3 septiembre 2016
261 días viajando…
29 días en Brisbane…
Cumplo mi segunda semana en esta casa y 4 semanas en Brisbane.
Anoche me acosté cansadísimo y con la intención de levantarme tarde, pero mis perretes se han aprendido de memoria que me levanto a las 6:30, por lo que a esa hora están atentos al más mínimo gesto que delate que estoy despierto, y, en cuanto muevo media ceja, se lanzan a lamerme la cara pidiendo su desayuno.
Así que poco después de las 6:30 de un sábado ya estoy en pie. Pero mejor, porque me siento con fuerzas, energías y ganas de irme a Sunshine Coast y son 2 horas de viaje, así que cuanto antes, mejor.
Me hago mi desayuno batido de plátano, papaya, cacao y maca y mis tostadas con aguacate y huevos escalfados, me preparo una ensalada para llevarme, mi botella de agua con limón, mi chocolate… y me pongo en marcha.
Mi destino es Noosa, tal y como me recomendó Mark, una pequeña población al norte de Sunshine Coast.
Llego poco antes de las 11 de la mañana, después de equivocarme un par de veces de camino. No aparco en Noosa, sino en Sunshine Beach para hacerme la ruta que me recomendó Mark. Y al llegar me doy cuenta de que he cometido tres errores, que en realidad son todos el mismo, el haberme creído que la temperatura que hace por la zona donde vivo es la temperatura que me iba a encontrar. Eso ha hecho que me haya ido en vaqueros, sin bañador y sin gorra. Error. Hace un día de playa descomunal y un sol de justicia.
Así que a falta de gorra, me compro lo primero que pillo. No es muy estético, pero cubre bastante y me vendrá bien en mis trabajos al aire libre.
Lo primero que hago es acercarme a Sunshine Beach, una playa enorme y espectacular.
He aparcado en el lado más norte. Aquí vemos algunas de las casitas modestas con vistas a la playa.
Ando hacia el norte hasta el final de la playa que es donde empiezan las rutas por el parque nacional. Yo vengo dispuesto a hacer la 4, el Coastal Track, que recorre toda la costa de esta pequeña península. Unos 5,5 kms en total hasta el pueblo de Noosa Heads.
El camino empieza subiendo la colina, lo que permite tener unas vistas impresionantes de Sunshine Beach.
Poco después se alcanza la playa de Alexandria Bay.
Ahí me encuentro con una italiana en su último día de vacaciones. Ella me hace una foto a mí y yo una a ella.
Tal y como pone en el mapa, en el extremo norte de la playa, hay un teléfono de socorro. Hay obsesión por la seguridad.
Continúo el Coastal Track hacia mi siguiente destino, las Puertas del Infierno.
Desde ahí se aprecia mucho mejor la playa de Alexandria Bay.
Y aquí está, the Hell’s Gates.
Desde allí continúo por la ruta 4.
Según me voy acercando a Noosa Heads, el camino se hace más… fácil.
Y con más comodidades.
Hago una pequeña parada para comerme mi ensalada de lechuga, tomate, aguacate, zanahoria, remolacha, huevos y frutos secos.
Y continúo mi camino…
…hasta que, finalmente…
Llego hasta la playa de Noosa Heads, Laguna Bay, una playa de surfistas. Buenos… todas lo son. Nunca había visto tanto surfista junto. Son auténticos estereotipos.
Hago una parada en Noosa Heads para tomarme un café y descansar un poco. El nombre del lugar es de lo más… exótico.
Prácticamente todos los cafés en Australia funcionan de la misma manera. En España hay de os tipos, los cafés donde te atienden en la mesa, y los cafés donde lo tienes que pedir en la barra y esperar a que te lo sirvan para irte a tu mesa. Aquí casi todos funcionan con un modelo mixto. Tienes que hacer tu pedido en la caja y pagarlo, pero ahí te dan un número que te llevas a tu mesa para que el camarero te encuentre y te lleve el café, así no tienes que esperar de pie a que te lo hagan. De esta manera hay mínimo tres personas implicadas: el que toma nota del pedido y cobra, el que hace los cafés y el que los sirve.
Y ahora está el tema de que tengo que llegar hasta el coche. Había pensado en hacer autostop o coger el bus, pero como me encuentro con fuerzas y me sobra tiempo, me voy andando.
Y, finalmente, poco antes de las 15h, llego hasta donde dejé aparcado el coche.
Ha sido un paseo chulísimo, la verdad, aunque hubiera molado haberme podido bañar en la playa. A ver si el próximo finde hace bueno y me busco una playa más cerca.
Me hago el trayecto de vuelta con susto incluido, y es que no me doy cuenta de que mi móvil se estaba quedando sin batería hasta que se apaga cuando estoy llegando a Brisbane y claro, no tengo ni idea de cómo se llega hasta mi casa. Sé ir desde Kenmore, pero no desde las afueras de Brisbane. Así que me toca parar y poner a cargar el móvil y hay un momento que parece que no carga y pienso… pues no sé cómo voy a hacer para llegar. Es terrible la dependencia que tengo a este cacharro, porque claro, ya voy sin mapa y sin nada.
Pero nada, al final se carga y consigo llegar a casa antes de la puesta del sol. Archie y Tank me reciben con saltos de alegría. Bueno, los saltos los da sólo Archie.
Lo primero que hago es darles un paseo antes de que se haga de noche. Vuelvo a pasar por la casa que están construyendo cerca. Según me han contado, este tipo de casa se llama Queenslander, que son las típicas casas que se construyen elevadas para evitar inundaciones y, sobre todo, bichos.
Una vez en casa doy de cenar a mis compis y yo me hago un guiso de garbanzos con quinoa, verduras, chapiñones, jengibre… y algas, que es lo que le da ese color oscuro. La verdad es que está riquísimo.
Y el resto de la noche ya es para descansar, escribir el blog… y dar mimos.
Me siento bastante menos cansado que ayer. Está claro que el trabajo físico me agota y, en cambio, la naturaleza me recarga las pilas.
Mañana me han ofrecido irme con algunos españoles a un festival en un parque de Redcliffe, el Scarborough Sounds, que tiene una pinta maravillosa. Por un lado va Mercè, que creo que va con su familia, y por otro yo llevaré a Marta y Eli, ya que Redcliffe está como a una hora en coche de Brisbane.
Mañana más.
0 Comments