16 marzo 2016
90 días viajando…
2 días en Rangataua…
Hoy hace 3 meses que dejé Madrid. 3 meses ya, madre mía. Y siento como si estuviera empezando mi viaje.
He dormido estupendamente. Una cama doble es para mí un lujo ahora. De hecho me despierto a las 9.
Hago mis saludos al sol (lo echaba de menos) y, como tengo en The Shed el coche de Susan con el que me vine anoche, cojo algunas cosas para preparar un desayuno y me voy a su casa.
Ahí, a pesar de los limitados medios, preparo mi especialidad.
No me ha quedado mal. Es de patatas, pimiento rojo y cebolla morada. A Susan le ha encantado.
Después de desayunar nos vamos a Ohakune a hacer compra. Aparcamos al lado de un coche de una empresa con un nombre muy sugerente.
Haciendo la compra nos encontramos con Charlotte, una amiga de Susan que tiene un pub en la carretera principal, el Clyde Hotel. Nos dice que nos pasemos a tomar algo, así que nos vamos para allá.
Entramos por la parte de atrás, donde está el marido de Charlotte cortando leña. Sale más barato comprar pedazos de tronco y hacerlos leña con esta máquina, que no había visto nunca!
Éste es el Clyde Hotel: Accommodation, bar and bistro.
Nos sentamos fuera con Charlotte… y Molly, su perrita, que es un amor.
El resto del día es de relax, escribir el blog y poco más.
Me ha llamado mucho la atención esto:
Todas las casas lo tienen. Es un depósito de agua que recoge el agua de la lluvia de los tejados y la lleva por una tubería bajo el suelo hasta estos depósitos. Luego la bombean hasta un depósito más pequeño encima de la casa. Y ésa es el agua corriente. No hay otro suministro. Más natural imposible. Agua de lluvia filtrada. Sin cloro, tanto para beber como para bañarse.
Me lo dijo Susan para que fuera consciente de que el agua no es ilimitada y que la usara de forma responsable. Me parece un concepto impresionante. Aquí llueve lo suficiente como para autoabastecerte de agua sólo con la lluvia.
Por la noche me hago un arroz de cosas para cenar que me queda estupendo. Y consigo hacerme una meditación completa.
Está siendo un cambio muy interesante la experiencia aquí, en un sitio perdido, en la zona más rural de Nueva Zelanda, después de bullicio de Melbourne. Pero la verdad es que lo agradezco.
Tengo pendiente subirme el monte Tongariro. Es una de las atracciones locales y tiene una pinta que te mueres. Y tengo que hacerlo antes de que llegue el frío. Aunque frío ya está haciendo. Y muchas nubes. A ver si vuelve el sol y hace un poco más de calor, que se supone que aún es verano, aunque por muy poco.
En la conversación con Susan y Charlotte salió el tema de cuánto tiempo voy a estar aquí. Yo dije que tengo reserva para un Vipassana (retiro de meditación) el 20 de abril. Que hasta entonces estoy sin planes. Y resulta que Susan lo ha hecho en el mismo sitio al que voy… y dos veces. Las cosas que me cuenta me terminan de convencer…
…Tengo que hacerlo.
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