17 – 18 septiembre 2016
276 días viajando…
3 días en Innisfail…
Cumplo nueve meses viajando. Los niños que nazcan a partir de ahora en España, ya no son míos. :-p
Primer fin de semana en Innisfail.
Sábado
Me despierto con la sensación de haber dormido completamente de tirón. No recuerdo haberme despertado ni una sola vez.
Grace me dice que este sábado hay mercado, el Innisfail Lioness Market. Aunque está como a media hora, decido ir andando para conocer los alrededores. Me encanta sacar fotos a las casas.
Incluso a las que están a medio hacer.
En el vecindario te encuentras de todo. Hasta una vía muerta.
Y un refugio anticliclones. Hace 10 años el Ciclón Larry pasó justo por esta ciudad causando mucho destrozo. Ahora la gente vive muy preparada. Grace tiene en la casa un baúl de supervivencia con linternas, pilas, provisiones, kit médico…
Como siempre los baños públicos son de diseño.
Por lo que me ha dicho Grace, este autobús es para llevar a los trabajadores a las granjas de bananas.
La Iglesia de la Madre del Buen Consejo.
Y finalmente llego al mercado en el Anzac Memorial Park.
Después me paso por el centro comercial a comprar alguna cosilla. Por esta parte de Australia por fin veo muchos aborígenes. Hasta ahora, en los sitios donde he estado, apenas se veían.
En el supermercado Coles hay una estantería con comida saludable… lo que me hace pensar que el resto de las estanterías tienen mierda.
Después de las compras, me doy un paseo por el “centro”…
…y me paro a tomar un café en Sapore de Italia para descansar del solaco que pega sin clemencia.
Vuelvo a cruzar el Johnstone River…
…y llego hasta mi nueva casa. Por cierto, si me fijo en el nombre de dos de las calles de mi vecindario, no puedo evitar acordarme de mi compañía de teatro Tela-Katola.
Una vez en casa, mientras Smokey Joe toma posiciones…
…me ofrezco a cocinar el almuerzo. Preparo uno de mis arroces de cosas con arroz integral, lentejas rojas, algas, verduras…
Grace queda entusiasmada a juzgar por los comentarios que pone en facebook acompañando esta foto… 😉
Después de comer recibimos la visita de su amiga Helen y su amiga Christine, que vienen a despedirse, con las que pasamos una tarde muy agradable de charlas y risas. Más tarde llevamos a Christine hasta un pueblo cercano y Grace aprovecha el viaje para enseñarme algo que resulta toda una sorpresa, el Paronella Park.
Y me entero que este parque se creó sobre un castillo abandonado, construido a principios del siglo vente por Josep Paranella, un catalán que tenía el sueño de vivir en un castillo en Australia, y, como no los hay, lo edificó.
En la entrada nos recibe Mark, quien resulta ser el actual dueño y amigo de Grace. Mark compró el castillo abandonado y en 1993 lo reabrió como parque con un enorme éxito.
Mark no sólo es el dueño, también lo dirige y recibe a los clientes en la puerta. Flipo. Cuando se entera de que soy español me dice… “entonces conocerás a José Paranella, ¿no?”. Pues no. La verdad es que creo que es un gran desconocido en nuestro país.
Para entrar en los jardines y el castillo hay que pagar entrada, pero hay un pequeño recorrido por un puente que es gratuito y desde el que es fácil hacerse una idea de lo chulo del lugar.
Volvemos cuando se está haciendo casi de noche.
Para cenar me vuelvo a ofrecer a cocinar y preparo otra ensalada de las mías con lechuga, tomate, zanahoria, remolacha cruda, muchos huevos y muchos frutos secos.
Grace vuelve a quedar entusiasmada.
Domingo
Hoy es el día en que Grace empieza su viaje de 4 semanas por Barcelona. También es casualidad que para ir a España encuentre un House Sitter español.
El vuelo es por la noche y Bridget, su compañera de viaje, vendrá a recogerla por la tarde. Así que dedicamos la mañana a… irnos a la playa!
Hemos quedado con su amiga Colleen en Etty Bay, una de las pocas playas cercanas donde se permite el baño porque tienen red y vigilancia anti-cocodrilos.
Y allí está…
Y nada más sentarnos con Colleen…
…tenemos una visita muy sorprendente.
Se trata de un Casuario, aquí conocido como Cassowary, un ave muy habitual en Papúa Guinea, pero que en Australia sólo se ve por esta zona. Como se puede comprobar, no tiene ningún miedo de la gente.
En el vídeo también se aprecia a los niños aprendiendo a ser socorristas de la playa.
La playa es muy pequeña y la zona de baño permitida es más pequeña aún.
Colleen, que es una maravillosa persona pendiente siempre de los demás, nos ha traído “algo de picar”.
Después de darme un buen baño, me doy una vuelta por la playa para dejarlas que hablen…
Nos volvemos pronto, improvisamos un almuerzo con unos wrap, y a las 14h llega Bridget para llevarse a Grace al aeropuerto. Nos despedimos y le doy las gracias de nuevo por la confianza.
Creo que los chicos se han quedado un poco tristes con su partida.
Termino de instalarme y me voy al centro a comprar comida para todo el mes. También me compro unas sandalias, que las que estaba usando las compré en mi viaje a Perú de hace 2 años, y tenían ya unos agujeros que eran como andar descalzo.
A la vuelta saco a Dude a dar un largo paseo y así sigo explorando los alrededores.
Una cosa evidente es la diferencia arquitectónica con Brisbane. Aquí casi todas las casas son de ladrillos y a pie de calle. No hay apenas Queenslanders.
Eso sí, algunas de las casas son casoplones.
El estilo en general es muy americano, con casa normalmente de una planta, con un pequeño patio delantero abierto por completo, sin vallas ni rejas, y un gran patio trasero (backyard) para barbacoas y demás.
El silencio es impresionante. Sólo se escuchan los pájaros.
Es curiosa la sensación de volver a quedarme sólo en una casa nueva en un lugar nuevo. Innisfail es bastante menos bucólico y bastante más residencial que Brookfield, pero tiene su encanto y, desde luego, muchísima tranquilidad. Y cuando no pueda más de tanta tranquilidad, estoy a solo una hora de Cairns, que es todo lo contrario.
Muchos españoles a los que les comento lo del House Sitting, se quedan muy sorprendidos y me hacen el mismo comentario.
– “¿Y se fían de dejarte la casa sin conocerte? Yo no dejaría la mía a un desconocido ni de coña”.
Es una observación muy interesante, porque deja muy clara una de las diferencias culturales más claras entre el mundo hispano y el mundo anglosajón, y es el tema de la privacidad y la intimidad.
En nuestra cultura nos parece impensable que alguien pueda estar en nuestra casa, cotillear en nuestras cosas y tocar Dios sabe qué…
En la cultura anglosajona no hay tanto apego hacia el hogar. Es sólo una casa y no pasa nada si alguien está ahí y mira sus cosas, porque no hay tanto apego hacia esas cosas. No hay tanta relación emocional hacia los objetos. Quizá porque son más fríos, pero también porque dan más importancia a otras cosas.
Un dato curioso es que en España las casas tienen vallas altas y aquí ni siquiera hay valla. ¿Es por seguridad? Puede. Pero yo creo que sobre todo es por la obsesión española a la intimidad. La misma que hace que todas las ventanas tengan cortinas y persianas, mientras que aquí es relativamente normal que las ventanas sean cristales y… nada más.
Y creo que el problema es el apego, la relación emocional a los objetos físicos, a la casa…venga, no son más que cosas. Y nos olvidamos de que lo único realmente importante en esta vida es amar a las personas.
Porque te juro que las cosas nunca te devolverán su amor.
Tira esa cosa que es un recuerdo de fulanito…
…y llama de una vez a fulanito!!
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