1 – 2 agosto 2016
229 días viajando…
4 días en Pakiri…
Como ya he dicho, dentro de lo triste del momento, ha sido una oportunidad y un privilegio poder conocer cómo es una ceremonia fúnebre maorí desde dentro.
La mañana de lunes la paso en la casa familiar, donde gran parte de la familia ha pasado la noche durmiendo con el difunto. Me llama especialmente la atención ver también ahí a niños de todas las edades. Supongo que de esta manera se normaliza la idea de la muerte y pasa a ser algo normal en la vida. Pero no puedo imaginarme a un niño europeo durmiendo al lado de un ataúd abierto sin cagarse de miedo y, en cambio aquí, lo viven de una manera completamente natural.
Durante la mañana, los amigos y familiares van viniendo y trayendo comida.
Por la tarde, para despejarme un poco, me voy a correr por los alrededores y aprovecho para hacer algunas fotos, entre ellas a la vaca Adolf.
Vuelvo por la tarde y me piden que cocine una paella. Yo encantado, claro. Como casi todo lo que tienen es carnívoro, decido hacer una vegetariana.
No es mi mejor paella (es más un arroz de cosas que una paella), pero queda bastante presentable.
Todo el día es de idas y venidas de familiares y amigos, comer, charlar y poco más. Ahí aprendo que el saludo entre mujeres y de hombre-mujer es de un beso en la mejilla y un abrazo. Pero entre hombres el saludo es dándonos la mano a la vez que juntamos nuestra frente y nariz mientras nos miramos a los ojos. Me explican que es así, porque es un momento en el que se respira el mismo aire.
El ambiente no es triste, sino distendido. Como dicen, es una celebración de la vida, no de la muerte.
Ya por la noche hay una pequeña ceremonia en el salón de la casa en la que se dicen unas palabras en maorí, hay unos cantos y luego algunas personas cuentan anécdotas y vivencias con Peter entre risas y lágrimas de todos.
El día siguiente, martes, es el día del funeral propiamente dicho. Por la mañana vuelve a haber una ceremonia parecida a la de anoche, pero esta vez oficiada por dos sacerdotes del culto Rātana, una religión aparecida a principios del siglo XX, fundada por el profeta Tahupōtiki Wiremu Rātana y de la que son seguidores en la familia.
Una de las personas que habla durante la ceremonia es Cherrie, pariente de la familia y pareja de Bowden, el que me recogió hace un par de días en autostop cuando venía para acá. En un momento dado de dirige a mí y me agradece mi presencia estos días. Dice que a ella la reconforta especialmente, ya que su hijo ahora mismo está viviendo en Madrid, donde juega para un equipo de Rugby de allí, y que, para ella, es como si yo estuviera en representación de él. Me parece algo especialmente bonito y que me emociona.
Después hablan los 5 hijos de Peter contando anécdotas de su vida. Es un momento muy especial. Todos se refieren a Peter como un genio loco, divertido y único.
Una vez acabada la ceremonia, se cierra el ataúd y se transporta al Omaha Marae. El Marae es el espacio sagrado donde se celebran las ceremonias religiosas de la comunidad.
Me piden que sea uno de los que transporte el féretro hasta el coche. Lo considero un honor y acepto agradecido.
Después nos repartimos en los coches y vamos hacia Leigh, donde está el Marae. Yo voy en el coche de Michaella con Star y Grace.
Una vez llegados al Marae…
…vuelvo a ayudar a llevar el féretro hasta el interior, donde tiene lugar una nueva ceremonia de homenaje al fallecido, Peter John Gossage.
Gran parte de la ceremonia es en maorí, pero hay un momento en que uno de los dos sacerdotes que la ofician, se gira hacia mí y entiendo que dice algo de Spain. Más tardé le pregunto a Ra, la hermana de Star, que entiende bastante bien el maorí, qué es lo que dijo, y me dice que habló acerca de cómo el hijo de Cherrie estaba en Madrid, y que yo, que soy de Madrid, estaba ahí en ese momento, creando una conexión con el otro lado del mundo.
Al finalizar la ceremonia, llevan el féretro al cementerio, que está al lado, donde finalmente y tras unas palabras, es enterrado.
A la salida del cementerio hay un grifo donde todo el mundo se lava las manos. Me explican que es tradición, como una forma de limpiarse de toda la tristeza y todo lo malo.
Volvemos al Marae para el cierre del acto, que acaba con un canto maorí que pone los pelos de punta.
Y, después, como toda buena celebración maorí, se cierra con una buena comida. Debemos ser como un centenar de personas o más.
Pero la celebración aún no ha acabado. Tras la comida volvemos a la casa familiar, donde tendrá lugar la bendición de la casa. Unos cuantos (Star, Grace, Michaella, Lisa…) aprovechamos el maravilloso día que hace para acercarnos a la playa con una botella de vino.
Y el resto de la tarde y noche es comer, beber y celebrar la vida y la familia. Vuelvo a estar con todo mi grupo de Cook Islands: Richie, Rebekah, Fraya, Ariana, Star y Grace.
Han sido 3 días muy intensos, de conocer mucha gente, de sentirme parte de algo muy íntimo y especial. No tengo palabras para agradecer a todos el cariño con el que me han acogido, muy especialmente a Star por haberme permitido ser parte de todo esto.
Y es que Star es de las personas más generosas y sencillas que he conocido nunca. Siendo una pintora de gran fama y éxito, vive con una sencillez envidiable en una casita muy pequeña. Para mí es el ejemplo opuesto de gran casa donde se acumulan demasiadas cosas.
Vive rodeada de olivos que ella misma ha plantado porque es una enamorada de España, especialmente de Cadaqués (residencia veraniega de Salvador Dalí y donde se encuentra su museo), donde vivió varios meses, donde conoció al padre de Grace y donde tiene innumerables amigos. Me cuenta que se esforzó muchísimo en ser una buena pintora sólo para ganar lo suficiente como para poder traer a sus amigos de España a visitarla. He podido ser testigo de cómo ha estado pendiente estos días de todo y de todos, y de su generosidad en todo momento. Es una persona excepcional y me siento privilegiado de poder compartir con ella y su familia unos días, aunque sean días como estos.
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