1 – 3 noviembre 2016
322 días viajando…
50 días en Melbourne…
El martes empiezo con mi nueva rutina en casa. Me levanto a las 6:45 para poder hacer mi yoga, ducharme y desayunar antes de que se vaya la familia.
Para los Saludos al Sol, el sitio perfecto es el porche que hay en el patio trasero, ya que es amplio y recibe el sol del amanecer justo de frente. Sencillamente perfecto.
Para poder hacerme mis desayunos, me preparo un mix con los frutos secos que tienen en la despensa.
Pipas de calabaza y girasol, semillas de chía y sésamo, almendras, anacardos y pasas… tienen de todo!
En la puerta de la casa hay siempre disponibles libros para intercambio… y la gente lo respeta. Si se llevan un libro, dejan otro a cambio.
La mañana la dedico al Blog y por la tarde salgo a correr por el río Maribyrnong.
Los martes son día de burritos, así que ayudo a Kat a hacer la cena para aprender para la próxima. Se trata de preparar todos los rellenos y los snacks.
Como snacks tenemos zanahorias, pepinos y una especie de judías verdes levemente cocidas al vapor.
Y como relleno, unos pimientos salteados…
…tomate en taquitos (es fácil saber cuál es el mejor cuchillo para cortarlo). Después el tomate se mezcla con cilantro y jugo de lima…
…queso, maíz, guacamole…
…y voilá!
El miércoles, tras mis saludos al sol y desayuno sano, empiezo a currar para Margaret, la madre de de Kat. Llego a las 9 en punto. El trabajo consiste en lijar y pintar la balaustrada. Hay una parte ya pintada por los anteriores helpers. Yo tengo que terminarlo.
Empiezo lijando. Por suerte tiene un máquina para ello, porque es de los trabajos más coñazo que hay, especialmente si se hace a mano.
Aún así es un trabajo sucio de cojones. Pero alguien tiene que hacerlo… y si me lo pagan, me ofrezco voluntario!! 🙂
Después le doy una primera mano a lo lijado y una segunda mano a lo que tenía ya una primera.
Margaret me cuida como a un hijo. Me da orejeras, gafas, mascarilla y guantes para protegerme, me prepara café y, a mediodía, me hace algo de comer.
Ha comprado algo de pan blanco, aceitunas españolas (le hacía ilusión comprarme algo de mi tierra), aceite de oliva, tomate, queso brie… sí que me cuida, sí. Comemos en animada charla. Da gusto hablar con ella. Tiene un inglés muy claro y muy buena conversación. Está estudiando con una profesora haciendo mosaicos y me enseña algunos de los que lleva hechos. Es un trabajo impresionante.
Después de comer, sigo pintando hasta las 3h. Han sido 6 horitas de curro, pero da gusto volver a tener cash.
Durante la mañana, Kat me ha mandando un mensaje avisándome que unos amigos de su marido, Joel, han organizado una fiesta en la casa, que no tengo que cocinar hoy pero que puedo echar una mano. Así que me voy para allá. Ayudo a recoger y preparar todo y pronto empiezan a llegar todos los amigos. Son muchos y es imposible aprenderse los nombres. Pero con alguno me quedo.
En el jardín cuecen mejillones en vino tinto con ajo…
…y yo les enseño una de las mejores costumbres españolas: la de mojar pan.
Para cuando se va el último invitado yo ya tengo todo recogido, para gran sorpresa de Joel y Mitch. Me estoy haciendo querer… 😉
Se supone que los viernes es el día que toca limpiar la casa, pero como a Margaret le va mejor que vaya a pintar el viernes, Kat me deja que hoy jueves haga la limpieza general. Me explica un poco cómo hacerlo y se va a trabajar dejándome sólo ante el peligro.
La casa es grande, con 4 habitaciones (matrimonio, hijos, mitch y yo), 2 baños y gran cocina. Por suerte Mitch se encarga de su habitación. Me tiro 6 horas y pico limpiando sin parar. Bueno, sin parar… no. Hago una parada para comer algo. Un apaño de arroz con garbanzos, verduras y remolacha (de ahí el color).
Empiezo a las 9 y termino a las 15:30. Como necesito desintoxicarme de tanta limpieza… me voy a correr por el vecindario.
Aquí tenemos un gimnasio en el que los dueños no se rompieron la cabeza para ponerle nombre.
Hoy me toca cocinar. Como no está Kat para guiarme, me propone que improvise algo, así que, aprovechando que tienen paellera y fuego grande, les hago una paella vegetariana.
Empiezo dorando unas tiras de pimiento para el adorno final.
Y después me pongo al lío.
La paellera es muy pequeña o yo me he pasado con el arroz, pero aquello no deja de crecer y desbordarse.
Pero consigo poner una tapa y ahí está, reposando.
Y no ha quedado mal.
El arroz (no sé si es basmati o jasmine) no es el ideal para paella, pero no había nada mejor. Para mi gusto ha quedado sosita de sabor, pero al menos está bastante suelta.
Me entero que hay quedada de españoles en el The Mill House y no me hago de rogar. Necesito salir de la casa. Y aquí estoy, muy bien acompañado.
De izquierda a derecha: Consuelo (la compañera de habitación chilena de Ana), Miriam, el menda, Natasha (que no sé quien es), Ana y un venezolano que no recuerdo el nombre.
Como es un evento, las cervezas están a $5, así que hay que aprovechar!
Yo vengo cenado, pero el resto no, así que nos escindimos los mejores del grupo (Miriam, Marina, Ana y yo) y nos vamos al China Bar (que es 24h) a comernos unos noodles y unos dumplings.
Así que, resumiendo, estoy más que feliz, porque:
1) En la casa estoy superbien. Con la familia me siento muy a gusto. Trabajo bastante, pero de una forma cómoda, sin presiones. Y la comida (o los ingredientes) es magnífica.
2) Tengo curro de cash, y eso me viene muy bien, porque se me estaba acabando. Así puedo gastar en cervezas y café.
3) Estoy saliendo y conociendo a mucha gente estupenda, y me lo estoy pasando genial, la verdad.
4) Estoy haciendo buenos contactos para el proyecto que me traigo entre manos. Mañana tengo una reunión con Margarita, la directora del Spanish Club, que tiene sala de teatro y la semana que viene me reúno con Leticia, directora del Teatro de Melbourne.
5) Me siento física y emocionalmente mejor que nunca.
Así que… ¿qué más se puede pedir?
Sólo que dure!?