2 enero 2016
16 días viajando…
12 días en Tasmania…
Éste es el tipo de cosas que te encuentras cuando vives en el campo.
Hoy es mi último día en Plumplot (así se llama la granja), así que hago yo el desayuno de despedida: tortilla de queso y guisantes, y café.
Recojo mis cosas y hago la mochila… ¡Sigue cabiendo todo! La verdad es que no viajo ligero, llevo como 15Kgs de equipaje. Si mi intención fuera moverme mucho, viajaría mucho más ligero, pero como la idea es pasar temporadas largas en cada sitio, prefiero poder llevar más cosas y estar un poco más cómodo.
Limpio la cabaña que me ha acogido estos 12 días y me despido de ella.
Shio también se va unos días con unos amigos japoneses a recorrer el sur de Tasmania. Necesita un poco de descanso y desconexión. Desde que estamos aquí no hemos tenido ni un día libre. Mike se ofrece a llevarnos a los dos. A ella hasta Kignston, donde la recogen, y a mí hasta Hobart, donde he quedado con Sarah. Por el camino pasamos a recoger al nuevo helper, un francés de 18 añitos llamado Henri.
Me despido de Mike y me voy al Salamanca Market a encontrarme con Sarah. Hemos quedado ahí para comprar algunas provisiones. Se retrasa porque hay cola en el parking. Hoy es día de mercado y está todo a rebosar. Parece el Rastro de Madrid. Mientras espero, tiro alguna foto…
Sarah llega por fin y me presenta a su hija Ella, de 10 años. Muy tímida conmigo al principio. Vamos por fin a comprar. Efectivamente está todo Hobart en el mercado.
Sarah intenta comprar siempre a productores locales, que ya la conocen y la saludan. Incluso paramos por el camino para comprar albaricoques que venden por cubos desde un camión.
Pasamos también por un “súper” para completar la compra. Me sigue pareciendo todo muy caro, especialmente la fruta y la verdura fresca.
Llegamos a la casa de Sarah donde conozco a su otro hijo, Max, de 12 años. Me saluda con un apretón de manos y un “nice to meet you” mirando a los ojos. Nos vamos a llevar bien. 🙂
Poco después llega el padre de los chicos para llevárselos. Es hora ya de la comida, así que me ofrezco a hacer mi famosa tortilla de patatas, que acompañamos de una ensalada.
La tortilla llega a peligrar, porque la sartén se pega mucho, pero un rápido cambio de sartén la salva. Aunque el hambre hace que no tenga pruebas gráficas de ello.
Comemos con unas vistas espectaculares. El comedor tiene un enorme ventanal a la bahía de Hobart.
Después de comer nos ponemos manos a la obra, que a eso he venido. La primera misión es despejar y limpiar todo el porche de la casa, que ahora mismo es un caos. Se me olvida hacer la foto del antes y el después, pero aseguro que nos cunde bien la tarde.
Luego me doy una ducha y me instalo. Voy a compartir la habitación de Max, que muy amablemente me cede. Y encima es una habitación con baño. ¡El paraíso!
La casa es una maravilla. Le hace falta muchos apaños, pero para eso estoy yo aquí. Pero tiene unos maravillosos ventanales con vistas a un jardín espectacular lleno de árboles, vistas al monte Wellington y a Hobart. No podría estar en un sitio mejor.
Con Sarah me entiendo desde el minuto cero (incluso a pesar del idioma). Compartimos una visión de la vida tremendamente parecida. Ella también practica el yoga y la meditación, y trabaja como mediadora, haciendo terapias de comunicación no violenta. Es muy interesante lo que hace.
Para cenar preparamos una crema de calabaza que nos queda espectacular. Me enseña el truco de ponerle cilantro fresco troceado por encima. Impresionante.
Mientras preparamos la cena veo mi primer canguro!!… Ha aparecido en el jardín, buscando comida.
Es pequeñito, pero es un canguro.
Estoy muy contento de estar aquí. Aunque hay mucho trabajo que hacer, y es trabajo duro, se respira una energía especial en este sitio. Mi plan es quedarme hasta febrero y mientras ir viendo cuál será mi siguiente paso. Probablemente Nueva Zelanda
Uno de mis trabajos es habilitar un cobertizo como habitación para helpers. Si lo hago rápido, probablemente sea yo el que la estrene.
Nada me estresa. Nada me altera. Nada me deprime. Nada me preocupa. Es una sensación… desconocida…
…pero muy agradable.
Maravilloso final 🙂
Fantastico, Pablo. Como me alegro por ti.
Vaya aventura exterior e interior estás viviendo. Absolutamente increible 😀