21-24 julio 2023
2.776 días viajando…
4 días en Oaxaca (México)…
Últimas horas en Acatlán de Osorio (Puebla). Salimos a desayunar. Después de dar una vuelta y ver que todo está cerrado, terminamos desayunando en el Mercado de Acatlán, concretamente en la Fonda Mirella. Nos pedimos huevos estrellados, café de olla y un panecillo dulce (135$ = 7,15€ los dos).
Foto de Giada
Volvemos al hotel y nos preparamos para el viaje. Salimos a las 9h40. El camino es fácil y agradable, con mucha naturaleza. Así da gusto.
Primera parada para un café de olla y un panecillo (25$ = 1,32€ total) en una cafetería muy local.
Segunda parada para gasofa en una gasolinera Pemex bastante cara (25,30$/litro = 1,39€).
Tercera parada para café y quesadilla en un merendero muy auténtico que está en la misma carretera (60$ = 3,18€ total).
Seguimos avanzando, pero el tiempo se complica. Empieza a chispear y del chispeo pasa al diluvio universal en cuestión de segundos. Por suerte es justo cuando pasamos al lado del Comedor Azburi Mart, una tienda donde dan comidas y que tiene un toldo providencial donde nos podemos refugiar.
Nos tomamos un guacamole (picantisimo) con tortillas (35$ = 1,85€) mientras esperamos a que pase. Estamos justo delante del Ex convento y Museo de Yanhuitlán.
Cuando parece que ha pasado la lluvia, nos ponemos en camino pero con mucho miedito de que vuelva. Hay momentos en que parece que va a pillarnos un chaparrón, pero lo vamos sorteando.
De repente veo que llegamos a un peaje. Ups, me he liado con Google Maps y he acabado en la autopista de peaje, justo lo que trato siempre de evitar. Por suerte no es demasiado cara (50$ = 2,65€). Al menos así llegamos más rápido a Oaxaca.
Nos paramos en la entrada, en un banco, y nos sentamos a buscar opciones de alojamiento. Esta ciudad parece muy grande y caótica. No conseguimos alojamiento libre en ninguna de las opciones chulas que teníamos pendientes desde ayer. Al final vemos que nuestra única opción es un hotel cutrecillo en las afueras, el Lirio’s Casa Diamante.
Cuando llegamos, Mario, el dueño se sorprende, porque todas sus reservas las gestiona a través de AirBnB y nosotros hemos venido directamente sin reservar para evitar las comisiones y demás. De milagro tiene una habitación libre que se ponen a limpiar a todo correr (vaya peste a desinfectante nos deja). Nos la cobra a 500$ (26,50€), mucho más de lo que queremos gastar por noche, pero estamos cansados de buscar y vemos no hay más opciones. Por una noche ya nos vale. Además, Giada no se siente nada bien, tiene calambres en el nervio vago. Salgo a comprar algo para hacer una ensalada para cenar. Estamos justo en la esquina de un colegio.
Cenamos y paso el resto de la tarde buscando opciones más chulas de alojamiento por aquí. Nuestra mejor opción parece que va a tener que ser un workaway o un couchsurfing, porque vienen lluvias fuertes y vamos a tener que parar unos días por aquí. Además, Giada se ha estado sintiendo mal todo el dia y nos conviene descansar.
Nos levantamos antes de las 7h, como de costumbre. Al menos hemos dormido bien. Salimos a pasear por el centro y buscar desayuno.
Foto de Giada
Foto de Giada
El centro es demasiado turistico y no encontramos nada que nos guste para desayunar. Al final, como siempre, nos salva el mercado, que es siempre lo más local y auténtico. En este caso es el Mercado IV Centenario. Pedimos quesadilla, memelita y 2 cafes (85$ = 4,50€ los dos) + un jugo de litro de naranja, manzana y zanahoria (50$ = 2,65€).
Nos damos otro paseo por el centro. Pasamos por el Templo de la Compañía de Jesús.
El Making Off…
…y las fotos.
Foto de Giada
Foto de Giada
Nos sentamos en la Plaza del Zócalo a buscar opciones de alojamiento.
Foto de Giada
Foto de Giada
Pero nada. No encontramos nada de nada. Se nos está resistiendo esta vez lo del alojamiento en Oaxaca.
Volvemos al hotel, recogemos y nos despedimos. Hemos rentado sólo por una noche porque es demasiado caro. Nos hubiera gustado estan un poco más, pero al ser una ciudad grande y turística, los precios son prohibitivos para nosotros.
Nos ponemos en marcha a las 12h en dirección Tehuantepec, que hemos decidido que sea nuestra próxima etapa. La otra posibilidad era ir hacia sur, hacia Puerto Ángel, a la playa, pero eso suponía cruzar San José del Pacífico a unos 2.760m de altitud y me parece demasiado alto y frío para ir con la moto, la verdad.
Despues de una hora de carretera no muy interesante, propongo asomarnos a Mitla (los mexicanos son únicos combinando la T y la L), una pequeña población que hay tomando un pequeño desvío, porque veo que amenaza lluvia. En realidad, como es habitual, el nombre del pueblo no es tan simple. En este caso se llama San Pablo Villa de Mitla.
Al poco de entrar nos encontramos esto:
Foto de Giada
Igual es una buena opción quedarnos por aquí. Preguntamos y una señora nos dice que están al completo pero que nos puede preparar un local que tiene ahi mismo. Por lo que vemos desde fuera, el local está en ruinas, sin cristales en las ventanas y llenísimo de mierda. Le pregunto que cuántonos cobra por 1 o 2 noches y me dice que 800$ (42,40€) la noche 😳😳😳. ¡Mas caro que un hotel!
Nos ha visto pinta de turistas desesperados.
Seguimos buscando. Pregunto en un par de hoteles, uno a 1.200$ (53€) y el otro está lleno. Veo en Google Maps que hay una casa de huespedes llamada Camino Real. Pero cuando vamos allá, no la encuentro por ninguna parte. Una senorita de una tienda de esa calle nos pregunta qué buscamos. Al explicarle que buscamos un alojamiento, rápidamente se ofrece a acondicionarnos el local de al lado de su tienda. Pregunto el precio temiendo lo peor y, sorpresa, 200$ (10,60€) por dos noches. Aceptamos encantados, claro. Vicky, que así se llama la señora, es encantadora, se ve que lleva ella sola el peso de toda la familia. En el mismo complejo viven sus padres, sus hermanos, tiene admás 3 cuartos rentados, etc…
Dejamos nuestras cosas y la dejamos preparando el cuarto mientras nos vamos al centro de MItla a comer. Como sigue amenazando lluvia, vamos directamente al Mercado de Abastos. Todos los puestos nos recitan a voces el menu intentando captarnos. Vemos un puesto sin clientes y con unas verduras cocidas. Elegimos ese, porsupu, y pedimos dos platos de arroz con verduras hervidas, dos chiles (pimientos) rellenos de queso (rebozados con huevo) y dos aguas de naranja. Muy rico todo, pero nos pide 280$ (14,84€). Le digo, con amabilidad, que eso es precio de turista (ya nos conocemos los precios normales de por aquí) y al final nos lo deja en 250$ (13,25€) que sigue siendo mucho, pero en fin…. Lección aprendida. Hay que ir donde hay más clientes, porque así no te pueden decir precios disparatados delante de los demás.
Un breve paseo por el centro…
Foto de Giada
…y vuelta a casa de Vicky. Nos ha apañado bien el cuarto. Es grandísimo, pero vacio. Sin ventanas, con sólo una puerta que da al patio común. El baño está fuera, pero está limpio. No hay toallas ni sábanas, solo una manta sobre el colchón (es bastante típico de aquí lo de no usar sábanas). Le pedimos una sábana para el colchón… y nos trae otra manta. 😅
Las vistas desde la puerta…
Ya por la noche nos vamos a la Plaza Municipal, donde hay una actuación folclórica con cantantes y una especie de representación tribal. Yo me pillo una cerve en el Oxxo, y un esquites y un plátano frito con queso y mayonesa en un puesto de la plaza. Giada prefiere no comer para ver si se le pasan los retortijones.
Como la habitación no tiene ventanas, es difícil despertarse sin luz. Nos hemos levantado a las 7:30, más bien tarde para nuestros horarios. Mientras Giada se ducha, charlo un rato con Alejandro, un familiar de vicky que se ha venido a vivir aquí hace un par de semanas. Pobre Vicky, da la impresión de que se tiene que hacer cargo de todos.
Salimos poco después de las 9h. Nuestra calle esta así de traquila.
Foto de Giada
Para ir al centro, tenemos que cruzar este puente. Espero no haber engordado demasiado.
Nos vamos a desayunar, cómo no, al mercado, donde nos encontramos de nuevo a Alejandro y su hermana, que nos indican el mejor puesto para desayunar. Nos pillamos unas quesadillas y cafe (130$ = 6,89€ los dos). Parece que Mitla es especialmente caro.
Foto de Giada
Vamos al Mercado de Artesanías pero está bastante muerto. Miramos cosas para visitar por aquí y decidimos ir a Hierve el Agua, una serie de casacadas petrificadas. Pillamos la moto y nos vamos para allá. Google Maps me indica una ruta bastante larga, de unos 50 min, dando un enorme rodeo tomando la autopista.
Cuando llegamos al acceso de la autopista, nos encontramos con la sorpresa de que lo han cerrado. Nos obligan a ir por la carretera directa, probablemente para que tengamos que pagar el acceso. Efectivamente pasamos por un control con un cartel que dice que se debe pagar 15$ (0,80€) por persona para ir hacia Hierve el Agua. Curiosamente, cuando nos paramos, el guarda nos dice “buena suerte” y nos deja pasar sin hacernos pagar. Uy, qué mosqueo.
De repente desaparece el asfalto y cruzamos sobre una pista de tierra una aldea muy humilde llamada Xaagá. Poco después de la aldea, el camino empeora notablemente y empieza a subir en zigzag, con una pendiente muy fuerte y el suelo lleno de piedras. Me cuesta mantener la moto estable. Qué acojone. Veo que aún queda media hora de subida y da la impresión, por lo que se ve en el mapa, que el camino cruza toda la montaña. No lo veo nada claro, así que decidimos dar media vuelta (ahora entiendo el “buena suerte” cuando nos vio con la moto). Y menos mal que volvemos, porque justo cuando estamos pasando de nuevo por Xaagá, cae el Diluvio Universal. Nos refugiamos en el primer lugar que pillamos y esperamos que pase.
Cuando por fin para, volemos a Mitla. Cuando estamos cerca, oigo música en el pueblo. Preguntamos a Vicky y nos dice que es La Guelaguetza (“cooperar” en azteca), una celebración anual, la más importante de Oaxaca, donde todas las delegaciones del estado muestran sus distintas tradiciones y costumbres. En el caso de Mitla, tiene lugar en la zona del Mercado de Artesanías. Vamos para allá. Por el camino pasamos frente a esta triste estampa de explotación animal, aunque ésta es la realidad de por aquí.
Cuando llegamos, nos encontramos un ambientazo de bailes regionales y ofrendas. Pasamos toda la mañana. Nos pillamos unos pistachos por 50$ (2,65€) para matar el gusanillo.
Aquí va un video-resumen de la jornada.
Es curioso el universo, porque nos pone muy difícil ir a Hierve el Agua, pero justo para que podamos ver esto que es mucho mas auténtico.
De vuelta a “casa”, compramos unos tomates, una cebolla, maiz y frijoles cocinados y 3 panecillos, y le pedimos a Vicky un recipiente para hacernos una mega ensalada que está de muerte.
Resto del dia de relax y peli.
Nos levantamos a las 7h15. Nos lavamos y recojemos todo. Nos despedimos de Vicky agradeciéndole infinitamente su amabilidad y hospitalidad y le pagamos los 200$ acordados. Y… ¡En marcha!
Parada en la gasolinera Pemex a la salida de MItla para gasofa. Seguimos. El paisaje es todo naturaleza, muy chulo.
Paramos a los 10kms para desayunar, que ya toca. Elegimos el Comedor Jessy, en Santiago Matatlán. Nos pedimos una tlayudas (me fascina lo de la “TL”) sin carne y café (185$ = 9,80€). Siguen cobrándome muy caro.
Seguimos con la marcha. Volvemos a parar a a los 80 kms para café en un puesto del camino (25$ = 1,32€).
Según vamos bajando hacia el mar, va haciendo más calor. Parada a los 160 kms para comer en el Comedor Doris. Nos hacen un arroz con fríjoles, torta de huevo y aguacate, con muchas tortillas.
Le pillo a Giada haciendo la foto…
…y resulta que me la está haciendo a mí!
Foto de Giada
Todo muy rico y muy auténtico, pero me cobra 200$ (10,60€). Me sigue pareciendo muy caro para los precios que hemos visto hasta ahora. Tengamos en cuenta que el sueldo diario aquí ronda los 250$.
Último tirón con un calor de muerte. Terminan las infinitas curvas de montaña y llegamos al llano con un aire que quema.
Como alojamiento, esta vez hemos conseguido un Couchsurfing. Luis nos ofrece la casa de su mamá en Tehuantepec. Lo curioso es que Luis no está, así que nos deja en manos de Rocío, su mamá. No sé yo qué tal llevaría que un hijo mío ofreciera mi casa en couchsurfing cuando él no está para que me haga yo cargo. En fin…
Vamos directamente a la tienda de Elektra, que es donde hemos quedado con Rocío.
Después de media hora de espera (¡viva México!), llega la señora. No parece excesivamente cordial, la verdad. Nos lleva a su casa. Nos avisa que meter la moto en su driveway será complicado porque tiene un coche ya aparcado. Efectivamente hay poquísimo espacio y, encima, es en pendiente, pero ni loco la dejo en la calle por la noche. Nos cuesta sudores y mucha fuerza y destreza de los tres, pero la conseguimos meter. Cualquiera sale ahora.
Nos ofrece una habitación que es de todo menos acogedora. Incluso el ventilador del techo no se puede usar por motivos obvios 🤦♂️.
Todo está bastante sucio y ni siquiera hay agua en la ducha. No se esfuerza mucho por hacernos sentir como en casa, la verdad. Supongo que no le entusiasma mucho que su hijo Luis le traiga invitados casi sin avisar. Al menos las vistas no están mal…
Descansamos un poco y esperamos a que baje un poco el calor. Sobre las 17h salimos a buscar una lavandería, porque tras 12 días, ya toca.
Encontramos en Google Maps la Lavandería Super Espuma, al otro lado del Río Tehuantepec, por lo que debemos cruzar el recientemente construido paso peatonal pegado al Puente de Tehuantepec.
Foto de Giada
En Súper Espuma dejamos 3kgs de ropa por 84$ (4,45€) para recoger mañana. Hemos decidido que sólo nos quedamos una noche (no tiene mucho sentido quedarse más donde no te sientes bien acogido), pero tendremos que esperar hasta las 10h de la mañana a que la ropa esté lista.
Nos damos un paseo por el centro, no muy interesante…
…nos compramos 2 esquites (50$ = 2,65€ c/u), nos los comemos en la Plaza Municipal y vuelta a la casa.
Charlamos un rato con Rocío que parece que se siente mal por no haber sido más social y se esfuerza por estar un rato con nosotros. Tiene a un hombre contratado de 7h a 17h para convertir la casa en un pequeño hostal. Se la ve realmente muy cansada. Es dura la vida en México.
Cuando se va a su apartamento, nos quedamos un rato bajo las estrellas. Mi plan era tirar mañana hacia Tuxtla, en Chiapas, pero Giada quiere ver el Pacífico, claro, así que busco alojamiento en Salina Cruz (Oaxaca), que está aquí a la lado. Aunque es un poco turístico, al menos podríamos visitar la playa. Pero al poco de mirar, me doy cuenta de que es demasiado turístico y no mola, y tampoco encuentro nada a un precio decente.
En cambio, he encontrado un sitio en Chiapas, Puerto Arista, muy pequeñito y poco turístico y con alojamientos razonables, así que mañana… ¡nos vamos a Chiapas!
Nos bañamos en el patio, al abierto, con el agua de un pilon, porque es la única posibilidad… y a dormir.
Así que el próximo capítulo, efectivamente, será…
…¡Chiapas!
0 Comments