24 – 26 junio 2016
193 días viajando…
13 días en Rarotonga…
Como estos días están siendo menos intensos, me da no-sé-qué hacer un post diario, así que, cuando la cosa no esté muy interesante, voy a juntar varios días en un único post.
Estos tres días (viernes, sábado y domingo) corresponden al final de mi etapa en The Tea House, y el comienzo de una nueva etapa de intentar quedarme en las Islas Cook un tiempo más. Para ello dependo de encontrar trabajo, ya que, al dejar a mi host, tengo que sobrevivir por mis propios medios.
The Tea House
El viernes fue el primer día (y el último) que estuve al frente de The Tea House, con la ayuda de Sophie, ya que Mere se volvió a Sydney.
Así que me hice mi último megadesayuno…
…y a currar. Joey trae a Sophie y se queda un rato, pero luego se marcha a trabajar. La mañana es tranquila, sólo una pareja de clientes.
Algo más tarde hago algo de comer… una especie de sopa con garbanzos.
Sophie mira raro mis comidas… pero luego le encantan.
Joey nos dijo que si a las 15:30 no teníamos clientes, que podíamos cerrar, así que estamos rezando para que no venga nadie… cuando empiezan a venir en avalancha!
Y es que como no para de llover, el café es un buen refugio.
Por suerte sólo piden tés, cafés, cakes y pancakes. Todo controlado y no sólo salvamos la situación, sino que damos un muy buen servicio con todos los clientes muy contentos. Y eso que los pancakes llevaban 6 días en la nevera, y me costó que estuvieran presentables.
A las 4 se va el último cliente y doy por cerrado mi último día de trabajo.
Ya sólo me queda pasar mi última noche y recoger y limpiar a la mañana siguiente.
The Boogies Bar
El viernes por la noche quedo con Carlos, mi amigo español de aquí. Quiere llevarme a escuchar a una banda que toca en un garito.
Quedamos a las 21h en el Trader Jacks, donde nos tomamos un par de cervezas y después me lleva a lo que ha sido para mí el gran descubrimiento de Rarotonga. Un garito un poco escondido, el Boogies Bar, donde hacen música en directo y donde todos los viernes (hoy) toca la banda del dueño del local.
Y la banda es de lo mejorcito que he escuchado últimamente. No te esperas algo así en un sitio tan pequeño como Rarotonga. Sólo hacen versiones de clásicos, pero el bajo es buenísimo y, sobre todo, el guitarra, un chaval local de 22 años, es flipante. Carlos me ha traído diciendo… “vas a ver al mejor guitarrista de tu vida”. Y piensas… “qué exagerado”…
…y para nada.
Aquí no se aprecia demasiado, pero el concierto es espectacular y me lo paso como un enano. Nos tiramos como 3 horas escuchándoles.
Por cierto, que en un descanso, Carlos se va con su moto a hacer un recado y a la vuelta me cuenta que le han parado en un control de alcoholemia por primera vez en su vida ahí (se han puesto un poco estrictos por la cantidad de accidentes que hay por el alcohol y las motos). El control ha sido algo así:
– Policía: ¿Has bebido?
– Carlos: Bueno, sí, un par de cervezas.
– Policía: Pues elige: o te hacemos la prueba y, si sale positivo, es multa, o nos llevamos la moto y vienes mañana a recogerla.
Ha optado por lo segundo claro. No tiene que pagar nada, sólo ir a recogerla. Así de relajado es todo aquí.
Castaway Resort
Se ha convertido casi en una costumbre irme casi todas las tardes al Castaway Resort a ver la puesta del sol. Así lo he hecho estos tres días.
Viernes…
Sábado…
Domingo…
Todos los días me cruzo con Paul, el dueño (o director, no lo tengo muy claro) del Resort, y siempre me saluda, pero nunca sé si es por cortesía o porque se acuerda que hice una entrevista con él…
…hasta el sábado, que se para y me dice… “Tengo pendiente contactar conmigo por lo del trabajo, que aún no he podido, pero lo haré!”
Vaya, eso es mejor que un “no”. 🙂
Me encantaría trabajar en este sitio.
The International Backpackers Hostel
El Sábado, después de recoger, me mudo al Internarional Backpackers Hostel. Es un momento un poco estresante y de bajón, porque no para de llover, voy con todo el peso, y cuando llego ahí, no hay nadie en la oficina. Me llego a plantear si no me habré precipitado dejando The Tea House sin darle una oportunidad a Odette para encajar con ella…
…pero luego me acuerdo de sus rabietas, y se me pasa. :-p
Aún estoy de bajoncillo cuando por fin aparece Tisa y transmite tan buen rollo, que se me pasa enseguida. Tisa es una mujer local y es la dueña del lugar. Todo el mundo que he conocido que ha pasado por aquí dice maravillas de ella, y con razón. Es muy cercana y encantadora.
Me dice que al final me va a poner en la cheapo room por $12/noche (¡bien!), pero que tendré que compartirla con Phillipe, un chico alemán. Sin problema. De hecho, cuando le conozco, resulta ser también una persona encantadora.
En el hostel está todo hecho muy como es Tisa, de buen rollo. Hasta las normas, que están puestas en la puerta de los retretes… pero por el lado de dentro, donde no puedes evitar leerlas.
Aprovecho la cocina para hacerme la comida…
Hay 5 neveras, pero una de ellas es para el intercambio de libros. No perdáis de vista el detalle del cartel.
El perro de la casa tiene muy bien aprendido que no puede entrar en la cocina.
Hasta el baño tiene ese punto naïf.
Mi habitación es tremendamente básica y es así de barata porque da a la zona común y se oye todo, pero como soy de acostarme tarde y levantarme temprano… sin problema.
Además, Phillipe se va el lunes, por lo que, salvo sorpresas, me quedo solo en la habitación, lo cual me vendrá muy bien, porque apenas hay espacio para tener las cosas organizadas.
El hostel está lleno de gente de todo tipo, de todas las nacionalidades, de todas las edades. Incluso hay una familia local con niños viviendo aquí. Una mañana entró en el baño, delante de mí, la abuela de esta familia, que apenas puede andar. Te hace raro ver a alguien así en un hostel donde la mayoría de la gente son backpackers veinteañeros.
En general me siento bien aquí, aunque no es tan cómodo como lo que tenía en The Tea House, pero la libertad y la posibilidad de socializar, me compensa.
La otra putada es que el WiFi que tienen es de Zembu y el que tengo contratado es de BlueSky, así que, para tener conexión, me tengo que ir a otro sitio. Pero bueno, así salgo.
Al menos aquí me puedo hacer las comidas que a mí me gustan con los ingredientes que yo elijo. Los otros guests, con sus espaguetis y sus comidas de lata, flipan con lo sano que soy.
Punanga Nui Market
Los sábados por la mañana es el día del Market de Avarúa, el Punanga Nui Market. Así que, después de instalarme en el hostel, me voy para allá. Como ya no tengo la moto de Joey, me toca hacer autostop. Y, en esta ocasión, me recoge Melani, una chica guapísima y encantadora, que, aunque nació aquí, vive y trabaja en Auckland como profesora de quiropráctica. Y en su escuela, una vez al año, se traen a un grupo de estudiantes a Cook Islands para que hagan prácticas tratando de forma gratuita a la gente local.
Me comenta que hoy es el último día de curso y que por eso, por la noche, van a estar de farra en el Resort donde están alojados, el Rarotongan Beach Resort, por si me quiero pasar.
Tomo buena nota y me despido de ella en el mercado.
El Punanga Nui Market, es más variado que el Muri Night Market, que es casi exclusivamete de comida. Aquí también hay mucha comida, pero también arte, artesanía, productos de mercado, masajes… de todo!
He ido sin desayunar, así que estoy famélico… pero la cosa está complicada para un vegetariano. Hay pasión por el cerdo y el pollo en esta isla.
Al menos me encuentro este puesto donde por $8 te hacen un smothie de un montón de frutas tropicales, incluyendo un coco que abren delante tuya
Después encuentro este puesto de crepes, donde hay una opción vegetariana, pero justo después de la foto, la mujer del puesto me dice que sólo le queda masa para las chicas que tengo delante… vaya puntería.
En otro puesto que tienen noodles y curry con arroz, al final todos son con langostinos. Pero la mujer del puesto, al preguntarle si tenía opción vegetariana, me dice que soy el segundo que se lo pregunta y que debería tenerla, y me pregunta cuáles podrían ser unas buenas opciones vegetarianas. Yo le digo que a mí me habría hecho feliz un curry de verduras con arroz. Me agradece mucho la sugerencia. Me pasaré el sábado que viene… y como no lo tenga, me ofrezco a cocinarlo yo.
Al final me tengo que conformar con un café y una cookie. Para las 13h, el mercado ha quedado desierto.
The Rarotongan Beach Resort
El sábado por la noche me voy a el Rarotongan Beach Resort. No sé si realmente me encontraré con Melani, pero al menos paso el rato y charlo con Bárbara, la pareja de Carlos, que trabaja justo en la barra de este Resort. Bárbara está agobiadísima, porque dice que les falta personal y no dan abasto. Y la verdad es que se nota por la cantidad de copas sucias que se van acumulando en la barra.
De repente aparece Melani como una exhalación, me mira de reojo, pasa de largo, se para en seco y vuelve.
– ¡Pablo, has venido!
Pues sí, parece que aún se acuerda. Se sienta conmigo y charlamos. Va volada porque es la organizadora de la cena y del karaoke que viene ahora para sus alumnos. Alumnos a los que me va presentando según van llegando. Me presenta a Chiara, una italiana que vivió 4 años en Barcelona y habla un perfecto castellano.
La verdad es que son gente majísima y se esfuerzan por integrarme, a pesar de que me siento un poco un intruso en el grupo.
Y con el karaoke ocurre espontáneamente una cosa que me parece la gran idea. Y es que los temas son tan conocidos y marchosos, y la gente está tan bebida animada, que en vez de cantar de uno en uno, se ponen todos en grupo a cantar y bailar todas las canciones. Es de los karaokes más divertidos y animados que he visto nunca. Nada de “a ver quien canta mejor”. Es puro desfogue.
A las 23h cierran el karaoke y, mientras me despido de Bárbara, desaparece todo el mundo y no sé muy bien a dónde se han ido, así que me vuelvo a mi cubil.
Por suerte Phillipe no ronca.
Domingo de relax
El domingo ha sido día de relax total. No hay casi nada abierto y no hay posibilidad de buscar trabajo, así que me lo he tomado con calma.
El Sábado por la tarde me alquilé una moto por $12/día para poder desplazarme, así que he podido ir al pueblo y moverme con libertad.
Estos tres días han sido de lluvias intermitentes, pero constantes. Pasamos continuamente de lluvia a sol en cuestión de minutos. Es para volverse loco, especialmente con la moto… pero bueno es lo que hay. Los de aquí comentan que no es normal este tiempo y que no durará mucho… espero.
En cualquier caso, no me preocupa. Ni esto ni nada. Si algo he aprendido en este viaje es que tras la tormenta, por muy grande que sea…
…siempre sale el sol.
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