Después de un desayuno de huevos revueltos en el camping…
…marchamos los 4 (Megan se viene con nosotros) a Manuel Antonio.
En cuanto llegamos, Javier y Dani plantan la tienda en la playa y yo me voy a buscar alojamiento (Megan es couchsurfer de alguien en Quepos. Yo lo intenté, pero no conseguí que nadie me alojara. Ser hombre y de cierta edad lo hace un poco más difícil, hay que reconocerlo). Consigo una habitación compartida con 6 literas en un hostel agradable en la puerta del Parque Natural, “El Faro”. 14$. Perfecto.
Resto de la mañana de playa (el agua más caliente en la que jamás me he bañado… o quizá sí, pero de Ecuador ya hace mucho tiempo).
Javi cocina una riquísima pasta en la playa con su camping gas (lo bueno de estos países es que las reglas son muuuy relajadas), más playa, siesta, puesta de sol justo enfrente de nosotros, sobre el pacífico… realmente me siento bien.
Por la noche dejamos a Megan en Quepos con su host (un vasco un poco seco), cenamos por ahí, compramos una botella de vino y volvemos a la playa de Manuel Antonio a encender una fogata y tomarnos el vino y el queso manchego.
Encender una fogata con hojas y ramas húmedas es mucho más difícil de lo que pensamos, pero al final, después de muuucho insistir…
…me siento como Tom Hanks en Náufrago.
Buenas noches…
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