18 enero 2016
32 días viajando…
28 días en Tasmania…
Hace un mes estaba cruzando el planeta.
Anoche me acosté con algo de ansiedad. Me puse una meditación, pero seguí algo alterado, incluso llegué a ver como un gran terremoto. Luego ya me tranquilicé y me pude dormir.
Soñé que me intentaban vender una lavadora especialmente barata. Y era barata porque estaba en fase de experimentación. Consistía en que una vez que metías la ropa, un brazo mecánico la sacaba, la metía en una especie de laguna y ahí un tiburón entrenado para ello lavaba la ropa debajo del agua. Yo planteaba mi única duda… “¿Qué sentido tiene entonces la lavadora? Basta con echar la ropa directamente al agua”
No suelo recordar mis sueños, pero cuando son de una lógica tan aplastante… pues ahí se quedan.
Hago mis saludos al sol y me pongo en movimiento. Sarah se ha levantado durante mi Yoga y ya está descargando el coche y organizando las cosas. Ha pasado por el huerto y viene feliz con la cosecha de tomates.
Como la veo liada y sin desayunar, le ofrezco hacerle un café y un desayuno. Acepta con ojos de “yesssss, plissss”.
Le encantan mis Spanish omelettes.
Probamos a conectar el router, para lo que necesitaba su clave de PPP… y funciona!! Ya tenemos conexión todos a la vez. ¡Un lujo!
También consigo hacer funcionar su disco duro, cuya caja externa se había estropeado.
Recojo mi ropa del tendedero y la guardo. Qué bueno tener toda la ropa limpia de nuevo.
Sarah me pide que limpie el coche, que viene hecho una pena del camping del finde. Le paso la aspiradora, lo limpio por dentro… y por fuera uso la manguera. Aquí se apunta Ella, que ve que es algo divertido, así que mientras ella/Ella le da con la manguera, yo le doy con la esponja. ¡Buen equipo!
Nos queda estupendo.
Para comer me hago mi habitual arroz/quinoa/lentejas. Estoy probando las especias de Sarah y esta vez pruebo con una que pone Chaat Masala. Vale, ahora ya sé que es picante… arf… arf…
Me tomo un café y un respiro, y me pongo, por iniciativa propia, a arreglar el desastre del cobertizo. Amontono todo el cemento que sacó Max, e igualo un poco el terreno.
Sarah y los niños se van al último concierto del MOFO, Mona’s Festival of Music and Art, así que me vuelvo a quedar solo.
Bajo al huerto a ver que todo está en orden y dar de comer un poco de grano a las gallinas… que me siguen ya como perritos.
Y aprovecho para coger algunas hojas y montarme una ensalada de las mías.
Además me apaño una sopita rápida con un caldito de verduras sin quimicos y sólo ingredientes orgánicos…
…miso, un huevo y tallarines de arroz.
Muy apañado.
Algo más tarde Sarah & Family llegan del concierto. Vienen entusiasmados. La cantante era Kate Miller, una especie de cantautora cachonda de Melbourne con formación lírica. Me enseñan alguno de sus vídeos… y no tiene desperdicio.
Shio y yo ya tenemos organizado todo el viaje, con 3 couchsurfings diferentes que nos acogen y todas las fechas cerradas… y ahora en Hertz me dicen que para alquilar el coche, que ya tengo reservado, no me basta con el Carnet Internacional de Conducir, que debo llevar también el español. Y ése me lo dejé en España. Estoy tratando de convencerles de que les valga una copia. A ver si hay suerte. Sería una pena tener que cancelar el viaje… ¡y salimos pasado mañana!
Hoy me han invitado a asistir a los Spanish Tuesday, una quedada que hacen todos los martes en Hobart a través de Couchsurfing para practicar español. Así que iré mañana a sociabilizar y descansar un poco de tanto inglés. Puede estar divertido. Me ha invitado Denisse, una ecuatoriana que normalmente vive en Perth, pero que está pasando una temporada en Tasmania. Mañana la conoceré.
Ayer hablaba de la Naturaleza y justo ayer mi amiga Mercedes me comentaba que había visto Avatar y que le había encantado. Llevo tiempo pensando que el mundo real es una especie de mezcla entre Avatar y Matrix, pero sin la parte “americanada”, que entiendo que es algo que añaden para poder vender más fácilmente el mensaje subyacente.
Pero si lo pienso bien, lo que llamamos “americanada” al final siempre consiste en lo mismo, en que haya un malo muy malo-malísimo, para que así pueda haber un héroe que acabe con él. Pero en realidad lo que estamos haciendo es buscar justificaciones a nuestra necesidad de violencia. Todos deseamos encontrar un malo-malísimo al que poder atizar de una forma justificada. Las películas, de esa manera, nos lanzan el mensaje de que la violencia no sólo está justificada, sino que incluso mola mucho, si va dirigida contra “los malos”. Pero claro… ¿nos erigimos nosotros en jueces para decidir quien es malo?.
Hoy leí en Facebook una frase muy acertada.
¿Realmente nos atrevemos a decidir quien es el malo? Así es como se hacen las guerras, convenciendo a los ciudadanos de que el otro bando son “los malos” y que matarlos es algo bueno y heroico.
Y no hay que irse al pasado para encontrar eso. Basta con mirar un poco a nuestro alrededor.
Pero la gran pregunta es… ¿se consigue más con la violencia o con el amor?
Haz la prueba.
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