Nueva Zelanda (Whangateau) – Vuelta a Whangateau

by | 26 May 2016 | 2 comments

26 mayo 2016

161 días viajando…
26 días en Whangateau…

Qué gusto levantarse sin alarma ni prisas. Cuando lo cuerpo lo pide. Sin más obligaciones que recoger mis cosas en algún momento de la mañana.

Pero lo primero es hacerme un desayuno. Reconozco que estoy saturado de arroz, así que vuelvo a mis tortillas. Me hago una con lo que me queda de zanahorias y brócoli.

Ayer por la  tarde, cuando estaba en la cocina, entró un hombre preguntando si alguien tenía un cargador de Samsung. Como le vi apurado le dije que yo tenía uno en mi habitación (me lo traje para cargar la cámara), así que fui a por él y se lo di. Él se fue muy agradecido diciéndome que cargaba su móvil un par de horas y que me lo traía de vuelta.

Pues a día de hoy… si te he visto no me acuerdo. Ayer estuve toda la tarde/noche en la cocina y no apareció. Y esta mañana tampoco. Y por el cargador me da absolutamente igual, es sólo una cosa. Pero si ésa es tu respuesta cuando alguien te hace un favor en un momento de apuro, lo único que generas a tu alrededor es desconfianza. Y es una pena vivir rodeados de desconfianza. Cuando alguien roba algo, lo peor no es el objeto robado, que no deja de ser un objeto. Lo peor es que lo que realmente le robas a la gente es la confianza. Y eso sí que es una pena.

Después de desayunar, recojo mis cosas, entrego mi llave (que no sé para qué sirve, porque nadie cierra la puerta. Ni siquiera nadie usa candados en las taquillas. Me sentí el desconfiado de la habitación) y me despido del hostel. 

En general me ha gustado bastante. Lo recomiendo.

Me voy a la calle principal de Paihia a empezar mi autostop. Éste es mi camino de vuelta.

Y me vuelve a ocurrir. Me para el primer coche que pasa. Se trata de James, un kiwi que va sólo hasta Kawakawa, el pueblo que está en la carretera principal, justo en el desvío hacia Paihia.

Me dice que el pueblo es famoso por sus baños públicos y que no puedo irme sin visitarlos. Por lo que he visto, es algo relativamente típico aquí. Como ya comenté, en los países anglosajones como Australia o Nueva Zelanda, se considera que los servicios son una necesidad pública y por lo tanto en todos los pueblos y ciudades, por pequeños que sean, debe haber por lo menos un baño público, construido y mantenido por el ayuntamiento. Por eso luego los anglosajones flipan cuando viajan por Europa y les cobramos por ir al baño.

Y, en muchos casos, estos baños son diseñados por arquitectos famosos que hacen verdaderas obras de arte que acaban siendo atracciones turísticas por sí mismas, como el de Matakana o éste de Kawakawa.

Así que James me deja justo enfrente de los baños y nos despedimos.

Y, efectivamente, los baños son sorprendentes. 🙂

Aprovecho la parada para pillarme un café, que hoy no he tomado, y sacar alguna foto más al pueblo, que es muy chulo.

Mientras voy andando hacia la carretera principal, no dejo de ver camiones transportando troncos. 

¿De verdad es sostenible esta industria maderera? ¿De verdad crecen más árboles de los que se usan a diario? Y en caso de que no… ¿hasta cuándo podremos mantener este ritmo?

No puedo evitar sentir a los bosques como seres con cierto nivel de conciencia (soy fan de Avatar), y me parece un crimen lo que estamos haciendo. 

También he visto en algunos pueblos de por aquí placas o parques en memoria de los caídos en la guerra.

Una vez en la carretera, me coloco en plan interesante… 😀

Y no tengo que esperar mucho hasta que me para Jono, otro kiwi que está volviendo a su casa en Whangarei, después de haber trabajado toda la noche como controlador del sistema de distribución eléctrica. Me viene genial, porque con él me hago casi la mitad del camino. El pobre va todo el viaje bostezando. Me deja poco antes de llegar a Whangarei…

…en un sitio que parece perfecto… pero por alguna razón, nadie para.

Me entretengo sacando fotos a las casas alrededor.

Al rato llega otro chico que se pone a hacer autostop en el otro sentido (hacia el norte). Me encanta ver cómo se prepara, cómo arregla su aspecto y se recoge el pelo largo. 

Y, al poco rato, le recogen. Vaya… tiene más suerte que yo. 

Cuando llevo más de media hora esperando, hago lo que suelo hacer en estos casos. Parar para analizar qué falla. Me voy a una cafetería cercana…

…y me pido mi habitual soy-capuccino. Como siempre, me preguntan si quiero canela o chocolate por encima. Y le respondo lo que últimamente suelo responder: “both“. Y siempre se descojonan con esta respuesta. De hecho, ésta es la segunda camarera que me dice que es la primera vez que se lo piden así. Pero a mí me parece la combinación perfecta! 🙂

Decido que el problema es que estoy justo antes de un desvío y que mucha de la gente que viene, está cogiendo ese desvío y me estoy perdiendo los que vienen de él. Así que decido avanzar un kilómetro y ponerme después del desvío. El sitio, a primera vista, parece peor. Los coches tienen menos tiempo para verme y menos sitio para parar pero, “casualmente”, al poco me para alguien. Y suerte doble. Va hasta Auckland, por lo que me puede llevar hasta Warkworth y hacerme casi todo el trayecto.

Se llama Leon. Como suena. De hecho me especifica que no es Lion. Se sorprende cuando le digo que León es Lion en español.

Se dedica a hacer cocinas y va a Auckland a trabajar en una. Por eso necesita parar a comprar algunas herramientas que le faltan.

Tenemos un trayecto tranquilo con charla agradable. Leon también es kiwi con un acento especialmente marcado y me cuesta un poco más entenderle, pero la charla es interesante. Es de esas personas que para charlar, en vez de contarte cosas, te preguntan. Para mí es la forma perfecta de mostrar interés y fomentar la charla.  

Me deja en Warkworth, en el cruce hacia Whangateau.

Y ahí me coloco en el mismo sitio donde me coloqué hace casi un mes, cuando vine por primera vez. Y no tengo que esperar mucho. En seguida me para Samuel, un divertidísimo repartidor de cervezas que va a Leigh, así que me deja en la misma puerta de la casa de Nat.

Son las 14h. Han sido 4 horas y poco. De las que una de ellas se me ha ido en Whangarei, entre la espera y el café.

El primero que me recibes es…

Saludo a Nat, a Ben, que está de visita, y a su preciosa y cariñosa perraza Duchess (duquesa). Es de estos perros medio grandes, que parecen de pelea y pueden imponer un poco, pero es que ésta es un corderito que sólo quiere mimos, y que me ha cogido un cariño especial. Y además, es que me hace caso en todo lo que le digo, parece que me entienda.

También me rencuentro con mi “pequeña” criatura.

Aprovecho que no llueve para tapar con silicona los agujeros del tejado. Luego pongo un poco de orden en las herramientas y las dejo preparadas para guardarlas mañana.

Reviso el correo y veo que tengo respuesta de Fonefix en Auckland y me dicen que no han recibido el teléfono. Ostras Pedrín. Y lo malo es que la mujer del Post Office de Matakana no me dio ningún resguardo ni ningún número de track.

Las posibilidades son: 

A) Que se haya perdido (ésta incluye la de que alguien lo haya mangado).

B) Que vaya con retraso, en cuyo caso, espero que llegue mañana.

Si llega mañana, vamos ya muy justos para que me lo manden de vuelta, así que, como no cierran en sábado, les he dicho que si lo reciben mañana, que lo reparen, pero que no me lo manden de vuelta, que iré a recogerlo. En ese caso me iría a Auckland el Sábado y me quedaría ya allí a pasar noche. Ya sea en casa de los padres de Nat (ella dice que ellos estarían encantados) o en algún Couchsurfing algo más céntrico (he lanzado, en previsión, varias solicitudes).

A ver qué pasa mañana. Mientras, he mandado una reclamación a NZ Post para ver si me pueden ayudar, aunque sin número de tracking mal vamos.

De cenar Nat ha preparado una especie de hamburguesas con mejillones (que no he tomado, claro), puré de patatas, judías y ensalada, todo acompañado con una salsa romesco espectacular. La hace con pimientos rojos crudos, ajo, vinagre de jerez y aceite de oliva. Tengo que probar a hacerla.

Después de cenar he estado jugando con Kupe y Gala a un juego de cartas, al Last Card, que es prácticamente lo mismo que jugábamos en mi casa cuando yo era pequeño y que llamábamos La Sota Loca.

Mañana por la mañana me despediré de ellos, ya que pasan el finde con su padre.

Es posible que mañana sea mi último día de trabajo aquí, así que tengo que intentar terminar todo lo que pueda. Es una pena que al final no voy a ver a las gallinas ocupando el gallinero. Espero que me manden fotos.

Estoy deseando llegar a Cook Islands. He estado pensando en posibles destinos para después. He pensando en recorrer más islas, como la Polinesia Francesa, Samoa, Tonga, Fiji… o quizá ir a Bali. Ya veremos lo que dice HelpX.

Uno de mis drivers de la ida, David, me dio una buena idea. Me dijo que cuando él viaja por las islas del pacífico siempre lleva cuadernos para colorear, lápices de colores y cosas así, que regala a los niños con los que coincide. Las familias de estas islas son tan agradecidas, que un pequeño detalle así lo valoran muchísimo. La verdad es que todo el mundo al que le digo que voy a las Cook me dicen lo mismo: que la gente es maravillosa.

Estoy deseando verlo. 🙂

2 Comments

  1. Al

    "La sota loca" qué bueno! , como nos reíamos!!! 🙂

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  2. Leo Callejero

    Sabía que te acordarías… 😉

    Reply

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