Nueva Zelanda (Whangeteau) – Avanzando con la puerta

by | 5 May 2016 | 0 comments

5 mayo 2016

140 días viajando…
días en Whangateau…

He encontrado el lugar perfecto para hacer mi yoga. 

Es la terraza de entrada, pero en esta casa, como es costumbre en el mundo anglosajón, se entra por la puerta de atrás. Así que hoy he podido hacer mis saludos al sol tan ricamente, aunque estaba bastante oxidado. 

Los niños marchan al cole y yo aprovecho para hacerme el desayuno. Repito la fórmula de ayer de tortilla de zanahoria y chirivía, pero con forma de tortilla francesa. 

Estoy fascinado con la cubertería de Nat. Va a juego con la casa. 

Me tomo el desayuno con Carolina, la madre de Nat, en agradable charla, y después, toca ponerse a currar. Quiero avanzar con la puerta del gallinero. 

Lo primero es buscar algunas herramientas y piezas que me faltan. Para eso hay que hacer espeleología debajo de la casa. 

Quiero montar una base al marco de la puerta para asegurarme de su estabilidad y que mantenga la anchura. 

Después coloco por fin las puertas y le pongo un cerrojo para poder unirlas. 

Lo siguiente es poner el otro poste. Mi idea es hacer una puerta que pueda cerrarse en dos sitios, de manera que cuando cierras un gallinero, el otro quede abierto y viceversa. Entre ambos gallineros estará el ponedero con salida a ambos lados. Basta cerrar una u otra salida para decidir en qué lado estarán las gallinas. Esto es para poder cultivar en un lado mientras las gallinas comen la hierba y fertilizan el otro lado. En eso se basa la Permacultura.

El poste lo pongo en función de la puerta. Así es más fácil medir. 

Y lo sujeto por arriba. 

Y ya está, ya tenemos la puerta doble a dos bandas. Hecha desde cero en sólo 3 días. 

Aún falta ponerle los cierres y luego terminar el cercado. Y luego hay que hacer la casita/ponedero, que eso será más complicado, pero estoy pensando en aplicar la idea de Peace Farm de hacerlo móvil. Ya veremos. 

Carol se ha hecho para comer un panecillo con queso y algo más. Los anglosajones son de comer muy poco a mediodía. Luego hacen una cena fuerte muy temprana. 

Yo, lo siento, pero soy español y necesito grandes comidas, así que rechazo amablemente su oferta de hacerme un panecillo, y me hago un apaño con verduras, garbanzos y un poco de arroz salvaje. 

Por la tarde arreglo las cuerdas del tendedero a petición de Carol, que se ha puesto a lavar todo lo que ha pillado en la casa. Y el resto me lo tomo de relax, para escribir el blog y vaguear. 

Por curiosidad miro cuánto me costaría adelantar mi billete a las Cook y veo que adelantarlo dos semanas, del 12 de junio al 29 de mayo, no me cuesta nada. Así que… lo hago. 

Porque mes y medio en esta casa igual es demasiado, pero tampoco me apetece mucho buscar más sitios aquí. Y además se me echa encima el invierno y no quiero frío, así que me voy para el paraíso tropical en poco más de 3 semanas.

Carol ha preparado de cena unas salchichas con patatas y judías verdes (para compensar, supongo). No me extraña que luego vayan a España y flipen con la comida. Y cómo se nota que Nat ha viajado mucho, porque sus comidas son mucho más internacionales.

Yo me hago un apañete con unas lechugas que pillo en la nevera, los garbanzos, las patatas y las judías verdes. 

Lo que pasa es que aquí se cena a las 18h, y yo soy de dormirme tarde y, claro, a las 23h me estoy muriendo de hambre. Así que le tengo que dar un viaje a la cocina. 

Por cierto, el paquete con el portátil y el carnet de conducir que me mandó mi hermana Almu, llegó finalmente a Christchurch. Ahora estoy intentando que me lo manden aquí antes de que me vaya. A ver si hay suerte. 

Me sigue costando convivir con niños. Kupe, sin Nat que es quien sabe controlarle, lleva su temprana adolescencia y su necesidad de llamar la atención a extremos que me cuesta gestionar. Pero es parte de la experiencia de vivir en familia. Como soy el menor de 8 hermanos y nunca he tenido hijos, no estoy acostumbrado a convivir con gente menor que yo y me cuesta un poquito. De buenas, se me da genial, pero cuando hay que poner límites, me cuesta hacerlo sin enfado. Y porque tampoco es mi tarea, claro. 

Ay, cuántas hormonas… 😀

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