26 – 29 octubre 2018
1047 días viajando…
3 días en Atenas…
Tras la subida al cerro Chirripó, se termina mi housesitting en San Gerardo de Rivas. Se suponía que Beth, la dueña de la casa, volvería el día 4 de noviembre, pero me avisó que adelantaba su llegada al 27 de octubre. Para compensarme por este hecho, me ofreció muy amablemente su casa en Atenas, al oeste de San José. Así que el día 26 de octubre de 2018, limpio la casa de San Gerardo, recojo mis cosas, las pongo en la moto…
…y me pongo en camino!
Atenas está a unos 220 kms de San Gerardo, yendo por la carretera de la costa. Podría hacerlo en un día, pero me apetece tomármelo con calma y disfrutar del camino. Por eso mi plan es parar en Quepos para pasar la noche.
Hago una primera parada en San Isidro del General para tomar un segundo desayuno en una pequeña soda que hay justo a la entrada donde la dueña ya me conoce. Desayuno charlando con ella.
Me pido un Gallo Pinto con huevo y queso. Ya tengo clara la diferencia entre el Casado, normalmente para almorzar, donde se sirven el arroz y los frijoles separados, y el Gallo Pinto, normalmente para desayunar, donde se sirve todo revuelto y con una salsa típica de aquí. No puedo evitar pensar que el Gallo Pinto se hace con las sobras del Casado del día anterior. :-p
Echo gasolina y vuelvo a la carretera. Cuando llego al Mirador del Valle Encantado, tengo que parar para hacer una foto.
Desde ahí voy más o menos de tirón hasta la Costanera, la Carretera 34 que va por la costa pacífica de Costa Rica. La cojo en dirección norte y, poco después, llego a Quepos.
Como siempre, recurro a Booking para buscar el hostel más barato pero con mejores referencias del lugar. Pero no reservo. Estamos en temporada baja y sé que va a haber sitio seguro, así ellos se ahorran la comisión y yo puedo decidir sobre la marcha si me quedo o no.
En este caso mi elegido es Passifloras Hostel, por las buenas referencias de su dueña, Alison.
Y efectivamente Alison es un amor, al igual que su gata, que es la primera que me recibe en el mostrador.
Me asigna un dormitorio donde ya hay dos argentinas que han tomado posesión del lugar… ampliamente.
Las zonas comunes están muy bien, lo que siempre es muy de agradecer. Tanto la cocina…
…como la sala de estar.
Nada más llegar empieza el Diluvio Universal y no hay demasiadas posibilidades de explorar la ciudad.
Así que aprovecho para comprarme una cervecilla local y pasar la tarde escribiendo el blog.
Por la noche por fin para la lluvia y puedo salir a cenar algo. Podría usar la cocina, pero así salgo y me despejo.
Al final acabo en el Lucas Bar tomando una sopa negra…
…que es una sopa de frijoles negros con un huevo dentro y acompañado de arroz. Se supone que es vegetariana, pero el caldo tiene un sospechoso sabor a hueso de carne.
Al día siguiente, 27 de octubre de 2018, me doy una vuelta por los alrededores. Quepos está pegado al Parque Nacional Manuel Antonio, uno de los más famosos de por aquí.
El día está muy nublado, pero al ambiente es agradable y tranquilo. Se nota la temporada baja.
Desayuno un Gallo Pinto con huevos y maduro en Jardín de Mar…
…y me pongo de nuevo en marcha.
Cada cierto tiempo me tengo que parar y refugiar en alguna parada de bus por la lluvia. La carretera es recta y rodeada de inmensas plantaciones de palma.
Me sigue pareciendo terrible lo que se le hace a la selva en los países tropicales para plantar kilómetros y kilómetros de palma para aceite. Cada vez que comemos comida procesada, estamos contribuyendo a esto. Cada vez que leamos en una etiqueta el eufemístico nombre de “Aceite Vegetal”, ya sabemos lo que nos estamos comiendo.
Hago una parada en el mirador de la famosa Playa Jacó.
El día sigue muy nublado, pero por fortuna va lloviendo menos.
Poco después, ya en Jacó, hago una parada para un segundo desayuno en la Soda Marea Baja y, por hablar, se pone a diluviar. Así que hago algo de tiempo mientras para un poco. Me fijo especialmente en el hombre que tienen para acompañar a los clientes a sus coches con un paraguas.
Cuando por fin para un poco, me pongo de nuevo en camino con el ánimo de ir esta vez de tirón. La verdad es que me pilla algo de lluvia, pero ya me da igual, quiero llegar. La carretera que va hacia Atenas desde la costa, es brutal, subiendo entre montañas llenas de curvas. Se acabó el llano de la carretera costanera.
Por fin, a las 12:34, consigo llegar sano y salvo a la puerta de la Urbanización de la casa de Beth.
Me recibe James (Beth está ya en San Gerardo), su vecino americano, quien me da la bienvenida y las llaves.
De la casa… no me voy a quejar. 😉
Y, aunque el día no acompañe del todo, lo primero es lo primero. Hay que estrenar la piscina.
Viva el housesitting!
Al día siguiente, 28 de octubre de 2018, después de un estupendo desayuno de maduro a la plancha con aguacate, tomate y huevos…
…me doy una vuelta por Atenas, una pequeña población que está a unos 3 kms de la urbanización de Beth. Como todas las poblaciones medianas de Costa Rica, el centro es ocupado por el Parque Central (la plaza del pueblo) y la Iglesia.
En las poblaciones más pequeñas, el Parque Central es sustituido por un campo de futbol.
Aquí está el cruce entre la Calle 0 y la Avenida 0. Y es que, aunque en estas poblaciones se numeran las calles al estilo de Manhattan, la realidad es que no existen direcciones. Se hace todo por referencias (750m al oeste de…).
Pregunté a alguien local…
– ¿Y cómo llegan las cartas si no hay direcciones?
– El cartero tiene que ser de aquí.
A pesar de la falta de sol, es una ciudad de lo más colorida.
Pero en general dedico mi tiempo al relax y al blog, hasta que al día siguiente, 29 de octubre de 2018, llega desde Madrid mi amiga Mer, a quien voy a recoger al aeropuerto con la moto.
Es toda una experiencia (que espero no repetir) conducir de noche por estas carreteras.
Mer viene a quedarse conmigo dos semanas para recorrer Costa Rica con la moto, como ya hicimos en Vietnam. El plan es hacer pequeñas escapadas a los alrededores, pero teniendo como base la casa de Atenas, hasta el día 4 de noviembre, que es el día en que debemos dejar la casa. Ese día seremos ya completamente trotamundos…
….o, al menos, trotacostarricenses!
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