17 – 28 junio 2017

559 días viajando…
30 días en Kep…

Pues por aquí sigo, por esta pequeña región del sur costero de Camboya llamada Kep, haciendo housesittingen casa de Sara, es decir, cuidando de su casa y sus animales.

Y justo estoy en el ecuador de mi estancia, terminando el mes de junio. Me quedaré por aquí hasta finales de Julio que es cuando vuelve ella.

Como la estancia es larga, me lo tomo con calma y me voy haciendo mis rutinas. Es curioso esto de hacerse rutinas temporales y cambiarlas cada vez que cambio de lugar.

Aquí mi rutina empieza por la mañana cuando me levanto (sobre las 7… intento). Lo primero que hago es tomarme en ayunas un preparado hecho cociendo en jugo de mandarinas y limón: jengibre, cúrcuma, pimienta, ajo y canela. Me lo enseñó Sophie y es de lo más recomendable para empezar el día (y está bueno!). 

Después me hago mi media hora de yoga (estiramientos, saludos al sol con algún añadido, relajación y meditación). Lo siguiente es una ducha y luego me hago un licuado de frutas… (y es que Sara tiene una licuadora!). Normalmente me lo hago de mandarina y zanahoria que es lo más barato que consigo por aquí (y lo más sano) con un trocito de jengibre. También le añado manzanas del árbol del jardín, aunque ya está acabando la temporada. Y luego lo bato todo con un mango de los que cojo también del jardín. Aunque a partir de ahora le podré poner también…

Y es que Saron, la chica local que limpia la casa, hoy me ha dicho que ya estaban listos y que se podían cortar.

Y lo siguiente es darle un paseo a los perretes, Pancho y Moli. Es gracioso, porque ya se han aprendido mi rutina. Se sientan a mi lado mientras hago yoga, me esperan mientras me ducho, me miran como me hago el zumo… y a partir de ese momento se ponen muy nerviosos, porque saben que viene el paseo. 

Aprovecho estos paseos para fotografiar los alrededores, como el camino que lleva hasta la playa…

Justo cuando se llega a la playa, hay un cartel que anima a mantener la ciudad limpia… aunque yo diría que hay una errata, ¿no? 😉

La playa, aunque es temporada baja, sigue estando bastante concurrida los findes.

Desde allí puedo ir hacia la izquierda hasta la White Lady Statue de Kep, donde todo el mundo está haciéndose selfies…

…o hacia la derecha, hacia el Crab Market, que está a unos 20 minutos andando.

Pasando por el mirador de Kep Beach…

…que es justo la zona de los monos.

Y desde allí se sigue la costa hasta el Crab Market…

…donde finalmente llegamos.

Y a veces, en el paseo de la tarde, me voy en dirección contraria, hacia el Sailing Club, aprovechando su Happy Hour de 15 a 17h, con cócteles a mitad de precio (2,5 USD) viendo los atardeceres.

Dentro de mis rutinas diarias, he introducido acabar mis paseos de la mañana en el L’Epi d’Or, para tomarme un café y leer un rato. La chica que me atiende todas las mañanas se llama Yui y está encantada con los perros.

Y no sólo ella, también la mayoría de los clientes.

Casi todos los clientes son extranjeros (no es un comercio local. Es más para turistas). Lo interesante es que la inmensa mayoría de extranjeros que viven o visitan Camboya son franceses, probablemente porque Camboya fue una colonia francesa en el pasado (como pasaba en Bali con los holandeses). Y lo curioso es que puedes sentir que para muchos de ellos, viendo su actitud… sigue siéndolo.

Pancho y Moli se portan maravillosamente y se dejan querer.

Es muy frecuentes que los monjes budistas pasen por aquí cada mañana repartiendo bendiciones entre los trabajadores de los comercios. Lo curioso de aquí es que, lo que reciben a cambio es, en muchos casos, dinero, cuando lo más normal en otros países como Laos, es que les dieran comida. Me sorprende ver a los monjes budistas manejando dinero (es un decir, ni siquiera lo tocan, llevan una bolsa para que lo echen allí).

Por cierto, Moli sigue en modo cazadora y trayéndome presas a casa. Esta vez le ha tocado a una pobre ardilla. Respeto su naturaleza cazadora, pero aunque agradezco su generosidad… que deje de traerme presas a casa!!!

Y Pancho está cada vez más envalentonado. Antes se asustaba cada vez que nos cruzábamos con un perro callejero, pero ahora… los ahuyenta!

La otra inquilina de la casa es Miu, qye ya va cogiendo más confianza, aunque le cuesta… no por mí, sino por Moli. No se llevan nada bien. Moli quiere jugar a cazarla como hace con Pancho y, claro, eso a Miu le hace poca gracia. Así que nunca está donde está Moli (que suele estar conmigo) y cada vez que la ve la bufa de mala manera.

Pero en los últimos días se ha relajado y se viene conmigo aunque Moli esté cerca.

Tengo la idea de ir a Kampot y visitar su Parque Nacional, pero la moto que me dejó Sara está dando problemas. Cada 2×3 no arranca y me la tengo que llevar a arreglar. Primero probé con el “taller” que tengo al lado de la casa…

…pero no supieron arreglarla, así que me la llevé al que está a 15 minutos andando (arrastrando la moto… arf!). Lo lleva un chavalillo muy gracioso que casi no habla inglés, pero nos entendemos.

Me la consigue arrancar, pero al día siguiente vuelve a ocurrir. Después de llevársela 3 o 4 veces, la damos por muerta. 

Lo hablo con Sara y está de acuerdo en comprar otra, así que lo anuncio en un grupo de Facebook de la zona y al poco me escribe Gil, que da la casualidad de que conoce a Sara, porque es el dueño de una escuela canina donde normalmente deja a los perros cuando tiene que marcharse por pocos días. Gil me ofrece una moto que tiene muy buena pinta por $300. Me la va a traer para que le eche un vistazo y lleguemos a un acuerdo.

Cambiando de tema. Hace un par de semanas me di cuenta de repente que tenía dos marcas raras, una en cada brazo.

Parecen quemaduras o rozaduras, pero no duelen ni molestan. Ni siquiera cambian al tacto. Luego pensé que me había manchado con algo y que se iría al poco, pero en dos semanas siguen ahí. Muy raro. Empiezo a pensar que tengo estigmas… :-p

Ah, y por fin he conocido a Jesús, el dueño del único restaurante español de la zona, recién inaugurado, el XIII. Nos encontramos en L’Epi d’Or y me reconoció él por los perros (conoce a Sara). Días después me pasé por su restaurante para verlo y saludarle, y nos tomamos una cerveza. Por ahora sólo abre cuando tiene reservas. Jesús dejó España con 20 y pocos años y desde entonces ha vivido en varios sitios, pero sobre todo en Tailandia. Pero para establecerse y abrir un garito (como dice él) ha preferido Camboya, por ser más asequible y auténtico.

Esa misma noche quedamos para cenar una pizza en el Italian Corner, pero lo pillamos cerrando. Pero al menoshe podido conocer a su dueño, Alberto, un italiano casado con una mujer local. Jesús me cuenta que Alberto era un famoso clarinetista en Italia.

Al final nos vamos todos a tomar algo en el Rock on the Beach (antiguoKep Rock Café) y escuchar a su banda, a la que pronto se une Alberto acompañando algunos estándares de jazz con el clarinete.

Quien está siendo un gran apoyo es mi vecina Pilar, que lleva 6 años viviendo aquí y habla muy bien el Khmer, por lo que me hace de intérprete de vez en cuando con Saron y así me consigo entender mejor con ella. Pilar ha abierto una agencia de viajes, Zen Trips, ofertando viajes alternativos a Camboya para españoles. Hoy hemos desayunado en el Kep Coffee, donde siguen estando la camada de gatitos que ha tenido la gata del lugar.

Después me ha descubierto algunos de los otros núcleos de población de Kep. Y es que Kep, además de la zona donde está el mercado y Kep Beach, tiene algunos núcleos más dispersos. Tengo que visitarlos con calma y hacerles fotos.

Y hemos terminado el tour haciendo una visita al Don Bosco Technical School, de donde salen los chicos que han estado viniendo a arreglar cosas en la casa, y donde he podido conocer a su director, el Padre Albeiro, un colombiano absolutamente encantador que está realizando una labor increíble con la juventud de la zona, acogiendo a cientos de alumnos (especialmente a aquellos en situación de bajos recursos), dándoles educación y formación técnica. Tienen numerosos departamentos como comunicación social, tecnologías de la información, administración, electricidad, hostelería, etc. 

Las instalaciones son muy amplias e impecables. Incluso cuentan con una reproducción de la casa original en Italia del fundador, Giovanni Melchiorre Bosco, más conocido como Juan Bosco.

Y se respira una disciplina y un buen rollo (todos los alumnos nos saluda, nos sonríen e intentan hablarnos en inglés) que ya nos gustaría ver por Europa.

Me he quedado impresionado y encantado con mi visita y el padre Albeiro ha mostrado mucho interés en mi blog, así que hemos intercambiado contactos y he quedado en pasarme por ahí con frecuencia a visitarles.

Y esto viene siendo mi día a día por estos lares. Conociendo poco a poco a más y más gente interesante, aprendiendo las costumbres y cultura de este lugar, y disfrutando de la paz y tranquilidad que se respira aquí.

Y es que hoy hablaba con Pilar de que una de las cosas que me ha permitido este viaje (de hecho era una de las cosas que buscaba haciéndolo) es olvidarme del estrés. Olvidarme de las preocupaciones. Vivo, disfruto y fluyo el día a día sin preocuparme de nada, más allá de conseguir el poquito dinero que necesito para seguir viajando. Y es verdad que la ausencia de estrés engancha. Imaginarme ahora mismo teniendo que organizar algo gordo, o trabajar en una oficina, o tener grandes responsabilidades… me da una pereza terrible. Es cierto que mi modo de vida carece por completo de seguridad pero esta tranquilidad me lo compensa por completo.

Por otro lado estoy aprovechando estos días para replantear el diseño del blog Leo Callejero. Quiero mantener y seguir haciendo este “diario de viaje”, pero ponerlo como una sección, e incluir otras secciones de mayor interés y un poco más ordenadas, explicando detalladamente la experiencia de viajar usando herramientas como HelpX, Workaway, HouseSitting, CouchSurfing, etc. Hablando con detalle de cada lugar en el que he estado en formato “guía de viaje”, hablando también de la historia o curiosidades de cada lugar (quiero dedicar un post a lo que pasó aquí con los Jemeres Rojos, que da mucho que pensar), y hacer también una sección de reflexiones. Busco poder aumentar el número de visitas ofreciendo información de mayor alcance de forma que pueda monetizar algo este blog (de algo tengo que vivir) y poder también ofrecer mis servicios como asesor o guía de viajes, aprovechando la experiencia adquirida en este año y medio.

Así que espero poder inaugurar pronto el nuevo diseño de Leo Callejero. A ver si os gusta.

Y si estáis interesados en colaborar, poneos en contacto conmigo. ¡Yo encantado!

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