy muy seguro de qué es.

Sigo por el camino. Voy descalzo. El camino está lo suficientemente bien y es muy agradable poder caminar sintiendo la naturaleza en los pies.

Llego al pequeño río que hay que cruzar para llegar al Sendero Perezoso.

Paso por el antiguo pozo de exploración petrolífera. Ni idea de lo que es, pero ese agua se mueve y está caliente.

Algunos trozos, al ser muy pantanosos, se atraviesan a través de pasarelas de madera.

Pues eso… aunque lo pidan, nada de alimentar a la fauna.

Cruzo el río que da nombre al sendero.

Cojo el último sendero para llegar a Punta Cahuita.

Y, por fin, a las 9:10, justo una hora después de salir, aquí está, Punta Cahuita!

Me encuentro allí a una curiosa pareja de americano y rusa de avanzada edad (parecen sacados de una película de espías) y me hacen esta foto.

Después de la sesión de fotos, me vuelvo a poner en marcha. La idea es seguir el sendero hasta Puerto Vargas. Y por ahí voy cuando, de repente…

Es enorme y espectacular.

En muchos tramos el sendero desemboca en la playa y hay que ir por la orilla.

Después de Punta Cahuita cambia completamente la vegetación. Desaparece la selva y hay un selva mucho más baja.

A las 10:05, dos horas después de empezar, llego a Puerto Vargas, donde me indican que debo dejar la playa y caminar hacia el interior para salir del parque.

A partir de aquí hay un camino de algo más de 2 kms. de pasarela de madera que cruza toda todo el parque a lo ancho, porque es una zona muy pantanosa.

Hasta que a las 10:34 llego al final de la pasarela, donde está el aparcamiento de la otra entrada del parque.

A las 10:38 salgo del Parque Nacional Cahuita por el Sector de Puerto Vargas. Han sido 2’5 horas de recorrido. Un paseo.

Salgo a la carretera. Hay un sol de muerte, ni una sombra y ni rastro de buses que pasen por aquí, así que me pongo a hacer autostop. Por suerte me paran pronto. Son una pareja de ingleses encantadores, Denisse y Kevin, que andan buscando la entrada al Parque. Les digo que es mejor entrar por el lado de Cahuita (lo cual es cierto) y así me llevan hasta ahí.

Me dejan en la puerta de mi hostel, donde recojo mis cosas, la moto y me voy a comer a Soda Kawe.

Después de comer me pongo en camino para mi siguiente destino, Puerto Viejo. Con Mer sólo llegamos hasta Cahuita y tuvimos que volver por falta de tiempo, pero a mí me apetecía conocer un poco más allá del Caribe.

Cuando llego a Puerto Viejo, cruzo la ciudad con la moto. Nada que ver con Cahuita. Es mucho más turístico. Pero curiosamente no me horroriza como Tamarindo. Tiene cierta buena energía, como sabor caribeño. Toda la ciudad está enfocada al turismo y está lleno de guiris, pero también está lleno de gente local y ésa es la gran diferencia. Hay buen ambiente.

Lo primero que me llama la atención es un barco medio hundido que hay en la playa.

Cruzo el pueblo…

…me tengo que parar para hacer una foto a esta señal. Lo que me he reído.

Y me paro en el Hostel Selina (la misma cadena que el hostel en el que estuve en La Fortuna), buscando algo un poco más animado que el Hakuna Matata de anoche, pero uf… es demasiado. En La Fortuna era razonable, pero lo que veo aquí no me atrae para nada, sin contar con que los precios son disparatados. Piden 12$ por una habitación de 18!!

Así que me voy a mi siguiente opción, el Madre Selva Jungle Hostel. Por lo que leí en las referencias de Booking, es la nueva administración del antiguo Maya Hostel. Han abierto hace solo un mes y medio y con muy pocas referencias pero impresionantes (9.9). Y por lo que veo, nada más llegar, es todo un acierto.

Me reciben los dueños en la puerta absolutamente encantadores. Son Martin (argentino, pero no se le nota mucho, es bastante humilde) y Hagit (de Israel). Cogieron el negocio hace poco y están aún trabajando en ponerlo a punto. Están emocionados con el proyecto y agradecen cada nuevo cliente que llega. Ambos me hacen un tour por el lugar y se desviven por explicarme todo.

Hay un dormitorio grande donde ahora mismo hay un grupo de 5 españoles, y otro dormitorio grande donde hay sólo una chica sueca. Me ponen con ella, ya que será más tranquilo. Ya sabemos cómo son los españoles.

El sitio es maravilloso. De una tranquilidad y energía perfectas. Decido quedarme aquí por lo menos dos noches.

Me instalo y me voy, por recomendación de Martín y Hagit, para Punta Uva. Un pequeño saliente en la playa que hay un poco más hacia la frontera. Aparco la moto en la Playa Arrecife

…y me subo a la Foradada de Punta Uva.

El acceso es complicado, porque está llenísimo de barro y muy resbaladizo. La mejor opción es ir directamente descalzo, porque vas a acabar de barro hasta la campanilla.

Paseando por la parte de arriba me encuentro hasta una tumba!

Después vuelvo a la Playa Arrecife y me la recorro entera, de lado a lado. Está bastante llena de gente, pero hay un ambientillo muy chulo. Muchísimas familias y parejas. Cocinando, escuchando música… La playa es una maravilla, incluso para los que no somos playeros.

Ahí conozco a Guille, un argentino encantador que está vendiendo churros por la playa. Me hace gracia, porque en Quepos conocí a dos argentinas vendiendo tortilla de patatas. Parece que los argentinos se han apropiado de la cocina española para hacer negocio! 😀

Charlo con él un rato y, cuando me voy a ir, me lo encuentro andando hacia la carretera, así que me ofrezco en llevarle en mi moto a Puerto Viejo. A cambio me enseña dónde comprar, el Super Old Harbour. Debo confesar que tardo bastante en pillar el chiste del nombre.

Hago compra, vuelta al hostel, relax, cena y a dormir.

Día 21 (19 Nov 2018)

De Puerto Viejo a Manzanillo y vuelta (20,9 kms)

Sesión de yoga a las 6:30. Sudo como nunca. Cómo se nota la humedad. Ducha y desayuno incluido en el hostel. Café y tostadas con miel. También había mermelada, mantequilla y lo que aquí llaman natilla.

No para de llover, así que me tomo la mañana con calma escribiendo el blog. Cuando por fin para, decido que me voy a Manzanillo, el último pueblo de la carretera de la costa. En el camino me encuentro algo que representa perfectamente la tranquilidad caribeña.

Cuando estoy llegando a Manzanillo, me encuentro un espectacular grupo de buitres.

Llego hasta la Playa de Manzanillo.

El lugar es de lo más tranquilo, local, caribeño y poco turístico que he visto por aquí.

Me tomo un segundo desayuno y me voy andando hacia el Refugio de Animales Silvestres Gandoca-Manzanillo. Cruzo el puente que hace de entrada…

…y me llevo la agradable sorpresa de que no cobran entrada.

Hace un día o dos me quemé con el tubo de escape de la moto y la herida no tiene buena pinta y no estoy seguro de que la suciedad del lugar le vaya a venir bien.

Lo primero que me llama la atención es el nunca suficientemente bien valorado trabajo del que barre las hojas en un Parque Nacional.

Lo segundo es que aquí también me encuentro una tumba. No sé cómo va la regulación sobre “quiero ser enterrado en un Parque Nacional”.

Llego hasta el Mirador de Punta Manzanillo y me llevo la sorpresa de que el acceso está roto!

Así que lo cruzo con mucho cuidado por abajo. Está todo lleno de barro y resbala como el demonio.

Pero las vistas desde el mirador merecen la pena.

Intento ir un poco más allá siguiendo el sendero. Tengo que ir descalzo porque el barro llega a los tobillos. Llego hasta una playa muy agradable.

Donde me encuentro a una de las pocas personas que he visto por aquí.

Pero no puedo avanzar mucho más. El terreno es muy complicado, patina demasiado y resulta peligroso. Así que me vuelvo.

Al salir del parque, el guardia del aparcamiento que también hace de guía local, un panameño muy gracioso, me explica que se puede llegar hasta Punta Mona, a más de 2 horas de distancia, pero que hacen falta botas de montaña. Lo dejo para mañana.

Al volver, me tomo un fresco (así llaman aquí a los zumos) en un bar de la Playa de Manzanillo y después me voy hasta Playa Chiquita. Resulta ser una verdadera sorpresa. La entrada es minúscula, muy escondida y sin letrero. Hay que caminar un buen tramo por un caminito estrecho entre vegetación selvática.

Y de repente sales a una playa completamente vacía y espectacular. Me la recorro de lado a lado. De las más chulas que he visto, a pesar del tiempo nublado.

Incluso me encuentro la desembocadura de un riachuelo.

Y de ahí me vuelvo al hostel. Del Madre Selva Jungle Hostel me llama especialmente la atención una especie de piscina con forma de barco sin uso actual y que está ahí en medio.

Lo más impresionante es el mascarón de proa en forma de sirena mirando hacia dentro. Parece casi más una muñeca hinchable.

Me ducho y me doy una vuelta por Puerto Viejo para tomarme una Pilsen.

Día 22 (20 Nov 2018) 

Puerto Viejo.

Ha estado lloviendo toda la noche y por el día continúa sin parar ni un solo segundo hasta la tarde. Así que me tomo el día con calma.

Por fin he coincidido con el grupo de españoles. Son geniales. Hemos desayunado todos juntos.

Son un grupo de guardas forestales e ingenieros agrónomos de vacaciones por Costa Rica.

Por cierto, antes de sentarnos, hemos tenido que despejar una de las sillas, que estaba ocupada.

Dedico toda la mañana y parte de la tarde al blog. Sobre las 16h parece que para la lluvia y me voy a dar una vuelta por Puerto Viejo.

No puedo evitar la tentación de cometer un pecado nutricional terrible.

Además del yate medio hundido, en la Playa de Puerto Viejo hay una especie de plataforma metálica abandonada donde crece la vegetación.

Me vuelvo al hostel y me quedo charlando un buen rato con María y Víctor, una pareja italiana/español, que han llegado hoy. Ella está muy interesada en mi viaje y me hace mil preguntas. Es agradable encontrar viajeros interesados en conocer mi forma de viajar. Es algo que no suelo compartir más allá de este blog salvo que me pregunten. No quiero ser muy Abuelo Cebolleta.

Más tarde me voy de nuevo a Puerto Viejo. He quedado con Anna y Ángel, la pareja catalana que conocimos Mer y yo en La Fortuna y nos volvimos a encontrar en Uvita. Sabía que estaban haciendo un workaway en Puerto Viejo y finalmente nos hemos encontrado.

Antes de quedar, ceno una fabulosa ensalada en Soda Riquísimo.

Con Ángel y Anna he quedado en el hostel en el que trabajan y viven, The Lion Fish Hostel. Ahí nos tomamos una cervecilla y hablamos de nuestros viajes y de qué vamos a hacer con nuestras motos. Ambos estamos ya intentando buscar comprador. La suya la compraron más cara, así que les va a costar un poco más.

Por la noche me da un ataque de diarrea muy fuerte y paso una noche regular de nauseas. No sé si ha sido el helado o la ensalada o vete a saber qué.

Día 23 (21 Nov 2018)

De Puerto Viejo a Sixaola y vuelta (66,2 kms)

Me levanto regulín, con dolor de cabeza y nauseas. Pero ya sin diarrea, menos mal. No desayuno, claro.

Llueve, pero sobre las 10:30 parece que para, así que cojo la moto y me voy hacia Sixaola con la idea de llegar a la Playa Gandoca y, desde ahí, hasta Punta Mona.

Para ello debo seguir el camino de cabras que sale del hostel, pero hacia el sur, hacia la Carretera 36. Es un largo camino sin asfaltar en bastante malas condiciones.

Cuando llevo un rato, me encuentro una pareja que me hacen signos de autostop. Me paro, pero con cara de “esteeeee… que sois dos!”. Pero él me indica por un gesto que es solo para ella. Casi sin esperar mi confirmación, ella ya se ha sentado detrás y se ha despedido de su marido.

La llevo hasta la Carretera 36. Me sorprende mucho el nivel de confianza de subirse a la moto de un desconocido por un lugar muy solitario. Eso demuestra una vez más el tipo de sociedad que hay en Costa Rica. La dejo en la carretera y me agradece el paseo. Yo voy hacia Sixaola. La carretera tiene paisajes curiosos.

Todo está basado en las plantaciones de banana y se nota que los pueblecitos de por aquí son de los trabajadores. En general todo muy humilde pero bien organizado.

Llego a Sixaola, que es el pueblo que hace frontera con Panamá. Me hace ilusión haber llegado a la frontera. Hago un par de fotos…

…y vuelvo para coger el camino de cabras hacia Playa Gandoca. Me encuentro algún cartel curioso.

Cuando llevo avanzados unos 7 duros kilómetros (el traqueteo de la moto no le va bien a mi cabeza dolorida) me encuentro un charco que me desanima por completo.

Veo a otra moto que cruza y el agua le llega por media rueda. Si fuera corto, todavía, pero es que casi se pierde en la lejanía. No me animo.

Media vuelta.

Cuando paso por donde recogí a la chica, me encuentro al marido y me pide que le lleve en el otro sentido. Me agradece haber llevado a su esposa. Qué gente tan agradable. Le dejo en la carretera de Puerto Viejo y vuelvo al hostel a descansar. Mi cabeza me mata y me siento muy cansado. Hagit me prepara un té de manzana/canela con limón. Es un amor.

Por la tarde me voy a Puerto Viejo a tomarme un zumo en la playa…

…y comprar algo para la cena. También me compro vendas y betadine para mi quemadura de la pierna, que tiene pinta de que se ha infectado.

Ceno algo ligerito. Parece que el estómago está mejor, pero aún me duele la cabeza y me siento muy cansado. Pasamos la noche hablando Rotem (una huésped israelí), María, Víctor y yo.

Día 24 (22 Nov 2018)

De Puerto Viejo a Playa Gandoca y vuelta (65,9 kms)

Me levanto como nuevo, así que hago mi sesión de yoga y desayuno. Pensaba ir volviendo hoy, pero hace tan buen día, que decido quedarme un día más.

Decido que con el sol se habrá secado el charco, así que quiero intentar lo mismo que ayer, llegar a Punta Mona desde Playa Gandoca.

Efectivamente, cuando llego al charco, está completamente seco. Genial.

Voy llegando a Gandoca.

Cruzo un pequeño riachuelo en el que mejor no me meto.

Y llego a Playa Gandoca. Aparco en la Soda Kániki (montaña en el dialecto indígena).

Aparco a la sombra del árbol de cacao que hay en el jardín.

Hablo con Rita, la dueña, que es un encanto de persona, pura amabilidad.

Le pido un batido de Maracuyá y le pregunto si puedo dejar la moto ahí mientras voy a Punta Mona y luego vengo a comer. Me dice que claro, que sin problema, y me pregunta si como carne… la primera vez que me lo preguntan!! Me emociono!!

Me tomo el zumo charlando con ella y después me pongo en camino.

El camino a Punta Mona es un sendero paralelo a la playa.

Al poco de empezar llego a una casa abandonada absolutamente alucinante.

Como está abierta y aparentemente abandonada, entro a echar un vistazo.

A la izquierda está lo que debía ser la cocina.

El vestíbulo ha sido tomado por los grafiteros.

Arriba hay una especie de terraza.

Y la habitación principal por la que deduzco que la casa no está tan abandonada. Tiene pinta de estar okupada.

Luego Rita me contará la historia. Es de un canadiense que la mandó construir, pero poco antes de acabarla recibió una gran herencia en Bahamas y se fue a vivir allá a lo grande y pasó por completo de la casa. Madre mía, preferir Bahamas a esto. La casa está en un sitio de ensueño.

Sigo el sendero, pero hay un momento en que el sendero desemboca en la playa.

Y, poco después, llego hasta la desembocadura de un arroyo que, por las lluvias, va bastante caudaloso.

Eso se une a que la marea está alta y el oleaje es muy fuerte. Está complicado pasar. Aún así, ¿quién dijo miedo? Me quito las botas y continúo descalzo, pero a los pocos metros, me alcanza el oleaje, me mojo considerablemente y puedo ver lo profundo que va el río… y digo “¡¡miedo!!”… Ni de coña, es demasiado peligroso.

Busco algún sendero que rodee el obstáculo, pero nada. No hay opciones. Media vuelta.

Llego de nuevo a la Playa Gandoca y, como aún es pronto, pruebo ir hacia el otro lado, a la Laguna Gandoca, una lengua de mar que se mete dentro de la playa.

Llego sin grandes dificultades (aunque el sendero a veces es difícil de ver, pero me apaño siguiendo las huellas). Muy chulo el sitio.

Me encuentro a 5 personas pescando ahí. Las únicas personas que he visto por aquí.

Vuelvo a la soda. Rita me prepara la comida. Tengo ocasión de ver cómo prepara los patacones.

Charlamos un poco de todo. Como dije, tiene un árbol de cacao y me explica cómo lo preparan. Me enseña un recipiente lleno de semillas donde las deja fermentar durante 5 días tapadas y en un sitio oscuro. Luego las pone a secar al sol y ya están listas para tostar. Me vende 1/2 de semillas molidas y sin tostar. La verdad es que creía que estaba comprando cacao en polvo, pero lo que me da es una pasta oscura de un olor muy fuerte. A ver qué hago con ello.

El plato que me prepara es espectacular. Arroz, frijoles, patacones y huevo.

Le comento mi problema para vender la moto y llama a Alfredo, su hijo de 13 años, para que la vea. El chaval es de lo más despierto. Me dice dónde la puedo anunciar y me hace varias preguntas sobre ella. Cuando le digo a Rita que mañana pensaba ir para Cartago, me dice que vaya a Orosi. Me quedo flipado, porque justamente pensaba ir a Orosi, pero pensé que es un pueblo tan pequeño que no lo conocería, pero resulta que ella vivió ahí mucho tiempo. Le digo que voy al Hostel Montaña Linda y resulta que conoce a Sara, la dueña alemana que lo lleva. Le llevaré saludos de su parte.

Me dice que tiene contactos en Orosi y que quizá allí me puedan comprar la moto. Intercambiamos guasaps. Es curioso como ocurren las cosas.

También me dice que hay agencias que me la podrían vender si al final no me da tiempo. Lo tengo que mirar. La verdad es que me empieza a agobiar el asunto. Ya es seguro que me voy de Costa Rica el 27, en 5 días.

Como estupendamente. Les agradezco la comida y la charla. Ha sido genial. Lo mejor de estos últimos días. Me alegra mucho tomar estas decisiones de última hora y acertar.

Vuelvo al hostel para dejar la mochila y me voy a Puerto Viejo a sacar dinero para pagar el hostel mañana. Como la quemadura sigue con mala pinta, vuelvo a la farmacia y me dan un tubo de sulfadiazina de plata, que se supone que es muy específico para quemaduras infectadas. A ver.

Por la noche me han invitado a tomar algo por el Día de Acción de Gracias en el Gypsea Café, un local supuestamente hippie (pero más bien pijillo) muy enfocado a la clientela americana. Lo regentan un argentino y una madrileña. Como yo también soy madrileño, la cerveza me la ponen con tapa.

Y el mojito está también estupendo.

Día 25 (23 Nov 2018)

De Puerto Viejo a Orosi (209 kms)

Último día en el Madre Selva Jungle Hostel. Me levanto a las 6:30 y hago mi sesión de yoga. Desayuno con Hagit y Kila la perrita del hostel.

El anterior dueño lo dejó aquí con la promesa de volver a por ella… y nunca más volvió. Así que la han adoptado. Es un amor. Siente absoluta adoración por Hagit especialmente.

Preparo mis cosas y me despido de Martin y Hagit que han sido mis mejores hosts. Mi estancia en este hostel ha sido probablemente la mejor de este viaje.

Mi plan es ir volviendo a Alajuela, pero pasando por Orosi, que es un punto intermedio bastante agradable para pasar noche. Me hago los 100 primeros kilómetros casi de tirón, para salir cuanto antes de la carretera infernal a Limón. Y nunca mejor dicho, ya que veo hasta dos accidentes muy recientes.

Paro en la Soda Chalo para comer. El chico que me atiende es la amabilidad personificada. Me ponen un casado espectacular que me han hecho especialmente por ser vegetariano, por primera vez con huevos rancheros. Me ha encantado.

Y un fresco de maracuyá (me encantan). Cuando termino, me pregunta con sincera preocupación si me he quedado lleno.

Sigo. Hago otro tirón hasta el Restaurante Apache para un café, donde, vale, las vistas son chulísimas…

…y me ponen el café con ceremonia chorreada…

…pero 1.300¢ (1,86€) por un café solo, es un poco excesivo.

Sigo. Subo montañas y las vistas del valle son insuperables. Busco con desesperación un sitio donde poder parar la moto y hacer unas fotos, porque no hay arcén. Encuentro una especie de entradita alambrada donde justo puedo parar. Y da la casualidad de que en ese momento llega una camioneta que se para a mi lado y se baja un hombre. Y justo es el dueño del lugar, que resulta ser un pequeño huerto en la falda de la montaña. Le explico que quería hacer fotos de las vistas y me invita muy amablemente a pasar para hacerlas desde dentro.

Sigo. Bajo hacia el valle. Paso por pueblecitos muy chulos, como San Jerónimo…

…o, especialmente, Tucurrique.

Llego por fin a Orosi y voy directamente al hostel Montaña Linda.

Han sido 210 kms sin demasiada parada. Me pillo un dormitorio de 6 camas donde sólo hay una persona. Ducha rápida y me doy una vuelta por el pueblo.

Visito la iglesia colonial que tiene más de 100 años (Para los estándares europeos no suena a mucho, pero la los estándares americanos es muchísimo), pero la verdad es que tiene encanto y un intenso olor a madera vieja.

Y, por supuesto, enfrente está el campo de fútbol.

Compro algo para la cena y, de vuelta al hostal, me encuentro una estampa de lo más pintoresca.

La encargada del hostal, Magaly, me dice que el marido de la dueña de la Panadería Suiza de Orosi tiene una tienda de alquiler y venta de motos y que quizá le interese la mía. Mañana pregunto.

Día 26 (24 Nov 2018)

De Orosi a Ujarrás, Tapantí y vuelta (79,2 kms)

Hoy me levanto tardecillo, así que me salto el yoga. He tenido muchos sueños, últimamente con situaciones divertidas.

Salgo para ir a la Panadería Suiza. Hace un día estupendo.

Hablo con el dueño, Freddy. Intercambiamos contactos y me dice que quizá haya alguien que le interese mi moto. No sé si va a dar tiempo.

Vuelvo al hostel para hacerme un buen desayuno. Plátano macho, aguacate y huevos.

Como hace tan buen dia, hoy he decido hacerme una ruta por:

1) Mirador de Orosi. Lo tienen muy bien montado. Es un parque con mesitas y barbacoas. Te fichan para entrar (te piden una identificación) pero no hay que pagar. Las vistas de Orosi y el valle son chulísimas.

2) Mercado del Parque de Paraíso. Aprovecho para comprar algunas cosas para la comida y cena de hoy.

3) Mirador de Ujarrás. Muy parecido al de Orosi, con mesitas y barbacoas. Las vistas son también chulas, pero en general mola más el de Orosi.

Por cierto, en el mirador me encuentro con algo que me deja fascinado.

Cómo convertir una bici de montaña en una moto. Impresionante.

4) Ruinas de Ujarrás. Es un poco optimista llamarlo “ruinas” en plural, ya que sólo hay una, la de la antigua iglesia del lugar. Pero está chulo. También te fichan para entrar, pero es gratis.

Pero también hay árboles bastante impresionantes, cuyas raíces parecería que están sobre la tierra.

Me quedo en el puestecito de fuera tomando un jugo de cas (no conocía esa fruta, pero está superbueno) y una mazorca de maíz.

5) Represa Hidroeléctrica de Cachi. Es un lugar curioso de ver. Las represas siempre me fascinan.

6) 1er Puente sobre el Río Orosi. En la parte más al sur de mi recorrido, la carretera cruza el Río Orosi.

Pero cuando estoy cruzándolo, me doy cuenta de que me he dejado la mochila en el puestecito de las Ruinas de Ujarrás. Genial, me toca volver y está como a media hora. Ay, esa cabecita.

Vuelta a Ujarrás. Voy tranquilo, porque sé que la honradez es la característica más común en este país. Y, efectivamente, cuando llego, me la tenían guardada.

7) 2º Puente sobre el Río Orosi. Voy en dirección a la entrada del Parque Nacional de Tapanti, por un camino de cabras sin asfaltar. Antes de llegar, hay que cruzar un puente que está que se cae de viejísimo. Da miedo cruzarlo.

Vuelta al Hostel. Es un poco tarde para seguir avanzando y tampoco quiero pagar la entrada al Parque Nacional.

En el hostel hablo con mi compañero de habitación, un alemán muy joven y simpático, y le tiento con la moto. Se lo piensa seriamente…. pero al final decide que no.

Algo más tarde llegan al hostel Inma y Estefanía, dos españolas que están trabajando en San José, pero andan dando una vuelta por el país con su moto por unos días. Por lo noche nos vamos a tomar una cerve a Il Giardino.

Día 27 (25 Nov 2018) 

De Orosí a Alajuela (61,8 kms)

Me levanto tardecillo. He dormido regular por problemas intestinales. Hay algo que no me está cayendo bien y no sé muy bien qué es. Ni yoga ni desayuno. Recojo mis cosas y me pongo en camino.

Mi destino de hoy es Alajuela, donde finalizará mi mototrip. Voy bastante de tirón. Aunque no puedo evitar pararme en el Museo del Café.

¿De verdad le cobras a la gente por hacerte fotos haciendo café?

Sigo. Tengo trozos de autopista que son bastante incómodos. A algunos ticos les gusta correr con el coche y que se note.

Llego relativamente pronto a Alajuela, pero resulta que mi couchsurfing, Nelson, no vuelve hasta la noche. Así que me paso el día de bar en bar, e intentando vender la moto por todos los medios posibles. Me voy en 2 días y aún no he conseguido ningún comprador. Mi “procesión” es:

1) Soda Rosario. Paso por delante del taller donde reparé la moto hace un par de semanas pero, por supuesto, está cerrado. Es domingo. Me quedo en la Soda Rosario haciendo tiempo y tomando un gallo pinto, hasta las 12h, cuando abren…

2) El Chante Vegano. Ahí me pido un zumo de naranja, manzana y jengibre y más tarde un café con un bizcocho. Pregunto a todo el mundo que veo por ahí si quieren una moto, pero nada. Cuando ya llevo demasiado tiempo y empieza a ser un poco cantoso que estoy haciendo tiempo, me voy al…

3) Parque Palmarés. Ahí al menos no tengo que consumir nada. Me estoy un buen rato sentado en un banco. Me llama Anselmo, el antiguo dueño de la moto al que se la compré hace casi dos meses, ofreciéndome comprarla. Me planteo seriamente la posibilidad de irme hasta Rivas para vendérsela, pero, oh sorpresa, me ofrece 200.000¢ (se la compré por 350.000¢). Aquí son majos, pero muy listos. Le doy las gracias y ya. Sigo en el banco, hasta que empiezo a notar un ambiente raruno a mi alrededor (esto está un poco solitario) y prefiero moverme. Esta vez le toca a la…

4) Cevichería Junior. Un clásico, donde Nemo y Dori. Me pido una limonada con hierbabuena (especialmente rica) y más tarde un guacamole. En la entrada, al lado de mi moto, paran 3 moto-mensajeros de la misma empresa: Fénix.

Hablo con ellos y les ofrezco la moto. Me dicen que a su jefe, Javier, igual le interesa. Hablan con él y luego le contacto yo y le mando fotos y datos. Dice que lo mirará. No sé yo. Lo malo de la Cevichería es que no tiene WiFi y me estoy quedando sin datos, así que me muevo a…

5) Kurkuma Artisanal Food. Donde dicen que hoy no va la WiFi, pero pillo abierta su WiFi-Ext (una extensión de su WiFi) y resulta que sí va. Supongo que por ser domingo han decidido no dar WiFi, pero se han olvidado de apagar la extensión. Así que me pido una Imperial y más tarde una ensalada portobello vegana que reconozco que estaba de muerte, aunque no la disfruto por mi falta de hambre.

Ahí ya me pasa a buscar Nelson sobre las 20h y nos vamos para su casa.

Mañana es mi última oportunidad para vender la moto. Esto me tiene muy estresado.

Día 28 (26 Nov 2018)

De Alajuela a Trinidad Vieja (60,3 kms)

Me levanto tarde y agobiado con el tema “moto”. Tengo una inmensa diarrea. Supongo que me hago caquita de pensar qué pasará si no la vendo hoy. No como nada, claro. Llevo la moto al taller que me recomendó Nelson, donde me pusieron la rueda de atrás, para poner la cubierta roja del faro de atrás, que se ha caído. Me cambian todo el faro y me cobran 15.000¢ (21€) nada menos. Me dice que es que el faro cuesta 8.000¢. Madre mía, qué careros son. Le comento que vendo la moto y el precio le parece razonable. Dice que se lo dirá a su primo y me dirá.

Me gasto 5.000¢ (7€) más en lavar la moto en un lugar especializado, pero la verdad es que la dejan niquelada.

Mientras espero, publico un post en “Españoles en Costa Rica” diciendo lo guay que es viajar en moto por el país y, ya de paso, diciendo que vendo la mía. Hay dos páginas de Españoles en Costa Rica, en una se publica directamente y la otra es moderada. Yo la publico en las dos.

Pruebo en un concesionario de motos. El dueño es super majo y comprensivo y entiende mi situación y el precio le parece bueno, pero dice que ahora, como financian las nuevas, es muy difícil vender motos de segunda mano.

Me voy a Soda Rosario y allí veo que alguien ha comentado el post de Españoles en Costa Rica. Es Miguel Ángel, con quien ya hablé antes de llegar, cuando buscaba un taxista de confianza… y dice que se la queda!!

¡¡¡Sííííí!!!. Le mando mensaje por privado pero no está conectado. Qué nervios. Al poco veo que me han aprobado mi post en el otro grupo de Españoles en Costa Rica y, casi a la vez, veo que me han borrado el post que me había contestado Miguel Ángel y me han echado del grupo. Al parecer tenían la regla de que no se podían hacer ventas en el grupo. Pero al menos ha dado tiempo a que me haya salido un comprador. Just in time!!

Poco puedo hacer hasta que me conteste Miguel Ángel, así que me voy a casa de Nelson y, para no pensar más, me pongo un capítulo de Breaking Bad. A la mitad del capítulo me escribe Miguel Ángel. Me dice que le interesa pero que está por la zona de Jacó y que no tiene transporte. También me dice que sólo puede pagar 500$ y que no los tiene ahora, me los dará cuando cobre el mes que viene. Me ofrezco a llevarle la moto si me la compra en 550$ y acepto el pago aplazado. Me fío.

Acepta, me manda la ubicación y me pongo en camino. Tardo una hora en llegar. Por suerte no es en Jacó sino bastante antes, en Trinidad Vieja, en una finca de un amigo de su padre. La finca es una pasada.

Allí está su abogada, Julia, que se hace cargo del papeleo mientras me invitan a un gazpacho y nos sentamos a charlar Miguel Ángel, su padre Jordi (son catalanes, pero con acentazo andaluz, ya que han vivido más en Málaga que en Catalunya) y Pedro, el amigo de su padre, que también es catalán, pero que se crió en Cuba. Pedro, que es todo un personaje, me cuenta unas historias increíbles de cuando charlaba de tú a tú con Fidel Castro antes de la revolución, de cómo fue a West Point y acabó de Coronel del Ejercito de USA y de cómo incluso fue a Vietnam y su helicóptero fue derribado. Nos habla del fidelismo como la verdadera filosofía de la revolución cubana, nada de comunismo ni esas mierdas (sic), y que todo está aún por ocurrir. Habla de Fidel casi como de un Mesías. Es muy interesante. Pedro no para de decirles a Jordi y Miguel Ángel que tengo una mirada muy especial y que se nota que soy una persona muy preparada. Está bastante fascinado con mi modo de vida al igual que yo lo estoy con sus historias.Me hablan del proyecto que están desarrollando y para el que buscan inversores, el Pirata Park, un parque de atracciones basado en la historia de la piratería de la que Jordi es experto. Ya tienen el terreno y sólo les falta la financiación.

Como no hay impresora en la casa, para firmar los papeles de la venta nos vamos Miguel Ángel y yo en mi ex-moto a la oficina de Julia en la Orotina. Me despido de la familia que tan amablemente me ha acogido…

…y, conducida por Miguel Ángel, hago mi último viaje en mi moto, pero esta vez de paquete. Miguel Ángel pone la moto a más de 8.000 rpm. La verdad es que yo nunca la pasaba de 7.000 y no dejo de pensar que es forzarla demasiado. Voy acojonado, pero no digo nada. Él sabrá.

En Orotina firmamos y nos despedimos. Quedamos en que me hace un pago de 200$ a primero de mes y otro de 350$ a mediados de diciembre.

(Actualización: El día que publico este post -25 Ene 2019- sigo sin haber recibido el segundo pago. Finalmente la moto dio problemas técnicos y se agarran a eso para no pagarme. Es lo que tiene confiar en la gente. Una pena).

En la estación de buses pregunto por el bus a Alajuela y me dicen “ese que sale” y corro a pararlo. Por suerte aquí es todo muy flexible y se para a recogerme. No me ha podido salir mejor.

Y ya en el autobús siento una ligereza y un alivio indescriptibles. Haber apurado hasta el último día ha sido un poco locura, pero es impresionante como al final todo me sale bien. Siempre lo digo. El universo es muy majo conmigo. Pero estaba acojonado, la verdad. Y no tener ya la moto me hace sentir muy ligero. Ya sólo me queda llegar a casa de Nelson, hacerme una sopa (única comida del día. La sopa es lo mejor cuando quiero hidratarme) y mañana prepararé la mochila para volar a… México!!

Con la entrega de la moto doy por terminado mi mototrip que, casualmente, ha vuelto a ser de 28 días, igual que el de Nepal y el de España. Curioso. Y han sido 3.231 kms (1.738 kms con Mer y 1.493 kms en solitario).

Conclusiones

Costa Rica es, con diferencia, uno de los países más amables que he visitado. Y probablemente uno de los más para vivir. La sociedad tica es pacífica, hospitalaria e increíblemente amable y tranquila. Y el país en maravilloso por su naturaleza y por lo que se esfuerzan en cuidarlo. Es uno de los países donde más se cuida el medio ambiente y la ecología. El país ideal para empezar a viajar por latinoamérica y un buen destino si se quiere vivir en otro país sin tener que aprender otra lengua.

El hecho de que abolieran el ejército hace 70 años y que haya sido una de las democracias más estables de toda latinoamérica representa como pocas cosas el tipo de sociedad que quieren ser.

Por otra parte, vuelvo a comprobar una vez más que la moto es el mejor medio para conocer un país. El mototrip tiene el inconveniente de que gastas más dinero (gasolina, alojamientos, comidas…), pero te permite conocer un país en toda su extensión y cultura, especialmente si te alejas de los sitios turísticos.

Ya van dos visitas a Costa Rica y espero que haya una tercera.

Cuentas…

Veamos cómo de caro me ha salido el mototrip completo.

CUENTAS DEL MOTOTRIP:

GASTOS:
  • COMIDA:
    • Comer fuera:         221,13€ 
    • Comprar comida:       79,80€ 
    • Cafés y zumos:        53,34€ 
    • Bebidas:              95,67€ 
    • SUBTOTAL:            449,94€ 
  • TRANSPORTE: 
    • Accesorios moto:       0,40€
    • Aparcamiento:          3,82€ 
    • Peaje:                 5,16€
    • Taller:               96,51€
    • Gasolina:             76,47€ 
    • Lavado:                7,34€
    • Autobús:               2,27€
    • SUBTOTAL:            191,97€ 
  • ALOJAMIENTO:
    • Hostels:             189,70€ 
    • SUBTOTAL:            189,70€ 
  • OTROS: 
    • Entradas:             27,56€
    • Playa:                 2,17€
    • Sandalias:             5,04€
    • Accesorio Ropa:        4,88€
    • Farmacia:              8,52€
    • Propinas:              0,73€
    • Accesorios:            1,78€
    • Accesorios Móvil:      6,46€
    • Postales:              3,64€
    • Colada:                5,29€
    • Conexión Internet:    11,60€ 
    • SUBTOTAL:             77,67€ 
  • TOTAL:                   909,28€ 

En total el gasto es de 909,28€ en 28 días de mototrip. Eso significa un gasto de 32,47 €/día. Sale algo más que la primera parte con Mer, que fue de 28,58 €/día. Supongo que  influye lo de no compartir habitación.

Planes

Pues como ya he comentado, mi próximo destino es México. Llevaba mucho tiempo queriendo ir. Mi amiga mexicana Renata (que conocí en Madrid pero que vive ahora allá), y mi amigo y compañero de universidad Raúl (que lleva 6 años en Mexico) me han insistido desde que empecé mi viaje en que les vaya a visitar, así que al final me han convencido.

Renata está a caballo entre Madrid y Ciudad de México y justo coincide que se va 3 semanas a Madrid y le vendría bien que alguien le cuidara sus gatos, así que es la excusa perfecta para hacer mi primera visita a México!

Mañana, 27 de noviembre de 2018, volaré de San José de Costa Rica a Ciudad de México donde me recojerá Renata para quedarme en su casa. Vamos a coincidir unos días antes de que se vaya a Madrid y aprovechará para enseñarme alguno de los mejores lugares de la ciudad.No se puede empezar mejor la visita a un país. 🙂

2 Comments

  1. Guillermo

    Me ha encantado!! Fue una aventura total leer este blog, parece que fue un viaje realmente espectacular. Tengo imaginado hacer un recorrido similar en un futuro, y has sido una inspiración. Saludos!!

    Reply
    • pamcho

      Muchas gracias, Guillermo, qué ilusión me hizo que me hayas leído. Costa Rica ha sido uno de mis destinos favoritos de este viaje. e lo recomiendo!!

      Reply

Submit a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Invítame...

Si te gusta lo que hago, invítame a un Ko-fi... 😉

Suscríbete...

Por Fechas…

Por Temas…

Dto. 5% Seguro IATI

Dto. 25% TrustedHousesitters