18 febrero 2016
63 días viajando…
8 días en Melbourne…
Ayer se acabó la comida de las gallinas, pero hoy por fin tenemos más, así que, cuando voy a llevársela, me reciben como si fuera una ONG.
Después me ocupo del desayuno. Preparo una tortilla de calabacines y cebollas. Tenemos de sobra de ambas cosas.
Con unas tostadas, aceite y tomate, y con café, queda el desayuno perfecto.
Hoy somos de Matt, el experto en semillas, así que le ayudamos en el semillero (Organic Nursery).
Resulta muy interesante conocer todo el proceso. Muchas de las verduras se plantan primero en pequeñas macetas para que germinen en un ambiente seguro y controlado, para que, una vez crecidas, se trasplanten a uno de los huertos.
El procedimiento consiste en preparar unas bandejas con las pequeñas macetas.
Luego las llenamos de sustrato. En este caso usamos un sustrato importado y de calidad. Es muy importante que sea bueno para la viabilidad de la semilla. Esto lo hacemos Matt, Tomy (la japonesa que colabora de vez en cuando) y yo, mientras Lorna y Tamsin preparan las semillas y las etiquetas.
A continuación se moja bien la tierra y ya se puede empezar a plantar.
Matt nos enseña a usar el marcador, una herramienta para hacer los agujeros en las macetas. La profundidad del agujero debe ser proporcional al tamaño de la semilla, de forma que la tierra que luego le quede por encima sea no más de 4 veces su tamaño. En los agujeros colocamos las semillas. El número de semillas por agujero lo indica Matt en el sobre en función de la antigüedad y viabilidad de las semillas. A menos viable, más semillas, pudiendo ser de 1 a 5 semillas por agujero.
Hay que ser muy meticuloso en el etiquetado de las bandejas y al manejar las semillas para no mezclarlas ni contaminar otras bandejas.
Una vez rellenadas todas las bandejas, se cubre con sustrato pasado por un cedazo para que sea lo más fino posible…
…y se vuelve a regar de nuevo con suavidad. Una vez terminado se llevan al invernadero (Hot House o Green House).
En Peace Farm tienen dos espacios contiguos muy bien preparados: el invernadero, muy caliente y húmedo para que germinen las semillas, y The Shade House, un espacio similar, pero que en vez de estar cubierto por plástico, está cubierto por una tela.
Aquí es donde llevamos los brotes ya germinados y de cierto tamaño, para que se vayan adaptando a temperaturas y ambientes normales, pero sin recibir todo el sol aún.
La siguiente tarea es plantar, por fin, los guisantes en los lechos que llevo días preparando. Lo primero es mojar la tierra con agua a la que le hemos añadido un concentrado de algas y un concentrado de aminoácidos.
Despues hacemos unos agujeros a ambos lados de la alambrada y ponemos un guisante seco en casa uno.
Y Matt lo riega todo bien con la manguera.
Como hay lecho de sobra, Matt quiere plantar unas lechugas ya germinadas en los bordes del lecho, pero eso será después de comer.
De la comida se han encargado Lorna y Fabienne. Unos noodles de arroz con verduras que, con salsa de soja, están de muerte. Hacemos una sobremesa de café, chocolate, mantequilla de cacahuete, pan de pasas… y es que nos ha dado un arrebato de dulce… y con tanto azúcar nos da la risa tonta. 😀
Después de comer, Fabienne vuelve a sus tareas en casa de Cat, mientras que Lorna y Tamsin ayudan a Matt a plantar las lechugas y yo me encargo de recolectar y limpiar los huevos.
No se trata sólo de recogerlos. Hay que poner paja limpia en los ponederos que estén sucios, luego hay que limpiar muy bien los huevos que estén manchados de heces y luego clasificarlos.
Los que son demasiado pequeños (poco presentables) o demasiado grandes (se rompen con facilidad en el cartón) van para nuestra cocina. El resto van en hueveras que tengo que etiquetar con la fecha. Unos irán a las Veggie Boxes y otros para consumo de las familias.
Una vez que termino, me uno a las chicas para terminar de plantar las lechugas. Ya sólo queda regar con la regadera la misma mezcla de antes…
…y después regar bien con la manguera para que quede bien empapado.
Así es como estaba la tierra hace 5 días cuando empecé a trabajarla (desde el otro lado) y así es como la dejamos hoy.
Y damos por terminada la jornada. Y no somos los únicos…
Me apetece darme un paseo en bici hasta el pueblo más cercano, Yarra Junction. Antes voy a darme una ducha, aunque me siento observado.
El paseo en bici es por el mismo camino que cogí el otro día para ir a Warburton, pero en dirección contraria. Este camino es por donde iba antiguamente el tren desde Lilydale a Warburton, y ahora lo han dejado para bicis. El camino es corto, unos 10 minutos, pero las casas que se ven son una maravilla.
Y enseguida estoy en Yarra Junction. Un típico pueblecito de unas pocas casas a ambos lados de la carretera. Me busco una cafetería con WiFi para mi rato de relax. Me quedo en Amanda’s Café. Casualmente me encuentro ahí con Matt. Me siento en la terraza a disfrutar de mi capuchino y mi blog.
Más tarde me paso por el Woolworths de aquí para comprar cleenex, chocolate y unos helados para despedir esta noche a Tamsin.
A la vuelta tiro alguna foto más…
…y llego para la cena. Hoy cenamos con nuestra familia host, Matt/Cat, que nos han preparado una ensalada y un arroz con verduras al horno.
El postre lo ha preparado Lorna. Un crumble que está de muerte.
En la cena se une un nuevo woofer, Matt (otro Matt), que al parecer es un veterano de aquí que ha vuelto.
Al atardecer nos vamos a dar una vuelta por los alrededores Matt (el nuevo), Tamsin y yo. Aprovecho para tirar algunas fotos de los exteriores y de la granja desde lejos, aprovechando la maravillosa luz que hay.
Y por la noche echo una partida de ajedrez con Matt. ¡Ya tengo con quien jugar! Jugamos una partida larga y complicada que al final… queda en tablas. Va a ser un rival interesante.
Me siento un poco cansado físicamente. Me va a venir muy bien el día libre de mañana. Y es que son más de 6 horas de trabajo muy físico cada día. A pesar de todo lo que como, he perdido casi 10 Kgs en estos 2 meses de viaje. Supongo que mi cuerpo se está acostumbrando al cambio de actividad. Tengo que tomármelo con un poco más de calma, como me dijo Carlos.
Por lo demás, muy bien. Ya adaptado del todo a la nueva granja, disfrutando de todo lo que estoy aprendiendo y, simplemente, dejándome fluir.
Y es que, al final, se trata de eso… de fluir. Nadar contracorriente siempre cansa.
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