4 septiembre 2016
262 días viajando…
30 días en Brisbane…
Domingo y con plan.
He quedado con Marta y Eli en que, anque el festival empieza a las 16, irnos a medio día, llevarnos un tupper y comer allí, al lado de la playa. También se viene Tomás, un amigo de ellas. Hemos quedado en que los recojo a las 12h en la estación de Roma Street.
Hoy quiero dormir un poco más, pero, como siempre, mis perretes me despiertan a las 6:30, pero esta vez les pongo el desayuno, les abro la puerta y me vuelvo a la cama hasta las 8h. Qué gusto dormir un poco más.
Después… ducha y desayuno. Hoy son tostadas con aguacate, queso, tomate y huevos escalfados.
Me preparo un tupper con una ensalada de las mías: lechuga, tomate, remolacha, zanahoria, garbanzos y frutos secos, me despido de los perretes a los que les doy una alita de pollo a cada uno para que estén entretenidos (y Tank se la ventila en 5 segundos)… y salgo para la City.
En Roma Street por fin nos encontramos y conocemos y de ahí salimos para Redcliffe, una población a una hora al norte de Brisbane.
Como llegamos pronto, no tenemos problema para aparcar al lado del parque donde será el Festival y ahí buscamos un buen sitio para comer.
Y aquí estamos con nuestros tuppers y un estupendo vino blanco australiano que acabamos de comprar. De izquierda a derecha: servidor, Marta, Tomás y Eli.
Nos contamos la vida. Tomás es leonés está prejubilado y, como se aburría, decidió estudiar inglés, pero, ya puestos, qué mejor que hacerlo en la otra punta del mundo.
Marta y Eli son catalanas y viajeras que llevan meses viajando solas y que se encontraron hace un par de meses en Camboya y luego han vuelto a coincidir aquí en Brisbane, donde comparten vivienda.
Tomás y Marta tienen visados de estudiante y Eli y yo de turistas.
Después de comer nos cogemos un buen sitio y plantamos nuestro campamento cerca del escenario con otro vinito.
En el parque han puesto varios puestos de comida y café. Y qué mejor que un café después de comer…
Y pasamos un rato muy agradable mientras esperamos que empiece el festival.
Y por fin empieza el Redcliffe Festival.
La primera actuación es a cargo de Franky Smart y la Banda Parasol. Música muy funky que conecta muy bien con el público y anima el ambiente enseguida.
Cuando se nos acaba el vino, Marta y yo nos vamos a comprar unas cervezas y, por el camino, pillamos este momento único del presentador y cantante Thomas Armstrong-Robley preparándose para salir a escena.
Después actúa el grupo de soul vocal Soulstice, que lleva temas demasiado tranquilos y hacen demasiada parada entre número y número, por lo que no consiguen conectar con el público.
Poco antes ha llegado Mercé con su marido y sus dos niños que son un encanto y con los que al poco tiempo ya estoy jugando y bailando.
También llega otra pareja de español con brasileña y con otra niña pequeña. Los niños se lo pasan bomba en el concierto, como se puede ver en las fotos.
Se va haciendo de noche cuando llega la tercera actuación de Thomas Armstrong-robley cantando temas del siempre efectivo Michael Bublé. Y la verdad es que lo hace bastante bien y yo soy fan de Bublé, así que disfruto como un enano.
Y el festival se cierra con la impresionante actuación de la Hot Potato Band, una Brass Band de los más efectiva y animada. Perfecto fin de fiesta.
Y, como buenos anglosajones, a las 20h en puntísimo, el concierto acaba. El público pide más, pero el presentador dice que no les está permitido tocar más después de la hora de cierre.
Y éste es el precio de los países MUY desarrollados, que tienen muchísimas reglas y muy estrictas, a cambio de tener un nivel de vida alto y de una organización que funciona muy bien.
Y si algo se agradece en Australia, es que realmente ves un “servicio público”. Un festival como el de hoy completamente gratis, todo con grupos locales pero de gran calidad, con todo organizado a la perfección, la limpieza de las calles, la cantidad de servicios públicos, parques y cosas pensadas para los ciudadanos. Es normal que en países así la gente pague feliz sus impuestos, porque ves a dónde van a parar. El problema es cuando pagas muchos impuestos, luego no hay un verdadero servicio al ciudadano y ves que los políticos se enriquecen con ese dinero. En ese momento, todos intentamos ahorrarnos todos los impuestos lo que podamos.
Y Australia no tiene el mejor gobierno del mundo. Es muy conservador y hacen barbaridades como mandar a una isla del pacífico a los refugiados que llegan hasta aquí de forma legal. O hacer anuncios como éste, que rozan lo fascista.
Pero la sociedad australiana, al margen de su gobierno, aunque un poco fría, como todas las sociedades anglosajonas (especialmente para un latino), está muy bien organizada y funciona. Supongo que es cuestión de equilibrio y es difícil conseguir la sociedad perfecta.
Y hablando de esa frialdad, Mercé nos contaba que sus hijos están muy educados en el cariño y el contacto físico y son muy de abrazos y besos. Yo mismo lo vi cuando me despedí de ellos, con cuanto amor se me abrazaron. Son para comérselos.
Pues resulta que en la guardería les llamaron la atención por este motivo y les explicaron que todos los niños tienen una burbujita a su alrededor que los demás niños deben respetar y no invadir. (!!)
Oyendo cosas como ésta, entiendes el por qué de la frialdad y el nulo contacto físico que tiene la gente de aquí. Yo sólo puedo dar abrazos a extranjeros. Alguno se me ha escapado a alguien de aquí y casi le da algo.
Y a mí dar la mano a una chica se me sigue haciendo muy raro la verdad.
Dejo a mis nuevos amigos en Roma Street…
…y llego casa, sobre las 22h, donde me encuentro a los perretes muertos de hambre (están acostumbrados a cenar sobre las 18h) y casi me devoran a mí. 🙂
Ha sido un día muy especial, la verdad.
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