3 – 17 diciembre 2017
397 días viajando…
125 días en Melbourne…
13 meses viajando…
Estoy escribiendo menos estos días, porque tampoco estoy haciendo demasiadas cosas interesantes. Me he centrado tanto en ganar un poco de dinero, que hay menos que contar y menos tiempo para sentarme a escribir. Pero no quiero dejarlo. Escribir esto es una de las mejores cosas que está teniendo este viaje. Como decía mi amiga Mer, siento que gran parte de este viaje es una búsqueda de la Libertad (en mayúsculas) y una parte de ella es también el estar aprendiendo a expresarme sin inhibiciones, mostrando mis vulnerabilidades y miedos.
UberEATS…
Mi actividad principal sigue siendo la de repartir comida con UberEATS, sobre todo desde mi casa, donde puedo estar haciendo mis cosas mientras espero a que me entren pedidos. Los tres sitios cercanos desde los que salen casi todos mis pedidos son el Inspired Café de Yarraville, donde además ya me conocen y son encantadores conmigo…
…el Advieh de Seddon, un café muy-muy busy, y el Foodtrack de Mr. Burger en el parque de Yarraville. Con éste último no tengo la sensación de estar repartiendo “salud” precisamente… pero allá cada uno cómo quiere matarse.
Restaurante…
Y sigo trabajando en el restaurante español de Thornbury, sobre todo los findes, y está siendo un gran aprendizaje y bastante divertido.
Uno de los días que fui para allá, aprovechando que iba con tiempo, decidí pasarme por la casa que me acogió cuando estuve aquí el año pasado. Cuando me marché, en marzo, me dijeron que iban a demoler la casa para hacer unas Units y, efectivamente, eso es lo que me encuentro. Así era la casa…
…y así es ahora. Es un crimen que hayan quitado la palmera… 🙁
Es una pena, la casa, aunque vieja, tenía mucho encanto.
El pasado viernes, terminé mi turno casi a medianoche en el restaurante. A esas horas ya no pillo tren, así que decidí hacer el paseo en bici, que es una hora, pero pasa por sitios muy chulos… y muy oscuros. Y a pesar de que voy con luz frontal, en esta ocasión no vi el relieve de un bordillo… y me lo comí.
No me di cuenta de que me había hecho daño en la muñeca hasta que no llegué a casa. Esa noche me dolió horrores y temí haberme roto algo, pero al día siguiente, José, que no sólo es el manager del restaurante, sino que también es de las mejores personas (como profesional y como persona) que he conocido por aquí, me trajo esta muñequera…
…y un bálsamo de tigre que hicieron milagros. Hasta el punto de que ese día aguanté sin problemas el doble turno de más de 11 horas que me hice allí.
Casa…
Sigo viviendo en la casa de Seddon, como Helper, donde llevo ya casi 3 meses.
Mis funciones siguen siendo fundamentalmente cocinar (me encanta) y limpiar (lo odio). Uno de los días probé a hacer una ensalada de col, zanahoria y lentejas con una mayonesa muy ligera que hice yo mismo, que fue todo un éxito.
Y es que voy mejorando en la cocina. Hay dos platos con los que Jasper ha expresado entusiasmo: Mis sopas de legumbres y especialmente mi curry de lentejas con arroz integral, del que la última vez comió tres platos.
Y ayer probé por primera vez a hacer la lasaña de calabaza que era la especialidad de mi amigo Jorge en Madrid, siguiendo la receta de El Comidista. Para ello compré pasta “instantánea” que se supone que no necesita cocer antes.
El relleno lo hice a base de calabaza, zanahoria, almendras y pasas…
…y va acompañado de una bechamel ligera con queso. Le he puesto una ramita de tomillo (thyme) para dar sabor.
El resultado les gustó mucho pero yo no me quedé contento del todo, porque la pasta que supuestamente no necesita cocer, quedó bastante dura por los bordes.
Después de cenar, Joel me regaló las dos entradas que tenían para ir a ver el Open de Tenis y que a última hora decidieron no ir. ¡Vaya sorpresa!
Así que avisé a Mims, que tardó media décima de segundo en decir que sí, y para allá nos fuimos.
El ambiente es espectacular. Es uno de los eventos más importantes de Melbourne.
Nuestras entradas eran nada menos que para la pista central, la Rod Laver Arena, donde vimos jugar a la número uno del mundo y campeona del año pasado, Angelique Kerber, que ganó con dificultad a Lesia Tsurenko.
Y después vimos nada menos que al reaparecido Roger Federer, que consiguió vencer a Jürgen Melzer, después de 6 meses apartado de los circuitos.
Nunca había estado en un partido de tenis y me encantó la experiencia. Hubiera sido un crimen estar en Melbourne y no haber estado en alguno de los partidos.
Otra de mis tareas como helper es cuidar de los chavales de la casa algunos días, porque aquí estamos en vacaciones de verano y los padres trabajan. Mischa tiene ya 12 años y en general se cuida solo, pero Jasper tiene sólo 7. Así que la semana pasada me tocó hacerme cargo de él y de sus amigos Tom (9) y Henry (6). Katerina me sugirió que me los llevara en tren a la City.
Me sorprende y encanta el nivel de confianza que tienen conmigo.
Así que empezamos nuestro tour por el Shrine of Remembrance, un monumento conmemorativo de todos los conflictos armados en los que ha participado Australia. Uno ser cree que Australia, al estar tan lejos, no ha estado en ninguna guerra… pero ha estado en casi todas!
Aunque es bastante triste ver un monumento a la violencia, porque está hecho de forma quizá excesivamente épico en vez de lamentando la existencia de guerras en el mundo.
Eso sí, las vistas son espectaculares.
Después nos fuimos al Children’s Garden de la Fundación Ian Potter (nada que ver con Harry), donde los niños se lo pasaron… como niños haciendo carreras de hojas en un pequeño canal de agua que recorre el parque.
De ahí nos fuimos a tomar un helado, como Dios manda…
…y desde ahí nos fuimos a dar una vuelta por el Jardín Botánico. Dimos un paseo larguísimo hasta el Southbank donde vimos hasta 3 shows callejeros.
La verdad es que empecé acojonado y terminé encantado de lo bien que se portaron y lo bien que me lo pasé con ellos. Tenía miedo de que se me descontrolaran, pero para nada.
Y es que la cosa es que soy el pequeño de una familia numerosa y aunque tengo muchos sobrinos, no tengo realmente demasiada costumbre de estar con niños. Así que estas sesiones son un buen aprendizaje.
Y ayer también me tuve que hacer cargo de Jasper (esta vez de él solo), así que me lo llevé al cine de Yarraville a ver “Sing“.
El cine de Yarraville es el Sun Theatre, que es como estar en un cine americano de los años 50 (y que le va como anillo al dedo a la película).
La película, dejando de lado los parecidos evidentes entre el prota Buster Moon y yo, me emocionó muchísimo, la verdad. Está muy bien hecha para tocarte la fibra sensible de alguna u otra manera.
En fin, que ésta está siendo mi experiencia helpex más larga (con diferencia) y también está siendo de las más fáciles.
Como puntos positivos destaco la maravillosa habitación que tengo, la calidad de la comida, la libertad que me dan (incluso adaptándose a mi trabajo u otros planes cuando ha sido necesario), el buen trato (jamás una mala palabra o un mal rollo)…
Pero sí echo de menos tener algo más de feedback (entiendo que están contentos con mi labor, pero realmente no puedo saberlo, porque no lo expresan), haber logrado algo más de conexión con la familia (justo ahora que empiezo a tenerla con Jasper es cuando ya casi me voy a ir) y lo de la limpieza, que es lo que menos me gusta hacer con diferencia, pero bueno, es lo que toca.
Australianos…
Y es que pasar tanto tiempo en tierras australianas me ha permitido conocer bastante la personalidad australiana (generalizando mucho, aviso).
En general tienen lo bueno y lo malo del carácter anglosajón.
Por un lado son muy cívicos y organizados. Cuidan y respetan los servicios públicos como si los sintiesen propios (que lo son, pero en esto en España estamos a años luz). Una de las cosas que más me sorprenden del restaurante español en el que trabajo es que los WC están forrados de recortes de periódicos deportivos españoles y, a pesar de que lleva un año abierto el local, no hay ni una sola pintada, ni mancha ni nada en las paredes. Está como el primer día. ¡En un baño público! Y cuando me ha tocado limpiar los baños después de todo el día de uso… están casi limpios. Increíble. Todo esto hace que puedan tener barbacoas de uso público y gratuito en los parques, carriles bicis por todas partes, etc… en general lo cuidan y respetan todo mucho.
Pero en el otro lado… son muy anglosajones. Son fríos y distantes. No expresan lo que les pasa por dentro. Por eso nunca se enfadan. Simplemente “cortan relaciones”. En españa nos damos 4 gritos y quedamos como amigos. Aquí hay que tener realmente muchísima confianza para que te acepten incluso un abrazo.
Todo esto hace que a corto plazo Australia mole mucho para vivir, pero a largo plazo esa frialdad puede pesarnos demasiado a los españoles, que somos pura pasión.
Entre las curiosidades que he visto por aquí, destaco:
Están tan obsesionados con no gastar agua que tienen la manía de no aclarar las vajillas cuando friegan. Katerina me enseñó su forma de fregar y era con un poco de agua con lavavajillas en la pila, ahí se friega y de ahí al escurridor, sin aclarar. Y lo he visto en muchos otros sitios. Así pasa que hace un tiempo me invitaron a un té en una casa, y el té sabía muchísimo a jabón.
Otra de las cosas curiosas es que todos los semáforos tienen botón para cruzar y sensores en la calzada para los coches, de forma que no se ponen en verde si no hay un peatón esperando o si no detecta que hay un coche parado. Esto, que es supereficiente, es una putada para los pobres ciclistas, que no somos detectados por los sensores de la calzada y nos quedamos eternamente esperando hasta que llega un coche, o hasta que descubrimos el truco de darle al botón de peatones.
Otra cosa que vas descubriendo al vivir aquí y que no vi el año pasado es que está lleno de pijohipsters. El año pasado me moví en un ambiente bastante hippie. Pero este año he estado más por el CBD y Fitzroy… y madre mía. Está lleno de gente desesperada por autoafirmarse a través de la apariencia. No paras de ver vestimentas cuidadosamente descuidadas. Y es que un pijohipster es un pijo disfrazado de mendigo. También no paradas de ver cochazos de escándalo dándole al acelerador para asegurarse que todo el mundo les mire… y allá cada uno con la forma en la que se autorealiza, pero he aprendido que cuanto más te preocupas por lo de fuera, más descuidas lo de dentro… y eso es un parche que no cura nada.
Fer…
Otra de las cosas que han pasado estos días, como ya comenté en el post anterior, ha sido la visita de Fer, un buen amigo de Miriam y mío, con el que salimos varias veces (las hamburguesas son vegetarianas)…
…y con el que me fui al Healesville Sanctuary para ver bichos. Para ello alquilamos un coche y se nos unió Amparo, una española recién llegada a Melbourne.
Yo me apunté pensando que sería un Santuario de animales como el que visité en Brisbane, pero no. Resultó ser un zoo y además bastante cutrecillo.
A la vuelta, aprovechando que teníamos coche para el resto del día, pasamos a recoger a Mims y a su amiga polaca, Sabina, y nos fuimos a visitar Brighton Beach, famosa por sus casetas de playa, donde todo el mundo se hace fotos.
Después intentamos asomarnos al St. Kilda Pier para ver los pingüinos que salen al anochecer. Pero se ha convertido en una atracción tan turística, que se ha puesto imposible de gente.
Al menos, desde ahí se pueden sacar fotos chulas del atardecer reflejado en el Eureka Tower, el edificio más alto de Melbourne.
Al día siguiente volví a pasarme por allí yo solo, creyendo que un lunes estaría menos lleno de gente, pero…
Pero de nuevo pude sacar alguna foto chula de la puesta del sol…
No son como las de Cook Islands, pero también molan.
Planes y Miedos…
Los planes se van definiendo más y más, por fin.
Y digo por fin, porque me ha costado dar este paso un poco más de lo habitual. Es como si me hubiera creado una pequeña zona de confort aquí, en Melbourne, y me estuviera costando salir de ella. No porque no me apetezca seguir viajando (al contrario), sino porque se me están disparando muchos miedos que creí tener superados.
Y es que en eso consiste la zona de confort, un sitio donde todo está más o menos controlado y hay pocos miedos. En cambio salir de ahí es enfrentarte a tus miedos. No ignorarlos, porque están ahí aunque no quieras.
Y supongo que uno de mis mayores miedos es el de tomar decisiones equivocadas. Y sé que es un contrasentido, porque lo equivocado es no tomar decisiones, pero siempre está el miedo a tomar el camino equivocado, el “podría haberlo hecho mejor”, que siempre está ahí, dándome por saco y que, a veces, me paraliza. Especialmente cuando implica temas económicos.
Pero por fin hoy he conseguido vencerlos, he tomado varias decisiones y me he lanzado al vacío… y curiosamente todo se ha colocado en su sitio.
Por un lado me apetecía mucho la idea de alquilar una furgoneta para recorrer Australia antes de marcharme de aquí, pero cada vez que veía ofertas, me echaba a temblar… hasta hoy. Hoy he reservado una campervan de relocation (es decir, sólo pagas la gasolina, porque les haces “el favor” de llevarles la furgo de un sitio a otro… recolocarla) para ir a Adelaide del 3 al 6 de febrero. Y he pagado por la reserva, así que ya no tiene remedio. Ya tengo fecha de salida de Melbourne. Y no voy solo. Mi amiga Marta, de Brisbane, se viene a hacerlo conmigo. Mejor acompañado, imposible.
Mi plan es dedicar los dos primeros días a hacer la Great Ocean Road, que es un destino turístico muy famoso, consistente en una carretera de unos 250 Kms entre Torquay (cerca de Melbourne) y Warrnambool, siguiendo la costa. Es famosa por las vistas y las playas que vas pasando, especialmente la de los Doce Apóstoles.
Desde ahí el plan es subir hasta el Grampians National Park que, por lo que he visto en fotos es sencillamente espectacular.
Y con la ventaja añadida de que Mitch, el amigo de la familia que vive en mi casa, tiene casa allí y nos invita a pasar noche y enseñarnos los mejores sitios.
Y desde allí, el último día, sería ir hasta Adelaide a entregar la furgo.
En Adelaide me quedaré en Kangaroo Island haciendo HelpX para Carme una o dos semanas, mientras busco otra furgo para ir a Alice Springs. Desde allí haré lo mismo hasta Darwin… y (otro miedo vencido, otra decisión tomada) ya tengo billete para volar de Darwin a Bali el 1 de marzo.
Y como demostración de que todo se va colocando, he encontrado dos posibles HelpX en Bali. Uno de ellos es con la Fundación Cahaya Mutiara, en Ubud, dedicados a ayudar y apoyar a personas con minusvalías físicas. Me ofrecen quedarme con ellos a cambio de echar una mano y enseñar música, inglés u otras cosas a la gente de allí. Y además, están tan interesados en mi perfil, que parece que me van a esponsorizar para poder sacarme la Cultural/Social Visa, que me permite colaborar y vivir con ellos. Mejor, imposible.
Aunque para gestionar eso, tengo que esperar a que me llegue mi nuevo pasaporte. Y es que, como caduca en Octubre, eso quiere decir que a partir de Abril (6 meses antes) empiezo a tener problemas para entrar en países, por eso he optado por ir al consulado de aquí…
…y renovarlo. Han sido de lo más amables y la gestión de lo más sencilla. Lo único es que, como hay que expedirlo en España, tarda hasta 3 semanas. Y hasta no tenerlo aquí, no puedo gestionar visados. Paciencia.
Conclusión…
Me sigue gustando mucho Melbourne. Sigo pensando que es una de las mejores ciudades del mundo, pero el tiempo me ha permitido conocerlo más en profundidad y ver sus defectos. Y por otro lado he podido ver que me estaba estancando aquí y que toca volver a volar.
Siento como si hubiera pasado un pequeño bache, como si me hubiera desviado de mi camino durante unas semanas y hubiera andado perdido… pero ahora siento como si hubiera vuelto a encontrarlo y, de repente, todo volviera a su sitio. Y mi energía ha cambiado por completo.
Me siento muy ilusionado y lleno de ganas y energía de hacer este pequeño viaje en furgoneta (mi primera experiencia con una autocaravana) hasta Adelaide. Y me siento entusiasmado con la idea de ir a Bali, donde espero estar un par de meses, por lo menos.
A veces me sigue costando darme cuenta de que todo lo que me pasa es por algo y, casi siempre, para aprender algo. Y en este caso ha sido bastante claro. Y una vez que eres consciente de ello y lo aprendes (aunque a veces cueste sudores, porque tu ego se niega a aceptarlo), sientes que superas el bache y que todo vuelve a fluir como antes.
Y de eso se trata, ¿no?
…de fluir.
Ja! Qué bueno el show callejero, pero me muero por saber que iba diciendo el equilibrista cuando tenía su cara metida en la entrepierna del voluntario. Porfa Pablo puedes traducirlo??? ?
Juraría que dice… "Don't move, don't move… now I'm going to fart, but don't move!"
"to fart" es tirarse un pedo. :-p