12-21 agosto 2023
2.804 días viajando…
9 días en Veracruz (México)…
1 día en Oaxaca (México)…
Nos levantamos pronto. Yo voy a por la moto y me llevo la sorpresa de que me cobran 40$ (2,12€) más, porque dicen que es 40$ por el día y 40$ por la noche. Yo había entendido que eran 40$ por 24h, pero en fin.
Voy a comprar papaya, banana y limón para hacer un batido, y huevos, aguacate y pan para hacer un desayuno pantagruélico.
Recogemos, dejamos todo muy limpio y presentable y, cuando se levanta Kaleb, nos despedimos agradeciendo su hospitalidad.
No teníamos muy claro cuál debía ser nuestra próxima etapa. Contacté por Couchsurfing con un tal Emiliano de Coatzacoalcos (Coatza para los amigos) y, aunque no nos podía ofrecer alojamiento, nos recomendó mucho visitar la ciudad. Kaleb está de acuerdo y nos recomienda que hagamos allí la próxima etapa. Así que está decidido.
A las 10h nos ponemos en camino. Primera parada en una gasolinera porque tenemos la sanación de que una rueda va baja de presión, pero al comprobarlo, vemos que está bien. Parece que ha sido el pavimento que resbalaba un poco.
Pasamos al lado de unos pozos que al parecer son parte de perforaciones de petróleo.
Foto de Giada
Segunda parada para un café y buscar donde quedarnos en Coatza. Vamos a empezar probando con el Hotel River Palace, que tiene buena pinta.
Vamos por la carretera sin peaje, que va todo el rato paralela a la de peaje (la 1800), pero llega un punto en que ambas carreteras se unen y nos encontramos un atasco brutal por las obras en la carretera. Menos mal que vamos en moto y conseguimos sortearlo, porque el bloqueo es total, todos los coches parados.
En el km.128 atravesamos el Río Tonalá, que marca la frontera entre los estados de Tabasco y Veracruz.
Sobre las 14h (han sido 4 horas de viaje) llegamos al Hotel River Palace y es todo un acierto. Es un hotel colonial y decadente (se cae a pedazos) pero con muchísimo encanto y con una magnífica terraza con vistas al río. Lo dicho, un acierto. Necesitábamos algo así después de la experiencia Couchsurfing de Villahermosa.
Ducha para quitarnos el polvo del camino y reposo en la terraza.
Salimos a comer algo. Vamos al mercado (en México el mercado es siempre una de las mejores opciones para comer).
Una vez allí, Giada ve a una señora en uno de los puestos comiendo unas gambas con arroz con muy buena pinta. Con todo el morro le preguntamos dónde lo ha comprado. Nos dice que en el restaurante La Flor del Istmo, que está fuera del mercado, a orillas del río. Nos vamos para allá y vemos que es un buen restaurante con vistas al río, no especialmente barato, pero por una vez nos damos el capricho.
Gambas al mojo de ajo y un consomé de pescado con 2 cheladas por 480$ (25,44€) con la propi incluida. Ha merecido la pena.
Después de comer, nos damos un paseo por el centro.
Parada para comprar agua…
Foto de Giada
…y nos damos un paseo hasta el malecón, donde no pueden faltar las letras de la ciudad. Aunque, por supuesto, han usado la versión corta del nombre para no gastar todo el presupuesto municipal.
Foto de Giada
Nos sentamos a ver el atardecer.
Volvemos ya de noche por el Boulevar Manuel Ávila Camacho. Vemos mucha prostitución (típico de zona portuaria) pero no se siente inseguro. Aún así, porsiaca, llevo la moto a un parking del centro (el hotel no tiene) y la dejo por 50$ (2,65€) la noche. Es mejor estar tranquilos.
Nos metemos en una tienda a tomarnos un helado y comprar agua…
…y vuelta al hotel a ver una peli (Fame, un clásico) y a dormir.
Nos levantamos a las 7h30. He dormido de tirón y no me acuerdo de nada. Es como si hubiera cerrado los ojos y al abrirlos ya era de día. Nos vamos a recoger la moto al parking y a desayunar. Vemos en Google Maps un sitio llamado Jugos Chapala que suena perfecto, pero está cerrado. Así que sacamos dinero (5000$ = 265€), vamos a una panadería, nos pillamos 2 panes dulces y volvemos al hotel donde nos los tomamos con sendos cafés que nos hacemos calentando el agua en el microondas de recepción. Nos cobran 10$ (0,53€) por ello.
Recogemos, montamos todo en la moto y volvemos a pasar por Jugos Chapala, que ya ha abierto (teníamos antojo) y nos pillamos dos jugos de litro de naranja, manzana (Giada), papaya (yo) y plátano con jengibre por 140$ (7,42€).
Para la próxima etapa queríamos visitar las Cascadas de Soteapan. He hablado con el Hotel Tucán Real de Soteapan, que está cerca de las cascadas, y nos lo dejan a 350$ (18,55€) la noche, perfecto. Así que vamos para allá.
Parada para gasofa y WC. y el resto lo hacemos del tirón. Cuando llegamos… ¡sorpresa! El Hotel Tucán Real es una pasada de sitio, bonito y cuidado como hemos visto pocos. Nos reciben un perrete bebé (Mini) y otro llamado Spotty (manchas).
Foto de Giada
La persona que nos atiende es un amor. La habitación es limpia y cómoda, con AC. Ha sido todo un acierto.
Como hoy es domingo y la cascada estará petada y Giada se siente regu, propongo tomarnos el día con calma e ir mañana.
Así que nos vamos al pueblo a comer.
Foto de Giada
Damos un paseo por el Mercado Municipal.
Y nos sentamos en la Juguería Gael a tomarmos dos aguas de papaya y plátano por 40$ (2,21€) en total, mientras vemos pasar lo que parece ser un funeral. Debe ser alguien muy querido a juzgar por la cantidad de gente.
En la juguería preguntamos por un buen sitio para comer y nos indican el Antojitos Mariam, que resulta ser todo un acierto. Huevos con arroz y frijoles, con unas tortillas grandes hechas a mano que recuerdan al Naan indio. Nos gustan tanto que pedimos otras dos tortillas más con queso. Todo regado con una jarra de agua de tamarindo por 160$ (8,48€). Felicito a la cocinera y le hace mucha ilusión. Me encanta este pueblo.
Volvemos dando un paseo y disfrutando del buen ambiente de Soteapan.
Hemos dormido con la puerta abierta, ya que las ventanas no pueden abrirse (!!) y el aire acondicionado hace un ruido del demonio y no deja dormir. Por la tarde las paredes de la habitación estaban todas calientes. No sé qué tipo de aislante NO usan. Pero al final hemos dormido fresquitos, aunque yo un poco intranquilo por lo expuesto de dejar la puerta abierta, ya que estamos muy cerca de la carretera y sería muy fácil entrar, pero al final, como siempre, sin problema. La gran mayoría de la gente es buena gente.
Nos levantamos a las 7h15 porque hoy a las 8h (a las 16h en España) tengo entrevista en el programa La ventana de la Cadena Ser. La hago desde el patio con la compañía de los perretes… ¡y las gallinas!
Me preparo un lugar cómodo y espero a que me pasen con Rafa Panadero y los demás conductores del programa.
A las 8h30, estoy en directo contando mis aventuras. Puedes oirme en el Podcast de La Ventana (Min. 28:40), o aquí abajo:
Entrevista a Leo Callejero
Resulta una experiencia de lo más divertida el poder contar mi filosofía de viaje y mi forma de viajar.
Cuando termino, nos vamos a desayunar aquí al lado, al Jarocho. Nos dan unos huevos a la mexicana con frijoles y café. La dueña es supermaja y tiene muchas ganas de cháchara, pero al final nos cobra 160$ (8,48€), un poco caro, la verdad.
Después nos vamos por fin a la Cascada Mayor de San Pedro de Soteapan. Para acceder hay que aparcer en un restaurante cercano e ir andando. Nos cobran por “aparcamiento y acceso” 50$ (2,65€) cada uno. Lo bueno es que no hay nadie más aparcado aquí, parece que vamos a estar solos.
El acceso a la cascada es un sendero no demasiado a la vista.
Por el camino no podemos evitar la tentación de hacer un poco el mono. O, mejor dicho, o como nos gusta decir… haciendo de Tarzad y Jade.
Cuando llegamos a la cascada, nos encontramos que el agua está marrón por el diluvio de ayer. Pero eso no le quita ni un gramo de espectacularidad. El lugar es increíble.
Obviamente, lo primero es meterse en el agua.
Y pasamos una mañana estupenda de baños y fotos completamente solos.
Efectivamente nos encontramos un obstáculo insalvable… ¡una tela de araña! (Giada tiene aracnofobia).
Finalmente volvemos y pasamos un rato de relax y de publicar en insta nuestras aventuras del día..
Por la tarde nos vamos a comer al mismo restaurante de ayer, Antojitos Mariam, porque nos encantó, pero esta vez se nos va un poco la olla (estamos muertos de hambre): Dos platos de arroz, frijoles, huevos y verduras con 3 tortillas grandes a compartir y, de postre, una memela grande de plátano, frijoles, queso, nata… ¡una bomba! Todo regado con dos jarras de agua de tamarindo. Y la sorpresa final es la cuenta: 130$ (6,90€) en total. Un regalo.
Para bajar la comida, nos damos un paseo por el pueblo. Hay enormes contrastes entre casas muy humildes y casas mucho más cuidadas. Pero en general hay un descuido generalizado. Nuestro hotel es la excepción.
Foto de Giada
Y vuelta al hotel.
Foto de Giada
Foto de Giada
La peli de hoy: Little Shop of Horrors… ¡He conseguido que Giada vea un musical!
Hoy vamos al pueblecito de Dos Amates. Queríamos probar una experiencia Workaway (trabajo por alojamiento y comida) en este viaje, aunque fuera por pocos días, y encontramos uno aquí. Al final nos han rechazado nuestra solicitud (no tienen necesidad ahora), pero nos han ofrecido una cabaña por 300$ (15,90€), así que vamos para allá. Nuestro chech-in es a las 14h y estamos cerca, así que nos tomamos la mañana con calma.
Primero nos vamos a desayunar. Un agua de litro de banana, papaya y avena (40$ = 2,12€ c/u) en la Juguería Gael y luego nos vamos por última vez a Antojitos Mariam a por una quesadilla y un café (50$ = 2,65€).
Hemos venido andando, pero, para volver, como empieza a apretar el calor, nos pillamos un moto-taxi por 18$ (1€).
Foto de Giada
Foto de Giada
De vuelta al hotel, pagamos 700$ (37,10€) por dos noches, nos despedimos de Spotty, Mini y otro perrete hay hoy por aquí…
Foto de Giada
…y nos ponemos en camino. Google Maps nos lleva por el trayecto más corto, por las montañas. A ratos es asfaltado, a ratos no y a ratos es terrible.
Atravesamos un puelecito donde están haciendo obras en la “carretera” y me hacen dar un rodeo por un camino de cabras. Sufro mucho siempre por las carreteras de tierra y piedras, porque me he caído demasiadas veces, pero esta vez no puedo permitirme ni una caída si quiero devolver la moto intacta.
Por suerte al final pisamos de nuevo asfalto y es un alivio enorme. Paramos en el primer lugar que nos encontramos para comer algo, el Comedor los 7 Hermanos, en Tebanca, donde nos hacen dos quesadillas y, como nos quedamos con hambre, también 2 huevos fritos cada uno, acompañados de una bebida de manzana y una cerve. 200$ (10,60€) en total, algo carillo.
Seguimos de tirón hasta Dos Amates, que resulta ser un pueblecito de pequeños lotes de terreno casi sin asfaltar y casi sin urbanizar. Sólo hay 2 calles asfaltadas, el resto es tierra. Vamos hasta las Cabañas Ixaya y nos encontramos directamente con la propietaria, Blanca. Su marido Andrés está fuera comprando. Charlamos un rato. Blanca es de Costa Rica y Andrés de Barcelona y llevan 6 años en viviendo en méxico, los últimos 5 en Dos Amates, construyendo todo lo que vemos a nuestro alrededor, en el lote de su propiedad. Lo primero que hicieron fue la cabañita en la que nos quedaremos (300$/noche = 15,90€) y donde estuvieron 6 meses mientras se construían su casa.
Ahora ya tienen la casa, dos cabañas de madera (a punto de terminar otra de piedra)… y dos hijos: Owen (3 años) y Maya (1 año). Definitivamente se han hecho una vida aquí.
Nos dan un plano del pueblo que muestra muy claramente lo que decía de los lotes y la poca urbanización.
Nos instalamos y nos vamos, por recomendación suya, a la Cascada de Dos Amates, que está a 20 minutos andando. Es pequeña, pero muy sorprendente, porque es agua mineral… ¡con burbujas! Esto se debe a que sale aire a presión de la tierra. Y si se prueba el agua, sabe a Vichy.
A la vuelta, hacemos algo de compra para la cena y nos damos una vuelta por el pueblo que realmente son 4 casas. Se mezclan las que se lo han currado y las que se caen a pedazos. Un poco como lo que vimos en Soteapan, pero en una escala mucho menor. Aquí se ve cierto desarrollo turístico que está comenzando.
De vuelta a las cabañas, nos hacemos algo de cena: Ensalada de tomates y patatas cocidas con huevos.
Cena y peli: Spiderhead. Durante la peli empieza a llover y tronar… y de repente nos cae un rayo al ladito. Suena como si hubieran puesto una bomba en el jardín. Qué susto.
Por la noche se puso a diluviar fuerte y me obsesioné con que la pata de cabra de la moto se hundiría en el barro, a pesar de la piedra que puse debajo, y se caería. Al final me levanto a chequear antes de dormir y parece que está bien. Me vuelvo a despertar sobre las 4h. Ha estado diluviando a lo bestia toda la noche y aún sigue, así que voy de nuevo a chequear la moto y sigue en pie. No me mola que se moje tanto, pero ya no hay quien la mueva bajo esta lluvia.
Nos levantamos tarde, sobre las 9h y pico. Yo me ducho y voy a comprar cosas para el desayuno: pan, bollitos y queso. Hago una tortilla de cebolla y la comemos con el pan y el tomate de ayer. Y mucho café, ofcurs.
Foto de Giada
Anoche miramos todas las opciones de visitar por la zona y nos quedamos con la de La Laguna Azul. Lo consultamos con Blanca y nos dice cómo llegar hasta el pueblecito donde se aparca y luego se debe andar como 1 hora. Me dice que sin problema para llegar hasta ahí en moto.
Las reseñas de Google Maps dicen que para ir desde el pueblecito hasta La Laguna Azul, lo normal es pillarse un guía, que te lleva, te da chalecos salvavidas, te espera mientras te das un baño y luego te cobra 300$ (15,90€). Pero a nosotros nos va la aventura, así que miro si hay senderos indicados en el mapa de OpenStreetMaps, pero no hay nada de nada (parece que lo protegen bien para mantener el negocio de los guías). Por suerte, al final encuentro una ruta en Wikiloc.
Vamos para allá. La carretera es buena hasta el desvío, pero el último tramo de 1’5 kms es mortal, lleno de piedras, empinado, y hasta tengo que cruzar un pequeño río donde la moto me resbala, aunque consigo no caerme. Qué susto. Menos mal que por fin llegamos, pero cada vez llevo peor estas carreteras. Voy siempre acojonado.
Rápidamente nos sale al encuentro un tipo al que le pregunto dónde puedo aparcar y me dice que ahí mismo, que es su terreno, que sin problema. Le pregunto si hay que pagar y me dice que no… pero se nota que está esperando a que le pidamos que nos haga de guía.
– ¿Es su primera vez aquí?
– Sí, pero llevamos mapa.
No insiste, pero sigue ahí, a ver si cae algo. No cae. Lo siento por él, pero a Giada y a mí nos gusta la aventura y no hay nada menos aventurero que un guía marcándote el camino.
Empezamos la ruta siguiendo el mapa de Wikiloc, pero nada más salir del pueblo, me equivoco y me meto en un terreno privado con una familia. Les pregunto y la señora de la familia, rápidamente…
– Yo les indico
La veo venir. Nos acompaña como 200 m. hasta que, cuando hay una bajada muy empinada, le digo que no se preocupe, que tenemos mapa, que podemos seguir solos. Dice que OK un poco decepcionada, pero se queda un rato viéndonos alejarnos a ver si cae algo. No cae.
Madre mía, qué bien se lo han montado por aquí, porque no hay nada indicado, y ni en Google Maps ni en Open Street Maps viene sendero alguno. Si no fuera por Wikiloc, sería imposible encontrarlo.
El camino está embarradísimo y poco claro, pero la vegetación selvática es espectacular. De pronto se oye un rugido espantoso que no sabemos muy bien qué es. Yo creo creo que es un mono, pero Giada está acojonada porque dice que es un tigre.
Pasamos la Laguna Escondida (que no lo está tanto, de lo grande que es) y seguimos.
Cuando estamos llegando, vemos unas casetas abandonadas. Parece que en otro tiempo habían montado algo aquí, pero fue abandonado.
Y, por fin, llegamos. La laguna, según el mapa, es grande, pero sólo se puede acceder a ella desde un pequeño rinconcito donde han construido unos peldaños de piedra para acceder. En realidad la laguna es un manantial de agua purísima de un azul espectacular. Y, justo donde estamos, empieza el río que lleva el agua hasta la Laguna Escondida. Cuando llegamos, hay una familia mexicana de 4 miembros con chalecos salvavidas y con una guía que se muestra sorprendida de que sea nuestra primera vez y hayamos venido solos. No debe ser lo habitual, claro.
Obiamente, lo primero es darse un buen baño.
Por fin se va la familia y podemos disfrutar del lugar completamente solos por un buen rato. Más tarde emprendemos la vuelta.
De nuevo acabamos de barro hasta las cejas. Cuando estamos entrando en el pueblecito, no puedo evitar fijarme en una de las primeras cabañas. Deja claro cómo es el tema del tratamiento de los residuos por aquí.
De nuevo voy acojonado por el tramos de 1,5 km que debo hacer, pero al final Giada lo hace a pie y eso lo hace mucho más fácil. No quiero arriesgarme a caerme con ella en la moto.
Apenas salimos a la carretera, empieza a llover. Vamos bastante empapados, pero preferimos seguir. Por suerte enseguida para y el camino está seco. Así que de tirón hasta Dos Amates.
Nos paramos a comprar para la cena: col, zanahorias, ajos, arroz y huevos. Ducha y nos hacemos la cena. Col con zanahorias salteadas y arroz. y dos cerves!
Vemos la mitad (nos vence el sueño) de They Cloned Tyrone y a dormir.
Vuelve a llover, pero esta vez he dejado la moto bajo techo. Esta noche hay miles de mosquitos.
Nos levantamos a las 8h, a pesar de que nos dormimos antes de las 23h. Estamos bien relajados.
Foto de Giada
Desayunamos tortilla (en sentido español) de col con tortillas (en sentido mexicano) y tomate, con la compañía de los muchos gatos del lugar. Hay hasta un gato abrazador.
Le pago a Andrés lo acordado, 600$ (31,80€) por 2 noches, y le pregunto por posibles destinos (aún no nos hemos decidido). En consenso con él pienso que merece la pena visitar la Punta Roca Partida, aunque esté sólo a 1 hora de aquí. Me dice que tiene unos amigos allí, que resultan ser Paciano y Elsa, con los que ya hablé el otro día para un posible workaway que al final no concretamos. Me dice Andres que ofrecen una furgo Westfalia como alojamiento por 170$ (9€) que sería perfecto para nosotros.
Así que me pongo en contacto con Elsa, pero me dicen que la furgo la tienen en el taller (Mecachis). Aún así me insiste en que vayamos (aunque ella no estará), que seguro que nos encuentran algo barato. Pues nada, vamos para allá.
Vamos de tirón directamente a su casa, la Casa Corteza y hablamos con Paciano, que resulta ser bastante menos helpful que Elsa y no nos ofrece alojamiento como esperábamos. Nos recomienda ir a unas cabañas de un tal Jacobo. Cuando llegamos, Jacobo no está y no llegará hasta dentro de 1 hora y pico. Así que, mientras esperamos, nos vamos a un sitio de hamburguesas donde nos tomamos dos hielitos de chocolate.
Allí conocemos a Roberto, un cliente que tiene un restaurante cerca, El Rinconcito Sabroso. Roberto nos dice que le sigamos, que al lado de su restaurante vive una señora que tiene cabañas.
Vamos para allá y conocemos a Doña Angelina Mendoza, que nos dice que la sigamos con la moto. Nos lleva hasta unas cabañas casi a pie de playa. Le pedimos la más barata, que tiene el baño fuera. Nos pide 500$, le regateamos, nos dice 450$, le decimos que 800$ (42,40€) por 2 noches. Trato hecho. El sitio está bastante bien. Un cuarto sencillo pero limpio y con AC.
Nos ponemos el bañador y nos vamos directamente a la playa.
Volvemos y pensamos en ir donde Roberto a comer para agradecerle el contacto, pero Angelina nos dice que es muy caro, que vayamos mejor a la Palapa Estrella, aquí al lado en la playa. Vamos y el sitio tiene mucho encanto. Dos empanadas de camarones y queso y 2 picadillas de queso y frijoles y 3 cervezas por 160$ (8,48€). Tenemos tanta hambre que no hacemos ninguna foto.
Luego nos damos un paseo por la playa y el pueblo que tiene bastante encanto caribeño. Se siente tranquilo, seguro y de buena onda.
Nos damos cuenta de que, aunque estamos llamando a esta zona Roca Partida, ése es el nombre de la punta que hay aquí al lado y que es el sitio turístico. La localidad donde estamos es, en realidad, dos pueblos, uno a cada lado del río. El lado norte, el de nuestra cabaña, es Arroyo de Liza. Y el lado sur, el de Casa Corteza, es Costa de Oro. Caminamos por la playa hasta la desembocadura del río que separa ambos pueblos.
Desde allí, nos metemos hacia el interior. El lugar nos gusta tanto, que hasta fantaseamos con la posibilidad de comprarnos un lote y hacernos una casa aquí.
Pasamos al otro lado del río, a Costa de Oro, donde nos encontramos una especie de iglesia abandonada.
Hacemos una parada para un café y 2 bollitos (50$ = 2,65€)) y charlo con la dueña que me cuenta que el agua del grifo viene de un manantial cercano y que por eso es potable (algo poco habitual en México). El depósito municipal donde se almacena y desde donde se distribuye, se limpia y desinfecta cada mes.
Volvemos hacia Arroyo de Liza, donde podemos apreciar que, efectivamente, es muy pequeñito, al menos en habitantes.
Volvemos a la cabaña y relax. Bueno, primero tenemos que echar a un intruso de la cabaña. Como siempre, sin hacerle daño.
Charlo con la hija de Angelina que me dice que se puede ir a la Playa Escondida de Roca Partida andando y sin pagar. Perfecto para mañana. Ya de noche nos vamos un rato a la playa para ver las estrellas mientras vemos gente cazando cangrejos. Nos tomamos un par de birras y dos volovanes de jaiba (cangrejo), algo muy típico de Veracruz (50$ = 2,65€).
Noche de mosquitos. Nunca en mi vida me habían picado tantas veces. Y si me tapaba para protegerme (no hay mosquitera), moría de calor y me picaban en la cara. Qué pesadilla. Pero nada nos quita la sonrisa.
Buscamos donde desayunar y acabamos en el Rinconcito Sabroso. Café y huevos fritos con frijoles por 160$ (8,48€).
Vamos andando hacia la Punta Roca Partida. Cuando llegamos a la “puerta”, hay un grupo de guías que se nos ofrecen, pero cuando les digo que estamos de paseo, no insisten y nos dejan pasar sin cobrarnos nada. Es una cosa que nos encanta de aquí, que te intentan vender, pero sin insistir demasiado.
Foto de Giada
Vamos dando un agradable paseo hacia la Playa Escondida.
Foto de Giada
Vistas del Faro…
Foto de Giada
Y aquí está la Playa Escondida (no tanto).
Foto de Giada
La playa es muy chula pero bastante comercializada. Dos puestos de comida y bebida ocupando casi todo el espacio. Nos damos un baño…
Foto de Giada
… con tan mala fortuna que ambos acabamos pisando unos erizos. El tipo de uno de los puestos, muy amable, nos da una aguja y unas pinzas para quitarnos las espinas que nos han quedado dentro.
Pasamos la mañana. Para agradecer la ayuda, le compramos un coco (50$ = 2,65€) y una cerve con una bolsa de patatas (60$ = 3,18€).
Foto de Giada
Foto de Giada
Volvemos a nuestra cabaña, siesta y relax. Hace demasiado calor para nada.
A las 4 y pico hay hambre y Giada sugiere un puesto en playa que ha visto esta mañana y que resulta ser todo un acierto. Una ración de empanadas de camarón y una mojarra, con agua de limón, todo por 270$ (14,31€).
Hablamos con Elvira, la dueña, que nos dice que el sitio se llama (no hay ningún cartel) Palapa Brisas del Mar. Tiene 3 hijos de 9 a 14. La mayor la ayuda a servir las mesas.
Paseo por el pueblo y vuelta al “hotel”. Charla, caza de mosquitos y a dormir.
Nos despertamos a las 7h con la tormenta. Uno de los perretes que hay por aquí se nos ha colado en la habitación y se ha escondido debajo de la cama asustado por los truenos. Pobrecillo.
Recogemos y nos vamos a Brisas del Mar a desayunar. Café, quesadilla y batido de leche y plátano, todo por 105$ (5,65€).
Charlamos con Elvira y su hija Melanie (que dice que tengo unos ojos muy bonitos 🥰). Y conocemos también a sus dos loros, Pepe y Lola.
Nos despedimos de Elvira y Melanie, nos despedimos también del mar, que ya no lo veremos más en este viaje (nos metemos tierra adentro, hacia CDMX) y nos ponemos en marcha. Nuestro plan es dormir hoy en Tuxtepec, en nuestro viaje de regreso hacia Ciudad de México. Tuxtepec (oficialmente San Juan Bautista Tuxtepec) no está en Veracruz por muy poquito. Está justo al otro lado de la frontera con Oaxaca, pero lo incluyo en este capítulo, porque sólo estaremos una noche de paso hacia Orizaba, que vuelve a estar en Veracruz. Tuxtepec está a 190 kms de aquí, por lo que el viaje será largo.
Primera parada cuando llegamos a la “carretera principal” para echar gasofa (22,48$ = 1,19€ el litro). A partir de ahí comienza el infierno. La supuesta carretera principal es un carretera de mierda llena de agujeros con algunos tramos que directamente se han venido abajo y hay que sortear como buenamente se puede. Ahora entiendo por qué Google Maps me daba más de 4 horas para un trayecto de 190kms.
Cuando llevamos 2 horas de tirón, hacemos una parada para comer en la Refresquería El Tamarindo. Mucha agua con limón y dos arroces con huevos por 120$ (6,36€). Se puede ver lo cansados que estamos ya.
Seguimos. A ratos vamos bien, a ratos fatal. Conducir así es cansadísimo. Cuando pasamos por el pueblecito de Linda Vista, estoy que no puedo más y vemos que aún nos queda una hora, así que hacemos una parada en el Comedor El Buen Sazón para pedir 2 aguas de tamarindo (40$ = 2,12€).
Último trozo. Estamos muertecitos. Cuando llegamos a Tuxtepec, nos llevamos la sorpresa de que es una ciudad un poco al estilo de Tuxtla, con mucho tráfico, mucho agobio y sin aparente centro histórico.
Pasamos por el Hotel María de Lourdes pero es más caro de lo que esperaba: 480$ (25,44€). Buscamos otro sitio y vamos al Hotel Hostal Aldy donde nos la dejan a 400$ (21,20€) con AC. Aceptamos, nos instalamos… y vemos que el AC no enfría y no nos quieren dejar el mando. Después de mucha discusión y mucha espera, el AC parece que empieza a enfriar algo y nos dejan el mando dejando un depósito. La habitación está bien, limpia y cómoda, aunque tengo la sensación de que nos hemos equivocado viniendo a esta ciudad, pero ya está hecho.
Cuando deja de llover, salimos a buscar una lavandería, pero ya es muy tarde y están todas cerradas, así que damos un paseo hasta el centro.
Foto de Giada
Vamos al Café Bistró donde nos tomamos un jugo, un pastel y un capuchino por 295$ (15,63€). Al salir para volver, Giada empieza a sentirse muy mal, con un ataque de diarrea. Llegamos al hotel por los pelos. 💩😅
Giada lleva despierta desde las 5h. Yo me despierto poco antes de las 8h. Parece que está mejor. Salimos a desayunar. Compramos unos dulces y encontramos un puesto callejero de licuados. Cuando le digo si me puede hacer un “agua de fruta”, me dice que solo hay de melón. Giada me hace ver que también hay plátanos y yo le pregunto si tiene papaya y me dice que sí. Entonces le pido un batido de papaya, banana y avena con agua y me dice que vale. Es un buen ejemplo de cómo funciona aquí el tema de la comida. Si pides algo que esté fuera de los menús establecidos, se pierden. Si les dices si tienen algo sin carne, te dicen que no tienen nada. Pero si les pides arroz, con huevos y frijoles… entonces sí. Es algo cultural, esa dificultad para ver otras opciones. Nos cobra 80$ (4,24€) incluyendo un café.
Volvemos al hotel, recogemos y nos ponemos en marcha. Vamos por carretera de peaje, porque si no es larguísimo y no queremos repetir la experiencia de ayer. El primer peaje es nada más salir del pueblo (13$ = 0,69€), justo para pasar la frontera de vuelta a Veracruz. Después viene una recta infinita entre Gral. Miguel Alemán y Tierra Blanca. 40 kms de carretera recta en bastante pésimas condiciones a pesar de ser carretera de pago.
Primera parada a los 65 kms en el Yam-Bo de El Amate, donde nos pedimos dos aguas de maracuyá, un arroz, unas patatas y un guacamole por 205$ (10,86€).
Seguimos. Siguiente parada a unos 125kms en una gasolinera para gasofa (22.59$ = 1,20€ litro) y un café (30$ = 1,60€).
Salimos de la gasolinera, pasamos la última caseta de peaje (64$ = 3,40€) y hacemos el último tirón pero esta vez por una carretera en condiciones. Puedo ponerme a 70kms/h (todo un record por aquí), aunque con ojo, que aún hay agujeros. Llegamos a Orizaba cuando empieza a chispear. Por los pelos. Vamos directamente al Hostel Base Camp Mexico, que es el que hemos acordado previamente, pero nos lo encontramos cerrado.
Nos hacen esperar más de una hora (México Time)…
…hasta que por fin llegan Fernando y María, los dueños. Vemos que el hostel es en realidad su casa. Ellos usan un habitación y en las otras tres han puesto literas, y la cocina compartida es la suya. Son encantadores y el hostel está muy acogedor.
Salimos a dar una vuelta y descubrimos que Orizaba es una pasada. El Río Orizaba cruza el pueblo de norte a sur, y han convertido sus márgenes en un precioso paseo lleno de arte, naturaleza… y ¡animales! Gran parte del paseo es como un inmenso zoo creado con animales rescatados de circos y similares. Y todo gratis.
Foto de Giada
Foto de Giada
Foto de Giada
Dejamos finalmente el río y nos vamos hacia el centro, pasando por la Rectoría de San Antonio de Padua.
Hacemos una paradita en la Pastelería Agua de Oro, donde nos quedamos fascinados con las abejas que han descubierto que les gusta más los dulces que las flores.
El Parque Castillo (la plaza de la Catedral) con la Catedral de Orizaba (San Miguel Arcángel) al fondo…
Un paseo por las Galerías Orizaba, la calle comercial…
Foto de Giada
Vamos al mercado a comprar para cocinarnos la cena. Todo tiene un encanto especial y en el mercado hay de todo lo que puedas necesitar. Muy contentos de estar aquí, la verdad.
Vuelta al hostel y nos hacemos una ensalada y unas verduras cocidas.
Noche de relax. Hacemos una lavadora, aprovechando que la tienen. Solo piden una colaboración para el jabón.
En una de las paredes se puede ver el cariño y agradecimiento que despierta este lugar.
Me despierto a las 6h30 y me subo a la azotea a hacer mi sesión de yoga. No lo hacía desde Puebla, hace prácticamente un mes. Se nota bastante la falta de práctica.
Desayunamos el yogurt que encontramos ayer en una tienda (Orizaba es el lugar mejor provisto de todo tipo de productos, después de CDMX), con mango y banana, y café con los bollitos que también compramos ayer.
Hoy, por recomendación de Fernando, queremos visitar los 500 escalones, que es un paseo (más bien una escalera) que lleva hasta un manantial llamado Los Sifones, donde nos podemos dar un baño.
En apenas 10 minutos llegamos con la moto a la puerta de los 500 Escalones.
Foto de Giada
Y comenzamos a bajar escalones…
Cruzamos el Arroyo de los Aguacates, que en el mapa parece un afluente del Rio Manzinga.
Por el camino tenemos un encuentro de los que le gustan a Giada.
Foto de Giada
Foto de Giada
Poco después nos encontramos con la Planta Hidroeléctrica Santa Gertrudis.
Y media hora después llegamos a la entrada de Los Sifones donde nos cobran una idem de 15$ (0,80€) c/u.
El lugar es un pequeño oasis (esta ciudad lo tiene todo). Agua cristalina de manantial. Nos damos un buen baño y pasamos la mañana.
Foto de Giada
Al final de la mañana emprendemos el camino de vuelta, o sea, subir los 500 escalones, pero nos lo tomamos con humor…
Vídeo de Giada
Vídeo de Giada
Volvemos al hostel donde nos hacemos un almuerzo a base de pan, tomate, guacamole, y huevos.
Salimos a dar un último paseo por el río…
…pero nos cae la del pulpo, así que vuelta al hostel a todo correr. Por el camino, compramos algo de verduras para hacer una crema con los 3 chayotes que robamos esta mañana de una enorme plantación (3 menos no se notan).
Nos hacemos un experimento de crema de chayote, calabacín, patata, zanahoria y cebolla… y sale buenísima. Lo único es que no sé si el chayote es diurético, porque nos pasamos la noche haciendo pis…
Conclusiones y Planes
Nos ha encantado y sorprendido Veracruz. Un estado de México algo menos conocido, pero lleno de contrastes y superinteresante.
Nuestro plan era ir mañana a Puebla como última etapa antes de regresar a Ciudad de México, pero, después de hablarlo con Fernando, decidimos ir mejor a Atlixco, ya que tiene mejor pinta, está más o menos a la misma distancia y no lo conocemos. Vemos un hotel OYO con buena pinta y no demasiado caro si se reserva por booking (curiosamente por su web es más caro, algo que nunca entenderé), así que ya está decidido, mañana dejamos Veracruz y hacemos una breve etapa en el estado de Puebla. Pero eso será…
…¡en el próximo capítulo!


























































































































































































0 Comments