19 – 20 septiembre 2016
278 días viajando…
5 días en Innisfail…
Lunes
Hoy empiezo a trabajar… se supone.
Así que me levanto a las 7:30, hago mis saludos al sol en el porche del patio trasero, doy de comer a mis chicos…
Me hago un buen desayuno…
…y me voy para la empresa que se supone que me contrata para hacer repartos de bebidas (cordial). Pero al llegar me presentan al jefe que me dice que se acaba de enterar que voy a estar sólo 4 semanas y que como el entrenamiento son 2 semanas (debe ser que te enseñan la biblia de memoria o algo así) que no les merece la pena, que esto es una trabajo full-time de larga duración. Es decir, todo lo contrario de lo que había quedado con la mujer. Mujer que, por cierto, está presente. Le digo que ella sabía mis condiciones y se disculpa (muy levemente) diciendo que ha sido un problema de comunicación entre ellos.
Así que… no tengo curro. La madre que los parió. Si esto me lo dicen hace dos semanas, hubiera estado buscando algo, pero me he relajado porque se suponía que esto era seguro.
Así que me vuelvo para la casa y le hago a Grace uno de los favores que me pidió, el poner la mosquitera de la habitación, que se había caído.
Después retoco mi CV y me voy a una tienda para imprimir unas cuantas copias…
…y me dedico a repartirlas por cafés, restaurantes y similares en Innisfail. Es algo que me han dicho que es bastante típico aquí, pero a mí me daba corte. Pero es verdad que están acostumbrados. En absolutamente todos los sitios me cogen el CV con una sonrisa y dándome las gracias.
A ver si sale algo. No voy apuradísimo, pero me quedaría más tranquilo si estuviera haciendo algo.
Otra cosa es que hago es solicitar que me admitan en el grupo Innisfail News and Views y, una vez dentro, me anuncio ofreciéndome al vecindario, como ya hice en Brookfield.
Al poco me escribe Bernard invitándome mañana a la reunión del Johnstone River Community Garden, diciéndome que con mis habilidades seguro que puedo colaborar. No sé muy bien lo que es, pero digo que sí, claro.
Al final de la tarde, le doy un paseo a Dude.
Muy cerca de mi casa, justo en el acceso al río, hay un coche medio abandonado.
Típica imagen anglosajona: Casoplón y dueño cortando el césped. Lo del césped aquí no sé si es una religión o una obsesión.
El resto de la noche lo paso de tranqui en casa, donde ya me he ganado también la confianza de smokey Joe.
Martes
Al día siguiente, como aún no tengo curro, decido ponerme con la segunda (y última) tarea que me pidió Grace. Ordenar el cobertizo/desván.
Para ello, compró dos estanterías que hay que montar. Aquí es dónde me acuerdo de Ikea y sus montajes sencillos. Tardo casi dos horas en montarlas, pero con música de Madness se hace más ligero. Por cierto, me flipan los vídeos de Madness.
Ahora toca enfrentarse con la realidad. Miro dentro y… ay, Dios.
Lo primero es vaciarlo.
Y limpiarlo.
Había hasta vida interior…
Lo ordeno y meto dentro todos los trastos del porche.
Y finalmente…
Vale, visto así no parece mucho más ordenado, pero juro que lo está!
Para comer me hago una de mis megaensaladas y después me voy al Johnstone River Community Garden. Aunque está como a media hora, me voy andando y aprovecho para darle un paseo a Dude.
Dude cuando está en casa parece gordote y vago, pero en cuanto salimos a pasear, es incansable!
Allí conozco a Bernard quien fundó los jardines hace 6 años, en 2010. En la reunión estamos como unas 6 personas. Me entero de que esto es algo más o menos típico por aquí. El ayuntamiento cede unos terrenos a los vecinos y estos crean y gestionan unos cultivos como actividad para la comunidad. Se hacen talleres, picnics, la gente viene a aprender, a colaborar y a llevarse lo cultivado. Incluso tienen presos trabajando como parte de sus servicios a la comunidad.
Más o menos me viene a ofrecer que colabore con ellos y a cambio me lleve los frutos que quiera, pero el problema es que la comida ya la he comprado… lo que necesito ahora es el dinero. En cualquier caso es un lugar muy interesante e iré al picnic que organizan el 2 de octubre.
Bernard me hace un tour por los jardines y me regala un pomelo como no había visto en mi vida.
Una vez en casa lo abro…
El aspecto es raruno, pero está bueno. No es tan amargo como los pomelos habituales. Lo guardo en la nevera, para ver qué tal está frío mañana.
También he aprovechado estos dos días de tranquilidad para ver el documental que me recomendó mi amiga Marta: 5 Days to Dance.
Me ha impactado. Revelador y muy inspirador. En realidad la danza es una excusa para mostrar cómo viven y sienten los adolescentes. Hasta qué punto están perdidos en una sociedad y un sistema educativo donde no encajan.
Pero lo más maravilloso es cómo esta pareja de coreógrafos (él holandés y ella española) utiliza la danza y el tener a los chavales durante 5 días dedicados exclusivamente a preparar una coreografía, para permitirles expresarse y descubrirse emocionalmente. El cambio es brutal.
Y una vez más se ve hasta qué punto es necesaria una educación emocional. Ayudar a los chavales a entender, desarrollar y expresar sus emociones sin necesidad de tener que estar mostrando una máscara todo el tiempo como hacemos todos en esta vida.
Me he sentido muy identificado por lo perdido que me sentí en el colegio y en el instituto a nivel emocional. Sentía que necesitaba expresarme de alguna manera, pero no encontraba cómo, hasta que empecé con la música y más tarde con el teatro. Últimamente he experimentado a llevarlo más allá con este blog, donde decidí mostrarme y exponerme sin miedo. Aquí expreso cosas que probablemente en persona no me atrevería y lo hago públicamente y con mi nombre. Y es curiosa la sensación, porque estamos tan acostumbrados a dar tanta importancia a la privacidad y a no exponernos en Internet, que creo que nos perdemos precisamente la posibilidad de utilizarlo como medio de expresión.
Viendo el documental, dan ganas de hacer algo así… Hacer teatro con chic@s que quieren hacerlo es muy fácil. El reto es permitir una expresión artística a alguien que aún no sabe ni quiere expresarse… y compartir con ellos ese descubrimiento.
Tengo una idea para cuando vaya a Melbourne. A ver si se puede hacer allí.
Y es totalmente cierto, te enseñan desde pequeño a no mostrar emociones porque te hace vulnerable, y es todo lo contrario. Con mis peques me he propuesto trabajar mucho la comunicación y la seguridad en sí mismos por ser quienes son, unos chicos fantásticos! 😉