25 diciembre 2015
8 días viajando…
4 días en Tasmania…
Y ya es Navidad. Como todos los días empiezo la jornada a las 7 con los saludos al sol. Me duele bastante la espalda, por el trabajo físico, por eso tengo que ir con mucho cuidado con el Ashtanga, que es el yoga más físico. Me fortalece la espalda, pero también la tengo que dejar descansar de vez en cuando.
Desayuno con Fanny y Shio. Hoy es el último día de Fanny. Se va a trabajar a otra granja.
Moky, como siempre, aprovecha el sol de la mañana.
Como es Navidad, hoy hacemos sólo lo básico: Dar de comer a las gallinas, gansos y conejos. Luego nos preparamos para comer en casa de la hermana de Mike, con sus padres, hermanos, sobrinos… Comida de Navidad en Familia!
De vuelta en casa, por la noche, aparece por el jardín un Pademelon.
Es un pequeño marsupial nocturno, como un canguro pequeño, muy típico en Tasmania, que se alimenta de hierbas, por eso suele entrar en los jardines. En Tasmania hay superpoblación, por eso se ven muchos atropellados en las carreteras.
Llevo 4 dias en Tasmania sin gastar un céntimo. El trabajo no es muy duro, la compañía es agradable, estoy aprendiendo un montón de cosas… al final, y a pesar de los miedos, parece que se cumple mi previsión de que se puede viajar sin apenas gastar dinero y de una forma divertida e interesante.
¿Las pegas? Al no disponer de vehículo, puede ser un poco claustrofóbico estar siempre en el mismo lugar, pero el truco es ir viendo cómo planear escapadas. Me gustaría visitar en algún momento la parte oeste de la isla, que al parecer es un parque nacional espectacular. También quiero subir al Monte Wellington, que es la montaña más alta de Tasmania y desde donde se domina toda la isla.
Lo malo es que sigo sin tener muy claro cuántos días libres puedo disponer, o cómo funcionan las cosas aquí. El acento australiano hace que no siempre consiga entender bien el inglés, y muchas veces me entero de la mitad de lo que hablan. Eso dificulta un poco la comunicación con Mike y no me permite acabar de clarificar las condiciones. Cuando tengo dudas, recurro a Shio, que como lleva aquí mucho tiempo, se las sabe todas. Ella me dice que los horarios son flexibles, y que cuando quiera un día libre, que lo pida y ya está.
Estoy en contacto con Sarah, la dueña de otra granja en la falda del Monte Wellington, para trabajar para ella como helper el mes que viene. Desde su casa se puede subir andando hasta la cima del monte y creo que mi conexión con ella puede ser más fácil, ya que compartimos muchas cosas en común como la cercanía al budismo, el yoga, la meditación…
También estoy buscando la posibilidad de trabajar en un barco que haga la ruta a Nueva Zelanda para ahorrarme ese vuelo cuando quiera ir ahí. Ya he contactado con un posible patrón de barco. Es bastante arriesgado, ya que un barco es un espacio muy pequeño como pare llevarse mal con la gente. Pero si me detuviera el riesgo no estaría aquí.
De vez en cuando me descubro a mí mismo agobiándome por el futuro. Supongo que me cuesta adaptarme a esta nueva situación de no tener que preocuparme por nada, de simplemente disfrutar y, como mucho, planificar el próximo paso. Llevamos tanta inercia de estrés y de vivir tan pendientes de lo que tenemos que hacer, que cuesta mucho dejar atrás ese ritmo, y cambiar de marcha. Aquí puedo vivir mucho más el aquí y ahora.
Otra de las cosas maravillosas de Australia es la seguridad. En esta casa no se cierran las puertas nunca, ni siquiera por la noche. No hay robos. El nivel de vida permite tener una seguridad total que la verdad es que se agradece mucho. En mi cabañita donde duermo nunca cierro tampoco la puerta, y duermo con total tranquilidad.
…salvo por la araña del tamaño de una mano que apareció anoche en una pared. Quise hacerle una foto, pero con la luz se escondió. Tuve que dormir sabiendo que tenía semejante bicho en mi habitación, pero es lo que hay. Luego Mike me dijo que estuviera tranquilo con las arañas, que son inofensivas…
…pero que tuviera cuidado con las serpientes.
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