6 agosto 2016
233 días viajando…
1 día en Brisbane…
El despertador suena cruelmente a las 3:30 de la mañana. Anna me ha dejado una nota de lo más amable, detallándome alguno de los datos literarios de los que hablamos anoche y pidiéndome que le deje escritos los dos autores de los que yo le hablé: Federico García Lorca e Isabel Allende.
Ducha rápida, una manzana, recojo mis cosas y me voy discretamente. La parada del Skybus al aeropuerto está cerca y ya compré el billete online anoche ($16). Nada más llegar a la parada llega el bus, así da gusto.
A las 4:40 ya estoy haciendo cola para facturar.
Ningún problema para facturar. Desayuno mientras relleno la tarjeta de salida del país.
Y ya estoy en la puerta de embarque.
He probado una cosa que me recomendaron, y es no elegir asientos online. De esta manera, al facturar, como tienen que asignarte asiento, puedes pedir que te den salida de emergencia o primera fila, porque este tipo de asientos, si los pillas online, cuestan dinero y por eso suelen quedarse libres.
Y, efectivamente…
Primera fila y sin coste adicional. Da gusto poder estirar las piernas.
Consigo dormir algo durante el vuelo, pero muy poquito. Aprovecho más para escribir el blog y leer la prensa.
Tras 4 horitas de vuelo, pasar controles de seguridad sin problemas, recoger mi mochila sin esperar y que me huela el perro más mono del mundo…
…mis mochilas y yo ya estamos en Brisbane.
He quedado con Nicola en que me recoge en la “Pickup Zone” y no tarda en llegar. La primera impresión mutua creo que es muy buena. Se la ve una mujer enérgica pero muy amable y atenta. Me lleva hasta su casa en Ascot y me enseña mi habitación.
No me voy a quejar… menudas vistas 😉
Por motivos de privacidad no voy a poner fotos de la casa o de los niños, salvo que me lo permita expresamente. Es muy cuidadosa con la seguridad y, según me dice, Brisbane no es la ciudad más segura de Australia. Yo sigo sintiendo una tranquilidad absoluta, pero al parecer asaltaron y mataron a una chica no hace demasiado, cerca del centro de Brisbane, sobre las 21h (no de madrugada).
Mientras Nicola se va a por Josephine, me quedo instalándome y, al poco, llega Stephen, el pequeño de la casa. Es un chaval de 8 años llenísimo de energía. Me propone jugar al ajedrez y acepto encantado, claro. De hecho ése es mi trabajo aquí. 🙂
Espero estar al nivel…
Nada más empezar veo que sabe jugar bastante bien, pero su impulsividad e impaciencia le hacen cometer errores y le gano con cierta facilidad. Tengo que ver cómo hacer que me deje darle algunos consejos para que mejore su técnica, pero en cuanto ve que le gano un par de veces, ya no le interesa jugar más o quiere jugar sólo partidas de 1 minuto en la que hay de todo menos técnica y donde le es más fácil ganarme por tiempo (en velocidad cerebral, la edad hace mucho).
En esto llega Josephine, la hermana mayor, y se apunta a echar una partida. Josephine es el polo opuesto. Tranquila, reflexiva… Tiene gran capacidad de concentración y su técnica de juego es muy buena. Aún así le gano todas las partidas que echamos, pero de manera muy ajustada. Creo que va a ser muy buen entrenamiento para ella, ya que está jugando un campeonato ahora mismo.
Ambos niños están aprendiendo multitud de habilidades. No sólo ambos juegan (muy bien) al ajedrez, también hacen deporte (Stephen fútbol y Josephine tenis), y tocan varios instrumentos. Stehen toca el clarinete y el piano, y Josephine toca el piano, la guitarra, el violín, la flauta y el trombón, además de grabar sus propias canciones (!!). Desde luego son niños muy inteligentes, muy bien educados y con muy buenas habilidades sociales, ya que están acostumbrados a tener helpers en casa.
Después de la sesión de ajedrez, pasamos a una sesión de ping pong y después… a comer.
Nicola está siendo la host perfecta. Ha comprado un pan de semillas orgánico especialmente para mí, tiene la nevera llena de verdura y fruta y dos cajones con frutos secos (el paraíso). Pero además, me basta comentarle un poco mis preferencias nutricionales, para que haya ido a comprarme leche de almendras y tahini. No se puede pedir más.
Otra cosa muy buena de Nicola es que es muy clara. Dice muy claramente lo que puedo comer y lo que no debo gastar (especialmente por los niños), el cuidado que debo tener con las puertas de la casa, el funcionamiento de todo en la cocina, las horas en las que me pide que este en casa por los niños y las horas en las que puedo hacer mi vida… La verdad es que se agradece mucho esa claridad desde el principio para no tener que ir con miedo de meter la pata.
Para comer, Nicola ha preparado una crema de kumara (sweet potato) con tostadas de mi pan de semillas. Delicioso.
Después de comer me voy para el centro de Brisbane, donde he quedado con mis amigos de Madrid, Marta, Dani y Eddie, que están de visita por estas tierras. Como hace un día estupendo, me voy dando un paseo (largo, cerca de hora y media), durante el atardecer.
Así puedo sacar algunas fotos del vecindario…
…del atardecer sobre Brisbane visto desde el río…
…y del centro, ya casi anochecido.
Me encuentro con mis amigos muy cerca del Treasury Casino, en pleno centro. Es un encuentro muy emotivo para mí. Las primeras caras conocidas que veo en 7 meses.
Nos vamos a unos de los Food Courts tan típicos por aquí, concretamente el de Elisabeth Street, donde nos pedimos unas hamburguesas. La mía es de lentejas, claro (¡que nadie me la quite!).
y después de cenar nos damos una vuelta. Desde el Casino…
…nos vamos hasta el río, donde estuvo la Expo del 88.
De la Expo quedan cosas como la noria…
…y la playa.
Y el luminoso, claro.
Y no falta, por supuesto, un encuentro para cazar Pokemons…
Para volver, me despido de mis amigos, a los que espero volver a ver antes de que se vayan, y me cojo el Bus 300 que me deja al pie de la colina de Ascot. Desde ahí toca subir a pie, pero son 10-15 minutos.
Estoy un poco agobiado con el tema económico. El impuesto que me ha llegado de Hacienda, bastante inesperado, me ha dejado completamente pelado. Y cuando digo completamente… es completamente. Me quedan los 60$ que tengo en el bolsillo.
Es la consecuencia de algunas malas decisiones que tomé, como quedarme demasiado tiempo en Cook Islands sin trabajar. Pero me lo tomo como una lección del universo. Toca ponerse las pilas y solucionar la situación. Mañana tengo la mañana libre, así que empieza la operación “looking for casual jobs“.
En cuanto a mis impresiones tras el primer día, puedo decir que Brisbane tiene una pinta estupenda. No es Melbourne, pero es una ciudad moderna y cosmopolita y me cabe poca duda de que me voy a sentir muy bien aquí.
En cuanto a mi familia host, no puedo estar más contento y agradecido. Creo que va a ser una experiencia brutal. He conseguido conectar con los chicos desde el principio y la idea de pasar mi tiempo jugando al ajedrez con ellos en vez de estar cavando zanjas en una granja… pues no me voy a quejar, la verdad. 🙂
Siento que he estado un poco desconectado conmigo mismo desde las Cook, pero creo que este va a ser un buen lugar donde reencontrarme. En cuanto solucione el problema económico, que es lo único que me tiene intranquilo, van a ser unos meses estupendos.
0 Comments