20 julio 2016
217 días viajando…
37 días en Rarotonga…
Amanece soleado, por fin. Estos días estoy perezoso y me estoy levantando tarde. Ni los gallos, ni las charlas de los huéspedes en la cocina, ni el ruido del desayuno consiguen despertarme.
Como siempre, saludos al sol (qué bien me sientan), ducha y desayuno. Se me ha vuelto a infectar otro granito de la rodilla. Ya van como 8 o 9.
Al final creo que no son picaduras, porque empiezan siempre como los típicos granitos de la piel, como los que no salían en la cara de adolescentes.
Pero bueno, es curarlo todos los días… y paciencia.
La mañana me la paso en Waffle Shack preparando el salto.
Cambio mi billete a Auckland para el próximo viernes por la noche (pasado mañana). He quedado con Nat para quedarme unos días con ella y luego me quedaré otros días con Richie o Star.
Hablo después con posibles HelpX/WorkAways. Tengo como 4 o 5 respuestas positivas en Brisbane. Al final me decido por Nicola, una mujer encantadora, madre de dos hijos, Josephine y Stephen, que necesita ayuda en la casa, en el jardín y con los niños. La única habilidad que me pide es que tenga un nivel alto… ¡de ajedrez! Y es que los niños juegan mucho y muy bien y quiere alguien que pueda jugar a su nivel. Nunca imaginé que mis conocimientos de ajedrez pudieran servirme en Australia.
Así que me compro un billete Auckland-Brisbane para el 6 de Agosto por unos $220. Pasaré dos semanas en Nueva Zelanda con las familias de Nat, Richie y Star (voy a pasar un frío de muerte), y luego me iré para allá (clima mucho más cálido, menos mal). Estaré con ellos unas 2-3 semanas y luego me iré donde la familia de Michelle, para ayudarla con su niña de 20 meses. Eso sí que va a ser divertido. Después, probablemente, me vaya a Melbourne. Tengo un HelpX a partir del 10 de Oct.
Después le mando un e-correo a Lucile para agradecerle que me hayan tenido en cuenta para el Castaway Resort, pero que he decidido no seguir en el proceso de selección, que prefiero continuar mi viaje. Sé que ella lo entenderá. Sabe lo que es vivir en esta isla siendo extranjero. Y es que la gente local de aquí es extremadamente amable con los turistas que vienen a gastar su dinero. Pero cuando eres un extranjero que viene a trabajar aquí, la cosa cambia bastante.
Una vez todo atado y organizado, me vuelvo al hostal a hacerme una ensalada de las mías.
En el jardín del hostel te encuentras de todo…
Por la tarde me encuentro a Finn que va a dar una vuelta para intentar recolectar algunas frutas y me voy con él. Al salir, Lady, la perrita del hostel, decide venirse con nosotros. Es como decía ayer sobre los perros de Rarotonga. Son extremadamente sociables.
Al final volvemos con 2 breadfruits, dos cocos y 3 limones.
De los cocos, uno está podrido, pero el otro sale bueno y lo compartimos con la gente del hostel.
Los breadfruit los pelamos y los cocemos en pedazos para poder guardarlos.
Después, me preparo unas lentejas con arroz, verduras y breadfruit para cenar.
Me salen con tan buena pinta, que llama la atención entre algunos del hostel, y al final las comparto con la pareja de alemanes (Janek e Isabel) y con la kiwi Carmen.
Y después de cenar (como no para de llover de nuevo) pasamos un rato de charla muy agradable con casi todos los huéspedes del hostel.
De izquierda a derecha estamos yo, Antonella (Argentina), Carmen (NZ), una chica china que no sé su nombre, un chico Búlgaro que he olvidado el suyo, Ruby (Canadá), Isabel y Janek (Alemania).
Termino la noche jugando al “Uno” (una especie de sota loca que jugaba cuando era pequeño) con algunos de ellos.
Como me decía mi amiga Mer… es muy importante saber jugar a las cartas para viajar! 😉
Hoy me han asaltado las dudas de si estaré haciendo lo correcto o si estaré dejando pasar una oportunidad. Para la mayoría de la gente sería un sueño poder vivir aquí con un buen trabajo. Pero precisamente no he dejado de conocer extranjeros aquí que han seguido ese sueño y se han dado de narices con la realidad. No es tan fácil vivir en un sitio tan pequeño, donde todo se sabe, con tan poca vida cultural y donde siempre serás un extranjero.
Pero no es sólo eso. Si me paro y escucho a mi corazón, sé que éste no es mi lugar ahora. El dinero me vendría bien, claro. He gastado mucho más de lo que debería en mi estancia aquí. Pero prefiero el reto de conseguir pequeños trabajos en B en Australia, que la comodidad de un trabajo “de verdad” aquí. Y es que cuando salí de Madrid lo tuve claro. Prefiero servir mesas, que un trabajo de responsabilidad. No sólo porque no quiero preocupaciones… es que es mucho más divertido.
Y otra cosa que tengo clara es que cuando tienes que elegir entre varios caminos, el camino correcto es… el que cojas. Como me decía Mer… es que no hay otro. No existe el “Y si…”.
Y en el fondo sé que esto es lo que quiero. Seguir viajando, seguir conociendo sitios nuevos, gente nueva, experiencias nuevas. Aún no me siento preparado para asentarme en ningún sitio. Lo otro sería lo que “debería” o lo que otros “esperan de mí”.
Y eso es algo que he aprendido a no hacer.
Y es que es fácil. Como me dijo ayer mi amiga Eli…
“Escucha a tu corazón… no a tu mente!”
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