20 marzo 2016

94 días viajando…
6 días en Rangataua…

En pie a las 8 (y pico). Hago zumo de manzana y zanahoria y nos vamos todos para casa de Susan. Cuando llegamos, ella ya está haciendo su yoga. Sophie hace su propia práctica y yo me hago media serie de Ashtanga. He vuelto a las buenas prácticas y lo noto en el cuerpo. 

Después vamos para la casa a hacer el desayuno. 

Me piden que haga una de mis tortillas y hago una de patata, calabaza y zanahoria, todo rallado. Es sorprendente lo rápido que se cocina con todo rallado.

Se me ha pegado un poco, pero nada que no se arregle dándole algunas vueltas más.

Y tenemos un estupendo desayuno en la terraza, los 3 helpers y Susan.

No es que le falte una mano a Damien. Son cosas de la panorámica de mi móvil. 

Durante el desayuno organizamos las tareas. Damien y Sophie se van con Susan a su casa a hacer cosas allí. Damien es ingeniero mecánico y le va a echar un vistazo al cortacésped, que se para de vez en cuando.

Yo me quedo para terminar de barnizar las ventanas.

 A las 15:00 hacemos una parada para un té.

Sophie nos habla mucho de la comunidad en la que ha estado viviendo. No tiene una jerarquía, sino que funcionan por grupos de trabajo que se organizan en asambleas. Voy a buscar información sobre el sitio, porque me interesa. Me dicen que se llama Auroville. 

También nos cuenta que estuvo en la ciudad de Nimbin, en Australia, que es famosa por ser una ciudad “hippy”, donde la permacultura y la sostenibilidad se mezclan con el consumo legal de marihuana. Una especie de Amsterdam en medio de las montañas. Voy a tener que ir… 😉

Después del break, entre Damien y yo limpiamos los restos de barniz de las paredes, y yo pongo emplaste en la pared donde va la leña, que estaba llena de boquetes.

Mañana la pinto.

Susan se lleva a los franceses a la ciudad para reservar el bus que les llevará mañana a hacer el Tongariro Alpine Crossing. Yo no me animo a unirme a ellos por dos motivos. No quiero pagar los $45 del bus turístico lleno de turistas que van a hacer la misma ruta. Sigo intentando alejarme de todo lo que sea turístico, especialmente si hay que pagar. Y, por otro lado, me apetece hacerlo solo y a mi bola.

Así que me quedo terminando de montar las cortinas…

…y después me cojo la bici y me voy al pueblo a encontrarme con Leticia para que me pague lo del finde.

Está vez voy por la carretera, así puedo tirar algunas fotos chulas, como la de las ovejas comiendo zanahorias…

…los prados interminables…

…o las plantaciones de árboles que luego convierten en leña.

Por fin llego a Ohakune, la ciudad de las zanahorias. Aquí cada pueblo se simboliza con algo, y lo muestran de forma clara. 

Me encuentro con Leticia en el bar, me tomo una cerveza y recibo mi primer sueldo. Qué ilusión me hace. 

Quedo con Susan para que me recojan a la vuelta. Se me hace cuesta arriba volver en bici (nunca mejor dicho). 

Al llegar preparamos la cena entre Susan y yo, mientras Sophie y Damien preparan su excursión de mañana. Susan prepara una ensalada pequeña y unas mazorcas de maíz, y yo una megaensalada de cosas y los restos de lo que me dieron ayer en el curro: quesadilla y pizza. 

Y cenamos tan ricamente. 

La conversación gira de nuevo en torno a la experiencia de Sophie en Auroville, y esta vez sí he buscado información. Se trata de un ashram, un experimento que empezó en 1968 de hacer un lugar ajeno a todos los países y todos los gobiernos, pero intentando unificarlos a todos y a todas las creencias y culturas. Me interesa saber el nivel de éxito que puede tener algo así.

Y es que, en mi caso, me fascina por un lado la libertad que supone la no interdependencia con nadie, pero también me fascina la posibilidad de vivir en cooperación, compartiendo y conviviendo en perfecta armonía…

…lo cuál aún no sé si es posible. 

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