9 enero 2016

23 días viajando…
19 días en Tasmania…

Hoy descanso de yoga, para recuperar mis lumbares. 

Sarah se ha levantado muy temprano y se va con Ella al Salamanca Market a comprar verdura. Yo me hago un café…

…y salgo a dar de comer a las gallinas…

…y los conejos.

Le doy un repaso al musgo que queda en el porche hasta que vuelve Sarah. Poco después aparece por ahí Jeff, el vecino y amigo de Sarah, con su camioneta. Le ha pedido el favor de llevar todos los trastos que hemos ido acumulando al Tip Shop, una especie de punto limpio donde puedes tirar tus trastos y luego ellos venden lo que es aprovechable.

Es una gozada poderse deshacer de tantas cosas que llevábamos acumuladas en las limpiezas. Esto ya es otra cosa.

Mientras Sarah se prepara su desayuno, yo aprovecho para reparar la hamaca, que lleva rota bastante tiempo. Son el tipo de tareas que me gusta ir haciendo de vez en cuando por mi cuenta.

Una curiosidad: Aquí todos los enchufes (además de ser muy raros) llevan interruptor. Esto lo he visto en más países, pero en España es muy raro verlo. Tampoco acabo de verle mucho la utilidad, la verdad.

Pero los enchufes tienen cara como de sorpresa triste, ¿no?

Como Sarah ha desayunado tarde, nos dice que comamos lo que queramos. Los niños están acostumbrados a hacerse su propia comida. Hay que verlos en la cocina, cómo se manejan. Yo me cojo lo que sobró de ensalada de ayer, le pongo semillas de calabaza y girasol, una lata de garbanzos cocidos, me la aliño bien (aquí no son muy de aliñar las ensaladas demasiado) y me apaño una comida de las que a mí me gustan.

Por la tarde hay sesión de limpieza general. A mí me toca la aspiradora. 

Una de las cosas que se me hace más difícil de vivir en el campo (y no lo descarto para mi futuro) es la cantidad de arañas, telas de araña e insectos muertos que hay en todos los rincones. Eso sin contar hormigas, moscas y todo tipo de insectos vivos. En general no llevo mal convivir con insectos, pero las telas de araña y los restos de bichos comidos por ellas… no es demasiado estético. :-p

Después de la limpieza, el plan es ir de nuevo al Waterhole de Longley, pero esta vez prefiero quedarme para estar un rato a solas, recortarme la barba, darme una ducha, lavar mi ropa (que ya toca), escribir el blog… y en general pasar la tarde de relax.

Cuando regresan es hora de ponerse con la cena. Preparamos algunas cosas para poner en papel de arroz que previamente se moja en agua caliente (rollo vietnamita).

Con algo de práctica, al final consigo alguno que no se me desparrame por todas partes.

Después de cenar y de recoger, llevo el compost a la compostera para que coma el gallina, y le doy las mondaduras de zanahorias a los conejos. Tengo una puntería pésima, y dejo a uno de ellos cubierto de zanahorias. ¡Pobrecillo!

Después me siento a leer otro capítulo de “True Love” de Thich Nhat Hanh. En éste, habla de la “walking meditation”, meditación mientras se camina. Como hace una tarde estupenda y me apetece airearme, decido probarlo y le digo a Sarah que me voy a dar una vuelta. Su hija Ella, que me oye, dice… “Uy, that is new…” 😀

Me voy hasta el parque que hay cerca, enfrente de la Fern Tree Tavern, y me doy un paseo.

Cojo un camino que sube y sube y sube… y allí, solo, en medio del bosque, tengo uno de los momentos de mayor conexión desde que empecé a meditar. Creo que me va mejor la meditación caminando, que la tradicional. Ha sido un momento muy especial, de limpieza, que me ha permitido entender muchas cosas, entre ellas el por qué estoy haciendo este viaje. 

Me voy a permitir traducir/resumir un párrafo de True Love:

Cada uno de nosotros es un rey que reina sobre un vasto territorio. Pero no somos unos reyes o reinas responsables. Siempre tratamos de evadirnos y descuidamos nuestro territorio. Tenemos la sensación de que hay tremendos conflictos allí, demasiado sufrimiento, demasiado dolor… Es por eso que nos cuesta volver a nuestro territorio. Nuestra práctica diaria consiste en huir. Si tenemos un momento libre, lo usaremos para ver la televisión, o leer un artículo de una revista, para así no tener que volver a nuestro territorio. Tenemos miedo del sufrimiento que hay dentro de nosotros, miedo de la guerra y los conflictos. 

La práctica del mindfulness, la práctica de la meditación, consiste en volver a nosotros para restaurar la paz y la armonía. 

Es una verdad tan grande que la televisión es la herramienta perfecta para evadirse. Pero hay muchas otras. Hoy me he dado cuenta de que yo siempre tengo una música en la cabeza de forma repetitiva… Es otra forma de evasión.

Me gusta el budismo porque es la única religión que va en contra de la idolatría, que te pide que tengas criterio y cabeza, que dudes de todo, incluso del propio budismo.

Precisamente es el primero de los 14 principios del budismo de Thich Nhat Hanh: 

No seas idólatra ni te ates a ninguna doctrina, teoría o ideología, incluso las budistas. Todos los sistemas de pensamiento son guías, no son la verdad absoluta.