20 abril 2016
125 días viajando…
Susan ha pasado del “no quiero entrar al baño del estudio para no despertarte” a encenderme la luz a las 7 de la mañana y dejarme la puerta abierta con todo el frío, al grito de “¡arriba, que en el Vipassana te hacen levantarte a las 4 de la mañana!“. Very nice…
Michael se ha ido temprano, pero me ha dejado una nota muy cariñosa de despedida.
Me hago un zumo rápido y salimos a todo correr. Susan va a llevarme hasta la carretera principal, pero va con prisa porque tiene que estar a las 8:30 para no se qué del coche.
Así que a las 8:20 me deja en el cruce con la carretera 4, nos despedimos, le vuelvo a agradecer su hospitalidad, y me preparo para hacerme los algo más de 400 kms que tengo hasta el centro de Vipassana, en el norte de la isla, intentando llegar entre las 15 y las 18h.
Al poco rato me para mi primer driver, Stephen, que puede llevarme hasta el final de la carretera 4, porque él va hacia New Plymouth.
Empezamos a charlar y la charla es interesante. Ha patentado y comercializa una sustancia de origen vegetal que si se la das al ganado lactante mezclado con la leche materna, hace que su digestión vaya más rapida, lo que supone una mejora para no se qué. No entro muy al detalle porque llevo fatal todo lo que sea industria con animales.
Al rato también me comenta que desde pequeño tiene oído musical absoluto, que puede darme cualquier nota que le diga y que compone canciones. Cuando le pregunto de qué tipo, me dice que son de alabanza a Dios nuestro señor, pero no del típico estilo de iglesia que le horroriza, sino en un estilo moderno. No puede resistir la tentación de ponerme alguna de sus canciones. Son de estilo country-folk-melódico que si le pone más reverb, explotan los altavoces. Luego me pone su canción dedicada a la Princesa Diana. No comments.
De ahí pasamos al tema religioso, claro, y me empieza a explicar que la evolución es mentira, que nos tienen engañados, que está comprobado que el mundo se creó hace 6.000 años…
Le miro… no, no está bromeando.
De ahí pasa a explicarme el diluvio que hubo después y que si no se extinguió la vida fue porque… efectivamente, Noé hizo un arca, etc…
Hasta ahí… vale. Pero me cuesta mantener el tipo cuando me explica que hay unos cuantos científicos que han demostrado que la tierra es el centro del universo y que el sol gira alrededor de ella y no al revés.
Yo le digo… hemmmm, creo que ese modelo no encaja en la astronomía actual. Y me dice… yo no soy astrónomo, pero sé que hay unos cuantos por ahí que lo han demostrado.
No voy a ser yo quien le lleve la contraria, que me está haciendo unos cuantos kms y me tiene entretenido. Y es la primera vez que me encuentro con un creacionista. Yo no es que sea un evolucionista radical, creo que la realidad es mucho más complicada que eso (más cercana a Matrix que a la Biblia), pero pensaba que los fundamentalistas cristianos estaban todos en Texas.
Para la foto de despedida intento aguantar el tipo…
…y a las 9:50 me deja en el final de la carretera 4, donde ésta se encuentra perpendicularmente con la 3 en lo que ahí llaman junction.
No tengo que esperar demasiado hasta que me recoge JD, una divertidísima maorí que vive en Hamilton y me puede llevar hasta allí. Nada más sentarme, esto es lo que veo.
A las 11:15 me deja en la calle principal de Hamilton y acepta a regañadientes (literalmente) hacerse la foto.
Intento encontrar algo de comer, pero es muy difícil encontrar algo vegetariano y medio sano en este tipo de sitios. Al final me rindo, y vuelvo a la tarea.
Me toca esperar bastante. En este sitio no parecen muy por la labor. Pero al final me recogen un hombre muy simpático y el que parece su hijo, que sonríe muchísimo pero no dice ni media palabra. Al padre me cuesta bastante entenderle por su cerrado acento neozelandés. Y es por eso que no me entero de que en realidad sólo pueden llevarme a las afueras de Hamilton, donde nos despedimos.
Y la verdad es que es un poco putada, porque me han dejado en medio de una carretera nacional, donde los coches van a toda leche y es muy difícil que alguien te pare.
Me toca esperar bastante y estoy empezando a agobiarme y a pensar en opciones, cuando aparece mi hada madrina en la forma de Lizzie, una chica también maorí.
Y se vuelve a dar una de esas grandes “casualidades” o recompensas del universo. Porque cuando le comento que mi siguiente destino es Cook Islands, me dice que ella es de allí. Y no sólo eso, sino que su abuelo es el “rey” de Cook Islands, o eso le entiendo. Y que su padre tiene numerosos negocios en Rarotonga. Le comento que precisamente ando buscando posibilidad de hacer woofing en Rarotonga (mi helpx allí es en Aitutaki y sólo por dos semanas). Me dice que sin problema. Que le contacte después de mi retiro y lo hablamos.
Lizzie vive en Hamilton pero trabaja en Auckland, hacia donde se dirige. Como va con tiempo de sobra y es una persona maravillosa, se ofrece a llevarme hasta Silverdale, unos 8 kms al norte de Auckland. Por el camino paramos en una gasolinera y yo aprovecho para comprarme un sándwich triple que, la verdad, no está demasiado allá, pero con el hambre que llevo no le hago ascos.
Finalmente, a las 15h, Lizzie me deja en la salida hacia Wainui. Intercambiamos teléfonos y facebooks, y le doy millones de gracias.
Allí, casi sin darme tiempo a buscar un buen sitio, me para Tee. Una chica encantadora y alegre que va a Wainui a visitar a su madre inglesa.
Me lleva hasta la puerta de la casa de sus padres, que da la casualidad que está justo al comienzo del camino de grava que lleva hacia Makarau, que es hacia donde voy. A las 15:20 nos despedimos.
Y me para el primer coche que pasa. Es Michael, un auténtico neozelandés de la zona rural, en camiseta de tirantes, pantalones cortísimos, lleno de pintura y bebiendo cerveza mientras conduce. Da la sensación de que me va a hacer su esclavo sexual en cualquier momento.
Pero no, a las 15:30 me deja en un cruce de caminos desde donde me quedan 3 kms hasta Makarau, y desde allí unos 2 kms más hasta el centro de meditación.
No se ve un alma y son sólo 5 kms, que los puedo andar en una horita, así que decido no esperar y empiezo a caminar.
Y hago bien, porque no pasa ni un solo coche. Ni uno.
Cuando estoy llegando a Marakau, veo un coche parado y una mujer de maravilloso pelo rubio fuera del coche como haciendo una foto. Cuando me estoy acercado, ella entra en el coche (creo que se acojona al verme venir) y casi está por irse, pero nos miramos y le pregunto si va hacia Marakau. Me dice que va al Centro de Meditación de Vipassana. Vaya, qué suerte. Le digo que yo también, y se ofrece amablemente a llevarme.
Se llama Vicky y en realidad no estaba haciendo una foto. Estaba buscando cobertura en algún lugar para mandarle un último SMS a sus hijos antes del retiro de 10 días, pero en esa zona no hay absolutamente nada de cobertura.
Por fin llegamos al Vipassana Meditation Center Medini Dhamma, donde nos separan inmediatamente a chicos y chicas incluso para registrarnos.
No me he encontrado a casi ningún español en un mes en Nueva Zelanda y aquí me encuentro a dos. A Ashwini, de padre indio y madre barcelonesa, que, aunque tiene evidentes rasgos indios, ha nacido en Barcelona y habla perfecto español con acento catalán. Y también me encuentro a Valentín, un gallego que también va a hacer el curso. En seguida hacemos piña y aprovechamos para hablar ahora lo que no podremos hablar luego. El plan es registrarse, entregar todas tus cosas de valor o que te permitan comunicar o distraerte, cenar todos juntos, donde nos darán una charla de presentación y después haremos la primera meditación en el Meditation Hall, momento en el que entra en vigor el voto de silencio.
Así que hago una última foto de los alojamientos de los hombres (mi habitación es la más cercana de las de abajo)…
…y entrego mis cosas. Son las 17h del día 0. Salgo el día 11 por la mañana (el 1 de mayo).
A mi salida escribiré un post contando la experiencia. ¡A ver que tal!
A callar y a meditar…
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