9 – 26 enero 2019
1.135 días viajando…
6 días en Cancún…
10 días en Yucatán…
Tras mis dos experiencias housesitting en Ciudad de México, el 9 de enero de 2019 por la mañana pongo rumbo a Cancún para encontrarme con mi amiga Marta, de Barcelona, que viene a visitarme por dos semanas.
CANCÚN (I)
Llegada y couchsurfing…
Mi vuelo de Ciudad de México a Cancún con Interjet transcurre sin novedades y en nada ya estoy pisando suelo cancuneño (o como se diga). Bueno, el suelo del aeropuerto, claro.
Y… madre mía, qué calor. Menuda diferencia con Ciudad de México a 2.250 msnm. Cómo se nota que estamos al nivel del mar. Y yo con mis vaqueros… muero!
Me pillo el bus a la ciudad, que es la opción más barata. Bueno, hay otra más barata aún, pero no veo aquí muchas opciones de hacer autostop.
Para mis dos primeras noches tengo reservado un couchsurfing con una familia argentina que resulta ser absolutamente maravillosa y que termina siendo la que probablemente es mi mejor experiencia couchsurfing como guest.
Me recibe mi anfitriona, Amira, una argentina adorable y su encantadora hermana Jazmín, que está de visita. Poco después llegan su marido Juancho y su hija pequeñita Olivia, que según me ve, ya me echa los brazos para que la aúpe. Me conquista en medio segundo. Y es que gracias al couchsurfing, Olivia está acostumbrada a socializar y no es tímida en absoluto. Nos pasamos la tarde jugando.
Otra cosa maravillosa de la casa es…
Y es que hace calor, leches!
La casa es una auténtica Full House. Por una lado están los anfitriones, Amira, Juancho y Olivia. Por otro están sus hermanas Jazmín y Manu con dos amigas, Rocío y Erica. Por otro lado han alquilado una de las habitaciones por AirBnB a una familia mexicana, y por último, hay unos vecinos húngaros que están de vacaciones en una casa vecina y que se han autoinvitado a cenar pizzas esta noche. Lo bueno es que ellos ponen la cerveza y los mexicanos el tequila. Y usamos el horno de leña que hay en el jardín. Plan perfecto para mi primera noche en Cancún.
Aquí estoy yo echando una mano a Amira con las pizzas. Nada de masa comprada. Hasta la masa la preparamos nosotros.
¿A que da hambre?
Lo gracioso es que solo unos pocos de los húngaros hablan algo de inglés, pero a partir de cierto nivel de alcohol nos entendemos todos.
Se me olvidaba incluir a otro ocupante de la casa, Taco, el chihuahua de Manu, con el que también tengo una conexión instantánea y muy especial.
Y mi segunda noche tampoco es aburrida. Nos juntamos familia, amigos y los mexicanos, y nos ponemos todos a cocinar. Yo me encargo de la ensalada, como es habitual.
Me he sentido enormemente acogido desde el momento que llegué y me han hecho sentir parte de la familia. Ha sido un regalo para un viajero solitario poder compartir vida en familia durante dos días.
La Zona Hotelera…
Una de las primeras cosas que me llamó la atención de Cancún es que parece una ciudad “normal”. Esperaba encontrarme una ciudad terriblemente turística… y nada de eso. Me parece una ciudad muy residencial y… eso, normal.
Esto se debe a que casi todo el turismo se ha concentrado (por suerte para la ciudad) en la denominada Zona Hotelera, que es una larga lengua de tierra que sale del Puerto de Cancún hacia el sur y se cierra sobre sí misma formando la Laguna Nichupté.
Me doy un paseo por la zona más famosa de Cancún para hacerme una idea de qué es lo que atrae a tantísimo turismo aquí. Pero lo primero que veo son hoteles y más hoteles, a cada cuál más grande y ostentoso.
Todo es absolutamente turístico… hasta las farmacias!
Llego hasta la playa más conocida de la Zona Hotelera, la Chac Mool Beach. Y es verdad que el color del agua es chulo, pero, para mí, la vista de los hoteles arruina el paisaje. Es como estar en el levante español.
El Cancún real…
Pero la parte realmente interesante de Cancún, es la parte real. La que no está llena de turistas. Donde vive la gente. Con su Street Art…
Sus zonas menos cuidadas…
Sus pequeños mercados…
Me encanta este anuncio de un grupo de Alcohólicos Anónimos al lado de una licorería…
Calles con patrullas ciudadanas…
Y rincones escondidos muy sorprendentes…
Llegada de Marta…
El 11 de enero de 2019 llega por fin Marta. Nuestro plan es pasar dos noches más en Cancún antes de movernos. Para el alojamiento escogemos La Casa del Árbol.
Es una especie de hostel que, además de habitaciones, tiene un pequeño estudio de dos habitaciones, con lo que compartes baño y cocina sólo con la otra habitación. Y está muy bien de precio y maravillosa la atención de Lorena, la dueña.
Para comer, destaco Gopals, un vegetariano con un menú de comida corrida (comes lo que hay, no se elige) especialmente barato, con bebida y postre. Y todo está buenísimo.
En uno de nuestros paseos descubrimos el Malecón Fonatur, una zona pegada a la Laguna Nichupté y que permanece aún sin construir a pesar de tener ya hechas las infraestructuras, lo que lo hace un lugar especialmente agradable para pasear.
TIZIMÍN (I)
Marta y yo viajamos sin demasiados planes. Nuestro primer (y único) plan es visitar a unos amigos suyos, Fausto y Sandra, que tienen una casita en Tizimín.
Tizimín es un pequeño pueblo rural en medio del estado de Yucatán. Es de lo más auténtico que he visto hasta ahora en México.
De hecho, Sandra y Fausto son, probablemente, los únicos extranjeros en este lugar. Y son gente realmente maravillosa. Nos invitan a quedarnos con ellos tanto como queramos. Son ese tipo de personas que son pura generosidad y con las que conectas de inmediato.
Sandra es la autora del interesantísimo blog El Camino Más Corto, que ofrece consejos y guías para viajar por la zona.
Y, además, llegamos en el momento perfecto, ya que están en plena Expo Feria Ganadera, que es la que se hace justo después de la Feria de Reyes.
Lo primero que visitamos con Sandra y Fausto es el Santuario de los Tres Santos Reyes.
Y es que aquí tienen especial veneración por los Reyes Magos, una de las creencias más arraigadas de las que trajeron los españoles.
Lo siguiente que visitamos es el recinto de La Feria Ganadera, que es de lo mas pintoresco e interesante.
Cada año construyen de forma completamente artesanal una enorme plaza de toros a base de palos de madera y cuerdas.
Y, cada año, al terminar la feria, tienen que desmontar la estructura en un solo día y venden las maderas a la gente, como nos explica muy detalladamente uno de los organizadores. Ventajas de ir de turista.
Por supuesto no nos quedamos a la corrida. Ni locos. Pero es interesante conocer la cultura local, por muy salvaje que me pueda parecer en el trato a los animales.
Lo que hacemos es quedarnos por aquí a disfrutar del ambiente…
…y es como estar en una película de vaqueros. Porque éso es exactamente lo que son.
Y a éste parece que le ha gustado Marta.
También vemos la llegada de los toreros, que es todo un acontecimiento aquí. Todo el mundo quiere salir con ellos en las fotos.
Pero nosotros optamos por tomarnos unas chelas (cervezas).
Los puestos de alrededor son un claro ejemplo de que aquí el vegetarianismo les suena a chino.
Pero hasta para un no-vegetariano me parece excesivo.
En el camino hacia la salida se puede apreciar el ambiente.
Y es que la Feria se desarrolla en dos espacios. Éste, en el que hemos estado, es el de la Plaza de Toros, que está dentro de Tizimín, pero en las afueras es donde está el recinto de la Expo Feria propiamente dicho. Para ir hasta allá hay que coger un pequeño bus gratuito que sale desde el centro de Tizimín. De camino al centro, no puedo dejar de hacer fotos.
Llegamos al centro…
…cogemos el bus y, en nada, ya estamos a la entrada del recinto ferial.
Y es… una feria ganadera. Con todo lo que ello implica. Para alguien animalista, puede resultar un poco duro ver que aquí los animales son sólo considerados productos o servicios.
Pero también es una feria llena de atracciones y puestos.
Con un ambiente muy… curioso.
De noche la cosa se anima más aún.
Marta y yo pasamos tres días estupendos de relax en Tizimín disfrutando de la feria y de la buena compañía de Sandra y Fausto.
VALLADOLID
Nuestro siguiente destino es la ciudad de Valladolid, cercana a Tizimín. Vamos allí con la idea de visitar al día siguiente las cercanas ruinas de Ek Balam.
Valladolid es una de las ciudades más conocidas del Yucatán, famosa por su antigüedad, ya que fue fundada en 1543. Esto se ve en su arquitectura, como se puede apreciar muy especialmente en la Iglesia de San Servacio.
Queremos ver una de las atracciones turísticas de la ciudad, pero antes hacemos parada técnica en el Elela Maya Organic Coffeeshop, muy recientemente abierto y todo un descubrimiento.
Y, después del café, vemos el video mapping que se proyecta en el Convento de San Bernardino de Siena.
Ruinas de Ek Balam…
Al día siguiente visitamos las famosas ruinas de Ek Balam.
Como llegamos bastante temprano, no hay casi nadie. Se agradece.
Nos quedamos especialmente fascinados con esta impresionante ceiba.
A la salida de las ruinas, Marta no consigue esquivar suficientemente rápido a los vendedores, aunque al poco rato la mujer tiene que asumir que va a conseguir venderle nada, como se puede ver en su actitud.
Como la visita nos ha sabido a poco, decidimos ir andando hasta el pueblo de Ek Balam. Es un largo paseo y el sol pega fuerte. Cuando llevamos un kilómetro o así, nos alcanza uno de los taxis, que nos ha seguido pensando que estamos locos y que realmente necesitamos de sus servicios. Pero sí, estamos así de locos.
Y sin duda merece la pena. El pueblo tiene un encanto muy especial. De lo más auténtico y tranquilo que hemos visto por aquí. Si lo llegamos a saber, hubiéramos pasado noche aquí en vez de en Valladolid, que es mucho más turístico.
Parece que gran parte de su economía se basa en la fabricación artesanal de hamacas.
Y para completar el día, nos cogemos un taxi (esta vez sí) hasta el Cenote de Oxman, que, aunque bastante turístico, resulta ser de los más espectaculares. Mi primer baño en un cenote!
Yo no me lo pienso demasiado…
Marta se lo piensa un poco más, pero finalmente…
Y el resto del día lo dedicamos a conocer un poco más Valladolid.
HOLBOX
Nuestro siguiente destino es Holbox, una pequeña isla situada en la costa norte de la península del Yucatán, pero perteneciente al estado de Quintana Roo.
Para llegar, vamos en bus desde Valladolid hasta Chiquilá, el pequeño pueblo que está justo en la costa…
…y ahí cogemos el ferry para Holbox. Hay dos compañías que hacen la ruta Chiquilá-Holbox: Holbox Express y 9 Hermanos. Los dos cuestan los mismo ($150 = 6,90€), y lo que hacen es repartirse las horas. Unos salen en punto y los otros a y media.
Llegada al puerto de Holbox.
Tenemos reservado un Camping/Hostel en el extremo oeste de la isla. No está cerca, pero decidimos no coger un taxi e ir dando un paseo para conocer el lugar.
Seguimos el recorrido que nos marca Google Maps que, en vez de llevarnos por la calle principal, va más en línea recta y nos lleva por la zona menos turística y más real de Holbox. Desde luego ha sido una buena idea ir andando, porque, de otro modo, no hubiéramos conocido esta zona.
Una de las particularidades de Holbox (probablemente lo que más fama le da) es que es una isla sin asfaltar. Toda la isla es de arena de playa. Eso a los turistas les encanta, porque es como vivir en la playa.
Pero eso también hace que, cuando llueve, todo se inunde bastante.
Los únicos vehículos que pueden circular son una especie de carritos de golf. Ya sea en formato taxi o como vehículo de alquilar. Y cuando no sirven… aquí debe ser donde acaban.
Pero está claro que Holbox sigue estando en un momento de gran crecimiento y desarrollo. Vemos nuevas construcciones por todas partes.
Y algunas ya terminadas. Se nota que nos acercamos a la zona más turística.
Y llegamos a la calle principal.
Desde aquí vamos caminando hacia el oeste. Toda la zona oeste está aún casi sin desarrollar, ya que pilla un poco alejado del “centro”. Hay muchísimas parcelas aún sin construir. Pero unos pocos han tenido la visión de que Holbox, inevitablemente, crecerá y llegará hasta allí y se han adelantado creando su negocio.
Uno de ellos es nuestro alojamiento, el Ecocamping Balam (jaguar en en lenguaje Maya), donde llegamos casi a la puesta del sol.
Nos recibe Paula, una chica francesa que resulta ser una de las dueñas del lugar. Nos lo enseña todo, nos asigna una de las tiendas y nos explica con detalle todas las cosas que podemos ver o hacer en la isla. Es pura atención.
Como estamos en el extremo oeste, decidimos darnos prisa e ir directamente a la playa de Punta Cocos para ver el atardecer.
Pasamos por el café con el mismo nombre…
…y llegamos justo a tiempo. Aunque está un poco nublado.
Marta aprovecha para hacer unos saludos al sol…
…y parece que funciona. Porque… allí está!
Al anochecer, nos acercamos hasta el centro de Holbox. En la plaza central hay un escenario para eventos que ya quisieran en New York.
No, no hay una cabaña encima del camión de bomberos… es un efecto de la imagen.
Para cenar estamos un poco horrorizados con los lugares turísticos y sus precios. Pero, de pura casualidad, nos encontramos este restaurante escondido y muy local: Antojitos La Sirenita.
El ambiente es muy agradable y la comida típicamente mexicana, muy rica y a muy buen precio. Tenemos que esperar un ratito para conseguir una mesa.
Después de cenar, nos damos otra vuelta por el centro y probamos las famosas marquesitas, que tanto hemos visto por Yucatán. Ésta es sólo de nutella, pero la más típica lleva también queso. Pero para mí ha sido demasiado “arriesgado” mezclar nutella con queso de bola después de cenar.
A la mañana siguiente nos vamos a la playa más cercana a hacer nuestra sesión de yoga. Marta es tan yogui como yo y eso nos permite compartir nuestras sesiones. Marta aprovecha la ocasión para hacerme algunos “robados”.
Después aprovecho la buena luz para hacer fotos del camping. Ésta es la recepción…
Los atrapasueños…. por si se escapa alguno…
Las indicaciones para no perderse…
La cocina…
La zona para la fogata nocturna…
Alquiler de bicis…
Y ésta es nuestra “habitación”…
Frase del día (aunque creo que no la cambian hace años)…
(Aunque a mí, las frases sin verbo, se me hacen complicadas).
Y aquí Marta preparando el desayuno.
Después de desayunar, decidimos dar un larguísimo paseo recorriendo toda la costa norte de la isla. Está lleno de rincones y detalles que no puedo dejar de fotografiar. A pesar de ser un sitio bastante turístico, hay muchas zonas de la playa (las más alejadas de los resorts) que conservan un encanto muy especial.
Hay muchas construcciones antiguas y en ruinas, como se puede ver.
Momento relax…
…bueno, es más momento postureo, vale.
Pero no somos los únicos…
Cuando estamos a la altura del centro de Holbox, se nos une un perrete. Por la placa, vemos que se llama Maclovio. Doy por hecho que tendrá dueño y que nos seguirá solo un ratito… pero no se nos despega en casi todo el recorrido!
Me fascina el Beach Art….
Maclovio nos sigue kilómetros y kilómetros sin separarse de nosotros. Y cuando me meto en el agua, se viene conmigo. Un guía turístico que nos ve, nos explica que siempre hace esto, elige a unos turistas y los acompaña.
Foto oficial…
Estoy un poco lejos de “casa”.
Llegamos hasta Villas Flamingos, que es prácticamete el final de la zona “habitada” de la playa, a unos 4-5 kms del extremo oeste. Allí hacemos una parada técnica.
Y, desde ahí, visitamos las famosas “dunas de mar” que hay en ese extremo de la isla.
Y llegamos hasta la zona ya deshabitada. Bueno, habitada sólo por fósiles vivientes…
…bueno, algunos no están tan vivientes.
Por la tarde volvemos a Punta Cocos para ver el atardecer…
…y por la noche nos vamos de mojitos al Hostel Tribu…
…porque tienen Jam Session!
Uno de los sitios que queremos visitar es la punta más al sur de la isla. Pero, para llegar hasta ahí, hay que cruzar una bahía desde Punta Ciricote. En nuestro primer intento la marea está muy alta y es imposible.
Pero al día siguiente, pillamos la marea mucho más baja y conseguimos cruzar.
El agua apenas nos llega a la rodilla y, en nada, estamos al otro lado, donde hay unos pescadores trabajando.
Desde la punta sur, se ve la famosa Isla de la Pasión.
Nos comentaron en el camping que realmente se puede llegar a la isla nadando, pero que los guías, si te pillan, no te dejan, porque les quitas el negocio de llevarte en barco.
Y, a consecuencia de eso, nos pasa una cosa muy divertida. Decidimos darnos un baño en esta zona, sin intención de llegar hasta la isla. Pero cuando llevamos un rato, pasa uno de los barcos de turistas, y el guía nos hace gestos desde lejos para que volvamos a la orilla. Pensamos que, efectivamente, debe pensar que queremos llegar a la isla. Pero como vemos que insiste mucho, pienso que igual estamos en una zona protegida o algo así y decidimos volver a la orilla.
Es sólo entonces cuando vemos este cartel.
Pues igual era por esto que no permiten bañarse.
De regreso, hacemos una parada técnica en Punta Cocos.
Y llega el momento de dejar Holbox. Han sido sólo 3 noches, pero es suficiente para conocer esta isla.
En el camino de vuelta, todavía tengo ocasión de tirar algunas fotos más.
De todo el Street Art de Holbox, sin duda éste es el mejor.
Hay una gran diferencia entre los rincones más escondidos de la isla, y las calles principales, donde se concentra toda la actividad.
Y, poco después, estamos de nuevo en el ferry.
TIZIMÍN (II)
Dejamos Holbox para pasar unos días más con Sandra y Fausto en Tizimín. Nuestra primera visita es a nuestro sitio favorito, el Bar La Oficina.
El ambiente es único. Esto no se ve en Cancún…
El dueño del lugar está encantado con nosotros. Somos probablemente los únicos extranjeros de todo Tizimín. Por eso nos pide si nos podemos sacar una foto con él.
CANCÚN (II)
Despedida de Marta…
Y el día 23 de enero de 2019 nos despedimos de Sandra y Fausto (que se han portado maravillosamente con nosotros. Ha sido genial conocerlos) y volvemos a Cancún para que Marta coja su vuelo de vuelta a España.
Nuestra última noche la pasamos en La Taberna de los Amigos, noche de cervezas, patatas fritas, billar y risas. Noche especialmente divertida.
Y, finalmente, el 24 Marta vuela para Barcelona.
Ha sido genial compartir estas dos semanas con Marta. Viajo tanto tiempo solo, que olvido lo especial que es poder compartir tiempo y charlas con alguien. Especialmente con alguien con quien es tan fácil comunicarse. Hay pocas personas con las que siento que me puedo comunicar sin problemas y, sin duda, Marta es una de ellas.
Couchsurfing…
Y mis dos últimas noches en Cancún las paso de nuevo de couchsurfing con mis amigos argentinos Amira, Juancho, Olivia, Taco y familia.
Compartiendo con ellos cenas, risas y charlas…
Dando paseos por lo más auténtico de Cancún…
…y aprovechando para hacer mi colada.
Hasta que el día 26 de enero de 2019 me despido de mis amigos y cojo un autobús rumbo a Tulúm!
Eso sí, me horrorizo cuando veo que mi autobús funciona con Windows XP!!
…pero eso será ya otra historia.
PLANES
No estaba muy seguro hacia dónde tirar después de estas dos semanas con Marta por la Península del Yucatán. Pero al final me he decido por pasar unas semanas en Tulum, un pequeño (y famoso) pueblo costero de la Riviera Maya. Me lo han recomendado por varios lados. Incluso Marta estuvo aquí hace años. Probablemente va a ser demasiado turístico para mí, pero, por otra parte, es en las zonas turísticas donde es más fácil encontrar curro, así que voy a probar suerte. Y qué mejor ocasión para conocer la famosa Riviera Maya.
Me han dado 6 meses de visa para México, así que tengo mucho tiempo para ir viendo qué hacer.
…a por ello.
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