20 mayo 2016
155 días viajando…
21 días en Whangateau…
Desde hace un par de días estoy probando a poner las fotos del blog con el ancho del texto. Se ven mejor, ¿no?
Pues otro día de saludos al sol y desayuno contundente.
Y esto es lo que pasa cuando le pones lombarda. El arroz coge un bonito color.
Hoy toca ponerse en serio con el tejado. Nat y yo dedicamos un buen rato a discutir sobre cómo hacerlo. Mi dos grandes dudas es cómo conseguir que el tejado quede recto y cómo evitar que el filo metálico no mate a alguien. Nat descarta poner un contrachapado debajo. No lo ve muy claro.
Al final la convenzo para, al menos, poner el contrachapado en la parte del ponedero, porque es la única manera de que el tejado se sostenga con cierta rigidez.
Y para evitar que corte, Nat ha tenido la idea de poner una manguera cortada a lo largo, que, además, puede servir para recoger el agua de lluvia. La verdad es que puede funcionar.
Pero lo primero es sacar el gallinero de donde está, para poder tener espacio para trabajar en el tejado.
Le he atado una tela de saco a las patas para que resbale y sea más fácil moverlo.
Lo siguiente es cortar varias piezas en ángulo para sujetar las planchas del tejado. Luego se verá cómo las uso.
Luego coloco los contrachapados sobre el ponedero.
Hago una pausa para montar la barbacoa que compró Nat de segunda mano el otro día. Está como nueva. Es increíble el mercado de segunda mano que hay en Australia y Nueva Zelanda.
Y para cuando acabo, ya es la hora de comer. Nat ha hecho un experimento. Pasta con una salsa cruda, hecha como si fuera un batido de varias verduras de su huerta. El resultado no puede estar más rico.
Después de comer vuelvo al lío. Monto las placas del tejado para ver cómo quedarían y tomar medidas.
¡Y empiezo a colocarlas!
Yo era más partidario de cortar las placas y poner cada mitad en un lado, pero Nat prefiere que las doble. No es nada fácil doblar una placa ondulada, así que me monto un invento. Lo primero es aplanar a martillazos la zona central. Luego la pongo sobre esta cosa que me he montado…
…y con el peso de mi cuerpo, consigo doblarlas.
Las empiezo a colocar. Aquí se ve para que eran los pedacitos de madera que corté antes. Son los que van a sujetar las uniones entre chapas.
Pero no me convence. Las chapas se deforman mucho al doblarlas y se hace casi imposible conseguir que queden bien, así que busco otra solución. Pruebo a poner unos listones de contrachapado a todo lo largo y bien sujeto a la estructura por los taquitos de madera que puse antes. De esa manera puedo ir atornillando la chapa en cualquier punto.
Para atonillar la chapa tengo que agujerearla primero con el taladro y luego le meto un tornillo con una arandela de goma para que no entre humedad.
De esta manera consigo ir poniendo chapas y que queden más o menos rectas. La cosa va teniendo buena pinta.
Para el final de la tarde, he conseguido poner las 4 chapas, aunque me queda terminar de fijarlas bien. Para evitar accidentes, dejo protegidas las esquinas.
Me queda también cortar los listones que sobresalen, cortar las chapas a la misma altura, poner la chapa embellecedora a lo largo de la parte de arriba (a ver cómo llego hasta ahí), y pintarlo todo. ¡Ya queda menos!
Nat se va con los chicos a Warkworth a visitar a unos amigos. Cuando ya está de camino, me manda un mensaje diciendo que me coja una cerveza de la nevera y me vaya a la bahía, que la luz es espectacular…
…y no le falta razón. 🙂
A la vuelta, me llama la atención una de las casas que hay enfrente de la de Nat Nunca me había fijado, pero es más bien… rara.
El resto de la tarde me lo paso intentando contactar con gente de Cook Islands, para ver si encuentro quien me aloja una noche. Le estoy echando morro, sí…
A las 20h aún no han vuelto, y en mi estómago empieza a haber eco, así que me hago mi famoso arroz de cosas.
Con más cosas que arroz. Me sabe de rechupete, especialmente por el pimentón ahumado que le he puesto. Lo único malo es que se me ha acabado el chocolate negro con almendras (¡Cris, mándame más!) y como he abusado de él últimamente, pues ahora tengo mono, claro. 😉
Esto es lo que en el Vipassana llamaba craving…
…y se ve que no me lo han curado.
Mañana es Sábado. Toca llevar a Gala al mercado de Matakana, para que se encargue de los perros de los clientes, y a Kupe a Leigh, para que trabaje en la restauración de barcos. A lo primero no me apunto, porque se van muy temprano, pero sí me uniré cuando vayan a llevar a Kupe a Leigh, que aún no conozco ese pueblo.
Por cierto, me ha contactado Andy, mi último “autostop” cuando vine aquí. Nos intercambiamos los teléfonos, porque trabaja en un bar de Leigh, en el Leigh Sawmill Café, y le dije que me contactara si necesitaban ayuda. No la necesitan, pero me dice que mañana es día de Karaoke allí, que si me apunto, me pasa a recoger. Vaya buena gente.
Se lo he comentado a Nat, cuando ha vuelto, e igual también se apunta. Mañana vemos.
La verdad es que apetece salir un poco, que ya toca…
…que me están empezando a salir plumas y estoy a un paso de poner huevos.
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