20 – 30 abril 2016
135 días viajando…
11 días en el Vipassana Center…
Una vez salido del curso/retiro de meditación en el Vipassana Meditation Center Medini Dhamma, toca contar la experiencia.
Consideraremos el día de llegada y registro como el Día 0. Como ya conté en el anterior post, ese día llegué y me registré. Nos entregan el código de disciplina, que incluye las 5 normas fundamentales…
- to abstain from killing any being;
- to abstain from stealing;
- to abstain from all sexual activity;
- to abstain from telling lies;
- to abstain from all intoxicants.
…y donde insisten en la importancia de no abandonar el retiro hasta que termine.
Después entrego mis cosas de valor, mi móvil, mis libros, mis libretas, todo lo que pueda servirme de distracción. Hasta el Ukelele. De todas maneras no te controlan, es algo que aceptas voluntariamente. Nadie registra mi mochila cuando la llevo a mi habitación para instalarme.
Me asignan la habitación 7, una pequeñita habitación individual, la más cercana de las de abajo del módulo más cercano de la foto…
Habitación individual. ¡Bien! Temía que nos pusieran en barracones. La habitación es una cama con funda de colchón y almohada, y una mesita. Nada más. Al ser de esquina, tengo ventana a un lado y es la más cercana a los baños. He tenido suerte.
Nada más llegar ya nos han separado a hombres y mujeres a ambos lados del módulo central. No hay posibilidad ni de verse.
A las 18:00 nos dan una cena de una especie de sopa de lentejas con tostadas de aceite y orégano que está de muerte. Ceno charlando con los otros dos españoles, Ashwini y Valentín. Sabemos que será la última vez que hablemos y nos miremos a la cara en 10 días. Va a ser raro.
Después nos ponen una grabación del maestro del curso, S. N. Goenka. Y es que resulta que Goenka, que murió hace tres años, es uno de los más conocidos maestros de esta técnica de meditación, el Vipassana, por haber fundado montones de centros por todo el mundo. En Nueva Zelanda sólo hay éste, pero en España creo que hay dos.
Y lo curioso es que, a pesar de que de supone que tenemos un maestro, Michael, el curso es impartido por el propio Goenka a base de grabaciones en inglés, con su marcadísimo acento indio y su peculiar estilo al hablar.
También disponemos de un “Manager”, Stewart, un antiguo alumno que también participa en el curso para apoyar en lo que necesitemos a nivel práctico. Es la única persona con la que podemos hablar, y cuánto menos, mejor.
Escuchamos el discurso de introducción de Goenka, donde nos insiste en la importancia de las reglas, el trabajo y la disciplina, y donde nos dice muy claramente que estos diez días van a ser como una cirugía de la mente y que por eso no nos podemos ir sin acabar, porque sería muy peligroso, sería como irse en medio de una operación.
Despues nos dirigimos al Meditation Hall para hacer la primera meditación de una hora siguiendo las instrucciones grabadas de Goenka. A partir de ese momento, empieza el voto de silencio. Tras la meditación, a dormir.
A partir de ese día, empiezan 10 días casi idénticos, siguiendo este horario.
Esto supone más de 10 horas de meditación al día, comer, dormir, escuchar discursos… y nada más. Bueno, eso ya lo sabía. Y no, no hay cena.
Día 1
El Día 1 se me hace eterno. Esto parece The Walking Dead, lleno de gente que deambula, no habla ni se mira a los ojos.
Intento seguir la disciplina e ir a meditar al Meditation Hall incluso cuando podemos elegir meditar en nuestra propia habitación. Pero las meditaciones de hora y media o dos horas se hacen eternas. En la sala de meditación tenemos nuestro lugar con nuestro nombre. A la izquierda los hombres, unos 30-40 entre nuevos y antiguos alumnos (los que repiten) y a la derecha las mujeres, que son más. Esto me permite darme cuenta de que al final del dia hay como 3 huecos entre los hombres. Primeras bajas.
Yo tengo mi primera crisis. Esto no es lo que había pensado. Me había hecho a la idea de que era un retiro donde simplemente desconectabas del mundo y aprendías a meditar en paz, amor y armonía. Pero no me esperaba tanta disciplina, ni que el meditar supusiera tanto esfuerzo, ni tanto mensaje. Pero sigo dispuesto a intentarlo.
Día 2
El Día 2 tengo mi segunda crisis. Me siento acelerado, como con ansiedad. Decido tomar café (instantáneo) sólo en el desayuno. Estoy tomando en todos los descansos y creo que es demasiado. También decido no entrar a comer de los primeros, sino de los últimos y comer despacio. Me lo pongo como autodisciplina para vencer la ansiedad.
Tambien decido rellenar los descansos con algo de ejercicio. Como sólo nos dejan pasear por el recinto, cuento los pasos que hay que dar para completar una vuelta por el camino que atraviesa un pequeño bosque. 640 pasos. Decido darle 5 vueltas tras el desayuno (unos 3 kms) y 3 vueltas tras la merienda (unos 2 kms), a buen paso (soy el único que anda rápido), seguido de una serie de estiramientos. Así voy rellenando el tiempo, y evito molestias musculares al meditar.
Ésa es otra, veo que la mayoría de la gente tiene grandes problemas con la postura. Puedes elegir la postura que quieras y puedes cambiarla durante la meditación. La mayoría coge miles de cojines y no acaban de encontrar una posición cómoda. Yo tengo mi postura normal de sentarme sobre dos cojines y cerrar las piernas sin llegar a cruzarlas, manteniendo un pie delante del otro. Los pies quedan un poco por debajo, gracias a los cojines, y así no se fuerzan las lumbares. Alterno qué pie va delante cuando se me duerme una de las piernas. Lo único que molesta son los dorsales (la mayoría tienen problemas en las piernas), que cuando se quejan demasiado, recojo las piernas al pecho y con estas tres posturas puedo aguantar horas.
Día 3
Tras el discurso del Día 3, tengo otra crisis. Comparto una parte del mensaje que nos transmiten (todo es impermanente y por eso la aversión, la ira, el ansia y el apego nos hacen infelices, y que hay que aprender a evitarlos). Pero la idea de que nos están moldeando el subconsciente para evitar que reaccionemos de forma automática ante lo que nos produce aversión o placer… no me acaba de convencer. Y lo que menos me convence es el mensaje de que vivimos hundidos en la desdicha y de que esta técnica de meditación es la ÚNICA forma de salir de ella. Yo me sentía feliz antes de entrar aquí, la verdad… Me voy a la cama con bastante bajón. Escuchar hora y pico de discurso tras 10 horas de meditación empieza a parecerse a un lavado de cerebro. Se agradece que no haya un trasfondo religioso (aunque no paran de hablar de Budda como el creador de esta técnica), pero intentan darle una justificación científica (estamos creados por partículas subatómicas que son sólo ondas, así que somos sólo ondas que aparecen y desaparecen: impermanencia) que a poco que sepas de física no se sostiene para nada.
Si alguien tiene curiosidad y 12 horas libres, aquí están los discursos. Del día 1 al 10.
Día 4
El Día 4 me despierto muy cansado y aún de bajón. Voy a la meditación de las 4:30 pero al poco me vuelvo a la cama. Por suerte no controlan.
Durante el resto del día me voy animando. Pienso que esto es una mezcla entre Kill Bill, cuando Uma Thurman acudía al maestro que la puteaba para hacerla más fuerte, y V de Vendetta, cuando Nathalie Portman era secuestrada y torturada por lo mismo. Supongo que se trata de llevar la mente al límite para fortalecerla, como ir al gym de la psique, el Ashtanga de la meditación. Pero siento que lo hacen de forma tan bestia que pueden llegar a romperla. No me esperaba que lo de la operación de la mente fuera algo tan literal. Tras 4 días aislado, sin poder hablar para comparar, y recibiendo el mismo mensaje una y otra vez, la mente se resiente y empiezas a no estar seguro de nada. Pero decido sacar lo positivo de la experiencia. Mi concentración ha mejorado, sueño todas las noches y recuerdo mis sueños (antes nunca), acuden a mi mente recuerdos casi olvidados de momentos bonitos y el aislamiento me permite ver las cosas desde otra perspectiva.
Así que parece que el día va a pasar sin crisis, pero en la meditación de la tarde, Goenka (su voz) nos pide que a partir de ahora, en los 3 Group Meditation diarios de una hora cada uno, no debemos movernos. Es lo que llaman The Strong Determination. Se trata de que puedas controlar también el dolor y lo veas sin aversión. En ese momento me da un miniataque de pánico. Pienso que es una locura, que no puede ser sano, porque a mi siempre se me duerme una pierna y tengo que alternar el pie que pongo delante. Por primera vez me planteo el abandonar.
Pero después leo en la tablilla que no se trata de autotortura, que si no hay más remedio podemos cambiar de postura, pero que nuestra fuerte determinación debe ser llegar a hacerlo sin movernos, al menos los brazos y las piernas.
Y al final lo convierto en un reto y veo que me resulta hasta fácil. Consigo encontrar la postura en la que no se me duerme nada y sólo tengo que manejar el dolor de los músculos dorsales del lado derecho de la espalda, pero no hay demasiado problema.
Día 5
Empiezo bien el Día 5, pero por la tarde tengo otra crisis. Ya es puro cansancio mental. Qué sentido tiene todo este sufrimiento si no estoy de acuerdo con gran parte del fondo ni con la forma. Y siento que es precisamente ese conflicto el que me está desequilibrando constantemente, haciendo que me pase el día saltando de “qué estoy haciendo aquí, si no me lo creo” al “en realidad el problema es mi ego y que me creo que tengo yo toda la verdad. Debo ser más humilde”.
El pensar que llevo 5 días que parecen 5 años y que me quedan otros tantos, me produce ansiedad. Estoy realmente jodido.
Realmente es fascinante cómo funciona la mente cuando la pones en una situación límite.
En el discurso de la noche Goenka nos insiste en lo desdichada que es nuestra vida y que sólo el Vipassana puede librarnos de ella, y que si no lo hacemos o lo hacemos mal, nuestra desdicha se multiplicará como semillas que lleva el viento.
Dirán que no hay trasfondo religioso, pero a mi lo de usar la culpabilidad y el miedo como recurso me resulta demasiado familiar.
Día 6
Durante el Día 6 me da otra crisis por la tarde y no puedo resistir saltarme otra regla. Encuentro un bolígrafo entre mis cosas y el informe médico de cuando fui a la clínica, y me pongo a escribir en los espacios en blanco los pros y contras que veo a todo esto. La lista de contras duplica a la de pros. También escribo mis crisis. Estos papeles clandestinos me están ayudando ahora a escribir este post.
Más tarde decido ir a hablar con el “maestro”, que recibe a los alumnos de 12 a 13h en turnos de 5 minutos para contestar a sus dudas.
El maestro está siempre sentado en una especie de altar y para hablar con él te tienes que sentar o arrodillar en el suelo. Esto lo llevo fatal. ¿Luego me hablan a mi de egos?
Le expongo mi principal duda en ese momento y es que da la impresión de que el mensaje es que debes intentar no “sentir”. Porque no paran de decirnos que el objetivo es “no reaccionar”, ni a lo desagradable ni a lo agradable o placentero. Le digo… “entonces querer disfrutar del arte sólo por placer… está mal?” me explica que no. Que de lo que se trata es de eliminar la respuesta automática de ira o ansia, pero no la respuesta en sí. Es darse más tiempo para pensar en vez de reaccionar.
Me quedo algo más tranquilo, pero jo, yo llevaba tiempo intentando trabajar el sentir más que pensar, y esto viene a ser lo contrario. Ay, qué lío…
En la cama me da un ataque de ansiedad. Me cuesta respirar y me siento como en un callejón sin salida. Es una sensación que no le deseo a nadie, de lo peor que puede sentir en la vida. Porque es mental y no lo puedes controlar. No dejo de pensar en abandonar, pero siento que si me voy ahora me voy en un estado terrible (lo de la operación es literal), odiando la meditación, el budismo, a Goenka y en un estado mental dudoso.
Al final consigo dormirme…
Día 7
…pero me levanto el Día 7 directamente mal. Llevo un par de días saltándome las meditaciones que no son las Group Meditation, pero da igual, el tiempo pasa insufriblemente lento y lo único que hago es pensar y pensar en lo mismo, cuestionármelo todo y estar jodido.
En el desayuno le digo a Stewart, el manager, que necesito hablar. Quedamos después de la primera meditación en grupo. Allí me echo a llorar y me digo que estoy muy mal, que me lo cuestiono todo, que no me creo el mensaje o parte de él. Stewart me dice que todo lo que me pasa es normal, que es parte del proceso de purificación, que cuando él hizo el primer curso fue la experiencia más dura de su vida. Que cuando todo termine saldré de aquí feliz y que, en una semana o un mes, se producirá el milagro y sentiré un cambio tan maravilloso que querré vlover. En ese momento lo dudo bastante, pero algo me tranquiliza.
Pero en la segunda meditación de grupo me da otro ataque de ansiedad. La termino como puedo y al salir le digo a Stewart, que no puedo más, que estoy llegando al límite. Me dice que hable con el maestro directamente. Me planto ante él, completamente descompuesto, y le digo lo mismo. Que sólo pensar en volver a sentarme a meditar me da pánico, que no puedo más. Me dice con mucha dulzura que no me preocupe, que me vaya a descansar, que no hace falta que haga la meditación de la noche si no me veo con fuerzas, que he perdido el equilibrio y que lo que necesito es descansar. Pero que, eso sí, que no me salte el discurso.
Así que me voy a descansar. Pero eso no arregla nada, porque mi problema no es con la meditación, que curiosamente se me está dando muy bien, no tengo problema con la postura, me concentro muy bien, y siento perfectamente las sensaciones corporales que nos están pidiendo que sintamos, que son las tres cosas que más le cuesta a la gente, por lo que he leído después. No, mi problema precisamente es pensar y ver pasar el tiempo donde cada segundo parece un siglo. Y descansar no ayuda para nada.
A la hora de la merienda busco a Stewart y le pregunto si me puedo ir al día siguiente. Me dice con muchísima amabilidad que claro que me puedo ir, pero que quizá no es buena idea viendo el estado en el que estoy. Yo le digo que si sigo un día más voy a colapsar. Él me explica que lo entiende, pero que su miedo es que yo me vaya y colapse igualmente en otro sitio. Me dice que no me preocupe, que me olvide del curso, que simplemente pase los dos días que quedan paseando, descansando y comiendo para recuperarme. Dos días, porque el día 10 es el día en que ya se puede hablar y resulta mucho más fácil. Le explico que mi problema no es el curso, sino mi cabeza. Pero sé que tiene razón, no estoy en condiciones de irme. Así que me voy a mi cuarto a descansar.
Y se produce una especie de rendición. Acepto que el problema es mi falta de humildad, y que tengo que seguir con Amor, Agradecimiento y Humildad, aceptando que quizá yo no tengo la verdad y que la verdad sea la de ellos. En ese momento me tranquilizo bastante. Esta claro que gran parte de mi problema es el conflicto que se me genera por no aceptar el mensaje.
En mucha más calma voy a la meditación de la noche sin problema, escucho el discurso y me voy a la cama en paz.
Lo leo ahora y acojona, ¿verdad?
Día 8
El Día 8 transcurre lentísimo (da la sensación de que el tiempo va cada vez más despacio, lo juro). Tengo una minicrisis por la tarde, pero hablo con Stewart que ya se ha convertido en mi gran y único apoyo. Le digo que es como si tuviera al lado un pequeño Pablito diciendo todo el rato que todo esto es una mierda y que no me lo crea. Stewart me dice que la duda es buena, porque permite ver que no acepto las cosas ciegamente y por devoción.
Me quedo más tranquilo y acabo bien el día. En el discurso de la noche nos adelantan que el día 10, después de la primera meditación, se rompe el voto de silencio y que se acabó el trabajo duro. Que sera el día para sanar las heridas que nos ha dejado la operación.
Día 9
Llega el Día 9, que siento como si fuese el último día, aunque en realidad el curso acaba el día 11 por la mañana. Vuelvo a tener otra minicrisis que vuelvo a hablar con Stewart. Me mata la parte casi “cristiana” de amenazarte con un infierno de desdichas si no cumplimos con la buena práctica. Me dice que no me quede con ese mensaje. Que es la forma que tiene Goenka de expresarlo.
Al final consigo superar el día 9 dándome cuenta de una cosa y es que me estaba saltando las meditaciones, cada vez más, creyendo que ése era el problema, sin darme cuenta de que precisamente la meditación es lo realmente relaja mi mente y me sana. Es el día que más meditación hago, pero vuelvo a la meditación básica, la de sólo observar la respiración (la de escanear tu cuerpo buscando sensaciones me dejaba dolor de cabeza todo el día). Esto me reconcilia con la meditación y me permite terminar el día tranquilo, equilibrado y bastante en paz.
Pero en el discurso de la noche, cuando nos hablan de la importancia de mantener la práctica y de que lo ideal sería que todos fuésemos monjes budistas dedicados a la meditación continua todo el día (y esto lo dice un laico), pero que si no es así, hay una serie de normas (creo que 16) que tenemos que cumplir de forma diaria, entre las que están meditar dos horas diarias mínimo (1 por la mañana y 1 por la noche), no llevar una conducta sexual inapropiada, no consumir alcohol ni ningún otro “intoxicante”, que si ganas dinero debes dar todo lo que vaya más allá de tu manutención y de las personas a tu cargo, etc…
El mensaje en general me parece tan inconcebible en tantos aspectos que, por primera vez, veo de forma clara y equilibrada que el problema no es mi falta de humildad, si no que no estoy en absoluto de acuerdo con gran parte del mensaje y, desde luego, con la forma. Me siento tranquilo y feliz de haber terminado y aún así poder mantener mi criterio y haber superado este lavado de cerebro con más de 12 horas de puro adoctrinamiento moral. Me voy a dormir tranquilo y en paz por primera vez en 10 días. Tardo mas que nunca en dormirme, pero sin rastro de ansiedad.
Día 10
Cuando suena el gong a las 4h del Día 10, por primera vez lo ignoro y sigo durmiendo. También ignoro el de las 4:20 para ir a meditar y no me levanto hasta el gong de las 6:30 para desayunar.
En el desayuno voy directamente a ver la tablilla para ver qué pasa hoy. Efectivamente se levanta el voto de silencio después de la meditación de las 8h. Nos dejan tiempo para socializar, pero sigue habiendo las tres meditaciones en grupo y, lo que es peor, hay un discurso por la tarde de casi dos horas de Goenka hablando de las maravillas del Vipassana y sigue habiendo el discurso de la noche.
Siento que he tenido suficiente adoctrinamiento de por vida y que, además, necesito hacer un acto simbólico de rebeldía para dejar claro que no estoy de acuerdo con esto. Así que decido que me voy hoy, no espero a mañana. Lo tengo tan claro que utilizo el descanso del desayuno para ir recogiendo mis cosas.
Tras la meditación de las 8h, se levanta el voto de silencio… y hace rarísimo hablar. De hecho, cuesta. Lo poco que he hablado con Stewart o Michael fue en susurros. No he usado las cuerdas vocales en 10 días y están oxidadas.
Me junto con Ashwini y Valentín y comentamos. A Ashwini no se le ha hecho duro y se le ve bastante convencido. A Valentín le veo algo menos convencido, pero tampoco le veo que se cuestione mucho el mensaje. Él también necesitó escribir durante el retiro.
Busco a Stewart y le digo que le agradezco infinitamente el apoyo que ha sido durante estos últimos días y que si lo he conseguido terminar ha sido por él (cosa que es verdad). Él me da las gracias con una enorme sonrisa. Y luego añado… “Pero, en cualquier caso, me voy hoy”. La sonrisa se le congela. No entiende por qué. Le explico que me alegro de haberlo terminado, pero que no comparto gran parte del mensaje y que no quiero escuchar más. Se le ve descolocado. Creo que no es muy habitual que alguien abandone en el día 10, que es para todos el día más alegre. Me dice que tengo que hablar con Michael, que es el responsable de muestro bienestar mental. No me apetece mucho, pero no me da opciones.
Me reúno con el en una salita anexa a sus dependencias. Hay dos pequeños taburetes con cojín. Le pregunto que donde me siento, y me señala al suelo mientras él se sienta en uno de ellos… Ay, Dios.
Le explico un poco lo mismo. Él intenta de varias maneras que me quede, pero me ve tan convencido que desiste. Me explica que vale, que me puedo ir, pero que para evitar un efecto contagio, me debo ir sin decírselo a nadie y sin que me vean. Intenta que sea en la meditación de grupo de las 14:30, pero le digo que no, que me voy a la hora de la comida, a las 11, que tengo mucho autostop que hacer.
Al final quedamos en que recojo mis cosas discretamente y Stewart me viene a buscar a las 11h a mi habitación para llevarme en coche hasta la carretera principal. Es un detalle.
En la media hora que me queda me despido de Ashwini y Valentín a quienes sí les digo que me voy e intercambiamos contactos. A las 11h Stewart me acompaña al módulo principal donde está la directora del centro que es un cruce entre Nuria González y la Srta Rottenmeier, quien me lleva por el sendero paralelo al camino principal de salida, pero que transcurre entre árboles hasta el parking. Está claro que está hecho ex-profeso para que en los abandonos no haya testigos. Me siento un poco como Audrey Hepburn en el final de Historia de una Monja.
En el parking cogemos su destartalado coche y me deja en la carretera principal.
Conclusiones
¿Y qué conclusiones saco de todo esto?
No voy a decir que me arrepienta de haber pasado por ello, porque creo que de todas las experiencias se aprende, especialmente de las negativas, pero tengo claro que ha sido una de las experiencias más duras (peores) de mi vida, por no decir la que más. Y desde luego tengo clarísimo que no lo volvería hacer ni lo recomendaría.
Todo esto me ha servido para reafirmarme en algunas de mis opiniones. Entre ellas:
Desconfío de quién está seguro de algo. Me fío mucho más del que duda. La afirmación del primer día de “Esta maravillosa técnica es la única manera de salir de tu desdicha”, ya me predispuso mal.
Desconfío de quién se considera a si mismo un maestro. Para mí un maestro es el que duda, porque sigue buscando y, por ello, nunca se considerará a sí mismo un maestro.
Desconfío de quién te reprocha (sin conocerte) el tamaño de tu ego, mientras no es capaz de ceder la impartición de sus clases y que se hacen con sus grabaciones (y su nombre en todas partes).
Desconfío de quién habla de compasión desde un altar y para hablar con él te tienes que arrodillar.
Creo más que nunca en el amor y la libertad, frente a la disciplina, las reglas, el trabajo duro y el aislamiento. Creo que este tipo de mensajes hacen que la gente confunda desapego con “desamor” y acaban convirtiéndose en individuos aislados, grises, fríos y obsesionados por la meditación. Yo prefiero personas alegres viviendo en comunidades basadas en el amor, la libertad y la buena voluntad. Creo que cuanto más amor hay, menos reglas necesitas y más libertad tienes.
Creo cada vez menos en el castigo y la culpa y más en el amor y la recompensa que ello supone.
Creo más que nunca en la importancia de amarse a uno mismo en primer lugar. La idea de la impermanencia puede llevarte a cuidar sólo la mente y descuidar el cuerpo. Y cuidarse es la primera señal de quererse.
Creo cada vez menos en la idolatría. Parece que necesitamos seguir siempre un guía, un referente, un maestro, un modelo. Cuando nuestro único ídolo deberíamos ser nosotros mismos.
Creo más que nunca en la importancia de la rebeldía (pacífica y sin enfado), ya que es la única manera de poder tener un criterio propio y evitar el borreguismo.
Agradezco infinitamente haber sabido aguantar y salir en paz, sin odiar la meditación. Lo primero que voy a hacer es comprarme el libro “True Love” de Thich Nhat Nanh, quien, para mí, sí que es un maestro, que habla de la meditación como herramienta para el amor universal.
Lo empecé a leer en casa de Sarah, en Tasmania, pero no lo terminé. Ahora siento que debo leerlo de nuevo para ver que hay otros enfoques.
No voy a decir que haya salido sin enfado, porque mentiría. Lo he pasado realmente mal y es difícil evitar el reproche, pero estoy trabajando en ello. Creo que el objetivo del Vipassana es bueno (evitar la violencia y buscar la felicidad), pero aunque insisten en que no siguen ninguna religión ni ningún sectarismo, el funcionamiento es completamente el de una secta y lo que he vivido, es un lavado de cerebro del que estoy muy contento haber superado.
Es muy curioso, porque todos los blogs que he leído de gente que ha pasado por ello, casi todos se quejaban del dolor físico, de la dificultad de concentrarse o del aislamiento. Pero sigo tratando de buscar alguien más que cuestione el mensaje.
Porque para mí sigue sigue siendo fácil…
…Amor y Libertad.
Una dura experiencia de la que, seguro, has salido reforzado.
Quiero escuchar tu postura dentro de un mes.
Besazo valiente.
Carmen
Jo, Pablo… suena a peli de la edad media con medios del s. XXI.
Menos mal que tienes suficientes muebles en la cabeza como para poner de nuevo el salón después del ciclón.
Un abrazo, valiente.
Jose María V.
Enhorabuena, Pablo, por haber superado el reto. Ya nos contarás si las hay las secuelas de la experiencia en las próximas semanas o días, además del aprendizaje que ya nos has contado.
Ha sido muy interesante seguir tu relato del reto…
Abrazo!
Me alegro de que hayas mantenido el espíritu crítico. Mola la referencia de Uma Thurman en Kill Bill, ya te veo con el chandal amarillo!
Y yo te he estado buscando a ti. Me he identificado mucho con tu relato, aunque lamentablemente debo decir que no salí tan airosa como tú. En este momento me encuentro dividida. Hasta el momento eres la única persona que he escuchado cuestionar el mensaje, y aunque sea sólo una, me alivia bastante en este momento. Aunque no sé qué tengo que hacer ahora para recuperarme.
Te cuento un poco mi historia, a ver, al igual que tú, fui a Vipassana, buscando una manera de desconectarme, buscar el silencio, la paz, etc. Sin tener mucha idea de qué se trataba exactamente, ni que sería un tipo de meditación tan especial y trascendente. Con la meditación todo bien, me iba muy bien, me concentraba, etc. Pero el problema siempre venía a la hora de los discursos, me chocaba demasiado escuchar que vivimos en la desdicha y que esta era la única forma de salir de ella y amar de verdad, etc. cada vez que escuchaba eso, sentía un gran malestar, no lo podía asimilar, pero al igual que tú, llegué a pensar que era mi ego que no quería aceptar el mensaje, o la "verdad", y como ya estaba experimentando beneficios de la meditación, es más fácil pensar que es uno el problema, y no ellos. Y bueno, lo unico que hacia era observar el malestar y tratar de seguir adelante. Asi terminé el curso, y salí con una sensación de bienestar que jamás había experimentado en mi vida. Todo esto pasó hace 10 años, en el 2007. Aunque en ese momento no me daba cuenta, ahora mirando hacia atrás me doy cuenta que salí obsesionada con meditar, tengo la imagen de mi llorando desesperada diciendole a mis padres que necesitaba meditar (hubo un problema con eso), y mi papá me decía que me comportaba como una fanatica, y yo nada que ver, no lo veía.
Y bueno, a pesar de resistirme a aceptar el discurso, creo que perdí algo, parte del juicio, mis defensas, mi propio criterio, etc. Estuve en una relación donde me deje pisotear, etc, y sali destrozada, cosa que estoy segura jamas hubiera permitido si no hacia el curso. Pero bueno, despues de eso, para recuperarme y poder ser feliz de nuevo y poder amar mejor a mi pareja para poder seguir con el, sentí que tenía que hacer otro curso más, y lo hice, esto fue en el año 2009. Pero esta vez, al escuchar los discursos ya no los quise aceptar para nada, y me empezaron a dar ahora si crisis mayores, tambien converse con alguien de alli, y me decia que era normal, y me contaba sus experiencias, etc. Decidi dejar de asistir a las charlas, y solo meditar, pero me encontraron, y me dijeron que tenia que hacerlo si o sí, yo ya estaba desesperada, de por sí yo habia llegado en un estado muy caotico y confundido, escuche los discursos, pero ya no pensando que era mi ego el problema, si no ya negando lo que decian.
Esta vez termine el curso, y no me senti tan bien como el primero, pero fue algo más estable, ya podía estudiar, y me relacionaba mejor con las personas, etc. Me habia recuperado y otra vez disfrutaba la vida y ya no estaba tan obsesionada ni sentía que tenia que meditar si o si, pero de todas maneras veia la vida de una manera diferente y siempre tenia presente el meditar, y lo hacia de vez en cuando.
Bueno, para variar, con el tiempo, me meti en problemas, deje de estudiar de nuevo, etc. y salí embarazada y fue ahi que quise hacer otro curso, como para llevar un embarazo más tranquilo, pero lo hice en una casa de playa, sola, usando los audios que me baje de internet, esto fue en el año 2011. Esta vez cometí el error de escuchar las charlas, pudiendo haberlo hecho sin ellas como siempre habia querido, cometi el error de escucharlas con la intencion de aceptar el mensaje, porque ya no sabia que hacer con mi vida, senti que todo lo habia hecho mal, y que quizas lo que me faltaba era precisamente aceptar el mensaje, bajarle a mi ego autosuficiente y aceptar que no soy nada, etc. Y bueno, lo hice, estuve bien un tiempo, tuve mi hija, etc. Pero fue lo peor que pude haber hecho, porque ahora sí, que se me metieron las ideas en el cerebro, y no puedo llevar una vida normal, no puedo, sufro ataques de panico, ansiedad, si no estoy ocupada, o estoy pasando por malos momentos, pienso en que tengo que meditar, y me peleo conmigo misma, porque no quiero hacerlo, y trato de convencerme de que no lo necesito, de que no puede existir una tecnica unica, casi secreta para el mundo para ser feliz, me niego a aceptar eso, pero una parte de mi, lo acepta, y no se qué hacer, por unos meses he estado ocupada trabajando tratando de entrar en el mundo, pero el dia de hoy otra vez pienso en esto, y puse en Google, lavado de cerebro Goenka, como otras veces lo he hecho, y esta vez te encontre a ti.
En resumen, antes de Vipassana, creía firmemente en la libertad, el amor, la rebeldía, tenía problemas, como todos, quizas mas que algunos, pero amaba vivir de verdad, amaba vivir con todo mi ser, disfrutaba de la naturaleza, de mis amigos, de hacer cualquier cosa que me gustara, de aprender, hasta de mi propia infelicidad, me parecia algo mas para que reirme, algo mas para vivir, no me daba miedo sufrir, aceptaba el sufrimiento como parte de la vida, y precisamente ahi estaba el gran conflicto, que ahora me decian que no debia aceptarlo, sino erradicarlo, y claro tu crees que eres muy feliz, hasta que meditas y nada que ver con lo que antes habias experimentado, y te la empiezas a creer, y dejas de aceptar a la vidaa como es, y todo pierde sentido, tooodo se reduce a una estupida sensacion en tu cuerpo, el dolor, el placer, una caricia, todo no es mas que una sensacion en tu cuerpo, una ilusion, un engaño de tu mente, yo no puedo vivir así, no puedo vivir con esa verdad, sera cierta o no, no puede ser verdad, quisiera olvidarme de todo para siempre. Ahora veo mi vida y me pregunto, de que me ha servido tanta meditación, cuánto ha durado el beneficio, si lo dejas de hacer, parece que empeoras, entonces, qué diferencia hay con una droga, que te dura el efecto un rato, donde esta la gran transformación, y lo peor de todo, es que yo nunca busque esto, no busque ninguna iluminacion ni gran transcendencia, solo ser lo mas libre posible y disfrutar la vida, nada más.
Bueno, gracias por leerme hasta aqui, y no se que va a pasar ahora, espero el haberte leido me remueva algo mas, me ayude, me haga despertar no se, solo dormire y dejar que todo se acomode.
Hola Grecia!
Ante todo muchas gracias por tu valiente testimonio. Creo que, como bien dices, puede ayudar a mucha gente que se ha sentido mal el ver que no está sola en esto.
Para mí lo principal es erradicar la culpabilidad, los "y si…?" y los "ojalá…". Todo en esta vida pasa por algo, normalmente para aprender algo. así que por muy mal que lo pasemos, simplemente tenemos que aceptarlo y aprender, pero no renegar de ello. Eso sólo hace más daño.
Si te apetece charlar, búscame en fb y chateamos.
Un abrazo muy grande.
Yo estoy destrozado. Marché el dia 9. No me quisieron dar la mano cuando les canté las 40. Es una secta y una estafa. Pronto escribiré mi diario y te lo paso.
Son una banda de estafadores, una secta que te debilita primero y te adoctrina con el cerebro lavado. Y luego un dia de felicidad y suelta la pasta. Habiendote convencido que alguna vez dejará de dolerte todo estando una hora quieto…
Sí, para mí, sin duda, es una secta…. y bastante peligrosa, porque juega con el cerebro de una manera muy extrema. He leído casos de brotes psicóticos. Y no me extraña la verdad. Yo lo pasé muy mal.
Me encantará leer tu experiencia, Codex.