21 mayo 2016
156 días viajando…
22 días en Whangateau…
Menuda tormenta cayó anoche. Me desperté con un trueno que sonó como una explosión. Luego por la mañana nadie de la familia lo había oído. Vaya sueño más profundo tienen. Visto lo visto me levanté a proteger el gallinero, que aún no tiene la pintura antihumedad.
Hoy es Sábado. Cumplo 3 semanas aquí. Y es día de mercado en Matakana, así que mientras Nat lleva a Gala a cuidar a los perros, yo me hago mi desayuno (hoy toca descanso de yoga).
A las 9h hay que llevar a Kupe a Leigh. Los sábados ayuda a reformar barcos para aprender. Me ofrezco a llevarle yo y así me doy una vuelta por ahí.
Leigh es un pueblecito costero a apenas 5 kms de Whangateau.
Como todos los pueblos, no puede faltar una iglesia anglicana con nombre rimbombante: St. Michael and All Angels.
Otras cosas que no pueden faltar son un campo de rugby…
…y la biblioteca.
Nat me recomendó un sendero que recorre la costa hasta una playa apartada y cuyo comienzo no es fácil de ver, pero Kupe me lo enseña.
A partir de aquí el camino es espectacular.
De vez en cuando aprece alguna casa a pie de playa que te preguntas quién vivirá ahí.
Aunque no envidio a quienes viven aquí por dos motivos: Para mí es demasiado aislamiento. Necesito actividad y sociabilizar. Y, por otro lado, sigo creyendo que las propiedades suponen más preocupaciones que felicidad. No quiero ni pensar el esfuerzo, los quebraderos de cabeza y el dinero que supone tener una casa así de bien cuidada.
El camino sigue a lo largo de la costa, dando la vuelta a la bahía.
Hasta llegar a una pequeña playa. A partir de aquí hay un cartel de “Propiedad Privada”, así que éste es el final del paseo.
Lo que hay bajo el arcoiris es Leigh.
Para la vuelta, doy un pequeño rodeo que atraviesa la colina. Parece casi selva.
De regreso a Leigh, hago parada en una cafetería que me recomendó Nat.
El muffin casero de arándanos (blueberries) y chocolate negro es de lo más recomendable.
Cojo el coche para regresar, pero recuerdo que Nat también me ha hablado de Matheson Bay como lugar a visitar, así que hago otra parada.
Y, efectivamente, el lugar es algo especial.
Aprovecho para hacerme una foto a lo Forrest Gump. 😉
Pero justo se pone a llover, así que toca irse de vuelta.
Hay como 4 grupos preparándose para bucear en la bahía. Parece que es un sitio bastante típico para el buceo.
Al llegar a casa, lo comento con Nat y ella me cuenta que otro sitio muy típico para bucear son los restos del Rainbow Warrior, el barco de Greenpeace que fue hundido con una bomba en 1985 por los servicios de inteligencia franceses en el puerto de Auckland para evitar que protestaran contra los ensayos nucleares que Francia estaba haciendo en el Pacífico. Parece de otra era lo de que los países hicieran pruebas nucleares, pero no hace tanto de aquello.
La cosa es que me ha parecido de lo más tentador hacer una inmersión en el Rainbow Warrior, así que he preguntado en varios centros de buceo, pero no baja de $240 (145€). No es muchísimo, pero se me va un poco de presu.
A mediodía han venido a visitarnos los padres de Nat, Carol y Harry (a quien todavía no conocía). Han traído una tostadora nueva… ¡bien!
Se han quedado a comer. Nat ha preprado algo de carne y, para mí, unas judías con tomate seco que, como siempre, está delicioso. Me parece un detalle que siempre se curre una opción vegetariana para mí.
Y después… un café con leche de almendras.
¿Y quién era la que más me echaba de menos?
Como no ha parado de llover en todo el día, es imposible hacer hoy nada con el gallinero, así que me paso la tarde en mi cuarto buscando información sobre Cook Islands. He encontrado un motel muy baratito al lado del aeropuerto donde igual puedo pasar las dos primeras noches (la de llegada y la siguiente) antes de ir a Aitutaki. Necesito que me confirmen si puedo llegar de madrugada.
Para cenar Nat ha preparado unas tortitas de maíz con ensalada y remolachas baby. Delicioso.
Al final Nat no se anima a venirse al karaoke, pero me deja el coche, así que a las 21h me voy para allá. El sitio es el Leigh Sawmill Cafe que, como su nombre indica, es un antiguo aserradero, en el que han querido respetar la temática en la decoración.
El sitio es muy chulo, amplísimo, con grandes mesas separadas y un gran escenario para música en vivo. Enseguida me he encontrado con Andy que me ha enseñado el lugar y hemos estado hablando de Cook Islands, ya que él también ha estado allí unas cuantas veces.
Para “animar” la cosa, la noche empieza con un chaval con su guitarra que casi nos duerme a todos.
No sé si pedirme una cerve o un café… Bueno, sí lo sé.
Una de las columnas de la barra está decorada con billetes reales…
…y yo venga a buscar los euros, hasta que al final…
Entre el personal del local hay una chilena y una argentina, así que en el karaoke no podía faltar “La Bamba”.
Un poco más y salgo yo a hacer los coros… jajaja.
La verdad es que no conocía casi ninguna canción de las que han cantado. Supongo que lo que se escucha aquí no es lo mismo que en Europa. Pero alguno de los que han salido a cantar, lo hacían realmente bien. En especial el que se ha marcado la canción de Frank’n’Furter del Rock Horror Picture Show, que ha sido espectacular.
Me he retirado a una hora razonable, que voy con coche ajeno, así que no puedo desfasar. Me he despedido de Andy, dándole las gracias por su amabilidad y esperando que volvamos a coincidir.
Por otr lado, ya que no encuentro el libro de meditación True Love de Thich Nhat Hanh en ninguna librería de aquí, al final lo he encontrado en PDF, por si alguien lo quiere leer.
Yo necesito leerlo de nuevo, después de mi experiencia Vipassana, para redescubrir la meditación a través del amor y no de la disciplina y la rigidez.
Porque de eso se trata, ¿no?
De amar.
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