25 mayo 2016

160 días viajando…
2 días en Paihia…

Pues al final me puse una alarma “online” en el portátil. Todo un descubriento. Pones una hora y te despierta con el vídeo de YouTube que tú elijas.

Aún así, no me hizo falta, me desperté 2 minutos antes de que sonara. Así que me he quedado sin ver si funciona.

Ducha rápida, desayuno relajado, preparo mis cosas y me voy para las oficinas de Paihia Dive, que están a 10 minutos andando. Está amaneciendo y, a pesar de la previsión, hace un día estupendo.

Llego al centro de buceo…

…donde relleno mi ficha y me dan el equipo. Son curiosas las cosas que te pasan cuando no tienes móvil: Te piden el teléfono de alguien en caso de emergencia… y no te sabes ninguno, claro. 😉

El equipo consta de traje de neopreno para aguas frías (es la primera vez que uso uno tan gordo y con una parte extra para el torso y la cabeza. Siempre he buceado en el Mediterráneo con trajes ligeros), escarpines, aletas, chaleco con regulador y máscara. Una vez que lo tenemos todo, lo llevamos al barco acompañados por nuestros guías, Stuart y Alice, (ambos británicos)…

…y nos ponemos en marcha.

el oleaje es bastante fuerte y hay momentos que parece que el barco va a salir volando.

Aquí tengo mi equipo ya montado.

Cuando nos vamos acercando, Alice nos hace da breve charla sobre el HMNZS Canterbury, el barco que vamos a explorar.

Después es Stuart el que nos da la charla sobre cómo será la inmersión, ya que será él el que baje con nosotros. En el grupo somos John (australiano), Pedro (peruano), Helen (danesa) y yo. Me ponen de pareja con John. Es el más experimentado del grupo. De hecho lleva su propio equipo.

Después de la charla, nos ponemos el traje. 

Y para aliviar algo el frío, nos ofrecen café o té. Ni me lo pienso, claro.

Llegamos por fin a la zona donde está hundido. Ahí, con el barco ya parado, nos ponemos el equipo. Aún así, el oleaje es tan fuerte, que es toda una aventura lograr colocárselo.

La última vez que buceé fue hace un año cuando me saqué el advanced, y noto que he perdido la costumbre. Cuesta ponerse los 8 Kgs en plomos (para hundirme) más el peso de la botella y más todo el equipo… y con el balanceo del barco. Uf. Cuando me meto en el agua voy un poco agobiado.

Tengo asumido que siempre, el primer rato, lo paso mal. Me agobio bastante. Es como si el cuerpo te dijera… ¿¿pero qué haces respirando debajo del agua?? Me suele dar un poco de ansiedad, pero siempre lo logro controlar y luego se me pasa.

Pero hoy me ha dado especialmente fuerte. Me he agobiado muchísimo. Durante toda la bajada hasta el barco ha sido una lucha contra mi mente y mi respiración descontrolada. He estado a puntísimo de decirle a Stuart que me salía, que no podía. Pero sé muy bien que si hago eso, la cago del todo, porque ya no voy a ser capaz de volver a bajar. Así que he aguantado. Incluso en esta foto, sosteniendo el teléfono que hay fuera del barco (foto típica de esta inmersión), todavía sigo sin respirar bien, pero lo disimulo como un campeón.

Los demás se hacen la misma foto, claro. 

Helen…

…Pedro…

…y John.

Y, de repente, se me pasa. Siempre me ocurre igual. Se me pasa de golpe y, a partir de ahí, disfruto un montón. Y ha molado, porque se me ha pasado justo antes de meternos dentro del barco. Curiosamente eso podría ser para muchos lo más agobiante, meterse en zonas cerradas, sin salida rápida hacia arriba, pero yo es lo que más disfruto.

Es genial el que Stuart vaya con cámara y haciendo fotos. Y luego nos las han dado sin coste extra. Todo un detalle al que no estoy acostumbrado. Bien por ellos.

Lo malo de los ataques de ansiedad es que se gasta mucho aire, así que me toca salir el primero, cuando he gastado ya 3/4 de la botella. Poco después sale Helen. Luego Pedro. Y Stuart y John se quedan un buen rato más. Se nota la experiencia.

Desde ahí vamos al segundo punto de inmersión, donde nos tomamos un descanso (y el almuerzo) mientras Alice hace una inmersión con una chica que viene a hacer su primer día de curso.

Me ofrecieron almuerzo (vegetariano) por $12 extras y lo acepté. El sandwich está realmente rico. Viene también una manzana (bien), una chocolatina de esas cubiertas de chocolate con leche (que ni pruebo), y una especie de dulce casero en forma de triángulo que cuando lo pruebo veo que es de jengibre (bien) pero con más azúcar que otra cosa (puaj). Así que tampoco me lo tomo. 

Chispea un poco… y no falla. Ahí está el arcoiris.

Muy cerca se ve una playita espectacular.

Voy un poco acojonado con la segunda inmersión. Tengo miedo de que me vuelva a dar agobio al bajar. Así que intento ir muy relajado y mentalizado. Y cuando empiezo a bajar… como la seda. Ningún agobio. Disfruto toda la inmersión, intentando respirar muy despacio. 

Aún así, me vuelve a tocar salir el primero. He vuelto a ser el primero en llegar a 1/4 de botella.

Durante la vuelta, pillamos unas olas como yo no había visto nunca navegando. En una de esas, el barco sobrepasa una de ellas y cae a plomo unos 2 o 3 metros. El choque es brutal. Helen acaba en el suelo muerta de risa, y mi trasero impacta contra el asiento a lo bestia.

Y, finalmente, llegamos a Paihia…

En las oficinas me pasan las fotos directamente a mi pendrive y me voy al hostel a ducharme.

Justo cuando estoy llegando, empieza a llover a lo bestia. Así que me toca esperar para darme una vuelta por el pueblo, pero, finalmente, todo pasa, incluso la lluvia.

Me compro una lata de lentejas para hacerme una sopa esta noche y variar un poco el menú.

Volviendo, justo pillo el despegue del helicótero.

Y cuando llego, le hago alguna foto al hostel y a mi habitación.

El resto de la tarde lo paso poniendo orden en las fotos y escribiendo el blog. 

Por la noche me cocino una sopa de lentejas y arroz con lo que tengo: brócoli, zanahorias, frutos secos y huevos. No me queda mal. Muy ligerita.

Mañana me levantaré con calma y me volveré a Whangateau en autostop. Es un viaje largo, así que se me irá todo el día.

Hoy no he tenido noticias del móvil y eso me mosquea, porque se supone que lo recibían hoy, lo reparaban y me lo mandaban. A ver qué me dicen mañana.

Lo del buceo ha sido una mezcla entre aventura y superar miedos. Me ha venido genial, pero tengo que controlar mis gastos si quiero seguir viajando. Espero que en las Cook no tenga que gastar nada. Aunque no sé muy bien qué me encontraré. Pero eso es lo que mola de los cambios.

Voy a intentar no pasar tanto tiempo en cada sitio. Creo que el ideal son unas 2-3 semanas. En un mes al final me acomodo demasiado.

Veamos qué me espera detrás de la próxima esquina.

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