28 febrero 2016
73 días viajando…
18 días en Melbourne…
Quedé con Faby en que nos levantábamos a las 8 para irnos juntos a Melbourne. Pero a las 7 ya estoy despierto. Mi cuerpo se ha habituado a madrugar.
Aprovecho para darme una ducha fría en el establo. Por las mañanas cuesta más, porque hace menos calor, pero así no tengo que pedir a mis hosts permiso para usar su ducha. Las cabras me miran con curiosidad esperando que les dé de comer. Pero hoy es mi día libre, así que les toca esperar un poco.
Luego preparo una tortilla de queso y hacemos un desayuno todos los woofers, menos Lorna que se ha quedado durmiendo.
A las 9 salimos Faby y yo para la carretera con la intención de hacer autoestop, pero estamos en la parada del bus y lo primero que pasa es… el bus. Así que lo cogemos hasta Lilydale y allí el metro. Faby se baja antes que yo. Quedamos en comer mañana en el Lentil. Yo me voy hasta el centro y me pillo un bici con la que me voy hasta Fitzroy, mi cafetería favorita, Black Cat.
Allí contacto con Sara, la que fue mi última couchsurfer en mi casa de Madrid. La “casualidad” hizo que ella fuera de Melbourne y me diera a conocer el Lentil as Anything en una conversación en mi terraza, donde me contó que ella había trabajado innumerables veces como voluntaria. Poco después yo me vine a Australia y ella siguió su viaje por España. Pues resulta que Sara ha vuelto a Melbourne ayer de forma inesperada, asi que quedamos para comer. ¿Dónde? Pues en el Lentil, claro.
Me cojo la bici y me voy para el Convento de Abbotsford, donde está el Lentil y ahí nos encontramos.
Nos pedimos de aperitivo unos Hoppers de Sri Lanka…
…y nos los comemos en el césped del parque con su amigo Ricardo, de El Salvador.
Algo más tarde comemos en el buffet del restaurante y allí me presenta a su mejor amiga Lilly que está de voluntaria. Lilly le ha traído una flor del jardín.
En la conversación sale el tema de que antes había un español en el Lentil que daba clases de forma desinteresada de español, pero que ya no está y Lilly tiene mucho interés en mejorar su español, así que me pregunta que por qué no lo hago yo. Yo le digo que me encantaría si viviera en Melbourne. A lo que Lilly me contesta… “Pues vente a mi casa. Tengo un espacio en el garaje”. A mi se me abre el cielo. Encima vive en una de las mejores zonas de Melbourne, muy céntrica.
Quedamos en que me da alojamiento a cambio de mis clases de español. Quedó con ella en que trabajaré en Peace Farm el martes, que es Veggie Boxes Day y habrá mucho curro, y me voy para Melbourne el miércoles.
A las 18h (llevamos de cháchara toda la tarde), le comentan a Sara que necesitan voluntarios para el turno de tarde. Ella dice que sí y me.pregunta si quiero. Y yo encantado, claro. De hecho era mi plan para estos dos días. Y que mejor manera de aprender que rodeado de tan buenos amigos.
La cosa funciona de esta manera. Hay un turno de desayuno a las 9, de comida a las 12 y de cena a las 18. Poco antes de cada turno se hace una minireunión con los voluntarios para repartir tareas.
Llega Allan, que es el coordinador, y pone en una pizarra los nombres de los que estamos y reparte tareas. Somos 9. En general dan a elegir preferencias. Yo, que soy el único novato, como no sé cómo va, me ofrezco para lo que haga falta. Así que me asignan buffet.
Uno de los veteranos, Keanu, me explica cómo va. Fundamentalmente es estar atento a coger de la todo lo que vayan limpiando (platos, cubiertos, vasos y botellas), secarlos y guardarlos. E ir reponiendo en el buffet cada vez que algo se acaba. También me encargo de cobrar con tarjeta.
Es Pay As You Feel, por lo que no hay nadie cobrando. Sólo cuando alguien viene a pedir pagar donativo por tarjeta, es cuando voy con el datáfono.
El turno es de 3 horas, de 6 a 9, con una pequeña parada para cenar, y después me he quedado a limpiar.
Me lo he pasado genial. El ambiente es increíble, con gente de todos los países, una música inmejorable (seleccionada por Alan, que ha empezado con Queen y ha continuado con buen jazz de Duke Ellington y Niña Simone), y un buen rollo que te mueres. Y he comido y cenado por mi trabajo.
Cuando terminamos de limpiar, nos tomamos una taza de té…
…y nos vamos Sara y yo. Sara me ha ofrecido quedarme en su casa, con su madre y hermana, para que no me tenga que volver hoy a la granja. Ella va en tranvía y yo voy con la bici.
Una vez en su casa me presenta a Silvestre.
A su madre y hermana las conoceré mañana, que hoy ya duermen.
Ha sido un día completo y perfecto del que saco dos reflexiones.
Estos días he estado un poco agobiado con el tema de cuál sería mi siguiente paso y por irme a Melbourne. Pero ha sido dejar de agobiarne y de intentar forzarlo y disfrutar el momento… y de repente todo ha venido solo. Qué “casualidad”, ¿no?
Por otra parte cada vez disfruto más de la experiencia de la ” economía colaborativa”. trabajo por alojamiento y comida. Sin dinero de por medio, sin impuestos, todo basado en la confianza y la buena voluntad. Me parece algo maravilloso.
Así que hoy me acuesto feliz de conocer tanta gente tan maravillosa, y de ser tan afortunado.
Realmente tengo tanto que agradecer.
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