11 marzo 2016
85 días viajando…
30 días en Melbourne…
Ha dejado de llover. De hecho, el día amenaza con ser muy caluroso. Y aquí los días cumplen sus promesas.
En mi ritual habitual, me voy al Lentil a desayunar. De camino me doy cuenta de que a la bici se le mueve el manillar cosa mala, pero consigo llegar.
Después de desayunar, charlo con Flash, uno de los chicos de la cocina. Es súpermajo y siempre está de bromas comigo. Cuando le digo lo de la bici, me ayuda a buscar una llave allen, pero no hay forma. Al final me indica dónde hay una tienda de bicis, para que pregunte ahí.
Y para ahí que me voy. Efectivamente, me dejan una llave allen y consigo arreglar la bici. De vuelta me fijo que aquí también hay de estos:
Me voy directamente para la casa, donde paso la mañana de relax, hasta que hablo con Sara y quedamos para comer, junto con su madre, en el Lentil de Thornbury, para despedirnos, ya que se va a Adelaide.
Cuando llegamos, nos encontramos a dos chicas haciendo ilustraciones.
Dentro de la filosofía de los Lentil está acoger todo tipo de expresiones artísticas.
Nos sentamos a comer. Decidimos compartir todos los platos especiales: la sopa, la ensalada, el curry y la pasta. Al final nos hacemos una foto con la hoja que adorna el postre.
Después de la comida se va Louise, la madre de Sara, y viene Natalia, que por fin conoce a Sara, de quien le he hablado porque le conté la historia de cómo llegue a conocer el Lentil gracias a ella.
Hablamos un buen rato sobre las diferencias del español según los países. Por ejemplo, para mi es zumo lo que para Natalia es Jugo. Y Natalia usa el mouse del computador y yo el ratón del ordenador.
Sara dice que hay una canción sobre eso y nos la enseña. ¡Es buenísima!
Me quiero comprar un Ukelele y hacer cosas así.
Me despido de Sara, que se marcha a Adelaide, y me pongo a ayudar. Hoy está Zoe de encargada y me dice que me encargue yo de los zumos con la ayuda de Natalia. Hoy haré apio-zanahoria-jengibre y remolacha-zanahoria-manzana.
Y a las 18h abrimos la cocina. Al principio la tarde es tranquila. Ha venido un trío a tocar: contrabajo, guitarra y clarinete. Un ambiente genial. Luego empieza a llegar gente y ya es un no parar.
Después de la jornada, ceno con Zoe y Joana, que ha venido a visitarnos.
Y me voy para casa. Ahí están de fiesta, haciendo pizzas. Me invitan a cerveza y yo invito a chocolate.
Después de las pizzas me dicen que están pensando en hacer esto, que si me apunto.
Yo me apunto a todo, claro. Da la casualidad de que entre mis cosas tengo una camiseta blanca con manchas de desteñido que es perfecta para esto. Así que nos ponemos a ello.
Con la camiseta bien mojada, tienes que decidir qué forma darle. Yo la voy a poner en espiral.
Después se ata con unas gomas haciendo 6 secciones, y se pinta cada sección con un color diferente.
Finalmente se envuelve todo el film transparente y se deja toda la noche.
A ver qué nos encontramos mañana…
Me han escrito de Mr. PC. Que ya han conseguido que el portátil vuelva a funcionar. Miedo me dan. La putada es que ya no me da tiempo a intentar que funcione la pantalla.
Me va a dar pena dejar Melbourne, los Lentil y toda la gente que he conocido aquí (que no es poca). Pero, por otra parte, tengo muchas ganas e ilusión de ir a Nueva Zelanda. Y es lo bueno de esta forma de viajar, cambiar constantemente de entorno. Hay quien me preguntó si eso no me hace sentir inestable o desarraigado. Puedo entender que no todo el mundo se pueda sentir cómodo así, pero para mi, que soy inconstante y soy adicto a las emociones nuevas, es la fórmula perfecta. Estoy el tiempo justo para realmente apreciar lo que vivo, sin llegar a cansarme de ello.
Pero guardo Melbourne en un rincón muy especial de mi corazón y sé que volveré pronto. Entra de lleno en mi Top 10 de ciudades del mundo donde podría vivir. En esa lista está también Barcelona, y hubo un tiempo en que estaba New York… pero creo que ahora sería demasiado para mí.
0 Comments