15 abril 2016
120 días viajando…
5 días en Wharariki…
Estoy meditando todas las noches, pero no consigo concentrarme bien. Me relajo, pero no siento que entre en estado de meditación como otras veces. Paciencia.
Anoche me dormí a las 21h… y me levanto a las 7h. He dormido 10 horas! Y aún así siento que estoy madrugando. Creo que para mí no es el número de horas, sino la hora de levantarme. Estoy más descansado si me levanto a las 11, aunque haya dormido 4 horas.
Me levanto y hago mis saludos al sol. Ducha y desayuno. Me voy para la cocina.
Pruebo a hacer un experimento para desayunar. Pongo a cocer quinoa y lentejas rojas con poca agua y un poco de leche de almendras, añadiendo zanahoria y calabaza. Cuando se está terminando de consumir el agua, añado un par de huevos y lo revuelvo todo. Y al final añado unos frutos secos. Es una especie de porridge, pero a mi manera. Y la verdad es que está bueno y te prepara para el día de trabajo.
Voy a la reunión sin saber muy bien si decir aún lo de que me voy el domingo. Pero nada más llegar me dice Dion “another day in the paradise, eh?“. Y después añade que me tengo que mudar al autobús.
Y eso sí que no.
El autobús es un espacio sucio y caótico donde conviven varios woofers.
Y por ahí ya no paso. Le digo que no merece la pena, porque al final me voy el domingo, porque no sabía que no había Internet y tengo asuntos que atender que no me permiten permanecer aquí.
Le cambia la cara y me dice que vale. Éste es el periodo que más temo. Desde que le digo que me voy hasta que me voy, porque si fuera una persona normal y razonable, me diría que no pasa nada y tan felices. Pero si no me equivoco, y no me suelo equivocar con la gente, me va a intentar putear hasta que me vaya y todavía está por ver si me pagará la comida.
Me despido de Loreen, Axel y Sam, que se van ya.
Para empezar, me toca limpiar todas las zonas comunes yo solo. Sam no está y Richard me deja ahí solito. No hay problema. ¿A quién no le gusta limpiar los retretes del paraíso? :-/
Obviamente tardo más de la hora y media habitual, pero aún así lo hago en hora y cuarenta. Un récord. Y limpiando bien, que cuando me toca hacer algo, lo hago de verdad.
Después voy al taller. Dion le dice a Richard que con mi ayuda lleve el mueble cocina viejo de su casa al sitio donde acumulan toda la mierda, al lado del autobús. Allá vamos. Parece que el yoga funciona, porque yo voy sin problemas y Richard necesita parar porque no puede con el peso.
Hoy no está Matt por el taller. Esta Dion. Mala cosa. Él y Matt están trabajando de forma obsesiva en construirse un Boogie.
Me pide que quite el óxido y pula la parte metálica de las dos ruedas del remolque. Yo voy un poco apurado porque necesito ir hoy a tener conexión de Internet y si se me hace muy tarde, es un problema volver. Dion me dice que lo haga con las dos ruedas, y que con eso ya habré terminado por hoy.
Cuando las he terminado, le digo si quiere chequearlas, las mira y le pone pegas. Dice que hay pegotes de óxido. Yo le digo que con esa pulidora no van a salir. Me dice que use una herramienta que va con aire comprimido. Pero antes me lleva donde están están apiladas un montón de ruedas, me señala una medio enterrada entre los trastos y me dice que ésa es la de repuesto, que la saque de ahí (yo solo), que también la pula y que luego pinte las tres con el antioxidante.
Le digo que ok, pero que voy un poco apurado porque necesito conexión esta tarde, y luego tengo que volver en autostop…. Y por fin lo suelta. Me dice de muy mal rollo que el acuerdo para “permitirme” que me quedara ahí era por un mes y que por mi culpa ha dicho que no a otros, porque ya estaba al completo (falso, porque sabe hace tiempo que se le van los otros woofers). Yo, con mi mejor sonrisa, le digo que lo siento, pero que no sabía que no había Internet y que tengo asuntos que atender.
Está claro, me va a putear.
Me dice también que mañana vamos todos a pescar langostinos. Le digo que lo siento, pero que soy vegetariano y no pesco ni participo en la muerte de ningún animal. “Ok, ok…“, me dice. Está claro que lo nuestro es imposible.
Normalmente acabo a las 13:30 y hoy consigo acabar a las 14:30. Me pregunta que cuál es mi plan, y le digo que irme el domingo por la mañana, y me dice que vale, pero que después de la limpieza, porque no tiene a nadie más para limpiar (tiene a Ann y Richard, pero vale) y que me pase por su casa después de limpiar para pagarme la semana de comida. Bonita manera de decirme que o lo hago o no me paga.
Qué mal rollo me da. Es increíble, porque me bastó medio segundo cuando le vi, para saber la clase de persona que era. Creo que a partir de ahora no me voy con ningún host si no veo una foto suya antes. Me basta ver la mirada para conocer a una persona. Si llego a ver la mirada de Dion, no habría venido ni loco.
Corro a mi barracón a cambiarme y me voy hacia la salida. A estas horas va a ser muy difícil que salga alguien, pero hay que confiar. Soy incapaz de estarme quieto, así que empiezo a andar. Es absurdo, porque hay 30 kms hasta Collingwood y como 40 hasta el Mussel Inn. Es imposible llegar andando, pero soy incapaz de quedarme esperando.
A los 15 minutos oigo un coche a mis espaldas. Saco el dedo y paran!
El grupo es de lo más extraño. Dos hombres mayores con pinta bastante rara, especialmente el conductor, con un cigarrillo entre los labios, y detrás una chica bastante joven que resulta ser húngara.
Van sólo hasta Pakawau, que es la mitad de camino a Collingwood, pero ya me hacen 14 kms y ahí será más fácil.
Al parecer la chica hacía autostop ayer y le recogió este hombre que, al parecer, es guía, y se ofreció a llevarla hoy a hacer un tour por la zona. Yo flipo, porque, como digo, se me da bien conocer a la gente, y ni loco me hubiera ido con ese hombre y menos con dos hombres y siendo una chica joven que viaja sola. Y mira que yo soy confiado, pero me parece una locura.
Al final me dejan en Pakawau y sólo tengo que esperar un poquito hasta que pasa una furgo. Y resulta que les conozco. Son una pareja con la que he coincidido cocinando en Wharariki, aunque no hemos hablado. Me han parado porque me han reconocido también.
Son una pareja inglesa que van a Collingwood, a una especie de fábrica de chocolate que hay ahí, y después al Mussel Inn. Loreen me dijo que en Collingwood hay internet, pero de pago. Como al final en el Mussel Inn te tomas algo, pues el gasto será más o menos lo mismo. Así que les digo que me voy con ellos a Collingwood. Son tan majos que me dicen que si no encuentro Internet, que me llevan luego al Mussel Inn.
Me despido de ellos. Voy tan agobiado con el tiempo y con todo que ni siquiera les he hecho una foto. Realmente me siento mal con toda esta situación.
En Collingwood me dicen que hay internet en el camping y ahí me dan acceso de 24h por $5, lo que me hubiera gastado en un café.
Eso sí, me hacen usarlo desde la calle, porque no me dejan estar dentro al no ser cliente. En fin.
Me conecto por fin y veo que me han aceptado finalmente en el Vipassana. Pero no sé, estoy de tan mal rollo y tengo tanto miedo a que se vuelvan a aprovechar de mí, que ni siquiera estoy seguro de querer hacerlo ahora.
Pero pillo despierta a mi amiga Mer y es un soplo de aire fresco. Consigue quitarme el mal rollo y me convence de lo bien que me va a venir justo ahora un retiro de meditación. Y tiene toda la razón. Lo que necesito ahora es desconectar.
Tendría que estar ahí la tarde del miércoles 20.
Hablo con Sirpa para decirle que abusando mucho-mucho de su hospitalidad, si me puede alojar la noche del domingo y, quizá la del lunes, para descansar y volver a centrarme. Sirpa me dice que el domingo estará en Nelson y que por la tarde irá a Picton. Que encantada de llevarme y alojarme. Por favor, qué enorme diferencia entre personas llenas de amor y personas tóxicas.
Hablo también con Susan, en Ohakune, para decirle si me puede alojar la noche de lunes y/o el martes, de camino hacia Auckland. Me dice que soy siempre bienvenido. El mundo está lleno de gente maravillosa. Una sola persona no puede cambiar eso.
Así que en sólo media hora lo tengo todo organizado. Saldré el domingo sobre las 12h, si Dion no me putea más, y tengo que conseguir llegar a Nelson lo antes posible. De tirón son dos horas y media, pero en autostop nunca se sabe. A la ida me costó 5 horas. Sirpa dice que me espera, pero tampoco la quiero hacer esperar mucho. Ella me llevará a Picton y la única duda es si pasar con ella dos noches y una con Susan o viceversa. Lo que necesito es desconectar del mal rollo y conectarme a internet para ponerme al día con el blog y con mis asuntos antes de la gran desconexión de 10 días en los que no escribiré nada. Al salir haré un resumen. 🙂
Desde casa de Sirpa reservaré el ferry (eso es lo que hará que me decida por cruzar el lunes o el martes) y desde wellington tengo que llegar a Ohakune, así que tengo que cruzar pronto, que luego son 4 horas de coche.
Dormiré en Ohakune y saldré temprano para conseguir llegar al centro de meditación, que está una hora al norte de Auckland, o sea, a 5 horas de Ohakune. Y hay que llegar entre las 15-18h.
El curso empieza el miércoles 20 de abril por la noche y acaba el domingo 1 mayo por la mañana. He hablado con una posible host que vive que con sus dos hijos cerca del centro de meditación y que me ofreció a que fuera después del retiro. Me da la sensación de que será como lo de Sarah en Tasmania, hasta ahora mi mejor experiencia HelpX (está claro cuál ha sido la peor) y me vendrá bien. El otro posible host cerca, en la península de Coromandel, es el café vegetariano, pero me dicen que no tienen plazas en un mes. Pero es que además me está dando mal rollo. Me están pidiendo una estancia mínima de un mes y me están respondiendo siempre de forma muy seca. Ya no me fío.
Mi experiencia me va enseñando que las mañas experiencias HelpeX me las estoy encontrando cuando a donde voy es un negocio llevado por woofers, en vez e una granja o una casa o algo pequeño. Cuando son negocios se pierde por completo la filosofía woofer y se convierte en otra cosa. Algo muy cercano a la explotación. Y es una pena, porque me apetece currar en cafés y similares, pero ahora ya me va a dar miedo volver a toparme con algo como mis dos últimas experiencias.
A las 16:15 le agradezco infinitamente a Mer haberme quitado el mal rollo, y camino hacia la salida de Collingwood antes de que se me haga muy tarde para pillar quien me lleve.
Pero no tengo ni que salir del pueblo. El primer coche que pasa cuando aún estoy por la calle principal, le hago un gesto y me para. Le digo a que voy a Wharariki y me dice que él también. ¿En serio? En cuanto cambio de actitud, todo sale bien.
Y resulta ser uno de esos encuentros especiales que estoy teniendo en este viaje. Se llama Steve y su preciosa perra Jack Russel se llama Jolie. Es kiwi pero ha viajado mucho. Le digo que se nota porque le entiendo muy bien, y se ríe. Dice que ha vivido en muchos sitios donde el inglés no era la primera lengua y eso le enseñó a hablar muy claro. Primera señal de empatía, cómo lo echaba de menos. De hecho, cuando le digo que me encanta su perrita, me dice una expresión que no entiendo “she’s worth her weight in gold“, y tiene la paciencia de decírmela palabra por palabra y explicármela. Vaya diferencia.
Lo dice porque tiene huerto en su casa y Jolie le libra de los pájaros y los possums que le arruinaban la cosecha.
Y por si fuera poco, me dice que Melbourne es una de sus ciudades favoritas del mundo (¡pues claro que sí!) y que va a menudo porque ahí vive su hija.
Y que ha vivido en Nueva York, donde trabajó como asistente personal y coproductor de Ian McKellen (¡Si, Gandalf!) en su doblete en broadway. De hecho compartían un súperapartamento en Manhattan. Yo estoy flipando, claro. Me cuenta que cuando acabó el trabajo se agobió del ruido y el ritmo de la ciudad y se compró un terreno unos kilómetros antes antes de Wharariki y ahí se ha hecho su propia casa. Y me lleva hasta ahí para enseñármela. El sitio es muy especial, como no podía ser de otra manera.
Le pido su contacto. Me parece no solo una persona muy interesante sino, sobre todo, una muy buena persona. Gracias universo por mostrarme hoy la otra cara con tanta buena gente.
Desde su casa ya puedo ir andando. Me recomienda que aproveche y suba hasta el faro de Pillar Point para ver la puesta del sol, tomando un desvío a la derecha. Pensaba hacerlo mañana pero ya que estoy ahí, me decido a hacer la subida.
Efectivamente las vistas son espectaculares y la puesta de sol una maravilla. Aunque el faro es muy pequeñito.
Estoy tentado de volver haciendo el track hasta Cape Farewell, pero veo que se me va a hacer de noche y es mejor que si ocurre, que sea en camino abierto, y no por un track perdido por la costa, seamos prudentes. Así que dejo mi propio recuerdo en la señal…
…y desando lo andado y cojo otra vez el camino de grava hacia el Holliday Park, justo cuando va anocheciendo.
Según me acerco me vuelve el mal rollo, no consigo quitármelo de la cabeza. Me doy cuenta que el miedo que sentí al llegar no era por la desconexión. De hecho eso no ha sido un problema en absoluto. El miedo es el mismo que siento ahora y que no me deja. El que siento por las personas tóxicas. Sólo necesito salir de aquí y dejar esto atrás, pero aún me quedan dos noches aquí, y con gente así nunca se sabe. Me viene tanta desconfianza que lo primero que hago al llegar al barracón es coger mi pasaporte y meterlo en mi pequeña mochila que llevo siempre encima, junto con mi cartera y las cosas básicas. No puedo evitar pensar que es capaz de cualquier cosa. Igual exagero, pero no me suelo equivocar. Porque eso es lo que siento. Miedo. Y el miedo es el peor acompañante posible.
Lo siguiente es hacerme algo contundente de cena, que no he comido. Me hago un arroz de cosas, pero está vez por la vía rápida (y sana), sin sofrito. Pongo agua a calentar y ahí hecho el arroz, unas pocas lentejas rojas (¡proteínas!), verduras, ajo, cebolla, un poco de leche de almendras, sal, orégano, pimentón y cúrcuma. Y no tarda nada en estar listo. Y me sabe a gloria.
El resto de la tarde/noche me relajo escribiendo esto y ahora leeré un rato y después meditación y a dormir.
Penúltima noche.
No queda nada.
Animo Guapo estamos contigo!!!