25 julio – 4 agosto 2023

 

2.787 días viajando…
11 días en Chiapas (México)…

Día 13: Tehuantepec – Puerto Arista (220 kms)

25 Julio

Último día en Oaxaca. Hoy nos vamos para Chiapas.

Hemos dormido bien a pesar del calor (como comentaba en el capítulo anterior, el ventilador toca la pared y no se puede usar, pero hemos sobrevivido) y sorprendentemente sin mosquitos toda la noche… hasta que amanece (sobre las 6h), que se levanta la veda y nos comen vivos. ¡Sálvese quien pueda!

Nos vamos al Mercado Municipal a desayunar, a un puesto que nos recomendó ayer Rocío, y muy bien, la verdad. Dos quesadillas y dos nescafés por 100$ (5,30€). He empezado a usar lo de “no me haga precio de turista” y parece que funciona. 

No damos una vuelta por el mercado, siempre muy interesante.

Aunque son aún las 8h30 y nos dijeron en la lavandería que la ropa estaría lista a las 10h, nos pasamos por allí porsiaca. Pero nos la encontramos cerrada, claro.

Buscamos un lugar para comprarle unas pastas a Rocío y se las llevamos como agradecimiento. Recogemos, nuestras cosas, el empleado de Rocío me ayuda a sacar la moto del driveway (con dificultad, pero ha sido más fácil salir que entrar) y nos despedimos.

Llegamos a la lavandería a las 10h30 y… ¡sorpresa! Está cerrada. Llamo a la puerta y nada. Llamo al número que pone en la puerta y nada. Desde la calle podemos ver nuestra ropa colgada en la azotea, pero no podemos llegar hasta allí. 

Esperamos, disfrutando de los sutiles mensajes del vecindario.

A la media hora (en México, si te dicen 10h, son las 11h, claro) por fin aparece la dueña de la lavandería y nos da la ropa. Apañamos las mochilas y finalmente nos ponemos en marcha, bastante más tarde de lo esperado.

Parada para gasofa a los 24 kms en la Pemex de Juchitán. A partir de ahí empieza la pesadilla. Desde Juchitán de Zaragoza hasta La Ventosa (un nombre muy apropiado) es una carretera pefectamente recta de algo más de 10kms con un fortísimo viento de costado que hace la conducción muy incómoda y hasta un poco peligrosa. Giada va acojonada, porque le da especialmente miedo el viento con la moto. Yo voy completamente concentrado en mantener parte de mi peso en el lado contrario de la moto para mantener cierta verticalidad. Cuando pasamos la Ventosa viene otra recta, y luego otra… y en todas el viento es igual de fuerte. 

Pasamos por unos campos eólicos acojonantemente grandes. Nunca había visto tantísimos generadores en un mismo sitio. Tanto a derecha como a izquierda. Cientos y cientos de ellos durante muchos kilómetros. Claro, con este viento, hay que aprovechar.

A los 70kms, exhaustos, hacemos una parada en un puestecito donde pedimos un agua de jamáica y unos cacahuetes (40$ = 2,12€) para relajarnos. A partir de aquí la cosa se suaviza y disminuye el viento, menos mal, porque han sido 45 kms de pesadilla.

Cuando llevamos 140 kms, toca hacer una parada (tenemos que hacer 220 kms en total), pero no hay absolutamente nada por aquí… y así durante kms y kms.

Mientras intentamos encontrar dónde parar, a los 170 kms, nos encontramos…

…¡en la frontera con Chiapas! Ya estamos por fin en uno de los estados que más nos apetecía conocer.

Seguimos buscando y al final hacemos la parada cuando ya llevamos 200 kms (60 kms buscando dónde parar para tomar algo), casi llegando. Encontramos Desayunos Betito, un localito cerca de Tonalá. Nos pedimos unos huevos y café (120$ = 6,36€).

Comemos muy bien acompañados.

Seguimos… y por fin llegamos a nuestro destino de hoy: Puerto Arista. La primera impresión es que me recuerda mucho a El Cuyo (Yucatán) donde estuve 3 meses el año pasado, pero más asfaltado y menos cuidado… o quizá es que está empezando su desarrollo turístico. Aquí está más mezclada la parte local y antigua con la parte moderna que se va desarrolando. Eso le da más autenticidad que en El Cuyo, donde la diferencia de clases ere exageradamente marcada.

Vamos directamente al alojamiento al que le había echado un ojo, el Jose’s Camping y Cabañas. Nos encontramos abierto el portón, pero no se ve ni un alma dentro y parece medio abandonado. Aunque hay señales de que alguien vive aquí, hay una sensación enorme de decadencia. Después de un rato llamando y esperando, aparece una chica un tanto sorprendida de vernos. Nos dice que sí, que está abierto, pero que ella no sabe cómo va. Llama a su tía, que es la dueña, para informarse. Nos avisa que no hay electricidad, por un problema técnico, y nos puede ofrecer una cabaña por 700$ (37€)!!… ¿y sin luz? Flipamos, claro. Los hoteles están a 500$.

Nos vamos a buscar opciones más razonables. Probamos con Hospedaje Blanquita, pero nos dicen que sólo tienen habitaicones para grupos de 5 o 6 personas. Qué pena, tenía buena pinta.

Cuando entramos en Puerto Arista, Giada vio un cartel de “se rentan cuartos“, así que vamos para allá a probar suerte. Llegamos a una casa bastante humilde con muchos niños, donde nos ofrecen un cuarto con AC bastante decente por 350$ (18,55€). Adjudicado.

Una ducha rápida (estamos muertísimos de calor y cubiertos de sudor) y nos vamos a dar una vuelta. La playa es simplemente espectacular, como la de El Cuyo, interminable y bastante limpia.

Y es un momento histórico, porque es la primera vez que Giada toca el Océano Pacífico.

Comenzamos a caminar hacia el sureste, disfrutando del atardecer. La playa es interminable pero el paseo es maravilloso. De repente hacemos un amigo.

Foto de Giada

Foto de Giada

Foto de Giada

Durante el paseo nos encontramos un montón de peces muertos, no sabemos muy bien por qué.

Cuando llevamos 3,5 kms andando, llegamos a la última casa de la playa, las Cabañas Ali Playa Sol. Aquí termina Puerto Arista, después de este lugar, viene una playa infinita sin ninguna estructura artificial.

Aprovechamos que tiene bar y nos tomamos una birra (yo Modelo. Giada Corona) viendo la puesta de sol.

Volvemos mientras se va haciendo de noche. Se ve una mega-tormenta a nuestra espalda, pero lo suficientemente lejos como para no acojonar. Y hay suficiente gente en la playa como para hacerla sentir segura aunque este anocheciendo.

Cuando llegamos al punto de partida, vamos a Cenaduría Lupita (sí, el restaurante donde se cena se llama “cenaduría”) a cenar unas Tlayudas (80$ = 4,24€) y nos compramos unas birras enfrente. Estupendo este el lugar, la verdad, muy local y auténtico.

Vuelta a la “casa”, liquidamos mosquitos y una cucaracha y a dormir. Muy bien, la verdad.

Día 14: Puerto Arista – Tuxla (220 kms)

26 Julio

¡¡Es mi cumple!!

Para celebrarlo, nada más levantarnos nos vamos directamente a la playa a las 8h a hacernos un baño purificador en el Pacífico.

Como no vemos ningún sitio decente para desayunar, recogemos y nos ponemos en camino. Encontramos un puesto para desayunar al poco de salir llamado Ángeles. Nos preparan un mega-desayuno de huevos a la mexicana con arroz y frijoles y café por 160$ (8,48€). Maravilloso.

Por cierto, quizá debería empezar a llevar guantes. El contraste de color entre mis manos y mis dedos, empieza a ser un poco cantoso.

Nos ponemos de nuevo en camino. Parada para gasofa en la Gasolinera Cristal de Tonalá. Seguimos. Según nos vamos alejandos de la costa y vamos subiendo en altitud, el calor va disminuyendo. Vamos por autopista de peaje, porque la otra era más del doble de tiempo. 

En total 133$, poco más de 7€. No me puedo quejar.

Quiero parar a la mitad de camino, pero no encuentro nada de nada. Es lo malo de las autopistas de peaje, que no hay nada. Aquí no se lleva lo del Autogrill. Eso sí, por primera vez en todo el viaje pongo la moto a 90 kms/h. Hasta ahora no había pasado de 80 y, en general, voy siempre a 60-70 kms/h, y eso cuando la carretera es buena.

Después del último peaje, una parada para beber agua, descansar un momento y el último tirón.

Por fin llegamos a nuestro destino de hoy, Tuxla Gutiérrez. Giada ha encontrado un Homexchange de 4 días (por fin una paradita) en casa de Laure. Nos recibe su vecina y amiga, la encantadora Laura (Sí, Laure y Laura), que nos enseña y nos explica todo. La casa es grande y está muy bien, aunque no demasiado limpia, pero ya estamos acostumbrados. Lo que nos sorprende es que no hay lavadora. Menos mal que hemos hecho la colada antes de venir.

Salimos a comprar provisiones por los alrededores. Todos las tiendas son muy auténticas y locales. Compramos mucha fruta y Giada hace un estupendo batido de frutas para recuperar fuerzas del viaje.

Poco después nos llega un mensaje de Mariam, la guest de HomeExchange en nuestra casa de Italia. Hay un problema con las tuberías. Lo gestionamos como podemos teniendo en cuenta la distancia y que ahí es medianoche.

Giada prepara una estupenda cena, ya que por fin disponemos de una cocina.

Peli (Asteroid City) y a dormir.

Día 15: Tuxla – El Aguacero – Tuxla (116 kms)

27 Julio

Nos despertamos a las 6h30 aún con las gestiones de los problemas hidráulicos de casa hasta que conseguimos resolverlo. Desayuno de batido y café.

Preguntamos a Laura por sitios que visitar por aquí y nos da varias recomendaciones. Optamos por ir a la Cascada El Aguacero, que está a 48 min y en teoría son 30$ (1,59€) la entrada. Tiene muy buenas reseñas y está permitido el baño. Así que nos preparamos una ensalada para llevar y nos ponemos en camino.

La carretera es en parte la misma por la que lleganos ayer, pero el último trozo es de tierra y el último-último es en cuesta y un poco regular, pero se puede hacer.

Nos encontramos que la entrada ha subido considerablemente. Ahora son 58$ (3,07€) c/u. Pero vemos pocos vehículos aparcados, así que estaremos casi solos. La señorita de la taquilla nos explica que debemos bajar 724 escanoles y luego seguir las flechas amarillas. Así que… ¡vamos allá!

El sitio es espectacular. La naturaleza se va apoderando de las escaleras. 

Cuando por fin llegamos abajo, giramos donde nos indican las famosas flechas amarillas y seguimos el sendero. Una de las reseñas que leímos era de una señora diciendo que el sendero era super-peligroso. Pero eso nos incentiva más todavía.

Al principio parece fácil, pero luego la cosa se va complicando.

En cierto momento el sendero se convierte en una pequeña cascada que hay que subir casi dentro del agua.

Llega un momento en que es demasiado complicado y peligroso y decidimos retroceder un poco para tomar un desvío al rio.

Parece que la única manera es llegar al río como sea y avanzar por ahí, porque por el sendero no hay forma.

Así que tirando un poco en línea recta, conseguimos con muchísima dificultad llegar al río. ¡Por fin!

Nos encontramos con algunas pertenencias de gente que probablemente han ido desde aquí a la cascada. Intentamos seguir, pero, efectivamente, no se puede, así que hacemos lo mismo que ellos. Dejamos nuestras cosas y vamos nadando (contracorriente) hacia la cascada.

La cascada es absolutamente espectacular. SIn duda merecía la pena el esfuerzo. Vamos sin telefonos porque vamos nadando. Allí nos encontramos a las dueñas de las cosas de la orilla, una madre con su hija, ambas no demasiado comunicativas. 

Es increíble el sitio. Lo disfrutamos un buen rato. Al volver, encuentro la forma de llegar hasta nuestras cosas haciendo más o menos pie, asi que pillo mi teléfono y volvemos para hacer algunas fotos. Sería una pena no tener un recuerdo de esto.

Giada me dice de subir a una de las rocas bajo la cascada para hacerme una foto… y luego nos intercambiamos y yo se la hago a ella.

Y así es la vuelta hasta donde dejamos las cosas.

Nos comemos la ensalada que nos hemos traído. Es curioso como siempre todo es más rico cuando se come en la naturaleza.

Un poco de relax y nos volvemos. Hay que subir los 724 escalones. Madre mía, con lo fresquitos que estábamos y llegamos arriba chorreando de sudor.

Vuelta en moto y a casita a descansar. Salgo a comprar algo de fruta, nos hacemos algo de cena y cuando nos ponemos una peli a las 20h (Un docu mexicano) nos quedamos fritos, así que a la cama antes de las 21h.

Día 16: Tuxla Gutiérrez

28 Julio

Nos despertamos a las 9h. Hemos dormido prácticamente 12h!!

Nos tomamos la mañana con calma. Preparo desayuno de banana frita con huevos y aguacate, uno de mis preferidos.

Foto de Giada

Juegos, baño con la manguera y charlas en el patio. Un poco de RRSS y hacemos tiempo hasta la tarde, para irnos a visitar el centro.

No queremos mover la moto, así que tomamos el Colectivo 35, que es toda una experiencia. Primero nos toca esperar a que pase.

Y luego…

Foto de Giada

El centro no es un centro histórico, sino un centro comercial, lleno de locales y gente vendiendo por las calles. Hasta la catedral es bastante moderna. No es bonito, pero es interesante. El Mercado Público Municipal Juan Sabines

Foto de Giada

Me compro unas sandalias, manzanilla y unos melocotones. Damos una vuelta y volvemos hacia la parada del bus.

Mientras esperamos, me pido un agua de coco.

Foto de Giada

Toda la calle es un auténtico mercado, como casi todo el centro. Poco después ya estamos en el bus de vuelta.

Nos volvemos a casa a cenar y peli. Hoy es día de tranqui.

Hemos encontrado un AirBnB para pasado mañana en San Cristobal de las Casas.

Día 17: Tuxla Gutiérrez

29 Julio

Me levanto con nauseas, no sé por qué. Así que nos tomamos el día con calma. A media mañana me da una crisis. Estoy pálido como un muerto, sudando como un cerdo. Pero no llego a vomitar, aunque me siento morir. Algo debí comer ayer que me ha sentado como un tiro. Quizá ese agua de coco en bolsa no fue tan buena idea.

El plan era partir mañana hacia San Cristobal de las Casas, pero no me siento en condiciones. Hablamos con Laure que nos deja quedarnos una noche más aquí y hablamos con Jazmín, la dueña del AirBnB de San Cristóbal, que acepta retrasar la reserva de mañana a pasado mañana. Menos mal. También veo que el tiempo parece que será mejor pasado mañana, así que perfecto.

Peli de noche bastante absurda (Noise) y a dormir.

Día 18: Tuxla – Chiapa de Corzo – Tuxla (46 kms)

30 Julio

Me levanto ya bien. Un poco débil, pero sin rastro de la náusea, menos mal. Hago un poco de yoga. No soy capaz de hacer la sesión completa, pero me sienta muy bien. Hacemos un batido de frutas y me atrevo con un café. Parece que bien. 

Decidimos ir a Chiapa de Corzo, que está aquí cerca, a dar una vuelta. Es un pueblecito vacacional a orillas del Río Grijalva, que ofrece paseos en barca al famoso Cañón del Sumidero. Damos una vuelta por el Mercado Municipal

Por el embarcadero

Foto de Giada

Y damos un paseo siguiendo la orilla del río hacia el oeste hasta el segundo embarcadero.

Efectivamente, Chiapa del Corzo es considerado Pueblo Mágico. La calificación de Pueblo Mágico es un distintivo que otorga la Secretaría de Tursimo a ciertos pueblos de México por proteger y guardar su riqueza cultural. Actualmente hay 177 Pueblos Mágicos en México, de los cuales ya hemos visitado Atlixco (Puebla), Mitla (Oaxaca) y ahora Chiapa de Corzo (Chiapas). Curiosamente ciudades muy turísticas como Oaxaca o Chiapas han rechazado el programa porque consideran que es un atentado contra el valor patrimonial de los pueblos.

Regresamos dando un paseo por el pueblo…

Foto de Giada

Nos sentamos a comer una quesadilla y un agua de jamaica en la Cenaduría (sí, también dan almuerzos) La Chiapanequita… y bien. Parece que ya estoy recuperado.

Y terminamos el paseo visitando la cercana Plaza de Armas, con su Pila o Fuente Mudéjar (es curioso ver arte mudéjar tan lejos de España).

Foto de Giada

Regresamos a casa para pasar la última noche en Tuxla. Comemos las sobras que nos quedan (ensalada y arroz con calabacín) y una omelette. Y empezamos a preparar nuestra partida para mañana. Qué ganas de cambiar de aires. Demasiados días en una ciudad que no nos resulta tan interesante.

Vemos una peli bastante chula (The Swimmers) y a dormir.

Día 19: Tuxla – San Cristóbal de las Casas (92 kms)

31 Julio

Nos levantamos a las 7h30 y empezamos a recoger. Voy a comprar algo de fruta para hacernos nuestro último batido. A las 9h ya estamos listos para salir. Se suponía que a las 9h llegaba Elvira para limpiar y teníamos que esperarla para dejarla entrar, pero como no llega, le dejamos las llaves a Laura, la vecina, y nos ponemos en camino.

Vamos por la ruta sin peaje, que es algo más larga, pero es todo un acierto. Sin duda la ruta más bonita hasta ahora, todo por montaña. Nos encontramos con otro motero que nos acompaña un trozo del camino. Se llama David y se hace una foto con nosotros y luego nos la manda. 

Foto de David

Como se puede ver, se acabó el calor. A mitad de camino, a unos 45 kms, busco donde parar y veo un tenderete en la carretera con algunas chicas. Paramos y tenemos una de las mejores experiencias del viaje. Están preparando el maíz (elotes y esquites) para vender. Les pido dos esquites de maíz hervido y me dicen que debemos esperar a que termine de cocer, así que esperamos.

Giada se fija en que sólo hay un hombre pelando las mazorcas (el único hombre del grupo)…

…y me dice que si tiene que esperar, prefiere hacerlo ayudando. Por señas le pide permiso al hombre y se pone a pelar mazorcas con él. Es genial la escena. 

Yo pido un café, y Pascuala, que así se llama la madre de las chicas, me dice que no se ha traído el cazo para hervir el agua, pero al final, lava la cacerola donde han calentado su desayuno y la usan hacerme un café. Qué lindas. Veo que entre ellas hablan tzotzil, idioma usado por los habitantes de esta zona de Chiapas, de etnia tzotzil. Me comenta Pascuala en español que son de una comunidad cercana, la Colonia Carlos A. Vidal

Las hijas de Pascuala son muy tímidas y se esconden en cuanto me ven con la cámara.

Finalmente podemos disfrutar nuestro esquite.

Giada les pide hacerse una foto con la familia. Al principio a las chicas les da mucha vergüenza, pero al final acceden encantadas. La jefa es Pascuala y las chicas son Esperanza, Valeria, Sandra y María. Hemos pasado un rato mágico.

Seguimos avanzando por la montaña. Ha sido un acierto venir por esta carretera. Cuando pasamos al lado del pueblo de Navenchauc, hacemos una breve parada para foto.

Y ya vamos de tirón hasta San Cristobal de las Casas. Me encanta esta zona. Vamos directamente a nuestro AirBnB, una habitación que hemos alquilado en el apartamento de Jazmín.

Hemos llegado un poco pronto y aún lo están limpiando, pero nos dejan aparcar la moto dentro y nos vamos a dar una vuelta por la zona. Nos acompaña parte del camino Diana, una colombiana que también vive en el piso de Jazmín. Nos da las típicas recomendaciones que es justo lo contrario de lo que solemos hacer: no comer en puestos de la calle (nos encantan), ir siempre por las calles turísticas o andadores (huímos siempre de las zonas más turísticas y nos metemos por las zonas más locales), comer en restaurantes (muy raramente)… En general no habla muy bien de esta ciudad y nos dice que la llaman San Cristóbal de las Cacas.

Pero esto es algo que ya he visto ya muchas veces en mis viajes. Expatriados que viven en una ciudad o un país que no es el suyo y que sólo tienen palabras negativas del lugar. Hay como una especie de xenofobia extraña, pero en vez de darte cuenta que eres tú el extranjero, sientes que lo son todos los demás. Es más una incapacidad de adaptarse y disfrutar de lo que tienes ahora y un gusto excesivo por quejarse de todo.

Nos separamos y vamos al mercado. Es espectacularmente grande. Toda una plaza enorme.

Luego vamos a la zona de textiles.

Flipo porque veo esta ciudad mucho más limpia que otras que hemos visitado. Tampoco veo la miseria que el granadino que conocimos en Puebla nos dijo que encontraríamos aquí. Es verdad que hay mucha gente humilde vendiendo por la calle, pero están trabajando, no mendigando. Es curiosa la percepción de cada uno. Tampoco es tan hippy o turística como me la habían pintado. Esperaba una especie de Tulum y en cambio tiene muchísima esencia propia y no turística. Es muy tranquila y bastante bonita. Lastima haber perdido tanto tiempo en Tuxtla en vez de haber estado aquí, que le da 1000 vueltas. 

A las 14h vamos a casa de jazmín para tomar posesión de la habitación y luego salimos a comer. Giada necesita comer bien y diferente por una vez, así que por primera vez en este viaje vamos a un restaurante “normal”, el Restaurante Adriana. Bien de precio y muy agradable. De primero, yo me pido una sopa de verduras y Giada una crema de calabaza. Y de segundo, yo unas enchiladas (mis primeras enchiladas) y Giada unas enfrijoladas. De postre, un pay de queso (sí, pay, no pie). En total, con 2 cerves, han sido 375$ (20€). No es caro. 

Pasamos la tarde de paseo por el centro. La Plaza de la Paz con la Catedral de San Cristóbal Mártir de fondo…

Foto de Giada

Foto de Giada

De nuevo hacia el centro y hacia el Mercado de Textiles…

Foto de Giada

Foto de Giada

Un café en la Cafetería Yic con espontánea música ambiente…

Foto de Giada

Llegamos a los pies de “El Cerrito”, un pequeño cerro que lleva hasta el Templo de San Cristobalito (ese que se ve ahí arriba). Y ya que hemos llegado hasta aquí… habrá que subirlo, ¿no?

Una pequeña pausa a mitad de camino…

…y llegamos a la Iglesia del Cristobalito.

Foto Oficial con las vistas de San Cristóbal y últimos posados…

Ha sido una tarde de lo más agradable. Vuelta al Airbnb por la noche, peli y a dormir. 

Día 20: San Cristóbal de las Casas – Chilón (136 kms)

1 Agosto

Nos levantamos a las 7h30, ducha y salimos a desayunar. Giada está con antojo de Champurrado (una especie de chocolate caliente espesado con maíz típico de aquí) desde que lo probó el otro día, pero después de una hora dando vueltas buscando algún lugar que lo sirva, nos rendimos. Está claro que en el centro todo es más comercial y menos local (es una bebida muy local y poco turistica), por lo que al final terminamos de nuevo en el Restaurante Adriana. Yo me pido huevos rancheros y Giada quesadillas de acelgas, en total 170$ (9€).

Vuelta al Airbnb de Jazmín, recogemos, nos despedimos… ¡y en marcha!

El plan es ir hoy a Chilón. Una pequeña población que esta en nuestro camino hacia el norte. Hacemos parada allí porque un tal Alexis ha aceptado nuestra petición de alojamiento por Couchsurfing. A ver si éste es mejor que el de Tehualtepec con Rocío. Aunque no sé yo, porque de nuevo Alexis nos ofrece una cabaña en la propiedad de sus padres y él no estará presente, pero esperemos que nos reciban mejor en este caso.

Para ir a Chilón, dudaba entre el camino corto o el largo. Como se tarda casi lo mismo, me hace pensar que el corto debe ser bastante peor. Le pregunté a Alexis anoche por mensaje, pero todavía no me ha contestado. Le pregunto a David, el motero que encontramos ayer, y me dice que mejor que vaya por el largo, que el corto está en muy malas condiciones, como me imaginaba, y que, además, pasa por poblados conflictivos. Así que no hay duda posible. 

Curiosamente, cuando finalmente Alexis me contesta algo más tarde, me dice que a él le gusta más el corto, pero que tiene 10 kms sin asfaltar. ¿¿Estamos locos??

Nos ponemos en camino. Quiero hacer una primera parada a los 45 kms (para dividir el trayecto en 3 tramos), pero todo lo que vemos son tiendas de abarrotes y ningún sitio para un café. Probamos en una y nos dicen que sólo tienen Cocacola. Que daño hace esa empresa de veneno a muchos países. 

Seguimos y seguimos y por fin en el km 75 (más de la mitad del camino) encontramos el Comedor Las Palmas, donde nos tomamos un café y un panecillo (50$ = 2,65€). 

La chica que nos atiende me pregunta en qué dirección vamos. Le digo que a Chilón, y me dice “espero que no esté cortado“. Me explica que ayer habían cortado esa carretera pero que parece que hoy están pasando los coches, que seguramente estará OK. Yo le pregunto…

– ¿Pero son los zapatistas?
– No, no…
– ¿Los vecinos?
– Sí…
– ¿Pero piden dinero?
– A veces… Otras veces simplemente no dejan pasar.

Veo que no está por la labor de dar más detalles. Parece un tema delicado aquí. Me hace ir más prevenido y con cuidado, pero al final, efectivamente, no hay problema, la carretera está despejada.

Parada para gasofa (24,89$ = 1,32€ el litro) a la salida de Ocosingo. Cuando aún nos quedan unos 40 min para llegar, Giada se empieza a sentir mal. El café que hemos tomado le ha caído fatal. Paramos para unas aguas (limón yo y ella maracuyá) y unas patatas (102$ = 5,40€) en el Restaurante Maya Mirador

Durante este último tirón, Giada graba parte de la ruta.

Vídeo de Giada

Y por fin llegamos a Chilón. Nuestro destino es el Rancho El Recuerdo, donde nos acogen por couchsurfing. Veo que para llegar tengo que subir la calle Benito Juárez que, en su último tramo, es una cuesta pronunciadísima. Sin pensarlo demasiado acelero, me lanzo a subirla y conseguimos llegar arriba por los pelos. Una vez arriba, me doy cuenta de la locura que he hecho. Es tan pronunciada y llevamos tanto peso detrás, que la moto podía haber hecho el caballito y caernos hacia atrás. O también podría no haber llegado hasta el final y, si la moto se hubiera parado en mitad de la cuesta, habría patinado hacia abajo y nos hubiéramos caído seguro. Ya te digo, he arriesgado demasiado. Nunca más. Y, para colmo, me he equivocado. La entrada al rancho era justo antes de este último tramo, a la izquierda, por la calle Cafetal, no había que subir hasta aquí. Ahora tengo que bajar el tramo, pero ni de coña lo hago directamente, rodeo toda la manzana, que es mucho más suave. En esta foto del día siguiente se aprecia más o menos lo empinado que es el final de la calle.

Cuando llegamos, tenemos que buscar a Carlos, al padre de Alexis, que será nuestro host, pero no veo muy claro dónde está la recepción, así que vamos a la zona de la piscina. Ahí hay dos chicos y dos chicas tomando cervezas con música (¡viva México!). Les pregunto por el dueño y nos dicen que no saben, pero que podemos unirnos a ellos y esperar. Nos invitan a una cerveza y tan ricamente, pero pronto me doy cuenta del percal. Uno de los chavales me enseña una bolsita con pastillas y me ofrece. Rehuso, pero me doy cuenta de que el tipo va pasadísimo… y pesadísimo. Nos da la turra mientras intento contactar con Carlos por WhatsApp, quien por fin me contesta y me dice que busque a Jerónimo, el encargado, para que nos instale.

Conseguimos escapar del grupete fiestero y encontramos a Jerónimo, quien nos enseña la cabaña… que no puede estar más sucia, ay dios. Se ve que no se ha usando en meses. Está llena de insectos muertos, telas de araña y suciedad en general. Así que dedicamos un buen rato a hacerla habitable. 

Tambien hay como una zona común con una cocina. Al inicio pienso “qué bien, nos podemos cocinar aquí”, pero luego veo que tampoco se ha usado en años. 

Y en la nevera me encuentro… 

Estoy flipando. Nos pasa un poco como con Rocío en Tehualtepec. Al ser un couchsurfing, tenemos que estar agradecidos de que nos alojen gratis. Pero llega un punto en que si no hay un mínimo de higiene o confort, es casi mejor que no lo ofrezcas. Para nuestra cultura mediterránea, en que la hospitalidad se basa sobre todo en hacer sentir confortable al invitado, estas cosas nos chocan. Pero bueno, Giada y yo nos adaptamos a todo.

El lugar parece muy agradable, pero no podemos explorar, porque nada más poner un pie en la cabaña comienza a llover y ya no para. No podemos ni salir a cenar algo y muero de hambre. Al final consigo contactar por WhatsApp con la Pizzeria Burger World de Chilón y nos mandan una pizza y una quesadilla y apañamos la noche. 

Día 21: Chilón

2 Agosto

Vaya nochecita. A las 4h el gallo que vive justo debajo de nuestra cabaña se puso a cantar como respuesta a los otros gallos de la ciudad. Al final era un caos de cientos de gallos cantando por todas partes. Y luego ha comenzado a sonar una banda de música y no eran ni las 5h. Por suerte, después de una hora, todo se calmó y pudimos dormir un poco más. 

Nos levantamos a las 8h. No tenemos noticias de Carlos. Aún no le hemos visto ni sabemos de él desde que hemos llegado. Nos parece un poco extraño. Aprovechamos que ya no llueve y hay luz para hacer algunas fotos del Rancho. Ésta es nuestra cabaña.

Y lo de que el gallinero esta debajo de nosotros no es exageración.

Esta es la zona de las piscinas…

…y las vistas de Chilón.

Y tienen hasta una “Puerta al Cielo”.

Nos vamos caminando hasta el pueblo para buscar dónde desayunar. Aquí crecen las plantas hasta en los cables eléctricos.

Damos un paseo por el centro…

…y terminamos en la Cafetería El Buen Dicho

Foto de Giada

Foto de Giada

Nos pedimos unos huevos rancheros (yo) y unos huevos ahogados (Giada) pensando que son escalfados y con verduras, pero resulta que es una sopa con huevos dentro. Con lo poco que le gustan a Giada las sopas, qué risa. En total 120$ (6,36€)

Y vuelta al Rancho dando un paseo.

Pasamos el resto de la mañana en la pisci aprovechando que mejora un poco el tiempo y hay algo de sol. Finalmente Carlos y su mujer, Isidra, se ponen en contacto con nosotros y nos invitan a comer como a las 16h en su casa. Allí conocemos también a su hija Dariana de 15 años, sus 2 gatos, su chihuahua, sus 2 cotorras, unos pavitos criados por una gallina… ¡Es un zoo!

Isidra nos cuenta su vida. Conoció a Carlos cuando ella tenía 15 años. Él, con 24 años, estuvo insistiendo durante un año hasta que la convenció y se casaron, abandonando ella la idea que tenía de estudiar enfermería. Tuvieron a Alexis nada más casarse, 5 años después tuvieron a Ulises, que nació con asma crónico, 4 años después Alexis se rompió el fémur con la bici y fue un larguísimo calvario el proceso de curación. Isidra ha elegido no trabajar y dedicarse a su familia mientras que Carlos provee con dos trabajos y no quiere que ella estudie o trabaje. Están apenas ahora empezando a disfrutar de la vida y a viajar. 

Pasamos la tarde hablando durante horas y horas. Nos hablan del Torito Quemado, una tradición mexicana que se celebra una vez al año (y es justo esta noche) en la que alguien cargando con un armazón en forma de toro y lleno de pirotecnica, rerpresenta al demonio dando caza a los herejes. 

Nos llevan hasta la esplanada de la Iglesia para que lo veamos. Están aún con los preparativos, pero hay un gran ambiente.

Foto de Giada

Foto de Giada

Como parte de la celebración, llenan el cielo de pequeños globos de papel y aire caliente.

Vídeo de Giada

Y finalmente tiene lugar la fiesta del Torito Quemado de Chilón.

Foto de Giada

Vídeo de Giada

Durante la fiesta tenemos uno de los pocos encuentros desagradables de todo el viaje. Un tipo bastante burrachuzo empieza a molestar a Giada y al final se pone muy pesado, intentando sentarse al lado de ella. Me toca ponerme serio y decirle que se largue o la tenemos. Por suerte se va (está borracho pero no idiota, es un alfeñique), pero me deja con una sensación muy mala. Porque en el fondo somos extranjeros en un lugar que no conocemos. No sabemos si el tipo pueda estar armado o pueda estar con un grupo y la cosa se ponga chunga. Así que optamos por regresar a la cabaña (fijándome bien en que no nos sigan) y, aunque habíamos pensado quedarnos dos noches, le digo a Giada que ya no me siento seguro allí y que tampoco estamos confortables en la cabaña, así que mejor nos vamos mañana. Ella lo entiende, claro.

Cuando llegamos al Rancho, nos encontramos con Ulises, el otro hijo de Carlos, que está con unos amigos en la zona de la cocina (al lado de la cabaña) bebiendo y con música a todo trapo. Nos presentamos y, por supuesto, nos ofrecen tomar algo con ellos, pero no estamos de humor. Agradecemos y nos vamos dormir…

…bueno, es un decir, con la musica atronando justo al lado. Pero no hay mal que por bien no venga. Si no estuvieran estos aquí de fiesta, estaríamos completamente solos en el rancho y, después de lo ocurrido, casi agradezco tener compañía, aunque sea fiestera. Yo me meto sendos trozos de klinex en los oídos y consigo amortiguar la música lo suficiente como para quedarme dormido y no me entero de cuándo se van. Me despierto a las 22h y ya no hay música. Se han ido antes de lo que pensaba. Al final conseguimos dormir relativamente bien. Incluso los gallos son más discretos por la mañana.

Día 22: Chilón – Palenque (120 kms)

3 Agosto

Aún habiendo pasado una buena noche, sigo considerando el incidente de anoche como una señal de que nos debemos ir. He pasado la noche con miedos y pensamientos negativos, pensando que sí, que queda muy chulo hacerse el macho para defender a tu chica, pero al final la violencia sólo genera violencia y es muy fácil toparse con un loco que por salvar su orgullo de gilipollas la líe parda. Y no quiero otro encuentro así por la noche, y menos sabiendo que luego estamos completamente solos en el rancho. Se me han pasado mil situaciones terribles por la cabeza.

A las 9h hemos quedado para desayunar con Carlos, Isidra y Dariana. Así que nos levantamos a las 7h, recogemos todo, nos despedimos de Jerónimo, el encargado, que nos pide hacerse una foto con nosotros…

…y nos vamos para allá. Cuando nos ven llegar en la moto con todas nuestras cosas, nos dicen que qué pena que nos vayamos hoy, que pensaban llevarnos a comer unas morrajas asadas. Mecachis… pero sigo creyendo que no debemos quedarnos otra noche. La energía que siento me dice que debemos irnos hoy. Lo siento por Giada, que le apetecía comer algo diferente y local, y lo siento por los hosts que están siendo encantadores con nosotros.

Pasamos un rato muy agradable con el zoo que tienen en casa.

Nos dan de desayunar huevos a la mexicana y mucho café. Hablamos de la posibilidad de que nos manden a Dari el año que viene a pasar unos días con nosotros en Italia. Ella está emocionada, claro.

Foto de Giada

Se han portado genial y han sido maravillosos con nosotros. Se nota que les encanta tener gente de otras culturas y aprender otras formas de vida. Nos hacemos la foto de despedida.

Poco después de las 9h ya estamos en marcha. A mitad del camino hacemos una parada para comernos un elote (mazorca de maíz cocida).

Foto de Giada

Y poco después ya estamos en Palenque, una pequeña población del norte de Chiapas, que también es considerada Pueblo Mágico.

Foto de Giada

Vamos a primero a Habitaciones Reforma, pero es demasiado caro ($500 = 26,50€ la noche), así que, en vez de dar vueltas, optamos por irnos a una cervecería a sentarnos, tomarnos sendas coronas ($110 = 5,83€), hacer pis y buscar opciones con calma. Allí contacto con Gilberto de Estancia Lacantun, que nos ofrece una habitación muy cerca del centro con baño privado, AC y cocina por 400$ (21,20€). No es superbarato, pero… adjudicado.

Lo malo es que no nos la puede dar hasta las 17h. Pero nos deja aparcar nuestra moto y dejar nuestras cosas allí. Así que eso hacemos y nos vamos a comer.

Hace un calor de morir y estamos cansados y no encontramos nada decente, asi que al final nos rendimos y vamos a una franquicia, Taquería Express. Dos quesadíllas cada uno (una de champis y otra vegetariana) y dos aguas de jamaica por 220$ (11,66€). Ni tan mal.

Paseillo por la plaza, donde vemos la fuerza de la naturaleza…

…y nos vamos para el alojamiento. Por el camino nos paramos a comprar algo de fruta y cosas para la cena. 

Cuando llegamos, nos llevamos una gran sorpresa con el nivel de limpieza, para lo que llevamos visto. Cocina y baño impecables.

Otra vez problemas de fontanería en nuestra casa en Italia. Mierda. Nos toca gestionar desde aquí. Cena de verduras cocidas, peli y… a resolver la crisis.

A las 3h y pico el tema está resuelto y podemos dormir tranquilos.

Hoy queremos visitar las famosas Cascadas de Roberto Barrios que tanto nos han recomendado.

Nos hacemos un batido de frutas como desayuno y después cocino una ensalada de arroz con tomate, aguacate y remolacha para llevarnos.

Salimos prontito. Hacemos una parada en el super para comprar aceite de oliva y garbanzos para completar la ensalada. Como es “sólo un momento”, Giada se queda en la moto y entro yo a comprar, pero en la caja la cola es de espanto y tardo más de lo previsto. En el rato que estoy dentro, se acercan a hablar con Giada, uno tras otro, 3 hombres (y hasta una mujer para preguntarle por sus sandalias). En cuanto la dejo sola un momento, salen los lobos a cazar. Me dice que la próxima vez espere yo en la moto.

Finalmente nos vamos para las cascadas. Primero debemos pasar un peaje (10$ = 0,53€) para llegar. Es algo que ya hemos visto antes. Algunos pueblos que están de paso a una zona turística, ponen peaje para llevarse su parte por las molestias. Cuando llegamos, debemos además paga la entrada, claro. 40$ (2,12€) cada uno. Pero ya estamos aquí, en las Cascadas de Roberto Barrios, en honor de Robero Barrios Castro, un político mexicano de principios del siglo XX.

Hay más gente de lo que esperábamos, pero el sitio es muy grande y superbonito, lleno de cascadas. Hay hasta 4 zonas de cascadas.  Las vamos recorriendo todas.

Primera Cascada

Foto de Giada

…y llegamos a la cuarta Cascada, que está llena de gente y de perretes callejeros esperando que les caiga algo de comida.

Damos una vuelta para ver si hay un sitio mejor para quedarnos. Por lo pronto encontramos algo para jugar…

Finalmente nos quedamos en la Cuarta Cascada, pero metiéndonos bien dentro. Ahí nos comemos nuestra estupenda ensalada. Qué rico sabe todo en la naturaleza.

Y nos quedamos ahí, disfrutrando de la cascada y del baño. El sitio es ideal.

Giada me hace la foto oficial

Foto de Giada

Durante un buen rato intentamos hacer una “foto artística” metiendo el teléfono bajo una pequeña cascadita. El teléfono acaba empapado, pero nos echamos unas risas. Primero el making-of…

…y la foto. 😅

Últimas fotos…

Sobre las 14h decidimos regresar. Probamos a salir de la cascada por el otro lado, siguiendo a 3 chavalillos que, al vernos, se ponen en modo guía y nos dicen “por aquí, por aquí”. Luego nos piden propi, claro. Pero son un encanto. 

Pasamos al lado de una casa con una perrita con dos cachorros. El dueño, al vernos, nos dice que también tiene una gata que acaba de parir… y nos trae una cría que ha nacido ayer!

Volvemos a Palenque. Giada me invita a su café, el Café Jade, donde nos tomamos un ice coffee y el mejor Pay de Elote (maíz) que hemos probado.

Compramos algunas verduras y ya en “casa” nos cocinamos una crema de cebolla, calabacín, patata y chayote. Buenísima.

Empezamos a ver la serie serie “Treasome” y a dormir. 

Planes

Desde que tocamos el Océano Pacífico en Puerto Arista, estamos yendo hacia el norte. Nos tentaba ir hacia el este y acercarnos hacia la frontera con Guatemala, que parece mucho más salvaje, pero nos lo han desrecomendado por ser una zona algo más conflictiva. Así que estamos yendo hacia el norte con la idea de llegar al otro océano, el Atlántico, concretamente al Golfo de México. Hemos estado mirando opciones y he descubierto un pequeño pueblo en la costa, nada turístico, con precios muy razonables, llamado Sabancuy. Así que vamos para allá mañana.

Pero como Sabancuy pertenece al estado de Campeche, significa que aquí termina nuestro periplo por Chiapas, así que eso será…

…en el próximo capítulo.

0 Comments

Submit a Comment

Your email address will not be published. Required fields are marked *

Invítame...

Si te gusta lo que hago, invítame a un Ko-fi... 😉

Suscríbete...

Por Fechas…

Por Temas…

Dto. 5% Seguro Heymondo

Dto. 25% TrustedHousesitters