Nueva Zelanda (Wharariki) – Conectándome

by | 13 Apr 2016 | 2 comments

13 abril 2016

118 días viajando…
3 días en Wharariki…

He decidido levantarme todos los días a las 7h para tener algo más de tiempo para mi yoga y probar a meditar también por las mañanas. 

Según suena el despertador, veo que hay una chica que está recogiendo sus cosas para irse. Debió llegar después de que me quedase dormido y se va antes de que me levante. 

Me levanto y hago mis saludos al sol. Hace un día estupendo. Después de la relajación estoy unos minutos en meditación. Leticia tenía razón. Se medita muy bien después del yoga.  

Da gusto tener tanto tiempo por la mañana. Dos horas y media sólo para mí, antes de la reunión. 

Me voy para las zonas comunes a hacerme el desayuno. Esto parece un zoológico. 

Para desayunar decido variar de menú. Primero me hago una papilla de plátano con leche de almendras y chocolate, y después me cuezo tres huevos que mezclo con tomate, manzana, zanahoria y frutos secos. Un poco de aceite y sal, y tengo el desayuno perfecto y gluten-free. 

Es curioso cómo me ha dejado de apetecer el pan desde que estoy aquí. Estoy cada vez más gluten-free, porque ya ni siquiera me apetece. 

Me he cogido la cafetera de los woofers, porque al café sí que no puedo renunciar. Me lo hago con un poco de crema de coco que me traje. 

A las 9:30 en punto voy para la reunión. Soy el primero. Ni siquiera está Dion. Sólo está Lea… y los dos caballos. Me hago selfie con Neo. 

Sólo aparecen por ahí Richard, Alex y Ann. Ni siquiera aparece Dion. Al final la reunión ha sido una charleta entre nosotros. Yo me voy con Richard, que me pide que le eche una mano a mover unas piedras para el muro de la casa de Dion y Lea. Lo hacemos en un plis. Después nos vamos a la zona común para hacer limpieza. Ahí ya está Sam, el francés, que ya ha empezado con los baños. Yo me pongo con la cocina. Richard vacía las papeleras, repone el papel higiénico y dice que se va a otras tareas, así que ahí quedamos Sam y yo limpiando. 

Por iniciativa propia limpio el interior del microondas, que daba pena. Lástima no haber hecho una foto del antes y el después. También limpio un poco las neveras por dentro. 

Por cierto, las duchas son de pago. 

Por las restricciones de agua, dicen. Por suerte los woofers usamos el baño de minusválidos y no tenemos que pagar por ducharnos. 

Para las 11:30 ya lo tenemos todo limpio. Richard llega justo para la supervisión y luego me pide que le acompañe a donde están las “cabinas”, que son una especie de pequeños bungalows típicos de camping. Hay uno que ha quedado libre y toca limpiarlo. Me dice dónde está la aspiradora, se lleva las sábanas sucias, me deja unas limpias y me deja con ello. Es poca cosa, sólo pasar aspiradora y hacer la cama. 

Las vistas desde dentro son chulísimas. 

Me dice que cuando termine, que vaya al taller para ayudar a Matt, que me va a poner a trabajar con “tools”, que me va a gustar. 

Voy al taller y me encuentro con Matt y su enorme barba. Suele estar siempre trabajando en el taller. Ahora está restaurando un viejísimo y oxidadísimo remolque de transporte. 

Me pide que corte y pula unos salientes de metal. En mi vida he usado herramientas para trabajar el metal, pero se trata de aprender, ¿no? Me da unas gafas y unas orejeras para el ruido… y allá vamos. Hay chispas por todas partes. Primero con el disco de cortar, corto todos los salientes. Es impresionante ver cómo se corta el metal, como saltan chispas y como se va fundiendo por donde pasa la sierra. 

Después va la pulidora de disco, con la que igualo superficies y quito óxido. 

Después Matt me pasa una cerveza…

…y después va la pulidora de cepillo de metal, con la que se hace el acabado.

Para las 13:30 lo tengo acabado. Ha sido muy interesante el trabajo. Me encantan estas tareas en las que aprendo nuevas habilidades. 

Marcus y Vicky ya están de vuelta de su paseo matutino y mantienen su oferta de llevarme al Mussel Inn para que pueda tener internet. Así que me cambio, cojo mis cosas y me reúno con ellos en el aparcamiento. Resulta que el coche de Marcus es un utilitario normal, al que le ha montado una cama en la parte de atrás para dormir. Pero claro, eso quiere decir que el único sitio para mi es… la cama! 

Así que me hago el viaje tumbado tan ricamente. 

En poco más de media hora estamos allí. Me despido de ellos con un fuerte abrazo y la promesa de buscarlos en Facebook. 

Ya en el Mussel Inn (algo así como la posada del muslo) me pido un café y la sopa del día. 

A mi teléfono casi le da algo cuando por fin me conecto. Casi explota de tantas notificaciones. 

Lo primero es ver si me han respondido del Vipassana… y no! No me han respondido. Pues es una putadilla, porque eso me obliga a tener que venir otro día para poder decidir qué voy a hacer en las próximas semanas. 

Si me dijeran que sí, me quedaría aquí hasta el sábado o el domingo, porque necesitaré 2 o 3 días para llegar allí en autostop. O incluso igual me iba antes para tomármelo con más calma. Y para después del Vipassana tengo dos ofertas cercanas a esa zona. La más tentadora es un café vegetariano en la península de Coromandel.

Si me dijeran que no, entonces podría ir a cualquier sitio, y me lo podría tomar con calma. Pero tengo bastante claro que aquí no quiero quedarme. 

El no saber es lo que me mata. Y al no tener internet es un jaleo la que tengo que montar sólo para consultar el correo. 

Esta mañana en la reunión me di cuenta de que Dion tiene WiFi en su casa, pero al parecer no la comparten porque es muy limitada o les cuesta por uso o algo así. 

Si sólo pudiera mirar el correo… pero es que ni siquiera he podido hablar con Dion hasta ahora (ni tampoco él ha mostrado mucho interés en hablar conmigo y conocerme). 

A las 17h me doy cuenta de que se me está haciendo muy tarde y que si no consigo quien me lleve me puedo ver en una situación apurada. 

Salgo de la posada y me coloco en la carretera.

Efectivamente el sol está bajísimo y apenas pasan coches. Los pocos que pasan, van a toda leche y ni hacen intención de parar. Empiezo a acojonarme. Si nadie me lleva, es inviable ir andando. Debo estar como a 40-50 kms. Y tampoco hay donde quedarse. 

Por suerte al poco sale un coche del Mussel Inn en mi misma dirección y me para. Se llama Natiel y va hasta Collingwood. 

Con eso salvo una parte del trayecto. Es una gran persona que además, me lleva un poco más allá, hasta el desvío a Wharariki, para que esté seguro de que los que pasen van al único destino posible. 

Aunque sigo muy lejos, decido no esperar y empiezo a andar. Viene un coche… y nada. 

Sigo…

Otro coche! Es una mujer, nos miramos, le pongo cara de “venga, vaaaa…”, me sonríe y para con cara de “vale, va”. Es una mujer encantadora que se ha apiadado de mi porque ha visto que ya casi se ha ido el sol y que vaya horas de hacer autostop!

Vive en Pakawau y hasta allí puede llevarme. Se lo agradezco igualmente como si fuera mi ángel salvadora. 

A partir de aquí me quedan 16 kms y ya casi se ha puesto el sol. Ni me lo pienso, me pongo a andar a buen paso y echo cuentas. 16 kms los puedo hacer en poco menos de 3 horas y son las 17:30, así que podría llegar antes de las 20:30 que es una hora decente, lo malo es que gran parte del camino será ya noche cerrada, pero por suerte llevo siempre encima mi linterna frontal. Aún así acojona un poco la idea de ir solo y de noche por esta zona.

Sigo avanzando y no pasa nadie. Absolutamente nadie. 

De repente me siento observado. En el prado de mi izquierda TODAS las vacas (docenas y docenas) se han girado a mi paso, y me miran fijamente y, de repente, se ponen a andar en paralelo a mí… Algunas con aire muy amenazador. 

La verdad es que acojona bastante. No deben estar muy acostumbradas a que alguien ande a pie por ahí y me deben considerar un intruso. Vacas guardianas…

Hay uno que debe ser el macho, de color negro, que es el que más acojona. 

Por fin se quedan atrás, pero me giro una última vez y la imagen que veo es de película de Hitchcock. 

¡Por fin un coche! Le pongo cara de “por tu madre, para que se me está haciendo de noche!… y para sin dudar, y no puedo ser más afortunado. Es un alemán (¡qué sorpresa!) que va a la playa de Wharariki a ver atardecer pero que ha salido demasiado tarde y da por hecho que ya se lo pierde. Pero gracias a la pereza que le ha dado salir, a mi me ha salvado la vida. 

Y es que la única gente que va para Wharariki por las tardes son los que van a ver el atardecer, por eso es importante volver antes!!

Me lleva hasta la puerta misma del Holliday Park y no sé cómo darle las gracias. 

Uf, al final me ha salido bien la jugada, pero es demasiado estrés. No sé cómo hacer para poder consultar el correo sin montar todo este jaleo y perder toda la tarde sólo por 1 o 2 horas de Internet. 

En fin, algo se me ocurrirá. 

Por lo pronto me pongo con la cena. Por un lado cuezo los garbanzos que dejé ayer en agua, por otro preparo un arroz y por otro una especie de curry de verduras con crema de coco. Tengo 3 fuegos ocupados a la vez. Menos mal que aún no hay nadie más. 

Al rato llega Loreen. Charlo con ella. Me confirma que esta semana se van TODOS los woofers, pero que llegan 3 nuevos. O sea, que pasaré de ser el novato al veterano en un solo día. Juas…

Para cuando estoy terminando de cocinar, empiezan a llegar los campistas. Hoy sí hay bastante gente. 

El arroz me ha quedado duro. No sé realmente si compensa el arroz integral. Tarda una eternidad y al final siempre me queda duro. 

Pero el curry con garbanzos me ha quedado genial. 

Guardo parte de los garbanzos cocidos en la nevera para otro día. 

La gente se flipa un poco al verme cocinar, porque no soy el típico campista que se prepara una lata de conservas, una sopa de sobre o unos noodles instantáneos. Lo mío es bastante más elaborado. Pero claro, no saben que yo “vivo aquí”. Aunque por otro lado veo que mis compañeros woofers tampoco se lo curran demasiado con la comida. 

En general me horrorizo bastante de ver lo que come la peña. Esta mañana he visto a una pareja preparándose un desayuno poniendo mantequilla en una sartén y, sobre ella, beicon y hamburguesas. Y eso para desayunar. En general lo de cocinar con mantequilla es algo a lo que le he cogido mucho rechazo. Me da mucho repelús el olor que produce. 

Después de cenar me retiro a mis aposentos a escribir esto. Los woofers han montado un fuego, música y alcohol justo aquí detrás (se les han debido quejar de la que montaron la otra noche en la zona woofers, que está cerca de los campers). Pero claro, ahora soy yo el que los tengo al lado. 

No me animo a unirme a ellos, la verdad. No quiero beber, no me apetece emporrarme y me cuesta seguir sus conversaciones. Así que por hoy, paso. 

El dedo ya está casi bien. Parece feo, pero es porque se está cayendo la capa de piel muerta, pero se ha quitado la hinchazón y el dolor. 

Y es que los antibióticos funcionan, claro, nunca lo he negado, pero para mi es como si quieres matar un mosquito que está junto a una familia de gatitos y para matarlo usas dinamita. Seguro que lo matas, pero a los gatitos también. 

Mi flora intestinal son mis gatitos… 😉

Lo que me está doliendo ahora es un dedo del pie con el que pateé la cama de Rangataua hace dos semanas. Curiosamente me empieza a doler ahora y se me ha hinchado un poco. Debo haberme golpeado de nuevo en el mismo sitio. Me lo vendo al dedo de al lado y tirando. 

Soy un pupas. 

2 Comments

  1. Mims

    Por tu culpa voy a tener pesadillas con esas vacas esta noche! Son unas vacas MUY inquietantes. Muy del programa de Iker

    Reply
  2. Unknown

    Jajaja! Pues yo me he echado unas buenas carcajadas con esa escena! Aunque si estoy yo allí me da algo! Voy retrasada leyendo el blog, pero ya es mi lectura pre sueño diario, me encanta!

    Reply

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