28 – 30 agosto 2017
622 días viajando…
1 día en Auckland
El viaje de Hanoi (Vietnam) a Wellington (Nueva Zelanda) se hace algo durillo. No hay vuelos directos y el problema es que si vuelas con diferentes compañías, necesitas visados de entrada o tránsito en cada escala, lo cual es un coñacete.
Al final encuentro un vuelo Hanoi (Vietnam) – Kuala Lumpur (Malasia) – Gold Coast (Australia) – Auckland (Nueva Zelanda) con Air Asia a un precio razonable (aunque no barato).
El vuelo de Auckland a Wellington sale poco antes de mi llegada, por lo que lo reservo para el día siguiente. Me toca hacer una noche en Auckland.
Como ya comenté en mi anterior post, los de Air Asia, al no pagar el extra de escoger asiento, me asignan el peor posible.
Así que salgo de Hanoi el 28 de agosto a las 15:30 y llego a Kuala Lumpur a las 19:45. El primer vuelo ha sido fácil.
Mi siguiente vuelo no sale hasta las 23:55, así que aprovecho para cenar algo en el aeropuerto. Los precios, al cambio, son sorprendentemente baratos para un aeropuerto.
Este estupendo plato de noodles al curry me sale por 18,90 MYR (3,70€).
Después me busco un rincón con enchufe y me paso el resto del tiempo escribiendo el blog.
Cuando queda poco más de una hora para la salida de mi vuelo, decido dirigirme hacia la puerta de embarque. Estoy llegando al puesto de control… y de repente cruza por mi mente un terrible pensamiento… ¿estoy seguro de que mi móvil ha cogido la hora local de Malasia o sigue con la hora de Vietnam?
Lo compruebo y… MIERDAAAAA!!! Estoy con la hora de Vietnam aún!! En realidad son las 23:50 y el vuelo sale a las 23:55.
Salgo corriendo como puedo con mis chanclas, llego al puesto de control, donde hay cola, y pido con cara de desesperación saltarme la cola porque voy a perder el vuelo. Los agentes me preguntan a qué vuelo voy y me dejan colarme. Cuando paso los Rayos X, el del control quiere que le enseñe el bote de repelente de mosquitos para chequearlo… la madre que lo…
Una vez todo OK, salgo corriendo y voy mirando las puertas de embarque. No falla… la mía es la última de toda la enorme sala.
Cuando estoy llegando, veo que hay un empleado esperándome…
– ¿Pablo?
Parece que los del control han avisado para que me esperen. Pero hay también 3 policías malayos esperándome, que me piden el pasaporte y empiezan a mirarlo con lupa… literalmente.
Supongo que el llegar justo de tiempo y nerviosísimo puede sonar a truco para intentar pasar más rápido los controles y disimular otro tipo de nerviosismo. Así que me empiezan a hacer todo tipo de preguntas. De dónde soy, de dónde vengo, por qué llego tarde…
Lo más divertido es cuando para comprobar que realmente soy español me preguntan…
– How do you say in Spanish “See you later”?
Me pilla tan de sorpresa que no sé ni cómo decirlo y digo algo así como…
– Hemmmm…. Hasta después…
Menos mal que no tienen ni idea de español, pero les vale mi genuino acento castizo y me dejan pasar, diciéndome…
– OK, run, run!!
Y venga a correr otra vez hasta la puerta del avión. Soy el último en sentarse, claro, resoplando y sudoroso… muy bonito.
El vuelo es de madrugada hasta Gold Coast, en el que apenas consigo dormir un par de horas mal dormidas. Allí nos hace bajar de avión, pasar un control y volver a subir al mismo avión, y hacemos el último trecho hasta Auckland donde llego, por fin, sobre las 16:10 del día 29 de agosto. Han sido algo más de 24 horas de viaje.
Voy con cierto miedo de que me pongan pegas por entrar en el país por tercera vez, pero ni el más mínimo problema. Tardan 15 segundos en darme otros 3 meses de visado. Da gusto con los kiwis.
Así que, hecho polvo y con pintas, pero ya estoy en Nueva Zelanda.
Tengo que pasar la noche… y aún no sé dónde. He lanzado varias peticiones de Couchsurfing, pero cada vez es más difícil encontrar quien te acoja, a pesar de tener buenas referencias. Da la impresión de que los chicos sólo quieren acoger a chicas y que las chicas no quieren acoger a chicos. Al final las únicas opciones viables son las familias, pero no hay demasiadas en esta plataforma.
En fin, mi idea es llegar hasta Auckland en autostop y, una vez allí, improvisar. Siempre están los hostels como último recurso.
Así que salgo del aeropuerto…
…y tardo un rato largo en conseguir que alguien me pare. Supongo que mis pintas post-viaje no ayudan. Pero finalmente un majísimo kiwi llamado Neil, me recoge. Me dice que no hay problema en llevarme hasta un hostel que él conoce en el centro, pero que antes tenemos que recoger a su hija Katia de camino.
Así que eso hacemos y poco después me estoy despidiendo de ambos agradeciéndoles su enorme amabilidad.
Me han traído al Queen Street Backpackers, un hostel al lado de la céntrica Queen St.
El precio por una cama en un dormitorio de 6 es de 27 NZD (16,40 €). Madre de Dios. Y por lo que veo en Booking es de los más baratos. Yo que vengo todavía con los precios de los hostels de Hanoi de 3€ la noche. Qué dolor.
Me asignan una habitación y me dicen que coja la cama libre que yo quiera. Veo que sólo hay una, así que dejo ahí mis cosas, me doy una ducha y me hago unas curas. Las heridillas que me hice con la moto en Hanoi no van bien. Se han infectado y no acaban de mejorar (las personas sensibles… mejor que no miren las dos siguientes fotos).
He quedado para cenar con Anna, la couchsurfing que me acogió hace un año, la última vez que estuve en Auckland. Una cosa bonita de viajar son los reencuentros.
Me lleva al Velvet Burger, donde me pido una Veggie Burger muy rica, aunque estoy escandalizado por los precios. Venir de Vietnam a Nueva Zelanda es todo un shock.
La verdad es que no me acordaba lo complicado que se me hace el acento kiwi. Anna habla muy rápido y, por más que intento prestar atención, no consigo entender el 100% de la conversación. Tengo que volver a acostumbrar a mi oído.
De vuelta al Hostel me llevo una desagradable sorpresa. Me encuentro mi cama ocupada, todas mis cosas dejadas en el suelo sin demasiado cuidado y una nota diciendo que pase por recepción.
En recepción me dicen que ha habido un error y que esa cama estaba ocupada y que me van a dar otra habitación. Obviamente me quejo, y mucho, de que no son formas de hacer las cosas. No es agradable (ni seguro) encontrar todas mis cosas por el suelo. No se esfuerzan demasiado en disculparse (se excusan más que se disculpan) y me asignan otra habitación. Muy mal por parte del Queen Street Backpackers. Pero, en fin, es lo que hay. No todos los hostels son tan agradables como el de Hanoi.
Al día siguiente me levanto pronto y me compro algo para cocinarme un buen desayuno: 6 huevos, un par de tomates y pan. Es un buen apaño.
Y algo para el camino.
Después del desayuno, recojo mis cosas y me dirijo a la parada del Skybus que lleva al aeropuerto.
Pŕoximo destino… Wellington. Allí he quedado con mi nueva host de HelpX, Diana, que vendrá a recogerme al aeropuerto.
Una de las cosas que me ha pillado un poco por sorpresa al venir de nuevo a Nueva Zelanda es… el frío!
Cuando me planteé en Vietnam la posibilidad de viajar a Japón, Hawaii o Nueva Zelanda, no caí en el pequeño detalle de que en este último, aún es invierno. Hace un frío del demonio y lo más abrigado que llevo es mi sudadera finita. Vaya fallo. Pero bueno, ya estoy aquí.
Y otro dato curioso. Mi alergia, que hacía meses que había desaparecido por completo, ha vuelto a lo grande. Y lo más curioso es que ha empezado en el avión que me traía desde Kuala Lumpur. ¿Qué habrá en este país que me da tanta alergia que hasta lo detecto en los aviones que han pasado por aquí?
Buena pregunta.
Nos vemos en Wellington.
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